Capítulo 7: No te entrometas.

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Una chela, junto a una buena cumbia, y unos cuantos pasos hacían caer a cualquiera. Me invitaban a las pedas namás pa' poner el ambiente.

Que pegaras el chicle dependía de cómo movías la cadera. ¿Qué eran esas mamadas de enamorarte con regalitos pendejos?

Exin.

Fiestas, me parecían un punto de reunión vital. La excusa perfecta para hacer de todo.

Culiar, empedarte, tragar, o planear el allanamiento de algún lugar. Era mejor cuando llevabas a ese amigo asocial solo para ver cómo hablaba pestes de quienes disfrutaban el sitio.

Hipo era ese amigo.

—Pueden reunirse... —murmuré, escribiendo con una mano en el teclado mientras me secaba las gotas con la otra. La toalla se me resbaló así que Des la recogió para ayudar a secarme el cabello—. Hoy... en la albercada que hará el club de básquet.

—Aguanta, no le he preguntado a James. —Des dejó que sus cabellos cubrieran mi vista, tratando de quitarme el teléfono. Le gruñí.

Asma nos arrojó un manotazo para que nos sentáramos bien, así el entrenador no nos llamara la atención. Guardé el celular de inmediato, pretendiendo que sí estaba escuchando lo que el hombre decía, aunque mi cabeza estaba más ocupada tratando de resolver el incidente y cagadero que Hipo dejaba a su paso.

Si Hipo era un perro oliendo a las personas, también cagaba en cada piso que marchaba sin tener un ápice de respeto por la propiedad ajena. No me quejo, seguro él opinaba lo mismo de mí.

—Después de esta albercada no tendremos más reuniones sociales hasta que terminen los parciales, L.A. exige que estas nuevas actividades deportivas no irrumpan con el ciclo escolar —explicó el castaño, desabrochando el único botón de su saco antes de posar ambas manos en el escritorio.

Hace un par de años comenzaron a aprobarse los clubes deportivos en las escuelas, aún habían personas que estaban en contra de esto pues no veían prudente que adolescentes insanos practicaran algo que no fuera atletismo. Nuestro compañero Asma, con orgullo contaba que su sector abogó para que les permitieran a ellos y otras condiciones practicar cierta variedad de deportes.

Eso sí, debías comprobar que tu condición no te pondría en riesgo o a otros a tu alrededor porque si no ya te chingaste. Hipo se encargó de prepararme un archivo demostrando que mis problemas de ira no afectarían mi rendimiento ni el de los demás.

Des lo respaldó.

—¿Llevas manga larga para nadar?

—Nop, pero sí un chaleco de licra que me prestó Hipo. —Susurré en respuesta a Des.

—¿Llevamos salchichas para asar? —Los del equipo continuaron.

—Bipolar, si solo piensas llevar eso, mejor ni vayas. —El entrenador James lo calló. Siempre tuvo algo en contra de Bipolar, dejamos de intentar adivinar qué era cuando supusimos que solo buscaba un chivo expiatorio cada año.

James era un entrenador bastante curioso: demostraba su favoritismo, se cogía a la enfermera, quería ligarse a la de inglés y nos contaba sus días como trastorno narcisista. Yo digo que el hombre no se curó de nada, porque aún con el calor durante las prácticas o reuniones, no se quitaba el traje gris que presumía en todos lados, ni su actitud dominante o hábitos para mantenerse atractivo desaparecían.

—Puedo llevar entonces...

—Shh —le hizo señas exageradas, casi rogándole a Bipolar que se callara antes de dirigirse al resto—. Vayan bien lavados y meados, que la albercada es en casa de su capitán Sarcoidosis Cutánea, no queremos que dejen el agua hecha un asco. Para quienes no han ido a su casa, pídanle la dirección antes de abandonar la sala. ¿Bien? Ya, váyanse, fuera, ¡fuera!

—Nos trata como perros. —Anemia se retorció, tirando de su playera blanca que desprendía un fuerte olor a jabón.

Quité la toalla que estaba alrededor de mi pecho y la puse sobre mi cabeza, cubriendo el foco blanco que nos iluminaba desde el centro.

Esperé a que Des se levantara y guardara sus libretas con apuntes de la reunión, siempre lo hacía de último minuto porque se ponía a divagar, así que se alarmaba al verme de pie creyendo que lo dejaría atrás. Yo le decía que fuera lento, no teníamos prisa. Aún así se hiperventilaba.

