Microcuento 5- El consuelo

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

*Disparador*

***

Si había algo en este mundo que amaba más que el helado de chocolate, era cantar.

Lo hacía desde que tenía memoria, cantaba hasta llegar a hartar a mi perro Júpiter e incluso a la vecina de la esquina; llegando el día de mi cumpleaños número cinco mi progenitora no tuvo más remedio que ingresarme a una academia de canto, desde entonces no encuentro un mejor recuerdo que ese, y fue así cómo descubrí lo que quería ser cuando creciera: una cantante profesional que el público amara y recordara por siempre... hacer historia con mi voz.

Luego de doce años de intensas prácticas nunca creí que aquel momento tan ansiado se encontrara detrás de un prominente telón de color bordó oscuro y vibrante.

Observaba cada detalle a mi alrededor, desde los reflectores que llegaban a cegar fácilmente, hasta el enorme salón abarrotado de personas que asistieron solo para escucharme cantar. Era una fantasía oír gritar mi nombre para que saliera a dar mi espectáculo, todos y cada uno de los presentes gritaban al unísono "Jane" una y otra vez sin parar.

Estaba lista para salir, tomé una enorme bocanada de aire, sentí como mi piel se erizó y la emoción estallaba dentro de mí como fuegos artificiales. El presentador informó mi pronta salida, caminé hasta quedar detrás del telón que me separaba del público, todos seguían gritando; ya no podía esperar más, pero entonces... desperté.

Un dolor intenso en la garganta y el techo blanquecino de mi habitación me traen a la realidad. Recuerdo que todo cambió desde el verano pasado cuando me diagnosticaron quistes en las cuerdas vocales y todo mi mundo se vino abajo en ese instante, pero tenía esperanzas, sabía que tenía las posibilidades de recuperar mi voz, y ese fue lo que me mantuvo siempre positiva, sin embargo; todo se derrumbó nuevamente cuando hace un par de días requerí reintervención por recurrencia al año de mi primera cirugía, bastó de una mala praxis para que me quedara sin voz.

Desde entonces solo oigo mi voz en los viejos vídeos que mi mamá guarda como un recuerdo, como un sueño que no pudo ser.

―Jane, hija... ya guarda el video en su lugar. ―Una lágrima se le escapa al verme devastada.

La observo, agradezco en el fondo que intente ayudarme a salir adelante pero no puedo hacerlo, es el único consuelo que me mantiene a flote.

―"No quiero". ―Intento decirle con gestos y señas...




Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro