XIII. Old Grudges

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CAPÍTULO TRECE
VIEJOS RENCORES

"Hey, I was doing just fine before I met you. I drink too much and that's an issue but I'm okay. Hey, tell your friends it was nice to meet them. But I hope I never see them again"


Fue el llanto de Hope lo que despertó a Olivia aquella mañana. Su cuna se encontraba al lado de su cama, pero antes de que pudiera ponerse en pie dos golpes en su puerta llamaron su atención.

—¿Si?—cuestiona, frunciendo el ceño, sabiendo que solo se podía tratar de Elijah—

—He oído a la niña llorar, ¿está bien?—inquiere el original desde el otro lado de la puerta. El tono de su voz mostraba preocupación—

—Si. Creo que solo tiene hambre—le responde, levantándose de la cama para inclinarse sobre la cuna, agarrando a la niña en sus brazos. Entonces se acerca a la puerta de su habitación para abrirla, encontrándose así al trajeado hombre—Le prepararé un biberón.

—Ya lo hago yo—declara, agarrando a Hope en sus brazos—Así puedes cambiarte con tranquilidad.

—Gracias—sonríe levemente—

—Niklaus y Arielle llegarán hoy—le informa él entonces, mirando a su sobrina con ternura—Arielle me acaba de mandar un mensaje. Están a unos 20 minutos.

—De acuerdo, salgo ahora—le asegura, volviendo a cerrar la puerta de su habitación—

Una vez después de ducharse y vestirse, Olivia abandona de su habitación. Sus ojos se encontraron con Hope sentada en una manta en el suelo del salón la casa, jugando con su peluche.

Sonriendo enternecida, Olivia se agacha para agarrarla en sus brazos y dirigirse a la cocina, donde Elijah preparaba el desayuno.

—Buenos días—saluda el vampiro—El biberón de Hope está preparado.

—Genial—sonríe, acercándose a él para agarrar el biberón de la encimara—

Ante ese gesto sus cuerpos se rozan levemente, provocándoles a ambos una extraña sensación. Sus ojos se encuentran entonces. Y no es hasta unos segundos después que Olivia aparta su mirada, alejándose de él.

Elijah toma una bocanada de aire cuando las imágenes de la muerte de su primer amor, Tatia, vuelven a su mente. Sus manos tiemblan, apretando su agarre en el plato de tortitas que sostenía en ellas.

Olivia sonríe hacia Hope, sentándose en la mesa del comedor lista para darle el desayuno. Elijah la interrumpe, depositando el plato de tortitas frente a ella.

—Gracias—Olivia levanta su mirada hacia él, dedicándole una leve sonrisa—

—También he preparado café...

Las palabras de Elijah se ven interrumpidas por el sonido de dos motores. Se trataban de los coches de Arielle y Klaus.

—Hayley me dijo que lo de Esther y Rebekah no salió bien—comenta Arielle, bajándose de su coche para acercarse a Klaus y a Camille—

—Bueno, Rebekah está en otro cuerpo, pero a Esther la hemos derrotado—asegura Klaus, mientras Camille saca una mochila de su coche—Le hemos dado la opción que ella nunca nos brindó a nosotros, sus hijos. Seguir viviendo, como uno de los monstruos que ella creó. O sufrir la muerte lenta y agónica que se merece.

—Bueno, felicidades, supongo—suspira Arielle, llevando su mirada hacia la humana—Me alegro de verte bien, Cami.

—Gracias a Davina—suspira la humana con alivio—Bueno, de todos vosotros. Pero me alegro de seguir siendo yo y que nadie más ocupe mi cuerpo. Aunque me preocupa más Finn. Le apuñalé por la espalda.

—Aquí no te encontrará. Este es el lugar más seguro en el que podrías estar—le asegura—Vamos, Cami, quiero que conozcas a alguien.

Aunque confusa, Camille sigue los pasos de Arielle y Klaus hasta la casa.

—Nos gustaría presentarte al nuevo miembro de la familia—habla Klaus—En realidad todo este lío se ha montado por ella.

