capítulo seis

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CAPÍTULO SEIS.

Adela se sentía extrañamente observada, caminaba por los pasillos e inmediatamente sentía la penetrante mirada de los demás en ella, como si estuvieran a punto de devorarla a burlas. No entendía qué sucedía. Observó a un grupo de chicas que la miraban con diversión y había burla en sus sonrisas, Adela se incomodó y quedó cabizbaja, se sentía ciertamente intimidada. Aunque para ella eso era algo habitual las miradas y sonrisas burlescas extrañamente hoy estaban mucho más presentes y eso no le gustaba, la angustiaba.

Mientras seguía caminando por los pasillos tratando de pasar desapercibida se topó con el trío de oro: Harry, Hermione y Ron.

—¡Hey! chicos, me alegra verlos. ¿Qué tal están?

Adela se sentía mucho más tranquila de toparse con ellos y no con alguien más. Si bien es cierto la gran mayoría parecía querer burlarse en su cara a toda costa, no lo hacían, solo se dedicaban a mirarla con diversión.

Harry y Ron intercambiaron una mirada incómoda, algo que a Adela angustió el doble. ¿Qué sucedía?

Hermione la agarró del brazo y la jaló hacia ella, la miró con confusión y le susurró con curiosidad.

—Adela, ¿realmente no sabes lo que están diciendo de ti?

Al oír eso Adela no pudo evitar marearse y su estómago se estrujó. Hablaban mal de ella todo el tiempo, ¿qué era diferente ahora?

—No estoy entendiendo lo que dices, Hermione —contestó a susurros.

—Alguien a dicho que tú... Bueno, que tú...

—¿Que yo qué?

Hermione la miró con incomodidad y se echó para atrás, no podía decirle. Harry bufó y se acercó a Adela, agarrándola del brazo para acercarla más a él.

—Están diciendo que tú pasas mucho tiempo en tus libros, pero de una mala manera, y no precisamente libros de estudios. Dicen que eres fácil y cuando encuentras la oportunidad, te lanzas a cualquier chico, también dicen que has estado hablando mal de nosotros —dijo, con algo de incomodidad—. Aunque decidimos no creer a los comentarios, porque primero queríamos escucharte hablar a ti.

Adela no creía lo que oía. Sí, habitualmente la molestaban por su físico y ella estaba acostumbrada a eso, pero, ¿quién había hablado así de ella? no le había hecho daño a nadie y no lo merecía.

—Yo... No sé qué decir —murmuró—. Les prometo que jamás diría o haría algo así. Ustedes son de las pocas personas que han sido amables conmigo y por ello les agradezco.

Los tres se miraron y asintieron.

—Te creemos —dijeron al unísono.

Adela sonrió débilmente y un incómodo silencio se hizo presente, el cual no duró demasiado.

—¿Quién habrá inventado algo así sobre ti? —preguntó Ron, cruzándose de brazos.

—A mí también me gustaría saber... Aunque podría ser cualquiera, no es noticia que a muchos no les agrado.

Un grupo de chicos de Gryffindor pasó al lado de Adela y ella observó cómo uno de ellos se abrazó a sí mismo mirándola, sonriéndole con malicia.

—Oh, ¡que alguien por favor me abrace y se ofrezca a ser mi novio! pero dudo que siquiera alguien quiera tocarme.

—Cierren su boca y váyanse —respondió Harry con malestar, colocándose delante de Adela.

—Ya nos íbamos, solo queríamos jugarle una pequeña broma a la fabulosa Ravenclaw de la que todos andan hablando, y un pequeño consejo, si yo fuese tú, no me juntaría ni hablaría con alguien que habla mal de mí a mis espaldas. Los tres deberían escoger mejor a las personas con las que deciden hablar.

El grupo de chicos rio y se alejaron, murmurando cosas que eran totalmente audibles, y cosas que lastiman a Adela.

—Supongo que no serán los únicos que me molestarán.

—Tú tranquila, Adela. Ellos son los idiotas —Hermione puso su mano sobre el hombro de Diggory y le dio unas palmadas, tratando de reconfortarla.

—¡Adela!

Al oír a la recién nombrada los cuatro miraron de donde provenía la voz. Era su hermano, Cedric.

