C6 - KEVIN VS ROBERT

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A la mañana siguiente, Valentina hablaba con Erick por teléfono, le estaba poniendo al día de sus investigaciones, aunque omitiendo, por petición expresa de Juliana, el nombre Ice Nation.

Cuando colgó, miró el reloj y vio que ya eran las diez y cuarto. Tenía cierta tendencia a llegar tarde a las citas, así que, esta vez, iba a salir con tiempo de sobra para la reunión en la comisaría.

—¿Qué ha dicho?

Valentina se sobresaltó al escuchar la voz de Victoria. Su amiga estaba ya tan mimetizada con el entorno, que a veces se le olvidaba por completo de que era un ser vivo con capacidad para hablar.

—Que buen trabajo, que no desista, que confía en mí... y me ha vuelto a recordar sutilmente que haga todo lo que pueda para encontrar a su hermano... legal o ilegal.

—Pues hagamos algo ilegal.

—No, Victoria, le di mi palabra a Juliana... ¿En qué estás pensando?

Valentina levantó una ceja.

—Si te lo cuento vas a querer hacerlo y tendrás que romper tu palabra.

—Inténtalo.

—En realidad es muy simple.

—Cuéntame.

***

—Hola, guapa, ¿qué tal?

Kevin salió al encuentro de Valentina con una gran sonrisa. Faltaban cinco minutos para las once y la investigadora ya estaba en la comisaría.

Valentina le devolvió la sonrisa y le dio un par de besos.

—Muy bien, preparada para la acción.

—Estupendo, porque te hemos reservado un papelito.

—¿Ya han decidido cómo va a ser el acercamiento a Alan? Creí que ibais a contar conmigo para planearlo...

—Ya... no te debería adelantar nada, pero... —Kevin se acercó para hacerle una confidencia— el acercamiento lo vas a hacer tú.

Valentina frunció el ceño con extrañeza, pero sonriendo al mismo tiempo.

—¿Y Juliana está de acuerdo?

Juliana estaba observando sus sonrisas y sus acercamientos. Les veía a través de la cristalera de su despacho. Y ya se estaba arrepintiendo de haberle dicho a Fletcher que utilizara sus encantos para ganarse la confianza de Valentina... Tampoco había que pasarse.

—Ha sido ella quien lo ha propuesto —contestó Kevin.

—Guau... —exclamó sorprendida.

—Yo también he puesto mi granito de arena —añadió el chico con su mejor sonrisa.

—Hola, Valentina.

Valentina se volvió sobresaltada al escuchar la voz de Juliana. Hoy llevaba unos pantalones tipo chinos y un jersey fino de cuello vuelto. Debía reconocer que tenía estilo. Y dinero para comprarlo. Estaba segura de que un par de calcetines de Juliana costaba como todo su atuendo de ese momento. Ella también tenía estilo, por supuesto, aunque más informal y bastante más barato, y ese día tenía que conformarse con vestir con su vaquero más nuevo y su camisa más formal.

—Hola, detective Valdés.

—Juliana —aclaró la policía con una levísima sonrisa de medio lado.

—Hola, Juliana —corrigió Valentina.

—Ya es hora, vayamos a la sala.

La detective dio media vuelta y se alejó de ellos. Kevin y Valentina se miraron y el chico se acercó de nuevo para hacerle otra confidencia, volviendo a mostrar una amplia sonrisa.

—Cuando expliquen el plan hazte la sorprendida, que si no me cae un puro por adelantarte cosas...

—No te preocupes.

Valentina le guiñó un ojo, y ambos comenzaron a caminar tras los pasos de Juliana.

***

—Valentina, tú serás la encargada de acercarte a Alan —anunció Juliana delante de todo su equipo—. Continuarás con la misma historia del personaje con el que te aproximaste a él.

Aunque su tono de voz era suave, Juliana hablaba tan seria que imponía un aire de respeto a su alrededor.

—¿Seré de nuevo la yonqui desesperada? —Valentina esbozó una sonrisa que atravesó ese clima tan solemne y llegó hasta la detective, que no tuvo más remedio que corresponderle levantando levemente la comisura de los labios.

—Sí. Le pedirás una cantidad importante de cocaína... como si fuera también para tus amigos... ¿Quieres hacerlo?

—Sí, por supuesto.

—Anoche David e Indra recabaron más información de sus confidentes y resulta que James le debía bastante dinero a la Ice Nation. Pero aún no le preguntarás a Alan por él, no queremos espantarlo. Simplemente solicitarás la droga para provocar un tercer encuentro y pillarlo in fraganti. En ambos casos llevarás un micro. Todo el operativo debe ser discreto, queremos pasar desapercibidos para soltarlo después y convertirlo en nuestro confidente dentro de la organización. Por el análisis de sus huellas hemos encontrado que tiene numerosos antecedentes por robo y tráfico de drogas. Uno más y le caerán unos cuantos años. Se verá obligado a colaborar con nosotros. ¿Entendido?

—Entendido —dijo Valentina—. ¿Será esta noche?

—Sí. Es un poco precipitado, pero el tiempo corre en nuestra contra. Nos arriesgaremos. Tendrás que estar convincente en tu papel.

—¿No vas a venir conmigo?

—No... Después de cómo fue el anterior encuentro, resultará más creíble si apareces sola, como si hubieras conseguido librarte de tu... amiga.

Las dos intercambiaron leves sonrisas de las que nadie más se percató.

***

Después de la reunión, Juliana le pidió a Valentina que la acompañara a su despacho para perfilar un poco mejor la misión. Una vez allí, la detective le ofreció una hoja con una especie de guion del encuentro. Valentina estaba de pie frente la mesa leyendo el papel, mientras que Juliana sacaba un micro de un armario.

—La verdad es que prefiero improvisar —sentenció Valentina.

Juliana se acercó por detrás y aprovechó que la investigadora estaba de espaldas para mirarla de arriba abajo. No lo pudo evitar y sus ojos se recrearon en lugares que no debían, más exactamente, en su trasero. Respiró hondo para recuperar el control y se colocó junto a ella.

—Pero yo no.

Juliana la miró severa, con la misma intensidad que solía. Valentina ya se estaba acostumbrando a esa mirada, pero, aun así, conseguía intimidarla demasiado. Además, ¿por qué tenía que acercarse tanto? Le parecía que estaba invadiendo su espacio personal... Sin poder evitarlo, sus ojos se posaron durante un milisegundo sobre los labios de la detective, sobre esos labios carnosos y apetecibles. ¿Pero qué mierda era esa? Se ordenó a sí misma mantener a raya esos pensamientos tan inoportunos. Subió la vista a los ojos de Juliana y entonces la pilló a ella observando con embelesamiento sus propios labios. Pero la detective elevó tan rápidamente la mirada, que Valentina no supo realmente si eso había sucedido de verdad o si había sido producto de su mente descentrada. ¡Basta!

—Ya te he demostrado que tengo recursos —dijo la investigadora recobrando la compostura—. Pero si no hay más remedio, seguiré este guion... tan soso.

Valentina le sonrió, pero Juliana permaneció seria, simplemente se perdió durante unos instantes en esos ojos azules, hasta que hizo un esfuerzo por desconectarse de su mirada y le mostró el micro que traía en las manos.

—Quedaremos una hora antes para colocarte el micro y repasar el plan. No lleves ropa ajustada, así podrás disimularlo mejor.

—Allí estaré.

De nuevo se quedaron unos segundos mirándose, sin saber qué decir.

—¿Eres muy amiga de Kevin?

A Valentina le sorprendía lo directa que podía llegar a ser Juliana algunas veces.

—Sí, nos conocemos desde el instituto, ¿por qué?

—Curiosidad, los he visto hablar antes y me ha parecido que estaban muy unidos.

—Nos vemos de vez en cuando, pero la verdad es que soy más amiga de su hermana Jackie.

Juliana asintió y volvió a quedarse callada, quería preguntarle más cosas de su relación con Fletcher, quería preguntarle si le gustaba. Pero tenía que retirar esos pensamientos de su cabeza... a ella qué más le daba... Cogió el micro y se dirigió hacia el armario para guardarlo.

—¿Por qué estás tan convencida de que Alan colaborará? —preguntó Valentina—. Puede negarse y preferir ir a la cárcel.

—Tiene una hija pequeña, la madre murió y no tiene más familia conocida, así que no creo que se arriesgue a que se la quiten los servicios sociales. Jugaremos con eso.

