Like Snow White #23

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—Eres un maldito— le exclamo a Keon Hee luego de darle una fuerte bofetada.

Él se agarra la mandíbula y la mueve para aliviar el dolor, tengo buena derecha y llevo tiempo queriendo hacer esto.

Los dos hombres que iban con él a los cuales reconozco de aquella noche, me agarran. Eran cinco en total ese día, tal vez contrato más para el secuestro, pero no creo que quiera que más personas se incluyan en esto.

—Borita, querida Borita, mejor contrólate, con una llamada puedo hacer que se deshagan de tus hermanas.

—Dijiste veinticuatro horas hijo de puta, ¿por qué las secuestraste? — esto está mal, es muy repentino, no saldrá bien maldición.

—Un pajarito me contó que os estabais besando en tu oficina, eso no es alejarse Borita— maldición.

Dirige la mano a su espalda y saca un arma. ¿Me disparará? No creo, esto es por algo más.

—Esto, la usarás para matar a Lee Siyeon— ¿Qué?

—¿Te has vuelto loco?

—¿Por el poder? Tal vez, pero no estoy loco Borita, soy ambicioso.

—No eres más que un lame culos de Jo In Sung— bingo.

Abre sus ojos impresionado por un momento para luego seguir fingiendo calma.

—Vaya, vaya, toda una adivina— se ríe.

—No mataré a Siyeon— le grito enojada.

—Si lo harás, o lo haces, o ellas mueren— uno de los hombres que me agarraban me suelta, saca un teléfono celular y se lo entrega a él.

—Mira— joder.

Era una imagen de Yoohyeon, Gahyeon y Dami amarradas en unas sillas. No están golpeadas ni nada, pero esto no está nada bien.

—Como vez están bastante bien, pero, por cada hora que te demores, haré que golpeen a una de ellas, y si avisas a la poli, no las volverás a ver en tú vida— va en serio el maldito.

—El arma— digo y observo la USP Expert 9 mm que tiene en la mano.

—En un rato, te mandaré la dirección del lugar donde deberás llevar a Siyeon, allí te dejaré esta arma con la que le dispararás, y recuerda, no hagas nada estúpido— advierte al final.

—...— no digo nada, debo hacer algo, ellas están en peligro.

[2 Horas después]

—¿Para qué decías que venimos acá? — pregunta Siyeon inquieta.

—Ya verás— es lo único que le digo.

Al entrar a la fábrica veo en seguida el lugar donde colocaron el arma. Aprovecho que está observando el lugar y los alrededores para tomarla.

No quiero hacer esto, no quiero.

—Sua— me llama ella y me giro con el arma en la mano, —¿Qué haces con eso? — pregunta nerviosa.

—Perdóname Siyeon.

—Sua...

—Ellos, ellos las tienen, debo hacer esto.

—¿Las tienen? ¿A quiénes?

—Lo siento mucho Siyeon— la miro a los ojos, sentía sentimientos encontrados en este momento, pese a que sabía que un día podía pasar algo así.

—Se trata de la vida de mis hermanas, no las puedo perder— dije y pienso en ellas, han pasado dos horas, las deben haber golpeado, tenía que hacerlo.

—Te amo Siyeon— le confieso y a pesar de todo, de lo que sé que pasará, duele hacer esto, cierro mis ojos y disparo a su pecho haciéndola caer al suelo.

Siento los pasos de alguien, y unos aplausos —Buen trabajo—, esa voz, elevo mi mirada.

—Maldito Jo In Sung — digo entre dientes, apuntando el arma hacia él esperando a que nos deje en paz.

—Tranquila gatita— dice y eleva sus manos hasta la altura de su pecho —después de todo, la vida de tus hermanas despende de una llamada—, concluye sonriente.

Borraré esa maldita sonrisa de tu rostro— digo enojada —ya está hecho, la mate—, sin quererlo mis ojos lagrimean —ahora libera a mis hermanas— grite furiosa.

Vaya Borita, quien diría que si matarías a la princesa— esa molesta voz.

Keon Hee entra en el lugar también y se para junto a su tío.

—Ahora solo queda un cabo suelto—dicho aquello él saco un arma de atrás suyo y me apunto y yo hice lo mismo con la que tenía en la mano.

—¿Qué piensas que haces? — le grite —Esto no es lo que acordamos.

—Crees que dejaremos que salgas por esa puerta y le avises a tus chicos de fuerzas especiales todo— este fue Sung así que le apunté a él.

—¿Cómo?

—Sabemos todo de ti Borita— Keon Hee se rio.

—Ahora te mataremos a ti y haremos parecer que te suicidaste luego de matar a Siyeon y en cuanto a tu familia, las mataremos a todas y cada una, incluida la doctorcita.

—Son unos malditos— apunté hacia Keon Hee y me decido a disparar, si no fallo haré que caiga primero y no podrá dispararme.

Le doy al gatillo, pero no se disparó el arma y veo como ambos empiezan a reír.

—¿Creíste que te daríamos el arma con el cartucho lleno? Solo tenía una bala cuyo nombre era el de Siyeon, la tuya está en esta arma y pronto la tendrás contigo— Keon Hee cargó el arma y volvió a apuntarme —Adiós enana.

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