¿Que tan perra es Imasu Morales?

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POV. Anna.

Steve sabia de ellos, conocía a la mayoría, debido a que antes de ser novios fuimos grandes amigos. Mejores Amigos.

Mi mundo se hizo polvo cuando el venía hacia aqui.

Y todos al unisono, dijieron mi nombre.

Tragame tierra...

Intente salir, evitándolos, y fui al único lugar donde no habría adultos. A la área de juegos.

— Te gusto mi regalo!?...— se escucho una voz, detrás de mi.

— No quedaste satisfecho cuando te rompí la quijada?— pregunte.

Hay, demonios quería matarlo.

— Anna, ¿Estas bien?— era Magnus

Hay no! Mierda.

— Me da gusto verte, querido Magnus.— dijo Imasu.

Magnus no contesto, estaba congelado por el pasado.

— Largate antes de que te destruya tu cara de demonio.— intente amenazarlo.

— Anna. Magnus. ¡Que bueno que los encue.....— las palabras de Alec, quedaron suspendidas en el aire.

— Querido Socio, hoy nos reunimos el esposo y el amante.—

— Hijo de perra!— solo pude decir antes de que Alec le estampara en golpe en la mandíbula.

Y después se lanzo hacia el. Imasu lo golpeo en el pomulo, pero eso no detuvo a Alec.

— Papi, que esta haciendo Papi Alec?— le pregunto Lana, muy asustada.

— Max, llevate a Lana!— le ordene.

De pronto llegaron Jace, Isabelle, Robert y Maryse.

— Estas disfrutando esto, tanto como yo disfrute a tu esposo?— dijo Imasu escupiendo sangre.

Y entonces Alec volvió a golpearlo. Jace intento quitar a Alec, pero lo empuje.

— No! Dejalo que lo haga!!— le dije a Jace

— Por dios Alec, vas a matarlo!— exclamo Maryse.

Imasu ya hacia inconsciente, en el piso de mármol.

Simón y Julian se  acercaron y junto con Magnus, alejaron a Imasu.

— Le destruyo la cara!— exclamo Celine, horrorizada.

— Se lo merecía!— logre decir.

Me acerque a el y le pateé los testículos tan duro, que jamas podría tener bebe.

POV. Magnus.

Lo lleve a la cocina.

— Estas bien cariño?— acune su rostro en mis manos.

Rápido quito mis manos de su rostro.

Fue al grifo y se lavo la sangre de la mano.

De la nevera que había, saque hielos y los puse en un pañuelo.

Lo puse sobre el pómulo de Alec.

— Perdoname Magnus — susurro.

— No hay nada que perdonar!—

— Debí haberlo matado cuando supe lo que te había hecho. Yo... Lo... Lo siento.— lágrimas caían de sus ojos.

— No me odias?— pregunte, limpiando sus lágrimas.

— Jamas podría hacerlo!— contesto. Tomo mi rostro y me beso.

Un beso lleno de necesidad, con fuerza pero sin llegar a lastimar.
Y lleno de deseo pero llegando al fondo del Alma, escabulléndose, como los demás besos, al igual que las carisias, hasta el fondo de mi corazón. Que por cierto tenia un nombre y era Alec.

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