—Eso suena a chantaje.

Juliana se acercó de nuevo, atraída por Valentina como un imán, y se colocó frente a ella, muy cerca, lo que provocó el aceleramiento del pulso de ambas, circunstancia que las dos intentaron que pasara inadvertida lo más posible.

—No. Él está cometiendo un delito, sólo que no lo hemos pillado aún. Y cuando lo hagamos, le ofreceremos la oportunidad de eludir la cárcel colaborando con la policía. No sientas pena por él: es un delincuente.

Valentina podía sentir su aliento en la cara. Y no le era desagradable. Le provocaba cosas. Aun así, consiguió hablar con una actitud profesional.

—Se ha tatuado el símbolo de la Ice Nation en el brazo, eso no parece algo transitorio, no sé hasta qué punto traicionará a los suyos... A lo mejor piensa que puede poner en peligro a su hija si descubren que es un traidor.

—No podemos prever todas las consecuencias, pero sí minimizarlas, y si es necesario entrarán los dos en protección de testigos, pero antes deberá colaborar con nosotros. La vida es dura, Valentina.

De nuevo, sus miradas se engancharon. A la investigadora le sorprendió esa frase y la miró como buscando alguna explicación más, pero no la obtuvo. Esas palabras encajaban con alguien que había tenido una vida difícil. ¿La vida de Juliana Valdés lo había sido? Valentina no lo sabía, y le daba un poco de miedo reconocer que le estaba empezando a intrigar esa mujer. Lo que sí sabía era que, definitivamente, Juliana era intensa. Y le atraía.

Por fin, tras varios confusos segundos consiguieron desprenderse de sus miradas.

—Bueno... me marcho... hasta luego —atinó a decir Valentina.

—Hasta luego.

Cuando Valentina salió del despacho, tuvo que respirar hondo para recuperar un ritmo cardiaco normal. Cuando Juliana se quedó sola, tuvo que respirar hondo, cerrar los ojos y morderse el labio inferior para apaciguar sus sensaciones. ¿Qué demonios acababa de pasar?

***

Valentina sostenía con una mano el guion del encuentro con Alan y con la otra tamborileaba sin descanso los dedos contra la mesa. Victoria levantó la vista con impaciencia por encima de la pantalla del ordenador. El repiqueteo incesante la estaba poniendo de los nervios. Sin que su amiga se diera cuenta, se dirigió hasta ella y le inmovilizó la díscola mano con la suya.

—Para ya.

Valentina la miró con el ceño fruncido.

—Parece que no tienes casa.

Victoria ignoró el comentario, cogió una silla y se sentó a su lado.

—¿Nerviosa por lo de esta noche?

—Yo no estoy nerviosa.

—Sí que lo estás.

—Nah... —le tendió la hoja—. Lo de esta noche es una tontería, mira la chuminada de guion que me ha dado Juliana: "Hola, Alan, —empezó a imitarse a sí misma afectadamente—, guapo, ¿te acuerdas de mí? Quiero algo de ti... unos gramos de coca, para mí y unos amigos". Ya está —recuperó su voz—. Ese es el plan.

—¿Para qué quieres más? Yo lo veo bien.

—"Tío, colega, —retomó la imitación de la Valentina yonqui— por fin me he librado de mi novia, qué pesada es la tía, siempre con la vida sana, me tiene loca... Colega, necesito algo, tengo pasta, en serio, mira... para unos gramitos para mí y mis colegas. Para mi novia no, para ella me vas a dar un poquito de hierba, ¿sabes?... es que es vegetariana".

Victoria explotó a reír, y también lo hizo Valentina, satisfecha con su propio chiste.

—¡Qué bueno!, mucho mejor. Ja, ja, ja. Dónde va a parar.

Las carcajadas ayudaron a Valentina a sacudirse la tensión que bullía en su organismo desde su encuentro con Juliana... pero no del todo. Entonces, sonó su móvil: era Robert.

—Robert —confirmó Victoria—. No me lo puedo creer, es incombustible, vas a tener que cambiarte de número o algo.

Valentina resopló como dando la razón a su amiga, tecleó unas palabras y soltó el móvil sobre la mesa.

—¿Preparamos lo nuestro?

