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— ¿Quieres llevarte a Namjoon todo el día? — exclamó Daehu sorprendida, mirándolos a ambos.

El moreno se rascó la nuca, sin saber muy bien cómo excusar eso.

Jin, por su parte, solo sonrió y siguió ofreciéndole el dinero a Daehu, como si no fuera nada.

—Noona, acéptelo, por favor— pidió el chico.

Daehu frunció el ceño y miró a Namjoon como preguntándole "¿y éste qué?", pero Nam solo se encogió de hombros con una sonrisa.

— ¿Por qué quieres llevarte a Namjoon todo el día? — cuestionó.

—Creo que eso es confidencial— dijo Nam por Jin, cuando notó que este hacía un puchero molesto. —No veo por qué no aceptas el dinero y ya, Daehu—

—Es que eres al que más solicitan, entonces...—

— ¿No da lo mismo? Estoy pagando por un día completo— objetó el menor.

—Bueno, supongo que sí— concedió soltando un suspiro. —Así le damos oportunidad a los demás. Adelante, llévatelo— dijo, tomando el dinero antes de que Jin jalara al mayor hasta afuera del gimnasio. Namjoon miró por encima de su hombro a Daehu, que los miró hasta el último momento con confusión.

—Bien, pequeño. ¿Qué quieres hacer primero? —

Decidió por preguntar cuando ya habían salido hacia la cancha. Habían varios de sus compañeros sentados con chicas en las bancas conversando o comiendo, y otros enseñaban a chicos a jugar cualquier deporte. Era una imagen muy agradable a percepción de Namjoon, porque en su mayoría, ellos no socializaban con alumnos de primer o segundo año, ya que los menores se dejaban impresionar hasta el punto de darles miedo acercarse -por el hecho que eran más grandes, o ellos estaban muy ocupados estudiando en los recesos y horas extras como para intentar fijarse en niños recién ingresados. Nam no era de esos porque él, cómo ya se dijo, era muy bueno en los estudios, y sabía administrar su tiempo. Razones por las cuales ahora era el tutor del adorable niño que en ese momento miraba alrededor en busca de algo qué hacer.

—No sé, hyung— dijo con otro de esos adorables pucheros.

—Vamos a sentarnos primero, ¿sí? Las gradas están vacías—

Jin aceptó y lo siguió hasta el sitio indicado. Tomaron asiento en la primera, y Namjoon se permitió medio tumbarse en ella porque, a decir verdad, seguía un poco cansado. Suspiró mientras se sobaba el cuello con una mano, sintiendo esa zona tensa. Era muy desagradable.

— ¿Te duele, hyung? — consultó al notar lo que hacía.

—Ehm, algo así. Estoy agotado— farfulló.

Sintió que su mano era apartada de su nuca, y pronto era una más pequeña y suave la que empezó a presionar ahí, apretando los dedos suavemente y masajeando con la palma.

Namjoon miró al menor con ternura, mientras Jin se veía bastante concentrado en su tarea.

¡Es tan lindo! Chilló una voz en su cabeza, y el moreno estuvo completamente de acuerdo con ella.

—No es necesario, ¿sabes? — comentó, incluso si ese masaje se sentía de maravillas. Tanto, que sólo quería quedarse dormido mientras lo recibía todo.

El masaje.

—No se preocupe, hyung— dijo regalándole una sonrisa. —Me gusta hacerle sentir bien, así que esto no es nada— las palabras salieron con tanta naturalidad de la boca de Seokjin, que Namjoon al principio no pensó nada sobre ello, hasta que claramente su mente cochina desvió el sentido a uno completamente antónimo al que el chico seguramente quería. No obstante, esta vez consiguió mantener la boca cerrada y no responder con algo que podía dañar ese lindo ambiente entre ellos.

—Por cierto, Jin... Ibas a mostrarme tu dibujo hoy— recordó entusiasmado, mientras el menor ahora le masajeaba ambos hombros, y amasaba entre los omóplatos con los pulgares.

Jin hizo una pequeña mueca que no pasó desapercibida por el mayor, a lo que la idea de que el chico había salido mal en la clase de artes se instaló en su cabeza. Le preocupó, pero también se sintió apenado por Seokjin; de seguro se sentía mal por admitir que había reprobado esa nota, y más cuando el dibujo había sido un retrato de Namjoon. En realidad, eso no le importaba en lo más mínimo, y podía hacerle la vista gorda ese día si con eso evitaba que Jin se sintiera mal el fin de semana.