—Oh, ¿qué sucede? —Adela preguntó, mirándolo con curiosidad mientras él se acercaba a ella.

—Ustedes no la están molestando, ¿o sí?

Cedric parecía mirarlos con total desconfianza. Potter parecía ser simpático, pero si trataban de molestar a su hermana, ni él se salvaría.

—No Cedric, ellos no me están molestando. De hecho me están apoyando, ellos me dijeron lo que dicen sobre mí —contestó Adela, sabiendo que Cedric era un poco complicado con el tema de las burlas a ella.

Adela miró a su hermano sonriente tratando de calmarlo, algo que al parecer funcionó, ya que él relajó su respiración y cambió su semblante a uno más tranquilo.

—Me alegra oír eso. Sin embargo debes decirme si alguien en específico te ha molestado, yo debo protegerte y defenderte.

Ron parecía querer decirle lo que sucedió hace unos segundos con el grupo de chicos, algo que Adela no permitió. Pellizcó su brazo y causó que el pelirrojo se quejara de forma silenciosa, cerrando la boca.

—Claro, te diré si sucede algo —contestó con una supuesta seguridad y le sonrió.

—Bien. Recuerda que siempre querré protegerte a ti por sobre los demás.

Cedric le devolvió la sonrisa a su hermana y se alejó del grupo, no sin antes darles una mirada de advertencia a los dos chicos presentes.

—¿Por qué no dejaste que le dijera? —preguntó Ron confundido, acariciándose el brazo, aún parecía dolerle.

—Porque no me gusta que él se preocupe demasiado por mí. Ya se metió en problemas tiempo atrás por defenderme, y no quiero que eso vuelva a suceder.

—Supongo que entiendo.

Ron la miró no muy convencido de lo que decía y se encogió de hombros, era su decisión después de todo.

—Ahora que recuerdo nosotros tenemos algo que hacer. Cuídate, y no dejes que los comentarios de los demás te lastimen. Hablamos luego.

Harry habló seguro de lo que decía, mirando a Hermione y Ron. Los tres asintieron y Adela también les asintió. En cuando ellos se alejaron Adela volvió a sentir las miradas punzantes de los demás sobre ella. Definitivamente esto no le gustaba, ojalá a todos se les olvidara pronto lo que se decía de ella, no creía poder seguir soportándolo.

Lovegood miraba a Adela con preocupación, aunque su semblante seguía siendo uno tranquilo. Sabía lo que decían de Diggory y Luna obviamente no lo creía, era algo despreciable que hablaran mal de ella e inventaran cosas.

Luna decidió romper el silencio y agarró la mano de su amiga, tomándola por sorpresa.

—Aún no has leído el libro, ¿prefieres charlar? —preguntó con una ligera sonrisa.

Su amiga tenía razón, Adela se había sumergido tanto en sus pensamientos y lo que decían sobre ella que había olvidado leer el libro que tenía entre sus manos. Lo observó durante unos segundos y prosiguió a dejarlo sobre su regazo.

—Luna, ¿qué he hecho para que los demás me desprecien tanto? —murmuró, sus palabras salían casi en un hilo de voz.

Luna se acercó lo más posible a Adela, colocando su mano sobre su hombro y obligándola a mirarla, sonriéndole.

—No te amargues pensando en todo eso, Adela. Los demás están muy equivocados al no ver la gran chica que eres. Mis ojos pueden ver lo genial que eres, y tienes muchas cosas bonitas que los demás no perciben.

Adela se reconfortó en cuestión de segundos con lo que decía Luna, sus ojos se llenaron de lágrimas y la rodeó con sus brazos ejerciendo fuerza. Hablar con Luna era en todos los sentidos perfecto y siempre le subía el ánimo.

Luego de unos segundos se separó de ella, mirándola afable.

—Me alegra poder conversar contigo, eres una de las personas más agradables que he conocido —admitió Adela, oír eso alegró a Luna.

Ambas se sonrieron y se levantaron del césped. Comenzaron a caminar en direcciones opuestas adentrándose en los pasillos, pero no sin antes despedirse. Luna tenía unas cosas que atender en la biblioteca y aunque Adela amaba estar ahí, presentía que muchos también estarían ahí dispuestos a molestarla o mirarla con burla.

