Capítulo 18: Aunque durara tan solo un segundo.

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Alaverga, está bien barato el Tonayán.

DesDes.

He visto numerosas veces a alguien agonizar por amor. Pedos, cantando a todo pulmón, volviendo a casa ebrios.

Incluso a Exin, en plena madrugada saltaba la barda de mi casa, borracho. En una ocasión se partió la nariz al cruzar, me llamó herido diciendo que volvería a su casa porque llegó en condiciones deplorables. Aún así le abrí.

Le limpié, le puse unos apósitos y me senté a una gran distancia. Si me acercaba querría consolarlo, me aprovecharía de su momento más vulnerable; algo que él, jamás haría conmigo.

Vivir, en tercera persona, lo llamaría un mal sueño. Sientes que lo que vives lo has experimentado antes, que si parpadeas tan solo un momento olvidarás dónde estás parado. Entonces solo te reirás, como si fueras parte del lugar, del entorno, no una simple memoria ajena a ellos.

Pero jamás estás completamente allí. Como una sombra que depende de alguien pisando el asfalto, tu presencia, que pase sobre ti.

Sobre, wey, no dentro.

Achis, cómo adentro.

Bueno, si es Exin está bien.

Alaaaa, qué cogida quieres o qué.

DESDES.

Mi consciencia parpadeó con rapidez al ver la mochila de Exin siendo arrojada al suelo. Sobre la acera, recibiendo pisadas, maldiciones constantes. El chico a mi lado gritaba furioso mientras descargaba su enojo y exceso de energía sobre aquel objeto; juraría que pudo despedazarlo si se lo proponía, pero se contuvo.

—EN SERIO LO MATO.

—¿A Albin? —Curioseé, metiendo la pajilla del jugo de manzana a mi boca. Robé la bebida de la cafetería en Savant.

—TAMBIÉN —juró Exin, arrojando una patada que mandó su mochila a un metro de distancia, lo único que la detuvo fue el poste de luz azul.

—Oh... —Continúe bebiendo, sin saber un carajo de qué sucedía. Capaz me lo perdí en una laguna mental y debía pescar el recuerdo, o solo no me dieron contexto de lo sucedido.

—PINCHE ALBINO, HIJO DE PERRA.

—Oh... —Esbocé, entrecerrando los ojos al ver que estaba por golpear con sus puños el poste—. Exin, eso te va a doler más a ti.

Sus nudillos, tan cercanos al metal. Mordió su labio, aún sin bajar la mano, en posición de combate. Si la luz fuera mayor capaz vería su sudor.

—No, no lo hagas... —Murmuré, sorbiendo de mi pajilla—. Eso, eso, bien. Bájala.

Su mano quedó suspendida, su cabeza gacha me indicó que se había rendido. Solté el aire retenido en agradecimiento de que me escuchara. Podía oírle maldecir toda la vida, pero me pesaba que se hiciera daño. No lo podía soportar.

—Lo siento —expresó, cubriendo su rostro.

—¿No tienes hambre, mailob? Nos echamos un taquito, acá a la vuelta.

Volteó a verme con emoción.

—Solo si quieres —propuse.

—Una cena romántica contigo, siempre.

Exin a veces se pasa de coqueto.

Ni te topa.

Nos detuvimos en el primer puesto que vimos. Agradecimos a nuestro país pues las taquerías estaban en cada esquina, incluso en la carretera más desolada podrías encontrar un puesto de tacos. Si eran de carne de perro o no, bueno, eso era un misterio.

—¿Qué pasó allá dentro? —Quise un resumen, pues no recordaba si lo viví o no estuve presente.

—¿Dónde? —Exin no cachó mi pregunta. Sacó su billetera y elevó el dedo índice a los dos taqueros—. Tres de tripa y dos de maciza. ¿Tiene Boing de mango?

—Sí, pero ya no salen muchos de tripa, solo dos. —Le informó el que cobraba, un joven que parecía ser hijo del taquero. Exin dijo que estaba bien, que le dieran el otro de cochinada, así se le llamaba a los restos de carne en el comal.

—¿Tú de qué quieres? Yo disparo —me habló mi amigo, tomando los dedos de mi mano izquierda para acercarme a él. Mis pies se arrastraron hasta chocar con sus tenis.

—Dos de maciza y uno de trozo, ai min, sin picar.

—¿De beber lo mismo? —Negué, yo quería agua de horchata. Exin sacó un banco para que yo también me sentara. Nos recargamos cerca de los complementos, esperando por la comida debajo de las luces amarillas del interior de su puesto que se cubría por acero.