—Tú no tienes que contarme ahora— le dijo sonriendo. —Hoy no estamos juntos por las lecciones, ¿verdad? El lunes me dices cómo te fue— a pesar de notar la sorpresa que se implantó en la cara de su menor, Nam lo obvió y cerró los ojos. —Mhm, eres muy bueno dando masajes, Jin-ah. Se siente muy bien—

Unos cuántos segundos pasaron antes de que Jin respondiera a su cumplido.

—Me enseñó uno de mis hermanos. Es fisioterapeuta— dijo, y el moreno no pudo evitar su curiosidad.

— ¿Cuántos hermanos tienes, pequeño? — ¿Y cuántos te tratan bien? Quiso agregar.

—Tres. Kuyh es el mayor, luego está Yohan, y el más pequeño, Minseok—

— ¿Viven con tus padres? — inquirió cautelosamente.

—No— musitó, tomando una pausa antes de explicarle. —Kuyh es nuestro representante legal desde hace tres años—

—Ya veo— dijo, y el asunto se quedó ahí, porque si bien Namjoon quería seguir haciendo preguntas, no estaba seguro de qué tanto estas podrían incomodar al chico. ¿Dónde estaban sus padres? ¿Divorciados? ¿En otro país? ¿Siquiera estaban vivos? ¿Por qué Jin parecía tenerles miedo a sus hermanos? Eran muy pocas respuestas, pero al menos habían comenzado con buen pie.

— ¿Desde cuándo Nam hyung vive con su hermana? — esta vez fue el turno de Seok para curiosear, y el moreno abrió los ojos para sonreírle.

—Taeha y yo siempre hemos vivido juntos, prácticamente solos. Papá y mamá viajan constantemente por asuntos de trabajo, pero vienen cada cuánto y se quedan por unos días con nosotros—

—Ella sonaba agradable por teléfono— comentó con gracia, subiendo los masajes otra vez a su cuello. Namjoon gimió un poco por ello.

—Noona es genial, sí. Aunque muy intensa. Cuando me ve con un chico, entra en modo fangirl desquiciada, por lo cual no soy de llevar muchas amistades a casa. Además de Jimin y Baek, claro está— agregó, divertido por la sonrisa confundida de Jin.

—Modo fangirl, ¿eh? —

—Ajá. Quizás cuando la conozcas comprendas. Eso sí, debes actuar como si fuera un oso. No hagas ruidos fuertes y ante cualquier movimiento lánzate al piso en posición fetal. Si tienes suerte estará lo suficientemente cansada como para ignorarte—

Seokjin se rio bastante después de aquella broma, contagiando a Namjoon con su risa.

Era raro que estando juntos el ambiente se sintiera despejado, pero sin dudas era algo a lo que el mayor podría acostumbrarse fácilmente. Jin era una gran compañía, no podía entender cómo el menor afirmaba que alguien lo devolvería sin pensarlo.

Después de un rato conversando temas banales como política y gatitos (sí, gatitos), Taeyong, uno de sus compañeros, se le acercó junto a un chico de tercero con una apariencia que, al igual que Jin, te recordaba a los conejos. Según Namjoon tenía entendido había pagado bastante por Taeyong.

—Eh, Nam. ¿Tu amigo y tú se animan a un partido de vóley? Hoin y yo queremos jugar hace rato— propuso el pelirrojo.

Namjoon sonrió y miró a Jin, el cual no dijo nada ante la sugerencia. Probablemente depositaba la decisión en él. Volvió a mirar a Taeyong, encogiéndose de hombros.

— ¿Cuál es el premio? —

—Oh, vamos. Solo es un partido amistoso. Para matar el tiempo, ¿sí? — insistía pisando repetidamente el suelo con fuerza, como una pataleta de niño. El moreno se rio y miró a su amigo otra vez, y por fin obtuvo un asentimiento.

—Bien jugamos— aceptó.

No estaba seguro de en qué momento ellos habían pasado de un simple partido amistoso, con risas y malos movimientos a propósito, a estar queriendo estampar la pelota en la cara de Taeyong o Hoin.

Resulta que, Seokjin había terminado por ser bastante competitivo. Al principio, él se tomaba las cosas con calma, pero llegó un punto en el que comenzó a corregir a Namjoon cuando se equivocaba, a pegarle con más fuerza al balón, y a mostrarse serio todo el tiempo, sus ojos analizando a los dos chicos al otro lado de la maya en todo momento. Inevitablemente ese instinto contagió al moreno, y él mismo ahora estaba dando todo de sí para ganar. Y bueno, Taeyong y Hoin no se quisieron quedar atrás, por lo que ahora incluso habían atraído público con su partido "súper profesional".