—Detén al profe, plis. —Me rogó, sacudiendo sus piernas hasta juntar las rodillas y seguir retorciéndose mientras llenaba la mochila. Parecía un pato recién nacido.

Contuve mi sonrisa por verlo desesperado. Me aproximé a la pizarra que estaba en el otro extremo y detuve al entrenador.

—Papá, ¿podemos llevar a dos invitados a la albercada? Asma lleva a su novia, ¿nosotros no podemos llevar amigos? —Fui directo, consiguiendo que me pusiera un ojo encima y bajara su teléfono.

—¿Son del mismo curso? —Asentí, volvió a su pantalla para enviar algún mensaje, bajé la mirada a su chat, claramente estaba en Tinder—. ¿Hablas de Hipo, no?

—Sep, y un wey de Savant.

Dejó de mensajear. Des se apoyó en mi espalda repentinamente, colgando uno de sus brazos en mi hombro mientras me abrazaba con esfuerzo por llegar a mi altura. James nos miró con desdén antes de darnos un rotundo NO, seguido de:

—No me pagan lo suficiente para traer a gente de otras escuelas, marranitos. —Blasfemó del director.

—Que le pague, Dios. —Des y yo respondimos al unísono.

—Ya, no voy a negociar, chamacos. Váyanse rápido, tengo cosas que hacer antes de la reunión, así que no me quiten mis valiosos minutos.

—Le voy a decir a la de inglés que le fue bien PERRO infiel a la de enfermería. Tengo las conversaciones, ya no va a pegar ni con una ni ninguna, pinche perro de las dos tortas. —Des lanzó el combo de la extorsión: sus influencias, las conversaciones que la enfermera le envió porque eran amigos.

Asu, por eso conviene tener tantos amigos.

—CUÁLES FOTOS —James se mostró indignado en sobremanera, como si estuviéramos maldiciendo a su abuela. Guardó su celular para ponerse más intenso en la discusión—. ESAS ESTÁN EDITADAS, YO NUNCA LE ENGAÑÉ.

Incluso yo me sorprendí por el descaro de sus mentiras. Des se apresuró a buscar los audios y ponérselos en la cara, para que escuchara su propia voz, también observara el chat donde citaba a una universitaria en un motel de mala muerte. James se carcajeó, negando todo, según solo iban a reunirse en un café de abajo.

—Jamás le pondría el cuerno a nadie, los audios están alterados, siempre he sido una persona respetuosa que conoce los li...

—Ya quiero morderte esa nalga —el audio continuó, cada vez apagando más su espíritu que no soportaba le llevaran la contraria—. y trae a tu primo.

—Yo jamás...

—Los pongo en cuatro a ambos. —El audio finalizó. Des estuvo por poner el siguiente.

—Pueden llevar a sus amigos, mis chiquillos. A los que quieran, ¿sí? —Articuló una sonrisa hipócrita, posando ambas manos sobre nuestras cabezas—. Eliminen eso, ¿quieren? O me aseguraré de hundirlos conmigo.

Des me arrojo su teléfono al dar media vuelta, levantando sus ojos victoriosos. Fue la señal para retirarnos. Ambos teníamos una dinámica bastante curiosa, donde nos apoyábamos como amigos con ideas similares y bromeábamos con ser pareja, yo esperaba llegar al punto donde fuéramos hermanos del alma; sería mi segundo amigo así.

—Ya puedes enviarle la dirección a Hipo —sacó la lengua, restándome de preocupaciones.

~•~•~

La albercada era en el puto sepa dónde, refundida en los rincones más confusos de la ciudad. Habíamos ido allí numerosas veces, pero siempre nos perdíamos porque las calles cambiaban de nombre aún sin terminarse, había muchas casas iguales, en cada esquina habían eloteros casi clonados y si les preguntabas cómo llegar te decían:

"Allá, sí. No, espera, creo que es en el lado contrario. No, pérame, está raro".

Con el calor escurriéndonos la piel, botellas de agua terminadas, y el sol ya casi oculto fue que llegamos Des-Des y yo, arrastrándonos como muertos vivientes. Subimos unos escalones, evitamos tocar la puerta y solo rodeamos el jardín hasta presenciar al resto del equipo quienes también lucían chupados por el diablo.

—No mame, capitán, el entrenador ni ha llegado. Está maldiciendo en el chat.

