Capítulo 16: El Péndulo Rojo

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Lizäri al sentir la mirada del sujeto en ella toma entre su mano derecha, el péndulo rojo que cuelga en su cuello en forma de collar. Por alguna extraña razón, ella siempre que siente miedo toma el cristal rojo, haciéndola sentir una sensación de protección y alivio.

Por otro lado, viene Renfaz, acompañado de Won quienes van a buscar a los chicos para ir a entrenar.

—¡Épale chicos! —grita, mientras camina hacia donde está Lizäri y los demás.

Won va a su lado, caminando con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón corto.

—Hola a todos, chicas, ¿cómo están? —pregunta Renfaz a sus amigas, virando hacia donde está el sujeto.

—Estamos bien, Ren —responde Jena

—General Raimon Trenzada. ¿Cómo está? —interroga el joven enano.

—Bien Renfaz, lo siento debo retirarme —dice el extraño General, marchándose hacia las afueras de la aldea.

Won que había llegado con Renfaz, ve al sujeto y luego mira a Denathal, reconociendo alguien extraño. Solo ellos saben lo que sucede, ni Lizäri ni los demás conocen aún, la realidad a las afueras del Claro Este.

—Vamos a entrenar —dice Renfaz.

—No podemos ahorita Ren, iremos a la tienda de Daerys, es mejor que vayan ustedes —dice Lizäri—. Jena tú también deberías acompañarlos.

—Pero... Yo quería...

—Por favor Jena, necesito enfrentar lo que sea, yo sola.

—Está bien, pero por favor, ten cuidado.

—Lo tendré amiga. Descuida, ve a acompañarlos —emite Lizäri, para encaminarse hasta la tienda, seguida de Denathal.

—Amigo espérenos cerca del río claro este, iremos en cuanto acabemos con esto —detalla dirigiéndose a Won y los demás—. Yo si te acompañaré, necesito saber qué sucede —dice sin dejar que Lizäri se negara.

—Bien.

—Denathal, cuida de ella, por favor —pide Jena al vampiro, quien asiente con su cabeza.

Luego de caminar un trayecto de cien kilómetros, llegan a la puerta de la tienda, de la maga Daerys. Lizäri siente temor a lo que suceda si conoce la respuesta.

—Vamos preciosa, debemos saber que pasa para poder entenderlo y prepararnos mejor.

Lizäri mira a Denathal, asintiendo y abriendo la puerta, misma que hizo sonar unos cascabeles que tiene el marco de la misma para avisar la llegada de los clientes. Una mujer de aspecto anciano se encuentra preparando su tienda, haciendo pócimas y otras cosas más, sin voltear a la puerta por el sonido de los cascabeles.

—Bienvenidos —dijo una voz gruesa.

Decide voltear y mira el rostro de los chicos e inmediato se levanta de la silla en donde está sentada, para dirigirse hacia los jóvenes.

—Oh, Lizäri preciosa. Me alegra que al fin vinieras a verme —emociona la maga Daerys.

Esta tiene la apariencia de adulto mayor, posee ojos marrón como el café, piel blanca como la nieve, cabello rizado atado a una cola de caballo y con una toga en color morado y detalles de aves fénix dorados en él, la cual llega a los pies calzados con sandalias sencillas de cuero negro.

—¿Me estaba esperando? —pregunta asombrada la joven Lizäri.

—Sí, claro que sí. Ven nena, déjame verte —expresa, mientras la contempla y también a la joya que esta tiene colgando en su cuello—. Eres idéntica a tu madre y con unos ojos tan bellos como los de Flora y el cabello de tu padre.

Luego dirige la mirada hacia el chico vampiro.

—¿Denathal? Tú también te pareces a tu progenitor, Delmas Lóbrego. Muy apuesto —expresa la maga—. ¿Por qué se habían tardado?, díganme que ha pasado.

—Pues... —duda la joven. en contarle las vivencias.

—No dudes, dime que ha ocurrido.

—Algo me dijo que viniera acá ante usted, pues he tenido dos episodios extraños y unas descargas eléctricas proveniente de este collar —señala el péndulo en su pecho.

—Dime, ¿qué ha sido lo que ha provocado esa descarga? —pregunto Daerys.

—Pues, las dos veces —piensa en las ocasiones que ha perdido el control—. cuando toco a Denathal o él a mí.

Denathal escucha a Lizäri hablar, cree que debe alejarse de ella, pero la sensación de protección y de apego es más fuerte que todo lo demás.

—Joven Lóbrego, no debes alejarte —menciona Daerys.

—Siento que soy un peligro para ella, además no conocemos lo que contenga ese péndulo y no quiero que ella corra ningún riesgo —emite el joven vampiro.

—Les explicaré lo que sucede, pues así me ordenó la Gran Sacerdotisa Flora.

—¿Usted conoció a mi madre? —pregunta Lizäri.

—Sí, mi niña. Tu madre, Delmas y ese péndulo, tienen más relación de la que tú crees.

Lizäri se asombra por lo último dicho por la maga. Daerys se apresura a cerrar las persianas y luego abre una puerta indicándoles a los jóvenes que bajen por allí, seguidos de ella.

— ¿Mi padre también? —inquiere sorprendido el joven vampiro.

La maga asiente, mientras bajan al sótano de la taberna. El lugar es diferente, todo está lleno de magia, de muchas pociones, libros y demás objetos. Daerys les indica que tomen asiento y ésta busca un pergamino y otras cosas, procede a sentarse en frente de los jóvenes Denathal y Lizäri.

—Bien, necesito que escuchen con atención —alega Daerys, mientras abre un pergamino.

»Hace unos quince años, la aldea Claro Este no era como la conocen ahora, no existía la paz ni la armonía, todos luchaban por obtener poder y más poder. Los ogros siempre odiaron la paz y les gustaba la guerra, por décadas fue así, ansiaban hacerse con el poder. Un día, cayó un gran asteroide rojo en el planeta, causando un caos y llenando el sitio de un aura de un rojo intenso, los que absorbían este poder, se alteraban y destruían todo a su paso, causando su propia muerte —hace una pausa y les muestra el pergamino que contiene dibujos, garabatos y escritos en Archys, un idioma antiguo que casi nadie ha podido traducir.

»Los ogros querían ese poder para destruir todo y a sí mismos, pero llegó Flora, la Gran Sacerdotisa y Delmas, El Mago Sombrío, e hicieron un pacto de sangre en el que Flora accedía a absorberlo y fue la que decidió realizar tal acto para salvar la vida de muchas criaturas —continúa diciendo y nuevamente hace una pausa, toma un suspiro y procede a decir lo más importante.

»Tu madre, Lizäri. Murió tras absorber toda la esencia arcana roja que ahora posee tu péndulo —dice mirando a la joven—. Y, las pequeñas vetas azules, es un sello especial, creado para que nadie pueda obtenerlo fácil, es decir, el único que puede abrir ese sello —mira a Denathal—. Eres tú, hijo —dice, viendo fijamente al joven vampiro.

—¿Yo?

—Mi madre —toma el péndulo entre sus manos—. Mamá, ¿es este péndulo? Ella salvó nuestras vidas —adula Lizäri, derramando lágrimas por lo que contó la maga Daerys.

Denathal no soporta verla así. A la vez que, no encuentra manera de tranquilizarse, un sello de esa magnitud, no es fácil de manejar ni romper, comienza a comprender la conexión que siente por la joven humana.

—¿Qué recomienda que hagamos?, maga Daerys —pregunta Denathal.

—Debe aprender a dominar ese poder, la esencia arcana roja —hace una pausa y mira a Lizäri, quien se encuentra dentro de sus pensamientos, pero escucha todo lo que dice la maga.

—Entonces, no es ningún mito.

—Ningún mito. Lizäri, ¿Qué crees que significa esto que te digo?

—¿El futuro de todos, depende de mí?

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