Capítulo VII: ¡No, por favor, no!

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Era ya casi mediodía y ya habían llegado bastante cerca de Las Piedras, la famosa mina de piedra negra y granito carmesí, de dónde se sacaba la gran mayoría del material de construcción para las estructuras arquitectónicas de Vadorrojo. De hecho, el mismísimo Castillo de Zhárryn, el palacio real en Rohirrim, estaba hecho de granito carmesí.

Dayn había salido muy apresurado de su pequeño campamento, de manera tal que se notaba su hartazgo con la historia de Kírdan. Este tuvo que montar a su caballo a las apuradas y galopar, intentando alcanzar a Dayn, pero el caballo de este, Grayn, era muy rápido.

La polvareda que habían ido dejando al galopar había sido enorme. Pero ya habían llegado y se habían esfumado los polvos.

Dayn y Kírdan observaban desde una colina las bellas minas de Las Piedras, a los mineros picando los minerales.

-Hay que tener cuidado- dijo Kírdan -Suceden accidentes bastante seguidos por aquí-.

-Bah- replicó Dayn -No porque pase siempre pasará ahora-.

Espoleó al caballo que montaba y bajó hasta donde estaba la mina.

Para cruzar las Colinas Andrajosas, las cuales eran la frontera natural entre Vadorrojo y Colinanublada, necesitaban un baqueano que los guiase por algún sendero seguro. Las colinas son famosas por la enorme cantidad de sucios ladrones que la habitan, y es de ahí de dónde viene el nombre de las colinas.

Dayn llegó hasta la entrada de la mina. Apenas momentos después Kírdan llegó a su lado.

Ambos bajaron de sus corceles y se dirigieron hacia el que parecía el jefe de los mineros, el cual estaba sentado.

-Necesitamos un baqueano para cruzar las colinas- le dijo muy fríamente Dayn.

El tipo se levantó. Era un coloso de dos metros de alto, barbudo y con una enorme cicatriz que le pasaba por el ojo.

Dayn se asustó ante semejante monstruo.

-Pidan por Slyr- les respondió el jefe minero -Es el viejo de allí que está preparando la comida.

Dayn y Kírdan se dieron media vuelta y se dirigieron hacia Slyr.

Este era un hombre un tanto panzón, de tez blanca y nariz colorada, con un parche cubriéndole el ojo.

-Precisamos de tus servicios, Slyr- le Dijo Dayn.

-Antes de eso, hablemos de negocios- les dijo Slyr -¿Cuánto me van a pagar?-

Dayn lo pensó un poco. Siendo Slyr viejo daba medio lo mismo si le pagaban mucho o poco, total pronto moriría por su edad.

-Esto- dijo Dayn mientrad sacaba una bolsa de no más de quince monedas.

-¿Me estás tomando el pelo, niño desgraciado?- dijo Slyr haciendo notar su enojo -Por ese dinero se pagas una prostituta barata, ¿Acaso crees que te voy a guiar por aquellas colinas por esa bolsita miserable?-

Dayn había escuchado suficiente de ese viejo. Se le veía en la cara su juvenil ira. Se giró, y con el orgullo herido se dirigió hacia el jefe de mineros. Kírdan iba a su lado.

-¿No tendréis otro baqueano por aquí?- le preguntó Dayn.

El hombre no le ponía ni una pizca de atención a Dayn, y a él, con su orgullo herido y su furia, le hacía humear por las orejas la falta de atención del hombre.

-¡¿Podéis siquiera prestarme atención!?- dijo Dayn ya desesperado.

-Si un baqueano te rechaza significa que no vales sus servicios- dijo el hombre sin observar a Dayn.

-¡¡Ya me tenéis harto con vuestras metáforas!!- gritó Dayn ya hastiado.

Se empezó ha escuchar algo así como un objeto que cae. Un silbido mas ruidos de golpes. Cada vez parecía más cerca.

Polvo cayó cerca de Dayn.

"¡¡Cuidado!!" se escuchó desde arriba.

-¿Que sucede?- preguntó Dayn confundido.

Kírdan lo vió antes que el. Era una enorme roca que caía. Como por instinto, apartó rápidamente a Dayn.

"¡¡Nooo!!" fue lo último que Kírdan oyó de su amigo.

La piedra había aplastado a Kírdan de una forma muy violenta. Su sangre se esparcía por el suelo y su cuerpo se veía destrozado y reventado bajo la roca.

-¡¡No, por favor no!!- gritó Dayn, con una voz ahogada en el llanto.

Los mineros quitaron la piedra de encima de Kírdan. Sus sesos se habían esparcido por el suelo y su cara era irreconocible.

Dayn se echó encima, embargado por el llanto.

Lloró por quién alguna vez fue su único amigo durante un rato.

De un bosque cercano a la mina apareció un animal llamativo. Una especie de tortuga turquesa con dos cuernos en la cabeza y ojor azules.

Dayn observó al animal y enseguida pensó: "La tercera fase".

Dejándose llevar por la ira, Dayn desenvainó su cuchillo y se dirigió hacia el animal gritando: "¡¡Maldita seas!!".

Con arremetió furioso contra la tortuga, ensartándole su cuchillo en la cabeza.

Luego se fue corriendo de allí, estando tan triste y furioso como quién gana una batalla perdiendo a sus amigos.

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