Capítulo final (Parte 2) +Aviso importante

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

AVISO IMPORTANTE: Esta novela cuenta con epílogo y un capítulo extra que subiré la próxima semana. Por favor, aún no la eliminen de la biblioteca <3. Gracias por todo.

Mis ojos se nublaron por el dolor mientras el equipo médico ingresaba a la habitación. Aparatos nuevos, gente entrando, sonidos que rebotaban en mi cabeza, recuerdos estrellándose contra el piso, sueños bailando en una cuerda floja que en aquel momento tiraba yo sola. Esa nueva herida me recordó la fragilidad del para siempre.

—Amanda, tienes que tranquilizarte —me pidió su madre a mi espalda intentando alejarme del cristal por órdenes de una enfermera.

—¡No me voy a calmar! —escupí desesperada zafándome de sus brazos porque no quería fingir civilización cuando el mundo se estaba cayendo a pedazos—. ¡Taiyari, no te puedes morir! ¡No puedes dejarme! —le grité dándole un golpe a la pared. Necesitaba escucharme. Estaba furiosa con la estúpida vida que me había hecho adicta a su compañía para al final amenazarme con quitármelo.

—Señorita, le pido que se retire —insistió la mujer, que debía cumplir con su trabajo, pero no la escuché. Mi razonamiento se apagó dándole el cargo a mi corazón que se moría al ver como le arrebataban lo que más amaba.

Su madre que también lloraba, pero que tenía mayor autocontrol, me cogió con fuerza de los hombros para hacerme obedecer en contra de mi voluntad. Me dejé arrastrar como una hoja incapaz de seguir viendo aquella escena sin poder hacer algo para remediarlo. La impotencia envenenó mi cuerpo.

—Tiene que salvarlo, por favor, por favor —le rogué a la encargada que me dedicó una mirada de lástima que formó un hueco en mi estómago.

Papá me vio tan destrozada al salir que no pidió permisos para envolverme entre sus brazos. Sintiéndome abandonada valoré más que nunca su calor y palabras de consuelo mientras las lágrimas me sumergían en ese oscuro mundo donde la esperanza se apaga. Aferré mis dedos a su camisa empapada intentando mantenerme a flote, sin lograr pronunciar una palabra. Aspiré hondo deseando nivelar el ritmo presuroso de mis latidos. Recé con toda mi fe, esforzándome por convencerme a mí, y a Dios, quien conocía mejor que nadie su batalla, que merecíamos más tiempo. Me gustaría decir que fui una maestra de la valentía, que no me quebré, la verdad es que nunca me sentí más ajena a mi propia vida. Hecha pedazos apenas era capaz de respirar entre mis sollozos.

Taiyari entre la vida y la muerte a unos metros, era una pesadilla, en una batalla que aún no perdía. En aquel momento lo único que podía hacer, paradójicamente lo más complicada, era creer que ganaría. No declararía perdida una guerra que estaba en su peor episodio, no al conocer la fortaleza del guerrero.

—Todo estará bien, Amanda —murmuró papá preocupado por la manera en que temblaba, limpiando mi cara cuando me armé de valor para alzarla. Contemplé a su madre recargada en la pared con los ojos cerrados, abatida por la desolación. Mi dolor me volvió egoísta, ella también la pasaba mal.

—Yo lo sé, Taiyari saldrá de esta —respondí con una débil sonrisa y la voz entrecortada. El médico saldría en cualquier momento. «Paciencia, paciencia»—. Ha superado cosas peores.

Él me observó con pena, seguro temió hubiera enloquecido. Tenía razones de sobra para sospechar, pero no me eché para atrás, pese a morir de miedo, que todos los pronósticos tiraran en contra, confiaría en él. Incluso cuando las cosas no resultaran como esperaba, los últimas frases de nuestra historia no serían colmadas de terror a sabiendas que lo único que me regaló fue paz. 

—Amanda...

—Gracias por estar aquí, papá —sollocé aceptando que no podía sostenerme sola. Había negado por mucho tiempo la falta que me hizo su hombro, pero ya no seguiría engañándome. No quería cargar más odios, ya no. Eso no cambiaba el pasado, mas sí mi futuro.

El mismo que se reveló ante mí cuando la puerta se abrió para liberar al doctor que hace unos minutos había ingresado al cuarto auxiliando a Taiyari. Su expresión cansada no ayudó, apenas hallé fuerzas para acercarme a escuchar lo que tuviera que decir. Malo o terrible, lo soportaría.

Papá me tomó de la espalda cuando el médico pronunció una cruel verdad: sus pulmones estaban tan débiles que no resistirían otro episodio como el anterior. Nos pidió que nos preparamos para lo peor. Y aunque una parte de mí sabía que la moneda estaba en el aire, no dejé de agradecer. El eco de su corazón, pese fuera apenas un susurro, seguía con vida, razón suficiente para continuar luchando.

Esa fue la noche más larga de mi vida, tuve la sensación de que las horas se estancaban para alargar mi agonía. No volví a verlo y aunque mi madre hizo grandes intentos por mantenerme entretenida al teléfono no surgió efecto. Dejé aquella silla para buscar una solución. El rostro de la mujer que atendía tras la caja se transformó al escuchar mi inusual petición, debió pensar que había perdido un tornillo, en realidad buscaba recuperarlo y solo había una manera de hacerlo.