Ex me habló de Estocolmo. Al parecer le recordaba una horrible época de su vida, por la fecha que dijo recordé su cicatriz en la espalda que fue hecha durante ese periodo. Pero no habló tanto de sus sentimientos, sino los de Hipocondríaco; al parecer Hipo nunca fue una persona tan sangrona ni retraída como ahora.

—No es ni la mitad de lo que era. Sigue siendo un buen amigo, pero su persona en general se rompió por completo —musitó, su tono bajo me pareció que era para que no le escuchara, o solo no se sintiera culpable de hablar. Lucía devastado.

Acomodé un mechón rubio de mi cabello. Me sentí impaciente por ayudarle.

—Discutimos sobre ello, le dije algunas cosas a Est, quien no sabía lo qué pasó en secundaria. Pero Hipocondríaco nunca planeó decírselo de frente, así que me golpeó por haberle robado esa decisión.

Tampoco sé lo que pasó en secundaria.

Achis, según yo te contó hace unos días cuando te distrajiste.

Ooooooh.

—Tengo miedo de que no me perdone —expresó, arrastrando el plato de tacos que pusieron frente a u rostro.

Le dije que quizás Hipocondríaco solo quería un rato de paz. Exin no comprendió mis palabras, por lo que aclaré que sería bueno dejarlo solo un rato. A mí me ayudaba aislarme de las personas, me ponía de mal humor cuando me presionaban en momentos tensos; Hipo tal vez se había hostigado.

—¿No debo hablarle por un rato? —Inquirió Ex. Su boca se arrastró hasta clavarle una mordida al taco abarrotado de salsa.

—Al menos mañana, los lunes son pesados así que hay que dejarlo descansar. Ya nos disculparemos después.

Mi plato llegó junto al agua de horchata. Ambos brindamos.

—Tienes razón, ya cuando se encuentre bien podemos hacer una noche de exfoliación y doramas en su casa, le gustan esas cosas de cuidarse la piel —habló con un tono gracioso, por un segundo me pregunté si se refería a un plan con Hipo.

—No nos va a dejar entrar a su casa. —Me reí.

—¿Ah? Ah, sí, qué mal.

Ajá...

El más joven del puesto se sentó en un banco que no se veía desde fuera, pero su atención en la televisión que colgaba en el interior hizo que la viéramos mientras comíamos.

Se estaba emitiendo una caricatura, donde el personaje principal se llamaba Insomnio, quien fue condenado por los Dioses Lunáticos a sufrir espasmos cada vez que intentara dormir, nunca amanecería en el reino hasta que él durmiese, así que la serie era de aventura, un reino nocturno debido a su príncipe.

Siempre pensábamos que era una caricatura tonta, porque cualquiera ya se habría muerto. Pero se comparaba con Phineas y Ferb, el verano eterno, a la verga.

—Cámbiale a esa mamada, hasta tu vieja dibuja mejor. —El taquero debatió con su hijo, aunque nosotros nos entretuvimos.

Nunca creí comprender al personaje de esa caricatura. A mis 17 años, puedo decir que incluso me vi reflejado. Repetir la misma conducta, una y otra vez, creyendo que esta vez el resultado sería distinto. Que tal vez esta vez, puedo formar el grupo de amigos que siempre deseé.

Que tal vez, si me esfuerzo, puedo hacer que mis pensamientos se coordinen con mi cuerpo.

Tal vez no me esté esforzando en vano con mis metas personales de vida. Porque tienen todo el sentido del mundo, y esta vez sí funcionarán. Pero si no puedes ni siquiera inducirte en aquel sueño, ¿cómo vas a despertar?

—Déjele la caricatura, don. Está bien perrona, me encanta ese chihuahua que lo acompaña —parloteó Exin, azotando la palma contra la barra del local debido a la emoción y risotada que escupió ante una escena chistosa—. Es que mira, Des, en los capítulos anteriores adoptó a ese perrito que es del tamaño de su pie, una cosa pero pequeñita, mi amor.

Yo asentí, desconectado del presente tan solo unos segundos. Si hubiese pensado más me habría puesto a llorar mientras tragaba mis tacos.

—Así que cada vez que va a alguna batalla, el perrito va a buscarlo pero llega dos días tarde en plan: ¿Qué pasó patrón? ¿En qué le ayudo?

Se rió de un perro pequeño. Literalmente —uso contagiado por Hipo—, Exin se estaba riendo de un perro lento, en una caricatura infantil dolorosamente cruda.

—Por cierto, dame a probar tu agua...

Rodé los ojos hacia mi vaso. Exin metió los dedos en la bebida blanca, para alcanzar el popote que sin darme cuenta había quedado sumergido. Yo pegué el grito al ver semejante acto, fácil pudo beber sin meterle mano.

—DEJA DE DEDEAR MI HORCHATA.

El hijo del taquero y su padre nos voltearon a ver extraño. Llevé mi mano a mi boca por la vergüenza.

—¿No te gusta que te dedeen? —Exin se tragó la risa, inclinando su pecho para estar más cerca de mi rostro—. El agua de horchata, digo.

Pinche perro mal pensado. —Me indigné. No volvería a comer en este puesto.

Exin se apresuró a pagar cuando vio que me estaba cerrando la sudadera para marcharme. Se disculpó por el chiste subido de tono, a lo que respondí que no me importaba, sino que pues, verga, nos escuchó un pinche señor de la edad de mi papá. Por otro lado, en mi vida volvería a beber horchata.

—Chale, todo lo relacionado a tu papá me asusta, sobre todo la secta de rubios. —Se retorció. Yo no dije que aquello era falso.

Al final el taquero ganó contra su hijo y puso un canal de música abierta. Exin me convenció de pasar más tiempo con él. Rondaba la una de la mañana, casi las dos, dijo que su papá caía en sueño profundo a la tres así que si llegaba antes a casa se lo toparía.

Y yo llegué a tu casa temblando de miedo, y te pedí el perdón que yo nunca concedo. Te confesé que no conseguí reemplazarte. Y te dejé en tu alcoba después de besarte.

—Vamos, no creo que les importe escucharnos —susurró a mi oído, con las manos sobre mi espalda. Arrastró mis piernas sobre la banqueta para abrazarme, aunque forzaba un baile entre ambos—. Y aquí cierran a las cinco, porque esperan a que salgan los pedos de los antros.

Tus besos eran soles, mis manos, puñales. Tu sonrisa y la mía se dijeron "Te quiero". Y brotaron las frases poco tradicionales, en una mujer libre y un hombre soltero.

—Eres el único con experiencia bailando —comenté, aunque mi voz se distorsionó cuando pasó su mano por mi mejilla y la apretó, aferrado a mi rostro. Mi cabello me impidió ver el suyo.

Lo he visto bailar con tantas personas, acariciarles de forma distinta, besarles.

Exin era una de las canciones que siempre quise escuchar, pero no pude componer.

Vivía con la esperanza de no tener aquella condena del Insomnio, de noche eterna que nunca presencia el amanecer, dos satélites que no pueden coexistir. De libro que siempre quise leer, pero nunca pude escribir.

Y esa fue la noche más linda del mundo.

Aunque nos durara tan solo un segundo... —Cantó Exin. Pude verle sonriente, aunque abrazaba a algo que no podría decir si era yo, solo mi cuerpo alejado de mi consciencia por la despersonalización.

Una mano suya me sostenía con tal fuerza abrumadora, la otra apenas rozaba mi nuca. Teníamos las cabezas apoyadas en el hombro del otro. Qué risa que mi cuerpo se sintiese como un muñeco, deseoso de recuperar el control para besarle.

Mas no me arrepiento, porque aquel momento lo llevo grabado en mi pensamiento.

Volví en mí al percatarme de lo cerca que estaban sus labios de los míos. Parpadeé repetidas veces, mis pies dejaron de tambalearse. A esa distancia incluso las quemaduras debajo de mis ojos por el exceso de lágrimas se verían horribles.

—Ah, Ex... —mascullé, sin fuerza en mi tono.

—Perdón por dejarte ver ese lado vergonzoso mío —no supe de qué hablaba—, odio que me veas enojado. Parece que solo te muestro cosas malas de mi persona, no debería ser así.

—Oye, no me molesta... —Sostuve su cara con ambas manos, en parte para mantener nuestra distancia pero también porque quería brindarle más confianza al hablar.

—Prometo jamás gritarte a ti, espero eso valga. —Sus dientes se mostraron como si fuese un tonto, uno muy feliz.

Dijo que a Hipo le podía gritar cuanta mamada, pero que conmigo se abstendría. Nunca me había gritado después de volvernos amigos, solo en el pasado cuando nos llevábamos mal, así que trataría de cumplir su promesa en el presente y futuro.

A Hipo sí le puede gritar.

Es lindo cuando me trata así.

¿Cómo así? Tiene tan poca confianza en ti como amigo que no puede ni mostrarse enojado. Yo que tú, estás un paso muy lejos de Hipo.

—Ya me voy a mi casa, Exin. —Le devolví la sonrisa, ocultando detrás de mi espalda aquellos pensamientos que no escupí fuera de mi cabeza.

—¿Mh? —Seguía enredando su cara en mi cabello.

Y esa fue la noche más linda del mundo.

—Me voy, nos vemos mañana... —Retrocedí, dejando unas palmadas en su hombro. Me miró confundido pero optó por asentir, dijo que me vería caminar hasta el final de la avenida, ya que ambos tomábamos caminos distintos.

Aunque nos durara tan solo un segundo.

Qué doloroso era sobrepensar, creo que entendía un poco del sufrimiento de Hipocondríaco debido a ello. Yo deseaba a Exin con tanta fuerza, que esta me rompería antes de poder decirlo en voz alta.

~•~•~•~

Creí que mis padres dormían, pero el sonido de voces en otro idioma me indicó que mi madre aún veía una serie. Toqué su puerta para indicar que había llegado, a ella no le importaba mucho que estuviésemos fuera tan tarde. Pensó que fui a una peda.

Su cabello era de un castaño claro. Debido a su trabajo en computadora no era muy activa físicamente así que subió bastante de peso los últimos años. Trabajaba en el área de marketing de la empresa de mi padre, él dormía en estos momentos en el sofá porque se quedó dormido viendo la tele, con un tazón de las galletas que horneé en su regazo.

—¿Y qué dieron de comer? —Me preguntó. Casi me ahogué con esa pregunta.

—Ma, en las pedas solo sirven alcohol y con suerte chatarra.

—Pero no hueles pedo, por eso digo —se rió como si se atragantara con su saliva. Por desgracia teníamos el mismo tipo de risa espantosa.

Me sentó a ver un pedazo de su serie aunque yo me cagaba de sueño. Exin me envió un mensaje para preguntarme si ya había llegado, se relajó cuando dije que sí.

—Mamá, tengo una duda. Escuché que un amigo tiene problemas para comunicar algunas cosas con sus padres, como que discuten cada vez que sale el tema a flote —expresé de la nada, tan solo con Hipocondríaco en mente. Exin me explicó durante la cena un poco de su dinámica familiar, que yo no comprendía al cien—. Y como eres mamá, capaz sabes de lo que hablo: ¿Por qué chutas nunca se disculpan cuando la cagan?

—Espera... —Pausó su serie y se sentó correctamente. Me pidió que le repitiera.

—Cuando se pelean con un hijo y saben que ustedes la cagaron, ¿por qué no piden perdón?

Ella siempre se tomaba las preguntas en serio. Le gustaba mucho hablar, como a mí.

—Mira, es algo complicado, te llena esa sensación de competir por autoridad —asentí, indicándole que le escuchaba con atención. Junté mis manos mientras las pellizcaba—. Piénsalo así, ¿por qué un jefe se disculparía con su empleado? Claro que no es una relación padre e hijo, pero al adulto le cuesta disculparse porque sería perder aquello que lo respalda como una figura de autoridad a la cuál seguir.

—No le encuentro mucho sentido, incluso las empresas trabajan mejor con jefes que reconocen su errores.

—¿Ves a algún padre reconociendo errores fuera de las películas o tus series esas? —Agrandé los ojos, mi vieja tenía un punto—. Es ridículo, pero así es. Jamás dan la mano a torcer, como tu papá.

Mi padre y yo no teníamos la mejor relación del mundo, éramos distantes desde que nos tuvimos que mudar bastante lejos de nuestra anterior casa. La funa que me hicieron en secundaria dañó tanto mi imagen que otras escuelas de la zona lo sabían.

Era mi culpa que dejásemos la casa de su abuela, en la cual tenía muchos planes para construir otros cuartos allí.

—No se puede cambiar a los padres, ya están muy grandes para eso, así que ni modo. —Ella palpó mi espalda.

No obtuve respuesta para Exin ni para Hipocondríaco, a pesar de que nuestros padres eran distintos compartían ese rasgo.

• • •
Quería algo más relax después de tantas emociones así que metí una cenita entre Exin y Des. Fue idea de Des que Exin no le hablase a Hipo en el capítulo anterior, aunque fue con buena intención.

Des sigue sin hablar de la funa, de nada personal en general, solo que anda tristón. También si repiensa demasiado mientras que EXIN ES MUY SIMPLE.

¿Qué me cuentan? ¿Comentarios?

¿Qué tal la semana?

Como ahuevo dije que actualizaba hoy boceteé ayer esto rápido para actualizar:

Aquí me pregunto... CÓMO NO SE DA CUENTA DE QUE EXIN GUSTA DE ÉL, DIOS SANTO.

Por otro lado, algunos ya vieron unos bocetos que hice de Albinismo:

MEMES QUE HICIERON:


Otro boceto de Hipo en baño de leche:

NOS LEEMOS PRONTO. Y ahora sí pronto porque me da hueva hacer ilustración del siguiente cap porque se viene corto como este. <3

~MMIvens.

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