capítulo tres

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CAPÍTULO TRES.

Adela podía admitir que se sentía feliz por su hermano, quien logró entrar en el Torneo, después de todo a él le hacía feliz participar, pero también se sentía mal por el otro chico.

El hecho de que el nombre de Harry Potter saliera en el cáliz de fuego había impactado a todos. La mayoría hablaba mal de él a sus espaldas diciéndole "tramposo" entre otras cosas, y Adela realmente podía simpatizar con el muchacho, después de todo, hablaban mal de ella todo el tiempo y entendía perfectamente ese sentimiento de malestar.

Adela verdaderamente quería hablar con Harry y poder decirle que estaba de su lado para apoyarlo y que le creía cuando decía que él no había puesto su nombre en el cáliz de fuego, tenía bastantes ganas de hacerlo, aún así, su vergüenza era mucho más grande y no podía hacerlo. Prefería guardar silencio, o quizá, demostrarle su apoyo desde las sombras, pero definitivamente no se atrevía a decírselo frente a frente.

Aquella no paraba de hacerse preguntas así misma sobre cómo podría ayudar a Harry, quería encontrar las maneras de hacerlo, aunque cada vez lo veía menos posible. Simplemente no había forma, y todo apuntaba a una sola cosa: hablar con él directamente.

¡Y no! definitivamente no se atrevía a hacerlo.

—¿En qué piensas, Adela?

Adela gimió asustada, dándose cuenta de que era Luna quien le hablaba. ¿En qué momento había aparecido Luna? ella realmente se las arreglaba para ser extremadamente silenciosa. Una característica que ciertamente compartían.

De un instante a otro, a Adela se le prendió el foco. Tenía una idea.

—¡Luna! Tú sueles hablar con Harry... Harry Potter últimamente, ¿verdad?

Luna negó, y la miró con una ligera expresión de curiosidad.

—¿Por qué preguntas eso de repente, Adela?

—Bueno... —suspiró y continuó—. Me preguntaba si es que podrías decirle de mi parte que lo estoy apoyando respecto a lo del Torneo de los Tres Magos, que no estoy pensando negativamente de él y le creo.

Adela se escuchó a sí misma y no pudo evitar avergonzarse, eso sonaba ridículo. Rápidamente escondió su rostro entre sus manos tapándolo mientras negaba con su cabeza. Fácilmente podía hacerlo ella. Sin embargo, la rubia asintió decididamente y se comenzó a alejar. Claramente haría lo que su nueva amiga le pidió, no era una tarea difícil.

Adela al no sentirla a su lado abrió sus ojos de par en par y con velocidad la alcanzó, agarrándola del brazo para detenerla.

—¡No lo hagas! —chilló arrepintiéndose de inmediato—. Prefiero hacerlo yo misma, sería patético de mi parte que tú lo hicieras, después de todo, no es algo muy difícil de hacer y se vería mal. Aún así, gracias.

—Está bien, como tú digas, pero si cambias de opinión tienes que decirme.

Luna contestó en ese suave y dulce tono de voz habitual en ella. Adela le sonrió agradecida y asintió.

—Oh, ahí está Harry, justo a tiempo.

Adela tragó duro y siguió la mirada de Luna, dándose cuenta que a unos cuantos pasos más hacia adelante estaba Potter, quien caminaba con la mochila detrás de su espalda y a paso firme hacia Draco Malfoy. Pocos segundos antes también había visto a Malfoy bajar de un salto del árbol, mirando con superioridad a Potter y de igual manera caminando hacia él junto con su grupo de amigos, algo extrañamente típico de él. Ambos parecían estar discutiendo, aunque bueno, eso no era exactamente una sorpresa.

La castaña cayó en cuenta y pensó en que quizá él y el grupo de Malfoy estaban molestando a Harry por el hecho de que había salido en el Torneo de los Tres Magos. Ese pensamiento carcomió su tranquilidad, no pudo evitar fruncir el ceño y con su sangre hirviendo se acercó a ellos. ¿Qué tan difícil era no molestar o humillar a los demás?

—¡No molesten a Harry! no tienen derecho alguno de hacerlo —habló, colocándose al lado de Harry.

