ꗃ ix. caged.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

written by 𝗆𝗂𝗄𝖺𝗌𝖺𝗆𝗎𝗇
♯🥊 ‧₊⋆ CAPÍTULO NUEVE ❜🗞️ೃ∗
today we present: Enjaulada.

Accedimos a la sala de reuniones y me di cuenta de que hay una gran abundancia de hombres, me deslumbraba saber que no existía ninguna ejecutiva en este lugar, sin embargo, acordé no prestar atención a ese pequeño detalle y me percaté de que se encontraba uno de mis colegas con los cuales frecuento almorzar. Aun cuando, también aprecié de que algunos de esos sujetos me están distinguiendo abrumados, otros son muy evidentes en la molestia que sentían por verme aquí y mi camarada solo se sorprendió de observarme a un costado.

Capaz porque el presidente nunca traía a ninguna de sus secretarias a las reuniones con los ejecutante, o con cualquier persona que tenga una audiencia. No obstante, el CEO me dedica una mirada que lo tomé como una inspección para volver a admirar a todos esos chavales, él, únicamente, arrastra una silla para ponerla a su lado y sin tantas chácharas me indica con su mirada que me sentara a su lado. Sin embargo, asimismo me atemorizaba de que nadie fue capaz de saludar, sencillamente se encontraban avistándome, eso me está aterrando.

O sea, ¿en absoluto vieron a una mujer en sus vidas o qué demonios? Me gustaría poder leer sus pensamientos, quizá sea la única forma para entender las razones de que todos esos sujetos mayores me estén devorando con la mirada, pero ni siquiera es de una manera morbosa, no, parecía que aún no se percataban de que las mujeres sí trabajábamos, teníamos los mismos malditos derechos que ellos en estar presentes en una jodida conferencia, así, como este grupo de estúpidos machitos inservibles que tenía el mundo.

—¿Hay algún problema?

Escarbó el señor Bang, tal vez al darse cuenta de que ninguno me sacaba la mirada de encima. En un instante creí que se había visto el arnés que tenía en mi pierna izquierda, el cual mi propio jefe me lo colocó hace un momento, pero no era exactamente eso lo que a ellos les molestaba. Aunque admito que fue un poco extraño, ya que normalmente a las personas mayores les molesta que las mujeres se pongan ropa que exhibe, según sus propias palabras.

—Presidente... Sabe sobre lo que pensamos que las mu...—fue acallado enseguida por la voz del CEO a cargo.

—Han Ji Sung, ¿has resuelto el papelón de los códigos olvidados por tu torpeza?

Asumo que eso me importunó.

Debido a que Han Ji Sung es parte de mi círculo de amigos dentro de la empresa, en un tiempo hemos chocado ojeadas y se podía notar que se encontraba muy comprometido, mucho más cuando apalabraba de buscar algo más en mi cuerpo y eso me hace dudar de lo que tal vez mi compañera más cercana, Choi Soo Byeol, le haya podido decir a ese grupo de acompañantes que teníamos en común.

—Sí. No. Bueno...

—¿Mmh?—el presidente Bang se encima a la larga mesa de jaspe, abogando gran parte de su pecho sobre ella. En su superficie se podía ver que se está aproximando su rabieta.—Si puedes ser más concreto, harías que una persona no sea lastimada en este mismo instante, Han.

Me atemoricé cuando agachó las bazas, mis luceros iban rápidamente a la oscilación de manos azogados que estaba teniendo el director a cargo debido a que no iba a denegar que tal vez sí sea un poco sadomasoquista, sin embargo, que el presidente esté haciendo eso constantemente y se encuentre a cargo de mi sufrimiento es lo que me ponía un poco incómoda. O sea, es mi superior, mi jefe, mi sensual jefe, ¡pero! Eso no quiere decir que me gustaría que la persona que se encarga de mi retribución esté a cargo de algo que a mi me extasía y me vuelve loca, no.

Ji Sung mira su tablet.

—Estamos en eso, presidente.

—¿No han resuelto nada entonces?

Volvió a cuestionar el CEO, esta vez, acercando su mano velozmente a mi muslo, en donde no vaciló un solo segundo en atracarlo con todas sus energías, disimulando, y hacer que yo cierre los párpados de repente. Porque no quería ser tan aparente tampoco, mucho menos frente a todas estas personas que desde ya me están matando con la mirada.

