IV

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No llego mas allá de la pared, su primera reacción fue gritar, pero...

¿Quién la escucharía?

La creatura le había hablado, pensó que fue el miedo el que le jugo una mala broma, no podía ser otra cosa. El enorme animal frente a ella, empezó a encogerse de tamaño.

—Tu abuela esta bien.

Parpadeo al escuchar la voz familiar, ahora era un humano con aspecto salvaje, totalmente desnudo el que estaba frente a ella, pero seguía siendo mas grande de lo normal, sus manos eran enormes con uñas afiladas sumamente largas, su cuerpo tenia restos de tierra mojada y algunas hojas de abetos secas, su cabello era mas largo de lo que lo recordaba, y sus ojos seguían siendo tan amarillos como los del animal.

—¿Señor Min? —Sin duda era él, no cabía duda —¿Cómo es que?

—Shh —le olio el cuello —tu voz tiembla y eso hace que quiera atacarte, estas siendo una presa sencilla.

Su respiración se agito aun más, los dientes afilados del leñador estaban en su yugular, ella se quedó inmóvil con las manos a los costados.

—Tienes un problema terrible Ale —se apretó mas contra ella —te dije que no regresaras de noche, tantas veces te lo advertí —sus manos se fueron a su cintura —te volviste mi presa, te cruzaste en mi camino mientras cazaba.

—Di..dijo...dijo...que no era ese tipo de presa —trago saliva.

—No lo eres, pero supongo que es mejor que lo hubieras sido —la levanto para ponerla sobre la cama —saciare mis ganas contigo Ale.

—¡Espere no! —se bajo la pijama —no esta bien.

—No es una opción —le abrió las piernas —si gritas tu abuela se despertará y deberé deshacerme de ella, es mejor que guardes silencio.

Intento luchar por cerrar las piernas pero la fuerza era descomunal, sintió una lamida en su entrepierna que deseaba que fuera desagradable, pero sus pezones se endurecieron traicionándola, la lengua era mas larga de lo normal y cada lamida cubría en su totalidad la vulva hasta el monte de venus, se cubrió la boca para no dejar escapar ningún sonido.

Del pecho del leñador gruñidos se escuchaban en cada probada de tan delicioso manjar, pero no quedo el maltrato hacia ese botón endurecido, el sabor de su humedad habia llegado a las papilas del lobezno sabiendo que lo que le hacia a la joven no le desagradaba para nada. Metió su lengua penetrándola de golpe con ella, haciendo que se levantara al doblarse por los espasmos del orgasmo repentino.

—No servirá, aun no puedo tomarte.

Se levanto y camino hacia la ventana.

—Te destrozaría al entrar, me tomara mas tiempo tomar lo que ya es mío, y es mejor que no te escondas Ale, recuerda que conozco a todos en el lugar, toma una decisión —se relamió los labios —aunque tu cuerpo ya lo hizo en cierta manera.

Salió por la ventana dejándola sonrojada y con las piernas temblando.

¿Cómo es que la destrozaría?

¿A que se refería?

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