— ¡Eso cayó fuera! Picó atrás de la raya— vociferó Hoin tras haber dejado pasar un ataque de Namjoon.

— ¿Estás ciego o qué? Golpeó justo en la línea, es punto— replicó el menor pasándose al otro lado de la cancha para señalar justamente donde había rebotado la pelota. —Dámelo, sacamos nosotros— exigió a Taeyong, refiriéndose al balón.

—Pero si ha picado fuera, Jin—

—He dicho que no—

—Déjalo así, Jin-ah— Nam dijo, con las manos en su cadera. Hace rato se había quitado el chaleco gris, quedando con una fina camiseta de algodón blanca que le permitieron usar ese día. —El tramposo no corre lejos. Que saquen ellos—

Seokjin gruñó, pero hizo caso y se devolvió a su lado de la cancha, preparándose para recibir el servicio de Hoin. Namjoon tocó la pelota primero, pero se fue más allá de donde debería por lo que Jin retrocedió rápidamente y voleó de forma descuidada, pasando el balón al otro lado de la maya sin poder hacer el tercer toque. Trató de devolverse a su puesto lo más rápido que pudo, pero no fue suficiente, y Hoin había aprovechado el hueco para dirigir el balón allí. Como Jin no pudo haber llegado ni porque quisiera, Namjoon atinó a correr y lanzarse al suelo, golpeando el balón con el antebrazo para que rebotara. Funcionó de maravillas, quedando lo suficientemente alto para que Jin la pasara tranquilamente.

Sin embargo, notó que ni Taeyong ni Hoin le prestaron atención a la pelota, dejándola caer entre ambos como si nada. Seok se percató de los cuchicheos justo antes de mirar a Nam, que estaba sentado en el suelo, quejándose y con su codo sangrando.

Seokjin jadeó de horror y se acercó de inmediato.

— ¡Hyung! Dios santo, hyung. ¿Estás...? — se calló, porque preguntar "¿estás bien?" era, obviamente, estúpido.

Se arrodilló junto al moreno y analizó la mancha roja que humedecía la manga de la camisa. Namjoon se analizaba la zona con el ceño fruncido, sosteniéndose ese brazo con la otra mano.

—Estoy... bien, creo. Solo me he abierto un poco la piel— dijo un poco bajo, pero Seok no era ingenuo.

— ¡Joder, Joon! Lo sentimos, amigo— Taeyong exclamó alarmado cuando ellos, junto a otros estudiantes que habían estado observando el juego, se acercaron con preocupación.

—Perdóneme, Nam hyung. No pensé que se fuera a lanzar— lamentó Hoin, mirándole afligido. —Fue mi culpa por dirigir el balón allí—

—Hey, Hey. No se disculpen tanto— dijo con una sonrisa tensa que pronto se volvió burlista. — ¡Lamento decepcionarlos, amigos! Estoy vivo, estoy vivo. No hay hemorroides saliendo por ningún lado— dramatizó hacia los demás estudiantes, que tontamente rieron por ello.

Seokjin no se rió, mirándole con toda la preocupación que tenía.

—Te llevare a la enfermería—

—Estoy bien, Jin-ah. Puedo ir yo sol...—

— ¡Namjoon! ¿Dónde está Namjoon? —

Daehu, junto a Taehyung, Yoongi, y los amigos del moreno, se abrió paso entre la multitud para acercarse a él.

— ¡Dios santo, cariño! ¿Estás bien? Me dijeron que te caíste— le interrogaba agachándose, luego le sujetó ambas mejillas con las manos para detallarle el rostro. Vaya qué rápido corrían las voces en su instituto. — ¿Dónde te golpeaste? —

—En el codo. Pero tranquila, sólo fue...—

—Ah, ¿no fue en tu cara? —

Ladeando la cabeza, Namjoon negó con una mueca escéptica. Daehu lo soltó a la par que bufaba.

—Debiste decirme desde un principio— dijo poniéndose de pie. —Llévenlo a la enfermería. Hay qué ver que les gusta preocuparme, demonios. ¡Dejé a Sunho solito atendiendo a las chicas! Los hombres sí que son desconsiderados— se quejó mientras regresaba por dónde había llegado, llevándose varias miradas perplejas consigo.