—Póngale número a su casa, no joda —refuté, sosteniendo el cuerpo de Des que estaba por perder la cordura.

—Sí hay número, chicos, tranqui —nos señaló una pared al costado, junto a la puerta de cristal que daba a la entrada trasera de su casa. Incluso Anemia se puso de pie para intentar verlo, lo juzgó con la mirada—. Es el 14. Pueden solo...

—ESTÁ DENTRO DE LA PINCHE PERRA CASA, ANIMAL. —James gritó detrás de nosotros, casi haciéndome soltar a Des por el brinco que todos dimos. Terminamos abrazados.

El capitán se quedó perplejo. James se disculpó de inmediato, alegando que lo confundió con Bipolar. Bipolar estaba en el agua, no escuchó nada por suerte.

El ambiente no tardó en tranquilizarse. La hora dorada, ese punto en el que no sabes si decir buenas tardes o buenas noches, influyó para que pusieran algunas rolitas seductoras para bailar con un vaso en mano y cantar al aire libre. Yo solo seguía acumulando los mensajes de Hipo diciéndome que ya vio el mismo árbol, cuatro veces, literalmente.

Nos sirvieron un poco de carne asada. Aunque el rubio y yo lo pedimos mientras rimábamos con un mismo flow.

—Mis tripas rugen como una fiera, y no me den algo cualquiera, que eso nunca me llena...

—Quiero la pieza más grande que tengas, para que a mi estómago calmado lo mantengas —concluí sus palabras, obteniendo los aplausos del grupo para ambos.

Des asaltó el paquete de frituras que estaba en el centro de la mesa, debajo de un parasol. Platicaba a gusto con Asma, echando un poco de chisme y cotorreo, ambos en trajes de baño. Se enojaron cuando Bipolar salió del agua para tomar unos Cheetos y dejó la bolsa húmeda.

Yo continué bebiendo refresco en la mesa frente a ellos, me mantenía al margen de discusiones tontas porque me conocía, no me controlaba si alguien buscaba debatir o molestarme de juego. Lo mejor era analizar si valía la pena involucrarse cuando no estabas en el centro de la discusión. Yo no podía concretar ni llevar al límite mis emociones, como si de un error se tratase.

Lo mejor era solo observar. Aunque un wey detrás de mí no deja de verme.

—¿Es pareja de alguno? —Me dirigí a Anemia, dándole un codazo para preguntar por el chico que salía del interior de la casa.

El pálido miró a los costados, centrándose en quienes nadaban en la piscina o los que solo tenían las piernas dentro. Volví a darle un empujón para decirle que detrás de mí, no hacia allá.

—Ay, no, ni idea, te fallo, Ex —susurró, torciendo sus ojos al forzar su memoria—. Ah, no, creo que es primo del capitán. Está de visita, según, luego pregunto.

—¿A espaldas de quién hablan, uh? —Des se paró a mi lado, agachando su cabeza para unirse a nuestro círculo de chisme.

—El que está detrás de mí, no dejaba de verme desde su sala —le puse al corriente.

Anemia dijo que solo lo ignoramos, se veía medio mamón. Des echó una mirada rápida, pero también le restó importancia. Varios nos veían de reojo en la espera de intercambiar palabras, lo normal, al igual que personas que no conocíamos y solo estaban de coladas por alguien del equipo.

Yo no quería charlar aún, pero me pasé todo el refresco de mi vaso mientras echaba un grito de mariachi junto a la canción de fondo. Mis compas preguntaron a dónde iba, preferí que solo miraran.

—Quién fuera bizco para verte dos veces —inicié la conversación con un mal chiste intencional.

El chico con pasadores me miró aturdido, antes de soltar una risotada. Me preguntó qué pasaba, yo solo me encogí de hombros mientras le dejaba en claro que me quería poner en vergüenza.

—Broma, solo iba pedir tu número o alguna red social que tengas. ¿Te molesta? —Saqué mi celular en espera. Yo ya estaba soltero, aunque no se lo dije a mis cercanos.

—Te doy mis redes y celular, ¿te parece? —Su rostro perdió toda la seriedad con la que me miraba minutos antes. El chiste para relajar su actitud fue bueno.

—Perfecto, da el gatazo. —Continuó soltando unas risillas. Me apoyé en su hombro para hacer el intercambio de contactos.