—Aún no, presidente.

En el momento en que mencionó esas palabras, Ji Sung se cubrió con la tablet, eso me sorprende debido a que parecía que estaba esperando algún golpe de parte del jefe. En eso, mis fanales van a él, ya que se suponía que esto no me tenía que embelesar para nada, porque ha quedado muy en claro que el señor Bang Chan es un individuo con problemas de ira, no me tendría que asombrar que mi colega se haya tapado de ese modo, pero aun así pasó.

El CEO se echa para atrás.

Veo que uno de los ejecutivos que están en esta sala choca el hombro del varonil de cabello grisáceo, indicándole que el cacique no le iba a hacer ningún deterioro, no a él, porque a mí me estaba por romper la maldita pierna. En un santiamén, mis ojos van a mi pernil, notando que hay un líquido carmesí abandonando de a poco mi pierna zurda, sin embargo, de igual manera me estaba sorprendiendo de que no haya sentido escozor ante eso, porque estaba sangrando, únicamente que eso me da a entender que puedo tolerar el dolor físico y a la vez me da miedo. ¿Tan demente estaba o cómo? Intenté sacar esos pensamientos de mi cabeza para anotar lo que ha sucedido en esta reunión, debido a que es parte de mi trabajo.

El jefe libera un suspiro.

—Okey, está bien. Tienes una semana.

—Sí, presidente Bang... Una semana es un excelente término para que lo pueda resolver, se lo aseguro.

Él mueve su cabeza en afirmación, sin extraer su mano derecha de mi muslo, o mejor dicho, del cinturón con algunas tachas muy puntiagudas dentro de mi muslo. De simplemente observar su rostro me doy cuenta de que está muy abstraído en sus pensamientos, parecía que en realidad le está enmudeciendo joderme la maldita pierna en estos momentos.

—¿Algo más qué deba de saber o de hablar?

—No, presidente.

—Pero...

—¿Pero qué?—giró su rostro, observando al hombre que dialogó.

—Sospechamos que habíamos quedado en que ninguna mujer tenía que estar presente en las reuniones de la empresa, Señor Bang.

Soltó del cinturón.

Puedo admirar qué se asomó a la porción, acoplando sus manos encima de ella, uniéndolas, observando al hombre que había dicho esas palabras sobre mi presencia. Aparentaba que lo estaba eliminando con la mirada, sin embargo, lo que más me afluyó a sorprender de lo que dijo sobre mi concurrencia, es que puede ser una buena persona cuando se lo propone.

—No sabía que la presencia de mi asistente puede llegar a ser un disgusto para ti, Park Jun Seo. La señorita Miharu es muy buena registrando cosas, prestando atención y memorizando lo más importante de esta reunión de mierda, por demás de que gracias a ella en estos momentos no los estoy despidiendo por la ineficacia de cada uno de ustedes—abocó una risa, sin quitar la sonrisa de su faz.—. Así que yo que tú, consiento amablemente que la señorita Sasaki se encuentre en esta sala desde ahora en más, si no ya te hubiese arrojado el primer florero que se me haya cruzado en el puto camino. Se terminó la reunión. Ya se pueden ir.

Me levanté en ese momento.

Solamente que él enseguida atrapó el muslo herido, sentándome abruptamente en la silla en donde me encontraba sentada y a su costado. No lo miré por susto a qué me diga algo más que me pueda poner en una posición de alarma, únicamente que optó porque los ejecutivos y desarrolladores se vayan de la galería de reuniones a dejarnos a solas, empero, darme cuenta de que no decía una sola palabra es lo que me está poniendo en una postura extraña. Me daba terror que haya hecho algo malo y no haberme dado cuenta, sencillamente que dejé de esos pensamientos se marchen al tiempo en que sentí su atención en mí.

—Este es tu oportunidad para decirme que estás arrepentida de haber cometido fatal bestialidad al aceptar que yo haga esto con la excusa de ayudar a tus compañeros. Por cierto, quienes has conocido solo 3 semanas.

—No, hoy fue un claro ejemplo.

—¿Estimas qué eres una esférico antiestrés? ¿Tu idea es que te use como tal, Sasaki? ¿Hasta el punto en qué te encuentres desangrado? Cuando estábamos en el elevador solamente te estaba molestando, pero esto me lo está verificando.