—Qué dulzura— comentó Baek con sarcasmo.

Namjoon se rio. —Es buena chica— dio por hecho.

— ¿Quieres que te llevemos a la enfermería, Nam? — se ofreció Mark con las cejas fruncidas.

Namjoon iba a responder que estaba bien, y que en dado caso podía ir él solo, pero su pequeño amigo, Jin obviamente, fue más rápido.

— Yo lo acompañaré. Sigue estando conmigo— espetó decididamente, obligando a Namjoon a ponerse de pie. Sin embargo, él estaba mirando a Mark con muy poca simpatía. —Ustedes pueden seguir en lo que estaban, hyung—

Mark, Baekhyun y Jackson parpadearon desubicados, pero Taehyung, que al igual que Yoongi y Jimin estaban un poco más apartados, hizo acto de presencia con una sonrisa muy grande.

—Ow, qué considerado, amigo. Justamente estamos pagando por eso— asintió tomando a Baek del brazo. —Y aún me quedan dos horas, así que espero sigas de humor para jugar—

A Baek definitivamente aquello no le sentó bien.

—Me has obligado a jugar overwatch todo este rato, niño. ¿No tienes algo mejor? — entrecerró los ojos cuando Tae sonrió aún más, con un borde de picardía.

—Oh, si tanto le disgusta puedo cederle mi turno a alguna chica...—

—Soy Genji, y no tienes permitido jugar con Reaper otra vez— objetó alejándose, Taehyung de inmediato lo siguió.

— ¡Lo dices porque te gané cinco veces! —

— ¡Cállate! —

Posterior a que ellos se fueran, Jimin y los demás se despidieron también, diciendo que llamarían a Namjoon más tarde para saber cómo estaba. Jin no lo dejó responder, porque tomó el brazo y lo pasó por sus hombros, caminando y por ende, obligándolo a seguirle el paso. Bajo la mirada de todos ellos se fueron hacia la enfermería, rápido porque el moreno tenía sus piernas en perfecto estado, aunque Jin no parecía recordar eso.

Yeji, la enfermera, apenas vio a Namjoon sangrando le indicó que se sentara en la camilla y que se quitara la camisa. El moreno le preguntó por qué, si solo había sido un golpe en el codo, pero ella le regañó y volvió a repetirle sus órdenes. Esta vez el mayor no chistó y se sacó la sudada camiseta, siseando cuando rozó la herida.

Seokjin observaba atentamente desde una silla en la esquina del cuarto, por lo que Nam se sintió desconcertado cuando sus cejas se alzaron al momento en que lo visualizó sin camisa. Más no pudo sacar ninguna conclusión, porque Yeji de inmediato le señaló uno de los problemas.

—Nam, no sólo te has raspado el codo. Tienes todo el pecho rasguñado—

Mirando superficialmente hacia abajo, el moreno ahogó un ruido de sorpresa cuando vio toda la zona de su abdomen, costillas y pectorales con ligeras rayitas rojas e irritadas. Debió ser de cuándo se lanzó, pero la herida del codo había conseguido toda su atención, por lo que ni siquiera había notado las otras.

—Oh, vaya— dijo débilmente, fingiendo no notar el rostro sombrío de Jin. —Pero no se ven graves. La del codo es la que empieza a preocuparme— señaló, y Yeji dio un asentimiento.

—Cuando te lanzaste de seguro arrastraste un costado de tu cuerpo en el proceso. Ese tipo de técnicas requieren práctica y orientaciones, Nam-ssi. ¿Cómo se te ocurrió aplicar algo como una plancha en suelo de concreto, si ni siquiera lo dominas? — le riñó, pero a pesar de eso el moreno rio brevemente.

—Sí, sí. Perdóneme, noona. No lo pensé en ese momento, el juego me tenía muy enfocado—

—Tienes suerte de que no fue nada serio. Voy a desinfectarte ahora, no hace falta decirte que arderá, ¿cierto? —

Namjoon hizo una mueca torcida.

—Au, pero la otra vez que me curaste la herida de la rodilla no lo hizo—

—Ese día usé alcohol para niños, bebé. Ya se me acabó, ahora deja de quejarte y aprieta esas nalgas—

Namjoon se rio por lo último y como el hombre que era soportó el ardor cuando Yeji le pasó el algodón con alcohol sobre la piel roja y ensangrentada. Se mordió un nudillo, porque bien, Nam era un poco llorón a veces, pero afortunadamente fue rápido y pronto tuvo su codo cubierto por un vendaje.

—Colocaré unas curitas en los rasguños más feos, retíralas cuando te bañes, ¿de acuerdo? —

—Entendido— afirmó, y luego de cinco o seis curitas con la cara de Hello Kitty estampada, Yeji había terminado su trabajo. Ella le indicó que llenaría el informe y que iría a buscarle algo para que se untara en la herida más tarde, y los dejo solos en la enfermería.

Namjoon se tocó el codo vendado con curiosidad, sonriendo gracioso al pensar lo tonto que fue por permitirse una lesión así jugando amistosamente. Iba a comentárselo a Jin, pero tras una mirada al menor se quedó mudo.

Seokjin lo observaba decaído, sus ojos carentes de alegría. Seguía rígido en su silla, sin haber emitido palabra desde que llegaron y eso a Namjoon comenzaba a preocuparle mucho. Forzando una sonrisa tranquila, palmeó la camilla levemente, indicándole en silencio que se sentara junto a él.

Jin frunció el ceño nada más, sin moverse de dónde estaba. El moreno rodó los ojos y volvió a dar palmaditas en la camilla.

—Anda, Jin-ah. Cuídame mientras noona está fuera— pidió como un niño pequeño, incluso haciéndole un poco de aegyo, cosa que sólo se permitía delante de su hermana.

No obstante, era bastante poderoso, porque de inmediato Seok se mordió el labio inferior y se aproximó, recostándose en la orilla de la camilla, pero no se sentó como su mayor había indicado. Decidió dejarlo así por el momento.

— ¿Estás bien, Jin-ah? — preguntó por fin, porque sin dudas algo en su expresión demostraba disgusto

—Si, hyung—

—Sonaste como un robot— observó, rodando los ojos otra vez. —"Sí, hyung". Así te oíste— repitió con voz tonta, consiguiendo un suspiro del menor que probablemente era un intento por no reírse.

—Bueno, sí hay algo— concedió.

— ¡Ah-hah! ¡Lo sabía! ¿Ves que tu tutor es muy listo, Jin-ah? Joder, es que yo debí ser detective. Soy la puta ostia en esto de las deducciones—

Seokjin se rio sin remedio, como siempre no podía evitar ser receptivo a las bromas de Namjoon, que en ese momento sólo decía babosadas para aligerar el ambiente.

—Estás muy juguetón, eh. Generalmente no eres tan hiperactivo— dijo Jin, cruzando los brazos.

El mayor se encogió de hombros, asintiendo. —Honestamente, estoy tratando de animarte. Y claro, compensar el hecho de que estás perdiendo tu dinero. — ante eso Jin ladeó la cabeza. —Me refiero a que pagaste mucho, y ahora estás en la enfermería acompañando a este intento fallido de Matt Anderson— bromeó, y se rio de su propia broma. —Lo lamento. Juro que te devolveré el dinero apenas salga de aquí—

—Yo no creo que debas darme un reembolso, hyung—

—Ya, seguro que pagaste por pasar tiempo de caridad con la enfermera—

—No, pagué para estar contigo, ¿o no? — sonrió levemente. —Además, fue mi culpa que te lastimaras. Fui yo quien se emocionó con el partido y lo volví algo a ganar— manifestó, su ceño frunciéndose poco a poco. —Siento eso, es algo que no puedo evitar. Como que, ya sabes, tengo tres hermanos en casa. Ese instinto competitivo está metido en mis venas—

— ¿Te disculpas por tener instinto competitivo? Eso es lo más chistoso que he oído— se mofó Namjoon, obteniendo una expresión irónica de Jin.

—Acabas de lloriquear porque la enfermera no tenía alcohol para niños hace unos minutos, descendencia de Matt Anderson y Sherlock Holmes—

—Ja, ja. Bien, te concedo eso— alardeó haciendo gestos con las manos de desinterés. —Mi punto es, que tener deseos de ganar no es algo malo, Jin-ah. Y en todo caso, fui yo quien decidió jugar—

—No es como si me hubieras obligado a aceptar—

—Joder. Uno intenta ser amable y tú sólo, pero y pero— gruñó.

—Nunca dije pero—

— ¡No es el punto! —

—Permiso— dijo alguien al entrar a la enfermería. Era Bogum, el orientador. Él les dedico una sonrisa muy bonita que marcó unos hoyuelos en sus mejillas, justo antes de acercarse. —Namjoon, Jin-ah, qué bueno verlos—

Ellos hicieron una reverencia cortés y devolvieron el saludo.