Me dijo que volvería adentro porque tenía unos pendientes con su tía. Me despedí sonriente, no aparté esa cara al volver con Anemia y Des quienes me veían cabreados. No esperaban que me pusiera a buscar peces en el mar con tanta velocidad.

—No tienes arreglo. —Anemia no quiso ni charlar conmigo, solo se quitó la playera para dirigirse a la piscina.

—¿No eres hetero, Ex?

Giré la cabeza hacia Des, parado a mi costado como un espagueti tieso, en una postura extraña. Le di un empujón a su hombro, haciendo que se relajara.

—Eh... no lo he pensado, solo se ve como mi tipo.

La sexualidad y romance, más aceptada en todas sus formas. Supongo era debido a que la principal fuente de discriminación no era nada menos que nuestras condiciones físicas o mentales. A nadie le importaba pelear por preferencias, el debate principal es en dónde te medicas y con quién.

—¿Tienes un tipo? —Des se rió, aunque tosió por las papitas con chile que venía comiendo hace un rato.

—Qué, ¿no lo has notado? —Traté de contener mi tono burlón, pero es que era tan obvio que se me hacía raro no se percatara antes—. Todas mis parejas han tenido el cabello negro azabache y ojos casi de la misma tonalidad. No cabello castaño oscuro como el mío, sino negro de verdad.

Me miró en silencio, él realmente no lo había notado. Yo seguí explicando que tenía un apego a esas dos características por un GL que leí a los 12 años, desde entonces esos eran mis estándares. Por eso la madre de Hipo se me hacía tan guapa.

—Soy un idiota —bufó, echándose aire al rostro—. No vi el patrón, pensé que era solo el tipo de rostro.

Le di un vaso con agua, recordando que se había enchilado. Lo recibió con el mismo silencio, solo mirando el suelo. Pregunté si ya quería entrar al agua, pero me distraje cuando vi a Hipo llegar.

Corrí para auxiliarlo. Podía ser alto, blanco, privilegiado, y con buena genética, pero al hombre no le hacías levantar ni el dedo meñique. Venía agonizando por la subida, ya con el sol oculto por suerte. Des nos alcanzó con una botella de agua porque Hipo no bebía refresco.

—Qué asco de dirección —fue la primera queja que tuvo, refugiándose en la botella.

Ni el profe de E.F. consigue que camine 20 metros.

—Pero llegaste vivo y coleando.

Mi comentario le sacó una falsa sonrisa que sacudió como payaso. Me apartó con una mano y también a Des, dando vueltas en círculos mientras miraba a los alrededores. Tuve que acercarme para detener su análisis constante, capaz estaba pensando posibles accidentes que podrían acontecer.

—¿Dónde...?

—No ha llegado. —Sostuve su camisa blanca, sin mangas.

Hipo dejó de dar vueltas, tranquilo. Sabía que estaba buscando a Estocolmo.

—Y mejor que no venga. —Enfaticé.

—Ex.

—Perdón por no desear la presencia de cierto cínico e insensible idiota. —Me encogí de hombros, elevando mis palmas para reafirmar mi postura. Hipo solo suspiró.

—No se metió contigo, genio, no es para que te lo tomes personal.

Hipo se cruzó de manos. Yo no era capaz de concebir la idea de verlo aceptar la situación a la que estábamos siendo expuestos, mucho menos el querer colaborar con alguien que dejó marcado dos años asquerosos. Como si la jaula dejara de tener barrotes solo porque el interior tenía todo lo necesario para mantener a un animal.

—Te dejo en claro desde ahora que no estoy de acuerdo con tu decisión, podrás pretender que tú sí, pero no soporto verte aferrado a algo que solo fue una consecuencia —hablé, persiguiendo con pequeños pasos a Hipo quien se alejaba del centro para que otros no nos escucharan. Agradecí la lejanía de Des—. Mucho menos soportaré que el plan que tienen los de L.A resulte siendo la misma mierda que te hizo vivir Estocolmo.

—Me importa cero lo que no soportes. —Se hizo el loco, sacudiendo a los mosquitos que le rodeaban.

—Deja de mentirte a ti mismo, siquiera habla conmigo. Por favor, Hipo.

Giró los ojos con prisa, percatándose del recién llegado Estocolmo en el otro extremo del sitio. Lucía confundido tras subir algunos escalones, intentando ampliar su visión del lugar, pero sin ninguna gota de sudor; me pregunté si no se perdió en ningún momento o solo tenía buena condición física.