Me sentía más aliviada ahora.

Por el hecho de que él no sabía que estoy mentalmente desquiciada para que esto me guste, empero, también aproveché para decir una gran verdad o utilizar mi pasado triste para no quedar como una completa idiota frente a mi jefe.

—Nunca tuve amigos, presidente, no suelo tener muchos que digamos, es por eso que soy capaz de hacer esto con tal de que mis compañeros de trabajo no salgan lastimados y, tal vez,—moví mis reculas castañas. Levantando la mirada a mi jefe.—sea mi ocasión para que ellos sepan que los considero como unos amigos a los cuales me preocupa su salud.

Él no decía nada, en efectividad parecía que ni siquiera le concernía lo que yo le estaba diciendo en estos instantes. Se elevó del asiento negro y elegante de esta sala de reuniones, encaminándose hasta la salida, mientras que yo me estoy acabando mentalmente por haber dicho algo como eso en voz alta.

Pero no oír el sonido de la puerta cerrándose es lo que hace que mire la salida, esperando que el CEO Bang se haya marchado de mi lado. Dejándome casi desangrada en este salón, con dudas y sintiéndome una estúpida por haber aceptado este castigo —excitante.—, únicamente, para ayudar a mis colegas de la empresa automotriz en donde concurro trabajando para un hombre que está trastornado como el carajo.

—Deberías de desinfectar tu herida.

Fueron sus únicas palabras, entonces, puedo notar que se marchó por completo y ahora sí que me dejó a solas. Sin rodeos, fui en escudriñamiento de algún botiquín que hay por alguna parte del noveno piso donde trabajo, simplemente que veo a un grupo de personas que son de la división de limpieza, se hallaban llevando algunos objetos que salían del salón en donde están las cosas del presidente.

—Están llevando las pertenencias del presidente al nuevo piso.

—Oh... ¿Sabes dónde hay botiquín?

—Aquí tengo uno, ¿por qué? ¿Dónde te lastimó?—cuestionó asustada, pero moví mi cabeza en negación, agarrando el botiquín de auxilios.—¿Segura qué estás bien?

—Sí, no se preocupe.

—Ah, por cierto.—llamó mi atención antes de que me vaya al baño. La señorita Shin está apoyada en la recepción.—Soo Byeol me dijo que se iría con el CEO a una salida con sus amigos, capaz no te quiso llevar porque iría con tu hermano y... sería medio raro tener que servirle a él, ¿no?—río, mostrando sus hoyuelos.—, pero quizá puedas descansar un momento, por si quieres ir a comer o algo que hagan las mujeres de tu edad.

—De acuerdo, gracias, unnie.

—Descansa, Miharu.

Sonrió, volviendo a hacer su trabajo. Entre que yo fui al baño, dejé el botiquín en la bacha para desabrochar el arnés que tenía en la pierna izquierda, es allí cuando veo mi muslo herido y con esos puntos sobre ella, simplemente me aguanté el dolor para desinfectarlo debido a que eso sí que no era para nada excitante. Luego de hacerlo, voy al salón a tomar mi bolso y devolver el botiquín y despedirme de la señorita Shin para ir por algo de comer, al menos quería saborear una comida que no tenga nada que ver con el aguacate que hay aquí.

Martes por la tarde.

Encontré un lugar bonito en donde entré a pedir un licuado de piña con un tazón de ramen, porque en la cafetería del trabajo sirven pura mierda, empero, comestible. Luego de haber pagado y entrablar una breve conversación con el chico que me atendió, estuve en la búsqueda de un asiento donde sentarme en todo el proceso de mi alimentación, sencillamente que dejé de hacer eso cuando escuché la voz de Choi Soo Byeol, ella está con una bandeja negra entre sus manos con algunos anillos muy caros ante mis ojos.

Estaba sorprendida al verme.

—Miharu Ssi.

—Hola, unnie... Pensé que te fuiste con el Señor Bang.

—Así es, está ahí con sus amigos.—señaló con su cabeza una mesa de madera con un gran grupo de sujetos riéndose. Veo a Jung Kook muy concentrado en la charla que está dando uno de sus amigos.—¿Qué haces aquí?

—Vine por algo de comer, pero mejor vuelvo a la empr...

—¿Miharu? 