Respiré hondo fuera de esas huecas paredes. La temperatura había descendido gracias a la lluvia que caía con fuerza sobre la ciudad. Contemplé su impacto, bajo el techo que cubría la salida del hospital. Mi memoria viajó unos días atrás. Una punzada de culpa me perforó al recordar que todo lo que padecíamos era mi culpa. Si hubiera hecho lo correcto, pedirle regresar apenas la tormenta empezó, nos hubiéramos ahorrado tanto dolor. Fui egoísta y pensé solo en mis propios deseos. Estaba emocionada porque Taiyari viera lo que yo quería para ambos que no usé la cabeza. 

«No pierdas la fe, Amanda», me repetí sentándome en el suelo. Terminaría esto igual como inició.

28 de octubre del 2003.

Hola mi dulce Taiyari.

Hace varios meses que no hago esto por lo que he perdido la práctica, espero puedas disculparme, de igual manera vas a leerla. Estoy segura de que lo harás. Escribo esta carta justo la madrugada que estás ingresado en el hospital. El doctor dice que estás grave, sé que no miente, al igual que también conozco tu fortaleza para romper los pronósticos.

He anotado la dirección donde viviremos en el sobre, así será lo primero que verás cuando lleguemos a nuestra casa. Es probable que repasando esta oración estés sentado en aquel cómodo de la sala que decidimos conservar. Yo no tengo idea qué haré, para serte sincera tengo ganas de pasar unos días únicamente viéndote con una sonrisa agradeciéndole al cielo que coincidiéramos. 

Primero que todo, debo pedirte perdón, el resfriado ha sido culpa mía. No tienes una idea de como me arrepiento de ser tan irracional. Sé que si estuvieras aquí me dirías que no es mi responsabilidad, pero ahora que no lo estás necesito escucharlo de tu voz para creerlo realmente. Sé que tú sabes mejor que nadie que jamás haría algo para lastimarte.

Te escribo también para sincerarme contigo, de un montón de cosas que no te he dicho y son importantes, palabras que uno da por hecho el otro conoce y quizás me equivoque. Mi corazón está sobrecargado, necesita un respiro y tú eres bueno escuchando. Empecemos:

1.- Te quise desde que leí tu primera carta, aunque fingiera que no porque no sabía qué era el amor y me negaba a que aquel muchachito tan extraño provocara esas emociones nuevas en mí. La releí un montón de veces en secreto, maravillada por tus palabras y lo que me hacían sentir, y solía escribir muchas más que nunca te entregué. 

2.- Nunca olvidé la vez que acudiste al centro comercial porque descubrí que a partir de ahí nunca estaría sola. Lo comprobé con cada una de tus cartas que me sostuvieron durante años de soledad. Conservo todas en un cofre. Sí, todas. Son mi tesoro más preciado.

3.- Dos días que siguen grabados por el dolor, comparten tu ausencia. El día que fallaste en el aeropuerto, no solo había esperado años para verte, sino también para confesarte lo que sentía por ti, a sabiendas que podías rechazarme. Y la tarde que admitiste creías que en un futuro me marcharía. Ninguna de esas ocasiones he pasado más de tres horas enfadada contigo, no sé cómo lo haces.

4.- Confieso, con culpa, que dudé ante la propuesta de matrimonio de Ernesto. Parte de mi miedo al compromiso se debía a que no se sentía como lo había soñado, mantenía una ilusión infantil de solo vestirme de blanco contigo.

5.- Nunca me arrepentiré de tomar ese avión que me trajo a Colombia. Reencontramos es el hecho más extraño de mi existencia porque encabeza el listado de situaciones terribles y hermosas. No sé cómo mi corazón resintió el mismo día la confesión de tu secreto y nuestro beso, Taiyari. No solo me reencontré contigo, sino con mi vida.

6.- No puedo evitar que en todos mis planes a futuro estés tú. Atención en este punto, Taiyari. Tienes que cuidarte mucho por ambos.

7.- Tengo un recuerdo agridulce de la presentación de nuestro nuevo hogar. No sé luchar contra eso. Por una parte es el día que enfermaste, es espantoso saber que gracias a esa lluvia hoy estás sufriendo. Sin embargo, es especial para mí porque fue la primera vez que estuvimos juntos.

Sé que te lo dije esa tarde, no quiero que lo olvides, jamás nadie me hizo sentir tan amada como tú. Tuviste paciencia conmigo y confianza para dar ese paso, y aunque ambos estábamos un poco rotos por las herida del pasado, encajamos a la perfección. Además, hicimos muchos planes juntos, ¿recuerdas? 

No pienso despedirme porque no hay adiós para nosotros dos. Solo quería recordarnos que cuando todo pinta mal logramos sacarnos del pozo. Lo haces sin darte cuenta ahora, porque escribir esto me da fortaleza. Sé que es una cursilería, pero creo que hay personas que nacen destinadas a otras, que tú y yo terminaríamos juntos pasara lo que pasara. Vas a ponerte fuerte, haremos planes juntos y aprenderemos que muchos se van a cumplir y otros no. Será una buena aventura, Taiyari, pero no puedo vivirla sin ti. Lucha, como lo has hecho desde que te conozco. Y no olvides cuanto te amo.