—Exin, solo una cosa —habló con pesadez, sus ojos y pestañas caídas ni siquiera hicieron el esfuerzo por expresar algo que no fuera irritación—. NO TE ENTROMETAS.

—CLARO, PROMESA —clamé, arrojando el vaso en mis manos contra el suelo. Aunque algunos del equipo se asustaron el entrenador ni me regañó.

Des se acercó a mí con cautela, preguntándome si planeaba entrar al agua. Intercambiamos miradas, aunque mi mensaje mental no le llegó, era bueno que no se pudieran leer las mentes. Alcé ambas manos antes de arrojarme a él, lo recibió sospechando que le abrazaría.

—No confíes tan rápido, amorcito. —Levanté su cuerpo de golpe, rodeando su espalda desnuda con mis brazos envueltos en la chaqueta para nadar.

—NO. ACABO DE COMER Y ME VA A DAR UN CALAM...

Asma y Anemia nos empujaron a la piscina, consiguiendo que cayera sobre Des y me golpeara el pie con la escalera metálica de descenso. La música estaba súper fuerte así que no escucharon nuestros gritos de dolor al quemarnos la cara.

—AVISEN, PENDEJOS. —Salí a la superficie, ardiendo por la piscina que decidieron hervir como maldito jacuzzi en verano.

—¿POR QUÉ CALIENTE? —Des también gritoneó, arrojando montones de agua a los costados para quemar a quienes solo metían las piernas.

—Para relajar el músculo, le dije al capitán que la configurara así. —James salió del interior de la casa, acompañado de una botella que seguro era todo menos refresco.

—La peor experiencia en albercadas de mi vida —confesó Des.

—Wey, tampoco así, hay cosas buenas aún por hacer, si no te terminas de rostizar. —Le eché un poco de agua a la cabeza para animarle.

—Creo que puedo manejarlo —se rió, yo también lo hice porque no era un chiste intencional pero a él parecía darle risa con sinceridad.

No sabría decir si sudaba yo o era el efecto del vapor. Busqué a mi mejor amigo que andaba fuera del agua pero no lo vi en el exterior, quise creer que entró a la casa.

La luz del interior de la piscina era de un azul casi neón, pues el blanco se combinaba con los azulejos hasta dejarnos los patrones reflejados en las mejillas. El cabello de DesDes lucía del mismo color, que fuera tan rubio solo intensificaba esa ilusión óptica. Propuse que nos tomara una foto, pero se negó de inmediato.

—Mi cabello estaba amarrado, tendré unos nudos horribles. —Elevó sus manos, me contuve de hacerle cosquillas y solo hundí la mitad de mi rostro debajo del agua sin quitarle la vista de encima.

Me arrojé a su cabello cuando vi que se estaba sacando la liga que lo amarraba. Volví a arrastrarla en dirección contraria, haciendo que se alarmara por maltratar sus puntas.

—Ex, aguanta, ¿qué pedo? —Continuó forcejeando conmigo.

—Es que soy el único que puede verte con el cabello suelto, mi flaco precioso.

—YA EMPEZARON LOS JOTOS DEL SALÓN —gritó Asma, tirando del hombro de Anemia para que nos viese; el pobre de Ane siempre estaba medio atontado por su condición, pero era muy buen tipo, solo no salía de la banca.

—Meh, solo quieren llamar la aten...

—Sí, sí, Bipolar, ¿trajiste la salchichas? Ve a asarlas. —James lo calló.

—DENSE PIQUITOS. —El capitán devolvió la atención a nosotros.

—Pongan fecha de la boda. —Su novia se unió.

—No están invitados, nos vamos a fugar. —Lancé una sonrisa coqueta a la pareja que nadaba junto a nosotros. Otros del equipo patearon el agua que estaba cerca, siguieron haciendo bulla como si fuéramos bromistas andantes.

Des también hizo un par de chistes, apoyándose en uno de mis brazos; nos conocían por poner el ambiente 100% heterosexual de las pachangas. Al inicio eran las mismas risas de siempre, pero insistieron más de lo normal con lo de darse piquitos, incluso nos echaban más agua a la cara con la intención de juguetear.

—BESO, BESO, BESO.

Ala, ya hasta hay animadores.

—Ay, oigan, eso no, gente. —Des los señaló como si les fuera a sacrificar.