—Camille, esta es Hope—sonríe Arielle, señalando la puerta de la casa. Esta se abre, revelando a Olivia, quien sostenía al bebé en sus brazos—

—¡Dios mío!—exclama Camille con asombro—Pero... creía que estaba muerta.

—La única manera de protegerla era convencer al mundo de su muerte—explica Klaus mientras Arielle agarra a Hope en sus brazos—Espero que entiendas que cuando sea seguro que te vayas de aquí, deberás guardar nuestro secreto.

Camille asiente rápidamente, acercándose a Arielle para poder ver a la niña.

—Hola—saluda a Hope, cuyos ojos miraban a su padre—Es una niña preciosa.


Mientras Arielle y Klaus volvían a Nueva Orleans, Hayley ya se encontraba allí, lista ahora para enfrentarse a los problemas de su manada.

—Hola—saluda Hayley, saliendo balcón de su habitación, donde Jackson la esperaba—Gracias por venir.

—Te pido matrimonio y te largas tres días—señala, girándose para mirarla—Suerte que soy un tío seguro de si mismo.

Hayley baja la mirada arrepentida, pero Jackson le quita importancia con una sonrisa.

—Entonces, ¿estás listo para hacer esto?—cuestiona entonces, dudosa—¿Dejar que te echen el lazo, atarte a la bola y a la cadena?

—Para el carro. No es tan fácil—le informa—Se trata de una ceremonia de unión mística. No es como largarse a Las Vegas.

—Claro—asiente Hayley, sentándose en el pequeño banco del balcón—

—Oye, mientras los lobos necesiten los anillos, están sometidos a las brujas—señala Jackson, sentándose a su lado—Si queremos que eso cambie, debemos seguir todos los pasos. Con rigor. Tenemos que encontrar un chamán que pueda hacer la ceremonia. Superar pruebas, rituales de devoción...

—¿Rituales de devoción?

—Tampoco te emociones tanto—sonríe con diversion al ver su reacción—

—Lo siento. Es que todo suena tan...

—¿Íntimo?—completa él. Hayley asiente—Si. Es un matrimonio. Mira, sé que todo esto es precipitado, pero estoy muy ilusionado. Me muero de ganas de poder conocerte más. Lo estoy deseando.

Hayley sonríe levemente, pero el sonido de la puerta de entrada y varios pasos atraen rápidamente su atención.

—Están aquí—anuncia—

—¿Quiénes?—Jackson frunce el ceño—

—Ven y lo verás—declara, poniéndose en pie—

Ambos abandonan la habitación, apoyándose en la barandilla del segundo piso, sus ojos puestos en el patio inferior, donde los lobos se encontraban reunidos.

—Aiden ha reunido a los lobos más influyentes para que puedan hablar—explica Hayley—

—¿Sobre qué?

—Sobre ellos—responde Hayley, señalando la entrada del complejo por la que Marcel y los vampiros se abrían paso—


Mientras Klaus se reunía con su hermano pequeño, Arielle decidió unirse a la reunión de lobos y vampiros. Al fin y al cabo Hayley la había organizando y tanto ella como Marcel la querían allí.

—Los lobos estáis aquí por vuestra libertad. Y os prometo que si os quedáis, podréis ser libres—declara Hayley, mirando a la manada—Pero necesitamos toda la ayuda posible.

—Los vampiros nos enfrentaremos a las brujas con vosotros—explica Marcel—A cambio os pido la promesa de que tras la boda, habrá paz en nuestros bandos.

—Eres tú quien lleva 100 años matándonos y maldiciéndonos—le reprocha uno de los lobos—

—Razón de más para que escuchéis lo que tengo que decir.

—Así que estáis negociando una tregua.

Arielle no supo bien de donde aparecía o como había entrado, pero Finn se abre paso entre ellos, dirigiéndose a la puerta del complejo.

—Entre chuchos y parásitos. ¿Cuánto creéis que va a durar? ¿Un mes, una semana, un día?—les pregunta a todos—

Arielle se cruza de brazos, mirándole con molestia.