Adela se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se maldijo. ¿Qué mierdas estaba haciendo? no se había defendido ni una sola vez a ella misma y lo hacía con otra persona, que estupidez. Realmente estaba cavando su propia tumba, Malfoy seguro la atormentaría el doble.

El grupo rió con burla notoria. Malfoy se acercó lentamente a Adela, dirigiéndole una mirada amenazadora.

—Si yo fuera tú, me arrepentiría de decir eso y me alejaría velozmente, tanto como mis pies pudieran. Será mejor que hagas lo que te conviene.

Adela se asustó ante lo que Malfoy le respondió, en sus adentros deseaba que no lo reflejara en su rostro, pero estaba un noventa por ciento segura de que sí se notaba. Miró de reojo a Harry sintiéndose intimidada por el grupo que aún estaba frente a ambos, pero más por Malfoy, quien la miraba con fastidio y amenaza. Harry le ofreció una mirada de agradecimiento, eso la tranquilizó un poco.

—Cierra la boca, Malfoy. Eres detestable. Seguro crees que Adela también seguirá temiendo de lo que dices, pero es más, nadie lo hace, solo te tienen pena.

Harry agarró el brazo de la que se mantenía a su lado, dando una vuelta dispuesto a alejarse con ella, susurrándole que no escuchara lo que el rubio platinado decía y que era un idiota.

—Maldito... —murmuró.

Adela alcanzó a escuchar lo que decía y miró una vez más al grupo, observando como Malfoy sacaba su varita, pero antes de lanzar algo el profesor Moody apareció.

—Oh, ¡no lo harás! —el profesor Moody prosiguió a lanzarle un hechizo que finalmente lo convirtió en un hurón—. Eso te enseñará a no encantar a nadie de espaldas. ¡Eres un traicionero, cobarde, deshonesto, vengativo...

La profesora McGonagall se aproximó a al grupo entre los demás estudiantes, preguntándoles qué hacían.

—Enseñando —el profesor Moody contestó con total simpleza y obviedad, mientras seguía elevando a Draco siendo hurón.

Harry veía con diversión la escena que sucedía ante sus ojos, Adela le hubiera gustado sentirse de la misma manera y no preocuparse por nada, pero a pesar de que Malfoy fuera un idiota, no creía que nadie fuera merecedor de una humillación.

—¿Ese es un estudiante? —preguntó la profesora McGonagall.

—De hecho, es un hurón.

El profesor Moody aumentó el "castigo" y metió a Draco en los pantalones de Crabbe, aquél se quejó rogando que quitaran al hurón que estaba posiblemente entre sus piernas. Todos los estudiantes parecían divertirse con la situación, soltando risas obvias. Es más, su hermano Cedric estaba entre esos estudiantes. A Adela le disgustaba todo lo que estaba pasando y no podía disfrutarlo, ella había ido a defender a alguien y terminaron humillando a otra persona de todas formas, aunque aquél fuese el primero en burlarse. La castaña estaba muy descontenta, y se podía reflejar con claridad en su rostro, aún así, Harry seguía disfrutando de lo que sucedía junto con los demás estudiantes.

En cuanto Draco salió de los pantalones de Crabbe, la profesora McGonagall lo volvió a convertir en aquél que siempre ha sido. Ahora se podía observar a Draco enfadado, exaltado, y asustado, una mezcla de los tres.

—¡Mi padre se enterará de esto! —sentenció, alejándose una vez que el profesor Moody volvía a acercarse a él.

—¿Es una amenaza? —preguntó con malestar, siguiéndolo.

—¡Profesor Moody! ¡Profesor! —la profesora McGonagall habló, aunque no fue escuchada.

—¡Podría contarte historias de tu padre que te erizarían la piel!

Draco se alejó corriendo por completo, tanto como sus pies podían. Algo que le resultó gracioso a Adela en un instante, pero luego volvió a recobrar su anterior postura, bufó molesta ante todas las burlescas risas que había recibido el rubio y se alejó de ahí, aunque un Harry confundido la miró durante unos segundos mientras ella se alejaba, para después devolver su mirada al frente.

Adela sin pensarlo dos veces fue tras Draco, no sabía cómo él reaccionaría ante su repentina preocupación, pero le desagradaba el hecho de que fuese humillado y al menos debía hacerle saber que a ella no le había parecido ni un poco gracioso.

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