—DES-DES, NO LE TEMAS AL AMOR. BESO, BESO.

—Por mí no hay pedo, me doy de besos con mi compadre, pero... —la insistencia de los demás fue escalando, se rió nervioso pues a él no le gustaba matar el ambiente; yo solo seguía porque estaba al tanto de lo importante que le era llevarse bien con el equipo.

Terminó gritando lo que le incomodaba del juego—. TIENE NOVIA, IMBÉCILES.

No realmente, pero qué respetuoso y lindo es Des.

Sostuve su mandíbula con una mano, pero no estiré su cuello hasta mi altura sino que me agaché y me impulsé para tratar de besarle. Des no cerró los ojos, estos también se veían azules con el reflejo del agua, aunque aún distinguía el ámbar característico de su familia. Solté una risilla cuando vi que en automático se movió hacia la izquierda.

Yo me incliné a la derecha solo para besar su mejilla. Si no quería besarme ni en juego, pues estaba bien. El problema es que volvió a la vieja posición, sin poder evitar que le besara la comisura. No sabría decir si fue la mejilla o el comienzo de los labios, pasó tan rápido que solo quería toser en risa por el accidente.

—ÁMONOS. —Continuaron gritando.

Des deslizó su cabeza por mi hombro, pensé que se estaba apoyando pero puso sus labios en mi cuello. Me ericé un momento, tardé en resetear para señalar el acto a los demás.

—Ora, ya no es horario infantil, fuera de la piscina. —Eché agua a los que más jodían, y me moví un poco más lejos de la pareja que nadaba en nuestra dirección junto a un celular con funda impermeable.

Ojetes, están grabando.

Des no se apartó, aún arrastrando su boca por mi cuello hasta llegar a mi clavícula. Todos se seguían riendo de sus actuar, yo comenzaba a preocuparme de que el wey se metió de lleno en el papel; no se me despegaba.

—Verga, dejen de grabar, es luna de miel —bufé, tratando de seguir haciendo chistes para que no se notara mi molestia de verlos grabar e insistir tanto. Rodeé a Des con mis manos para abrazarle y acercarme a su oído—. Oye, ¿estás bien? No tienes que seguir si no te...

Levanté sus mejillas. Hacía un desgraciado calor pero quedé helado.

Des tenía los ojos cerrados. Metí mi dedo en uno de ellos y levanté su párpado, esperando fuera una broma pero estaban en blanco y la pupila apenas se hacía presente. Mandé el ambiente al carajo con mi mal humor.

—IDIOTAS, DES SE DESVANECIÓ POR LA MALDITA AGUA ARDIENDO, NO ME ESTABA BESUQUEANDO.

—PFF —James expulsó aire, fingió que no le dio risa y comenzó a ordenarle a los demás—. SÁQUENLO, RÁPIDO. NO VAMOS A ENTERRAR A NADIE HOY.

Lo arrastramos fuera del agua, entre culpa, risas, y videos que quedaron de la noche. Des no me creería si no lo viese por sí mismo, creí que se desmayaría otra vez al enterarse.

• • •

NAO, Des no soportó ni la presión, ni el agua, ni a Ex tan cerca. Su corazón ha estado mal todo el capítulo, sobre todo después de escuchar a Ex le encanta el cabello y ojos negros.

Hipo critica, bebe agua y vuelve a criticar. No hay mucho que decir sobre él, solo que está charlando con Estocolmo mientras en la piscina de besuquean.

Las albercadas siempre tienen sucesos inesperadamente inesperados. Recuerdo haber ido a varias donde me persiguieron patos, cuando no hacían carne solo te daban una pata de pollo envuelta en una tortilla, alguien se acalambraba y al llegar la noche solo estabas tranquilo en el agua escuchando algún chisme. ¿Han ido a alguna?

¿Comentarios o algo que hayan notado? Aparte de James siendo un entrenador terrible HAHAHA.

¿Qué tal el día? ¿Qué han estado haciendo?

DIBUJÉ NADA MÁS DOS VIÑETAS, ni están terminadas pero quería hacerles un video para mi Insta y pretender que es un bonito webcomic.


Otro boceto que tengo de Des y Ex con sus ropas de entrenamiento. Me da flojera trabajar en ello.

AHORA SÍ, ME DESPIDO. Saludoooos, con todo mi corazón.

~MMIvens.

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