Mientras caminaba se topó con un grupo de chicas y escuchó algo que después le hizo desear ser sorda. Estaban diciendo un montón de estupideces sobre ella, las cuales eran totalmente falsas e inventadas, habían unas peores que otras, pero todas le dolían con la misma intensidad, y el dolor solo aumentó cuando reconoció una de las voces principales. Cynthia.

Su cuerpo se tensó por completo y sintió unos fuertes deseos de vomitar y salir huyendo. No quería seguir escuchando pero era inevitable. Su antigua mejor amiga estaba diciendo atrocidades de ella a sus espaldas, ¿por qué lo haría? más aún inventarlas.

Pero poco a poco la situación fue tomando forma como un rompecabezas. Si su amiga Cynthia era quien había inventado todas esas cosas sobre ella y había sido la principal en decirlas, era obvio que le creyeran, después de todo Cynthia era su única amiga antes de juntarse con Luna.

Para su sorpresa Draco Malfoy paró en seco frente a ella, omitiendo su paso cuando ella intentó salir corriendo. El rubio platinado la veía con una expresión que era incierta para Adela.

Seguro él también se burlaría de Adela por los nuevos chismes que circulaban de ella.

—¿Sabes siquiera lo que dicen de ti, no?

Adela no supo qué responder. ¿Era necesario responder a eso? No entendía cuál era el punto de su pregunta.

—Debes de ser más cuidadosa y no ser tan ingenua. ¿Cómo es que permites que hablen así de ti?

Escuchar al rubio descolocó a Adela.

¿Qué le importaba a Malfoy lo que decían de ella para burlarse? Después de todo, él era el primero en hacerlo.

—No entiendo porqué me dices esto —soltó Adela, y es que de verdad lo pensaba.

Draco prestó más atención a lo que sucedía y escuchó lo que decían aquellas chicas. Eso le molestó en cierto aspecto. Adela intentó huir una vez más pero Draco no se lo permitió, agarró con rudeza su muñeca obligándola a quedarse y hacer frente a la situación.

Malfoy rio y se acercó a las chicas, aún agarrando a Adela para mantenerla a su lado. Algunas se mostraron incómodas al verla y otras casi pálidas, parecían querer morir en ese mismo instante, pero Adela solo podía mirar a Cynthia. Cynthia la miraba con superioridad y cierta incomodidad.

—¿Qué tenemos aquí? un grupo de chicas que al parecer les gusta ser estúpidas e inventar chismes. ¿Tan patética es su vida que la malgastan de esa manera?

Todas se miraron entre sí, confundidas. Cynthia carraspeó y decidió hablar.

—No son chismes, son verdades.

Draco pareció reconocerla y rio una vez más.

—¿Que tú no eras amiga de Diggory? que hipócrita eres. Todas ustedes me asquean. Véanse las caras, sucias.

Adela no emitía ni una sola palabra, prefería guardar silencio y mantenerse expectante a la situación. Draco se acercó intimidante a las chicas soltando la muñeca de Adela, y aunque ella quería salir corriendo, no era el mejor momento para hacerlo.

—Si saben lo que les conviene no volverán a emitir una sola palabra sobre eso y mantendrán sus sucias bocas cerradas.

Todas asintieron, aunque Cynthia no parecía arrepentirse.

El grupo de chicas se alejó tan rápido como sus pies podían y Adela se volvió a sentir mal al recordar lo que decían, pero también recordó que el rubio platinado la había defendido y trató de reponerse.

Miró a Draco, apenada, debía agradecerle.

—Gracias Malfoy... Creo que podrí...

—No me agradezcas ni pienses que estoy preocupándome por ti, es solo que me molesta que hayan seres más estúpidos que tú y no puedo soportarlo.

Malfoy se alejó dejándola sola.

¿Él acababa de defenderla pero aún así decía que no era por ella?

Era difícil de entender y realmente no quería prestar su mente para más complicaciones, pero si Adela estaba segura de algo, es que Draco Malfoy no la querría defender ni en mil años, si lo había hecho seguro era por cualquier razón menos ella.

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