Cerré mis párpados en el momento en que oí la voz de mi mejor amigo, porque ya estaba de espaldas y preparada para abandonar el establecimiento, solamente que cuando lo escuché me tuve que girar duramente. Deslicé mis piernas, cuello y ojos de cachorros que te pedían casi de rodillas que me tengan piedad, ya que el CEO me observó confuso, capaz porque ni siquiera me podría escapar bien, hasta eso hago mal.

Él se pone derecho al verme, arrugó su cara y no quitaba su otra mano de su mentón.

—H-hola, Kookie... Hola, chicos.

—Oh, la que odia los aguacates.

—No la molestes...—susurró uno de ellos.

—No sabía que saldrías temprano, Mimi.

—Yo tampoco...—oí murmurar al presidente, sin sacarme la mirada de encima.

—No. Es que... en la cafetería no había el licuado que yo quería, entonces, pensé y dije:«Quizá haya un lugar cercano que tenga del que yo quiero.» Así fue, solo iré a busc...—fui callada ante la voz del presidente Bang.

—¿Qué sabor?

—¿Cómo?—pregunté, observándolo.

—¿Qué sabor pediste?

—Piña.

—Mmh... Me gusta la piña. De acuerdo. Entonces, cuando vaya a la empresa dentro—observó su reloj de mano.—de 10 minutos, les diré que saquen el gusto de aguacate y pongan de piña, así no tengas que hacer un largo viaje solo para buscar el licuado de tu gusto, ¿qué dices? ¿No es una buena idea?

Obvio que sentí presión, porque me estaba mandando al carajo pasivamente, entre que sus amigos nos veían sonrientes, divertidos por esta conversación, solamente que no lo era para mí. Sin embargo, asentí, retrocediendo.

—C-claro...

—Bien.—sonrió de oreja a oreja.

Simplemente que eso daba demasiado miedo.

—¡Licuado de piña y un tazón de ramen! 

Otra vez cerré los ojos, porque era mi pedido. Cuando miré a mi jefe me estaba matando con la mirada y sin disimular un poco esta vez.

—Es mi pedido.

—Lo creo.

—Mejor... me voy. Adiós.

Hice una reverencia, marchándome. 

Martes por la tarde.

Llegué más o menos a las corridas con un tazón sobre mis labios, mientras que trataba de comer lo más rápido que podía, le tuve que pedir al hombre que le devolvería el tazón a la vuelta de que salga de mi hora de trabajo. Por suerte llegué antes de que el CEO Bang volviera a entrar al salón donde nos encontrábamos, que obvio me miró enojado, simplemente que no dijo o hizo nada más, se dedicó en organizar su nuevo despacho que se encontraba casi en los pisos más altos del edificio.

Llegadas las 22:20 de la noche, el lugar ya estaba cerrando, entonces, tomé mis cosas y volví a caminar hasta la salida. No obstante, la presencia del director colcándose frente a la gran puerta me asusta brevemente.

—B-buenas noches, presidente. Yo me debo de ir yen...

—No, tú te quedarás aquí. Puede ir yéndose, Señorita Choi.—informó a mi compañera.

Ella me vio dudosa, pero decidió alejarse rápidamente.

—¿Por qué me tengo qu...?

—Volverás a reescribir todo el documento que te acabo de mandar.

—¿Otra vez...?

—Sí. Hasta mañana, Señorita Sasaki.

Me sonrió a medias, atravesando la puerta, logrando que yo vuelva a mi escritorio a medio mover para volver a reescribir todo lo que él me estaba pidiendo. Claro, hasta que escuché unos sonidos que me alarmaron, por lo que fui corriendo a la puerta comenzando a desesperarme por un momento.

—¡Señor Bang!

—Mmh... ¿Qué hablamos de eso, Señorita Sasaki?

—¡Déjeme salir!

—No lo creo posible. Esta es la forma de decirle que me hizo enojar y estará toda la noche en la empresa en modo de castigo.

—¡No me puede hacer esto! ¡Ábrame!

—No se alarme, tiene la máquina de comer y un dispenser de agua. Bueno, no hay baño, pero supongo que se las arreglará, de la misma forma que hoy al escaparse de su hora laboral. ¿No? Qué tenga una buena noche.

—¡Presidente, por favor!

Me quedé callada al escuchar el sonido del elevador, informándome de que está muy lejos para seguir oyéndome. Eso me confirmó que no era su persona favorita en todo el mundo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro