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El vicepresidente de Kim Enterprises se encontraba en un pequeño break antes de la tercer reunión de aquel día. Estaba agotado física y mentalmente, lo único bueno era estar sentado sobre aquella silla masajeadora que su esposa le había regalado, era perfecta para su columna vertebral ya que a veces le causaba muchos dolores.

Él seguía en su mundo dejando que la vibración de aquel regalo hiciera lo suyo sobre su cuerpo mientras que por la puerta principal de su oficina su joven esposa se abría paso.

—¿Kim SeokJin con dolores de cabeza otra vez? —exclamaba con ese tono dulce.

El castaño abría los ojos y una dulce sonrisa se dibujaba al verla.

—¿Puedes creerlo? —decía deteniendo las vibraciones—. ¿Que haces aquí? al menos uno de los dos debe divertirse y relajarse.

La castaña asentía con cierto aegyo en sus facciones, arrugaba la nariz y SeokJin simplemente se moría de ternura.

—SeokJin Oppa, necesitas divertirte más ¿hace cuánto no haces algo por ti? —preguntaba arrodillándose frente a su esposo.

—Jennie... —la tomaba de las manos—, odio esto y lo sabes mejor que nadie —ahora besaba los nudillos de aquella joven y atractiva chica—. Si al menos tú puedes divertirte y tener algo real, soy feliz.

Jennie se ponía de pie para sentarse en el regazo del mayor y esconder su rostro en la curvatura de su cuello.

—Te amo, SeokJin —exclamaba con honestidad—. Pero necesitas hacer algo ¿cuántas reuniones te quedan? —preguntaba viéndolo a los ojos.

—La tercera y la última —respondía sin dejar de acariciar la cintura de su esposa—. Al menos estaré en casa antes de las siete

—SeokJin, por favor —volvía a rogar.

Ella sabía que el joven no hacía nada para complacerse a si mismo, era una especie de títere para su viejo al igual que ella para el suyo. Ambos hijos de los magnates empresariales más importantes de la agricultura coreana. Habían pactado su boda desde que tenían catorce y dieciséis años, aunque SeokJin y Jennie se conocían desde los ocho y diez, eran grandes amigos y ninguno se había negado a aquello.

Las dos empresas más grandes haciendo alianza, solo traía riquezas y éxitos para la familia de Kim Jennie y Kim SeokJin, este último y por decisión de su padre, estaba destinando a llevar adelante la empresa y también estaba metiéndose en la política con su viejo, se había vuelto candidato a ministro de economía.

No era su sueño, pero no tenía derecho a elegir, ni él ni Jennie, a menos que uno de los magnates falleciera, solo así se rompería el trato de su matrimonio. Pero los mejores amigos, tenían su propio trato para conllevar aquello de forma que pudieran ser felices. Se amaban, de eso no cabía duda, pero era un amor de amigos el que se tenían.

Jennie sabía todo de SeokJin y viceversa.

—Insisto, Seokjinnie —repetía acomodando la corbata de su esposo—. Tiene que haber un chico bueno para ti

—Eso sería problemático en sobremanera Jennie. Estoy postulado para ser ministro ¿Te imaginas si se enteran que lo nuestro es una farsa y que encima soy homosexual? —negaba colocando el largo cabello de su esposa detrás de su oreja—. Eso ensuciaría tu imagen aparte de la mía, no podría hacerte eso

—Jin, yo tengo Jong-in y él jamás haría nada para lastimarme a mí o a ti. Mereces también tener alguien que te ame y complazca —tomaba el rostro del mayor en sus manos—. Eres hermoso, no quiero que estés solo

—Estoy contigo —repetía sonriendo dulcemente.

La castaña se derretía, había superado el crush con SeokJin, pero a la vez adoraba ver la devoción que este sentía por ella y en cierta forma era una caricia al alma. Él jamás podría amarla como ella había deseado, pero tenía un amor sincero que también le alcanzaba.

—Sabes a qué me refiero —exclamaba en puchero—. ¿Recuerdas lo enamorado que estabas de Jimin en la preparatoria?.

SeokJin negaba—. No puedo hacer eso. Alguien podría verme

—Si yo encontré alguien de confianza tú también podrás —exclamaba en su inocencia.

—Jennie, no somos solo hijos de dos tiburones, tenemos un jodida imagen pública. Nuestros rostros están en lugares que no deberíamos como si fuéramos unos jodidos modelos y ahora mi padre me metió en la política —se frustraba quitando a la castaña de sus piernas para ponerse de pie—. Solo encontraría alguien que quisiera chantajearme por un jodido romance o follada.

La castaña se sentía terrible, no le gustaba discutir, pero no quería rendirse, realmente SeokJin merecía encontrar a alguien. Entendía la posición del mayor, pero estaba segura de que había alguien allí afuera que sería el indicado para su mejor amigo.

—No te enfades conmigo —pedía abrazando al mayor de la cintura, este se encontraba de espaldas a ella—. No quise estresarte.

El castaño sonreía, jamás podría enojarse con Jennie, era su todo, la adoraba y muchas veces se había maldecido por no poder corresponderle a sus sentimientos.
Se aferraba a las pequeñas manos que rodeaban su cintura y se dejaba calmar por ese fraternal abrazo.

Una vez en la casa que compartían, la joven estaba lista para ir su cita con su verdadero amante. SeokJin por su parte después de su ducha estaba listo para comer helado y leer en la cama algún libro pendiente que seguramente tenía en su tablet.

—¿Porque no sales con los chicos? —preguntaba Jennie que aparecía con un bello vestido rojo al cuerpo.

SeokJin quedaba sin aliento, su esposa se veía hermosa.

—¿Quieres matar a Jong-in? —exclamaba divertido.

Jennie se ruborizaba con facilidad ante los cumplidos de su esposo.

—Debes divertirte con alguien —insistia besando su mejilla.

—De acuerdo, veré una porno y utilizaré mi mano derecha, tiene más fuerza que la izquierda —respondía con gracia.

—¡SeokJin! —gritaba divertida mientras el castaño estallaba en una risa muy chistosa—. Deberías buscar un pasatiempo sexual, con alguien que te de placer si ya no crees en el amor, entonces.

SeokJin rodaba sus ojos y le tiraba un beso volador mientras la joven se retiraba para asistir a su compromiso. La gran casa que compartía con Jennie quedaba sumida en un silencio devastador para el mayor. Ella tenía razón, necesitaba a alguien, pero era muy arriesgado, ya ni recordaba lo que era un buen polvo, el estrés del trabajo y la presión de su padre lo tenían al límite. Necesitaba descargar de alguna forma, el entrenamiento ya no estaba dando resultado.

Tomando su laptop se ponía a divagar por internet, no vería porno, eso no lo relajaba, lo dejaba peor y para eso mejor era nada. Luego de divagar aquí y allá, leer las cosas que se decían de él y su futuro como ministro de economía—si es que él o su partido político ganaban las elecciones venideras—eran muchos, opiniones de todo tipo que elevaban su ego y otras que lo tiraban abajo.

"Es más modelo que político, mejor que se quede posando bonito".

"Es una gran empresario, su empresa y la de su suegro ya manejan parte del país. Yo votaré por él".

"Me gusta, cortaré lista. Es lo mejor de su partido político".

Ya estaba estresado como la mierda, luego un anuncio aparecía en la web en la que se encontraba.

"Disfruta nuestras líneas eróticas, hay para todos los gustos. Sweet Dreams Made by Sweet Voices".

—No haré eso —reía por lo bajo murmurando para si mismo—. Joder, de acuerdo —exclamaba dando un click al anuncio para abrirlo en una pestaña incógnita.

Rápidamente se abría y un fondo rojo con diferentes texturas se dejaba ver. Frases eróticas por aquí y por allá. Luego una de las opciones era elegir la orientación sexual. Lo hacía y lo llevaba a la lista de los operadores encargados de darle un momento "dulcemente placentero".

Negaba y comenzaba a bajar entre los nombres, allí se veía cuántas veces habían sido contactados y la popularidad que tenían, pero rápidamente saltaba la notificación de un operador nuevo, sin ninguna puntuación, ni comentario.

"Sé el primero en escuchar la voz del Lobo, él se encargará de volverte loco y aceptará lo que sea que vayas a proponerle"

—¿Esta gente tendrá preparación para esto o solo son un par de imbéciles que lanzan al abismo a su propia suerte? —hablaba solo.

Seguía meditando y meditando hasta que su celular sonaba.

Su esposa y mejor amiga tenía razón, quizás aquella llamada sería menos vergonzoso que la pornografía. Negaba inmediatamente y tiraba su cabeza hacía atrás para apoyarse en el respaldar de la cama.

Volvía la vista a la laptop y comenzaba a leer los comentarios.

"Uno de los mejores sitios web de llamadas calientes"

"Los mejores operadores eróticos están aquí"

Otra vez volvía la notificación sobre el nuevo operador.

—¿El lobo? Que apodo de mierda —exclamaba mientras comenzaba a crear su usuario entre risas—. Eres un imbécil, Seokjin.

Con cierta resignación se registraba con su segunda cuenta que no tenía nada que lo relacionara a él como SeokJin Kim, el empresario, modelo y ahora político. Ahí solo era Seok Lee, Tampoco cambiaría tanto su nombre, por dios, había millones de Seokjin, no era el único, con quitar el "Jin" y el pesado apellido que cargaba, bastaba.

Luego pedía registrarse con un número telefónico, obviamente, así que tipeaba su número anónimo ya que poseía doble chip y casi nadie tenía aquel contacto. Eso serviría. Su usuario era Seok y un email de bienvenida llegaba a su falso correo para confirmar su cuenta y lo hacía. Nuevamente lo llevaba a la lista de operadores y tenía dudas sobre si hablar con el que mejor puntuación tenía—era el más caro—pero el dinero no era problema y la tarjeta de crédito ingresada era la misma bajo el nombre de Seok Lee.

Otra vez la notificación sobre el nuevo operador, seguía sin clientes. Arrugando su nariz, pensativo, murmuraba:

—Si tu eres nuevo y yo también, entonces eso puede significar dos cosas —decía moviendo el mouse sobre la notificación—. Puede que ya tengas experiencia o eres un idiota que lo hace por primera vez y sería más fácil desenvolverme con alguien que sepa poco y nada, como yo.

Un click algo dudoso al usuario de "El lobo" que ahora le brindaba el nombre de "Jay" y una contraseña para entrelazar la llamada a su teléfono.

Daba click en "aceptar" y antes de conectar la llamada tiraba un mensaje de audio para conocer la voz del operador.

"Estás en el perfil del Lobo, tengo suficiente tiempo para sexo telefónico"

—Mierda —soltaba al oír aquella grave voz y eso terminaba de convencerlo para conectar la llamada—. Mejor que el porno.

Tomando su teléfono para conectar con aquel tipo, marcaba y los tonos se escuchaban del otro lado haciendo que el corazón de Seokjin se acelerará por los nervios ante aquella nueva experiencia.

—Mi nombre es "Jay" ¿con quién tengo el gusto esta noche? —joder aquella voz era perfecta obligando al castaño a tragar el nudo en su garganta formado por los nervios.

—Mi nombre es S-Seok.

Jeje perdon!!! Les cargue un segundo capítulo para dejarlas en el mismo final QUE MALA SOY, MABEL!

Pero bueno, tenían que conocer a Seokjin. Quizás cargue otro, no prometo nada, lo intentaré.

¿Que piensan? Quiero hacer capítulos cortos y termino escribiendo más de lo deseado...ahre no.

Con amor Niñita Nany 💜

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