Victoria se refería al temita ilegal que le había propuesto a Valentina.

—Está ya claro todo, ¿no?

La ingeniera se encogió de hombros.

—¿Pues qué hacemos?, faltan por lo menos cinco horas para lo de Alan.

—Cómo se nota cuando Violetta tiene turno de tarde.

—Pedimos algo de cena —Victoria la volvió a ignorar— y vemos alguna serie, ¿vale?

Valentina se levantó y guardó el móvil en su bolso.

—No puedo, he quedado.

Victoria la miró confundida.

—¿Ahora? ¿Con quién?

Valentina se dirigió a la puerta sin mirarla, como avergonzada por lo que iba a decir.

—Con Robert. Volveré pronto.

Y cerró la puerta, dejando a Victoria con la boca abierta, literalmente.

***

En ese mismo instante, en el gimnasio de la comisaría, Juliana estaba desfogándose con Kevin, es decir, practicando aikido con él. Y no le daba tregua al chico. ¡Zasca en toda la boca!

—¡Joder, Valdés!

Kevin se echó la mano a la cara.

—Perdona, Fletcher, lo siento.

En una de sus defensas, Juliana le había dado demasiado fuerte en el labio y le había hecho sangre.

—Lo dejamos ya, ¿vale? —dijo el chico.

—Sí, me he pasado, lo siento... Me voy a meditar.

Kevin la observó alejarse sin decir nada más. ¿Había sido una ironía o realmente se marchaba a meditar? ¿La jefa meditaba? Kevin no sabía que Juliana practicara la meditación, ni tampoco terminaba de darse cuenta de que ella, aunque algunas veces hiciera gala de una sutil ironía, la mayoría del tiempo era literal y cristalina, como lo había sido ahora.

Efectivamente, Juliana se proponía meditar, y esta vez iba a impedir por todos los medios que Valentina se colara en ese espacio mental seguro.

***

Valentina no sabía por qué esta vez le había dicho que sí a Robert. Lo hizo por un impulso, sin pensar, y ahora, cuando estaba llegando a la casa del chico, se preguntaba si había sido una buena idea. Pero ya que estaba allí... El caso es que necesitaba relajarse y sacarse esa comezón del cuerpo. Tenía que estar en plenas facultades para esa noche.

Robert abrió la puerta y la recibió con su sempiterna media sonrisa de conquistador de tres al cuarto.

—Hola, guapa, sí que tenías prisa...

Pero Valentina no había ido allí a hablar y, sin mediar palabra, se abalanzó sobre el chico y le comió la boca. Empezaron a desnudarse con urgencia, dirigiéndose hacia la cama y, una vez allí, Valentina se colocó a horcajadas sobre él y comenzó a desabrocharle el pantalón. Pero se detuvo en seco: la imagen de Juliana bajo su cuerpo cruzó su mente y la turbó tanto que miró al chico con gesto de culpabilidad. Y, por fin, dijo algo.

—Lo siento.

Se levantó de la cama y empezó a recoger sus cosas ante el gesto alucinado del chico. Valentina no quería hacer eso, no era con Robert con quien quería acostarse. Cada vez le iba quedando más claro. A ver si acababa el caso de una vez y se olvidaba ya del temita. Porque de lo que sí estaba segura era de que no podía haber nada entre ella y la estirada detective Valdés.

***

La mente de Juliana vagaba segura por su playa de arena cálida cuando una imagen asaltó sus pensamientos: Valentina estaba a horcajadas sobre ella, semidesnuda. Entonces, Juliana la cogió por la cintura y la volteó hasta ser ella quien quedara sobre la rubia. Y, con movimientos pausados, bajó su torso hasta que sus labios se posaron sobre los de la investigadora.

Juliana abrió los ojos para apartar de su mente esa visión. Valentina le atraía, eso era un hecho, pero estaban en medio de una investigación, eran totalmente diferentes y le irritaba su anarquía. Quizás un polvo... No. Ni siquiera sabía si le iban las mujeres. A ver si acababa el caso de una vez y se olvidaba ya del temita. Porque de lo que sí estaba segura era de que no podía haber nada entre ella y la testaruda Valentina Carvajal.

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Esta historia NO me pertenece, es una adaptación realizada con la autorización de su autora SilviaKa1

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