—Veo que seguís sin entender que lo único que puede exitir entre vuestras dos especies degeneradas es odio, guerra y muerte—señala, haciendo un extraño gesto con sus dedos, para después tocar el umbral de la puerta—

Entonces una especie de terremoto agita todo el complejo, confundiendo a todos.

Gia aprieta sus puños con molestia, usando su velocidad vampírica para acercarse a él, dispuesta a atacarle. Pero algo se lo impide, quemando sus manos.

—Pero sospecho que, después de un tiempo confinados juntos, acabaréis viendo las cosas como yo—declara Finn, abandonando el lugar—

Los ojos de Arielle viajan entonces hacia el piso superior del complejo, encontrándose con las miradas de Klaus y Kol puestas en el patio. Al encontrase con sus ojos, Klaus señala hacia el estudio, indicándole que se reuniera allí con él para poder hablar.

—¿En serio nos ha encerrado a todos aquí?—cuestiona Kol con incredulidad—

—Ya ves que si—responde Arielle, viendo como Klaus tocaba la barrera a través de la ventana del estudio—

—Tenemos un problema de brujería—señala Klaus, dándose la vuelta para mirar a su hermano—Tú eres brujo. Resuélvelo.

—¿Y qué demonios quieres que haga al respecto?—cuestiona Kol, incrédulo—

—Teniendo en cuenta el público que tenemos, te conviene encontrar una solución—declara Klaus, mirandolole a los ojos—Yo puedo aguantar las payasadas de nuestro hermano. Tú, sin embargo, puedes resultar bastante apetitoso para una parte de los prisioneros.

—Necesitaré que me ayuden.

Klaus sonríe levemente en respuesta, abandonando la sala, dejando así a Kol y a Arielle a solas.

—Parece que me he quedado de niñera—suspira Arielle, sirviéndose una copa de bourbon bajo la atenta mirada de Kol—¿Qué?

—Nada. Me sorprende que mi hermano confíe tanto en ti—admite, acercándose a ella—Nunca le había visto mirar a nadie como te mira a ti. Aunque no me sorprende que llamaras su atención, tu belleza es exquisita.

—¿Se supone que eso es un cumplido?—eleva sus cejas, bebiéndose la copa de un solo trago—

—Puedes llamarlo como quieras, cariño—sonríe, agarrando su teléfono para mandar un mensaje—Pero creo que en realidad le gustas más por tu actitud.

—¿Sabes, Kol? No es que me apetezca mucho escuchar tu opinión sobre mi relación con tu hermano—admite en un suspiro—Llama a Davina y arregla esto.

—Sera un placer—asegura, viendo como se dispone a salir de la sala—Por cierto, Arielle...

—¿Si?—inquiere, dándose la vuelta para mírale—

—Siento lo de tu hija—admite, mirandola a los ojos—

Sorprendida por sus palabras, Arielle asiente con incomodidad antes de abandonar del estudio.

Apoyando sus manos en la barandilla, Arielle observar con atención cómo Marcel y Gia sacaban cajas de bebida de la bodega. No podía negarlo, esa era una forma bastante ingeniosa de mantenerles a todos tranquilos.

—¿Preocupada?—Klaus se coloca a su lado—

—Pensativa, más bien—admite—Por cierto, estoy empezando a odiar a tu familia.

—Ya somos dos—asegura, sacándole una sonrisa—Estoy seguro de que ahora preferirías estar en Mystic Falls con tus hermanos.

—No si tú no estás conmigo—declara, girando su cabeza para mirarle—Mystic Falls es mi casa y está es la tuya. Pero mi hogar eres tú y...

—Lo sé—asiente, interrumpiéndola—

Arielle sonríe levemente, soltando un suspiro.

—Oye, ¿y Ansel?—inquiere entonces. Klaus aparta su mirada de ella, incómodo—Creí que estaría con los lobos. Sé que no le querías como tu padre, pero...

—Ha muerto—anuncia, sorprendiéndola—

—¿Qué? ¿Qué ocurrió?

Klaus traga duro, sus puños apretando la barandilla con fuerza. Arielle lo tarda en notarlo, colocando una de sus manos sobre una de las suyas.

—Tuve... tuve que hacerlo—admite, con miedo a su reacción—

Al fin y al cabo, Klaus sabía que Arielle no apoyaba todas sus decisiones sobre matar a personas o sobre las pérdidas aceptables. Ella siempre luchaba por el bien de todos. Y era por eso que creía que ella se enfadaría con él por lo ocurrido con Ansel. Ninguno de ellos podía negar que Ansel había sido amable con Arielle a pesar de no gustarle los vampiros.

—Hey—murmura ella, acariciando su mejilla con suavidad—

—Él lo sabía—explica, mirándola a los ojos, haciendo así que ella se de cuenta de que sus ojos se encontraban cristalizados—

—Lo hiciste para protegernos—asegura, mirándole con cariño—Renunciaste a algo que siempre quisiste por tu familia.

—No quería hacerlo—admite—

—Lo sé—asegura ella, llevando su mano hacia su nuca, acariciando su pelo—

Klaus cierra los ojos ante su tacto. Arielle sonríe levemente, inclinándose hacia él y juntando sus labios en un beso. Klaus separa sus manos de la barandilla y las dirige rápidamente hacia su cintura, acercándola hacia él.

—Hey, tortolitos—Hayley llama su atención, acercándose a ellos—Davina está aquí—anuncia, cruzándose de brazos e ignorando la mirada asesina de Klaus—

Arielle suspira, sonriendo levemente ante la reacción de Klaus por la interrupción de su amiga.

—Avisaré a Kol—anuncia Arielle, separándose de Klaus—


—Rebekah, soy yo otra vez. Llámame.

Tras dejar un mensaje de voz en el contestador de su hermana, Elijah cuelga su teléfono.

—¡Premio!—celebra Camille, sacando una botella de bourbon de un armario—Si algo he aprendido de vosotros es que siempre tenéis una botella cerca. ¿Queréis una copa?

—No, gracias—responde Olivia, sentándose en el sofá con Hope en sus brazos—

—Es muy tentador—admite Elijah, viendo como la humana sacaba un par de vasos de uno de los armarios del salón—Y después, Camille, ¿qué haremos? Tomarnos otra, y luego otra. Y puede que después otra, y luego otra más. Hasta que me vea de pronto abriéndome a ti o "desnudando mi alma", por así decirlo. Es un truco muy viejo, Camille. Y no demasiado inteligente.

—Yo veo que vuestra madre os ha marcado de verdad—admite ella, sentándose en el sofá junto a Olivia y dejando las copas, la botella y un juego de mesa encima de la mesita del salón—¿No sé te ha ocurrido pensar que más que resolver tus problemas, lo que me interesa es olvidar los míos? Me encuentro en un programa sobrenatural de protección de testigos, porque el psicótico de tu hermano, al que prácticamente tuve que seducir, me quiere muerta. Así que... si. Quiero alcohol y juegos de mesa para evadirme de mis problemas.

Elijah suspira con frustración, observándola abrir la caja del Trivial.

—Yo creo que es una buena manera de afrontarlos—admite Olivia, haciendo que el original dirija su mirada hacia ella—Teniendo en cuenta las circunstancias, claro.

—Vale, primera pregunta—habla Camille, cogiendo una tarjeta del juego—"¿Cómo se llamaba el caballo de Don Quijote?"

—Esto es absurdo—se queja Elijah—

—Muy bien, dejémoslo—suspira Camille—¿Qué tal Hayley? Parecéis muy unidos.

Olivia sonríe instantáneamente ante lo directa que resultaba ser aquella humana. Pero sobretodo sonrío al ver como la cara de Elijah había cambiado de un momento a otro ante la mención de la loba.

—Rocinante—responde Elijah entonces—El nombre del caballo es Rocinante.

—Y el nombre de lo que acabas de hacer es "evadir un tema de conversación"—señala Olivia con diversión—

Elijah la observa con seriedad, sirviéndose una copa.




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