— ¿Qué lo trae por aquí, hyung? — inquirió el menor.

—Busco a la enfermera. Al parecer Yugyeom tuvo un accidente en el taller de carpintería— explicó, alzando las cejas al ver el estado de Namjoon. —Oh, caracoles, Nam-ah. ¿Cómo te has hecho eso? —

—Hice salto en bungee, pero se me olvidó que no tenía bungee— respondió bromeando, sabiendo lo mucho que al orientador disfrutaba de sus chistes. En efecto, el mayor se rio, y le pidió que le contara de verdad. —Me caí jugando vóley en la cancha, hyung—

—Ya veo. Por lo menos parece que no fue nada grave— comentó. —Ahora que los veo, quería preguntarles cómo van las tutorías. He escuchado que Jin-ah está mejorando— sonrió de nuevo.

—Estamos bien, Seokjin-ah es bastante bueno cuándo se lo propone—

—Me alegra escuchar eso. Honestamente me preocupaba que este niño fuera a desperdiciar su buena mente para las clases por sea lo que sea— le palmeó la cabeza a Seokjin gentilmente por unos segundos. —Por cierto, con el profesor Kim y el profesor Kang queremos hablar contigo sobre unos asuntos importantes, Namjoon-ah. La próxima semana posiblemente—

El moreno parpadeó intrigado, seguro Jin igual.

—Entendido, hyung. ¿Es algo malo? —

—Para nada. Es más un favor que necesitamos que nos hagas. Te daremos detalles luego— deliberó, y justo entonces entró la enfermera.

Namjoon se quedó con la duda, pero se calló mientras los dos adultos charlaban. Yeji, después de escuchar lo del accidente de Yugyeom, le entregó a Namjoon el ungüento que debía echarse en la herida del codo y salió apurada junto a Bogum hacia el tercer piso, donde estaba el taller de carpintería.

Sin más qué hacer ahí, Seokjin le ayudó a ponerse la camisa con cuidado de no molestarse la zona, y después salieron hacia el pasillo.

—Busquemos a Daehu para devolverte tu dinero— dijo, a lo que Seok chasqueó la lengua. Ese gesto le hizo recordar a los días dónde lo veía como un chico malo. Hoy se había comportado particularmente parecido a la faceta que Namjoon creyó le pertenecía hace un mes.

—No, hyung. Ese dinero es para su graduación, déjelo así—

—Uhm... pero es que no es justo, pequeño— murmuró, una idea llegando repentinamente a su cabeza. — ¿Qué tal si te lo compenso de otra forma? Vamos a mi casa. Te prepararé algo de comer—

— ¿Uh? — balbuceó, jugando con sus dedos posteriormente. —No creo que eso sea seguro— protestó en voz baja.

Nam le tomó la mano, haciendo que el menor lo mirara a los ojos.

—A que sí, Jin-ah. Prometo que será rápido, y apenas son las tres. Si no aceptas, te devolveré tu dinero— espetó decidido, a lo que el menor se mordió el labio inferior otra vez, terminando por dar un asentimiento.

Namjoon sonrió triunfal y, sin soltar la mano de Jin en ningún momento, lo guía hasta la salida, y después hasta su casa. En algún momento Jin fue quién lo sostuvo a él, evitando que rozara con cualquier cosa la herida de su codo. El moreno sonrió por ello, enternecido por la atención del chico.

Kim Seokjin era tan lindo. Sin dudas debía agradecerle por haber pagado por él.

—Después de todo sí me diste una lección hoy, hyung— comentó cuando iban cruzando la calle.

Namjoon lo miró intrigado.

— ¿Lo hice? —

—Ajám— Seok sonrió mucho, incluso cerrando sus ojos tantito. —Me enseñaste que no debo ser tan competitivo siempre, o acabaré con una lesión en el codo— canturreó.

Impactado, el moreno pestañeó un par de veces antes de golpear a Jin en el hombro con su brazo intacto, gruñendo.

—Qué malo eres, Jin-ah— se quejó.

—Según tú siempre lo he sido, hyung— contestó. —Todo un trouble maker—

Namjoon no respondió a eso, pero sí le dio otro golpe a Jin en el hombro.

En realidad, Seokjin también le había enseñado algo ese día, y es que podía ser un lindo y juguetón niño, y al mismo tiempo ser todo un trouble maker.

Pero la primera, sin dudas, le gustaba más.

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