Te quiere con todo su corazón.

Amanda Díaz.

La lluvia no cesó, pero eso no impidió que acudiera al correo para dejarla por mi propia cuenta. Era espantosa, tenía una caligrafía que daba miedo y estaba plagada de errores, pero en aquel momento fue liberador verla perderse junto a un centenar en el buzón. Sonreí sintiéndome menos extraviada con plena certeza que volvería a encontrarme con esa carta, al lado de Taiyari.

El camino de vuelta fue pesado, pero se esfumó cuando encontré a su familia esperando impaciente en la salida del hospital, aguardando por mi llegada. Nuestras miradas coincidieron, cada una ahogándose en una emoción distinta, y sin una palabra de por medio lo supe, había nuevas noticias.

Papá decía que si continuaba con esa actitud no tardaría en caer gravemente enferma. Exageraba cuidándome como si fuera una niña. No lo escuché, estaba demasiado enfocada en la recuperación de Taiyari que mostraba leves avances. Hace unos días, no sabría con exactitud cuántos porque había perdido la noción del tiempo, le retiraron el ventilador. Su mejoría era lenta, pero según el médico que Taiyari pudiera respirar por su propia cuenta era un importante salto. Un rayo de esperanza del que me abracé para no desfallecer.

Su madre cuidaba de él mientras trabajaba por las mañanas. Le dediqué cada uno de mis cuadros en clase y no falté una sola noche al hospital. Me acostumbré a dormir en el incómodo sofá y a contar mi día a día sin esperar respuesta.

Fue una angustiosa prueba que no me generó sonrisas, pero sí aprendizaje.

—Te mostraré ese último dibujo apenas te recuperes. La enfermera dice que no puedo meterlo —le conté en complicidad porque las reglas eran estrictas—, así que tendrás que esperar. No desesperemos, seguro no falta mucho... Lo hice pensando en ti —comenté con una sonrisa.

Al igual que todo lo que hacía últimamente, nunca te das cuenta de lo pierdes hasta que en los pequeños detalles te hace falta.

Un leve movimiento de sus dedos llamó mi atención. Mantuve la mirada clavada en su mano hasta que percibí como poco a poco se fue removiendo la cama. Aspiré hondo para mantener la calma, pero mi corazón latió tan aprisa que me costó respirar. Entonces sucedió lo más bello que podría sucederme, eso que llevaba días esperando.

Abrió sus ojos negros que se encontraron con los míos cristalizados por la emoción.

Taiyari había vuelto.

—No te muevas, ni hables mucho, aún tienes que recuperarte —intenté explicarle preocupada con las lágrimas brotando sin control de mis ojos. Era imposible que entendiera lo que hablaba. Estaba tan feliz que pensé en un arrebato me levantaría a saltar.

—Estás aquí —susurró con voz ronca, pero en sus labios se dibujó una débil sonrisa. Grabé ese gesto que enterneció mi alma, mismo que me sostendría de muchas otras caídas. Aclaré mi voz para que el mensaje no dejara dudas, lo observé directo a los ojos y hablé con total honestidad.

—Siempre voy a estar aquí —le prometí dándole voz a mi corazón.

Como estuvimos juntos dándonos la manos siendo unos chiquillos, siendo consuelo por medio de cartas sin importar la distancia y nos mantuvimos fuertes a pesar de su enfermedad. La vida nos había puesto pruebas complicadas, pero ninguna fue más fuerte que lo que sentíamos. Amor.

Hola a todos 💕. Este final tiene una razón importante de ser, que explicaré en el epílogo. Dividí el capítulo en dos partes y quizás los que leyeron la primera versión (que creo solo son dos personas xD), entenderán mejor el porqué. Por ahora quiero pedirles un pequeño favor, si te gustó la historia por favor no olviden dejar un pequeño comentario ❤️.  He intentando no fallar ninguna actualización, contestar todos los comentarios durante los últimos cinco meses, sería una enorme alegría recibir un pequeño comentario de uno o dos minutos conociendo su opinión sobre qué les gustó de la novela ❤️. Significaría mucho para mí. Queda un epílogo y un extra importante, así que nos vemos la próxima semana❤️💕. Saben que los quiero mucho.

P.D. Quiero decirles tantas cosas, pero lo haré después del epílogo. No quiero despedirme de ustedes, los quiero mucho.

Antes de que se me olvide @MelanieRamirez532 hizo una bella lista para la historia. Muchísimas gracias por el hermoso detalle, eres un sol. Aquí se las dejo:

https://open.spotify.com/playlist/0IjVqlo5iDPj2dDypk7kKG?si=5TTIEq5KTwWeGI4dzoSY7Q 

Dejaré el link en los comentarios, por si quieren pasarse. Si una canción les recuerda a la historia pueden dejarla aquí en los comentarios, así podemos añadirla <3. Los quiero.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro