Capítulo 31: Algo extraño.

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Por las calles del barrio rural, va caminando un joven humano de cabellera negra en medio de la noche alumbrado con farolas de aceite, pensando en lo que le pidió el comandante ese día, tramando como hará su cometido sin que nadie se dé cuenta. También en aprender la esencia arcana negra y poner en marcha su secreto oculto.

Días antes

—Necesito que hagas algo por mí —dice Tirone a Tián.

—¿Y que sería eso? Sabe que nada es gratis.

—Vaya que listo eres. Créeme que serás recompensado en grande.

—Diga...

—Necesito que encuentres algo, o mejor aún que vigiles de cerca a una persona en especial. Una joven, creo que va en tu misma clase.

—¿Nombre?

—Lizäri

Tián se queda extrañado por un segundo, pensando que podrá querer de esa inútil.

—¿Ella? —duda por un segundo—. Bien, pero sabe que quiero, así que dígame que es lo que debo hacer para aprender a dominar la esencia arcana negra.

—Ya te dije, debes exponerte a la oscuridad, mejor aún si entrenas en el propio Oeste Sombrío, debo advertirte de que no es nada fácil contener tal...

—Sí, sí. Ya sé, pero eso no me ayuda. Aparte de exponerme, que o como puedo obtenerla.

—Empieza por ahí, luego que me informes te diré más —responde Tirone, yéndose del lugar.

. . .

"Que podrán querer de esa tarada de Lizäri, no tiene nada de especial. Ni modo" piensa mientras camina hacia una cabaña en específico. Con sigilo y calma, procede a entrar a esta para así espiar de cerca y quizás estudiar más a la joven de cabello caoba.

Al entrar, observa cada rincón de la cabaña, todo está limpio y ordenado. Luego vira hacia la hamaca en la que reposa Lizari, detallando entre todo, al péndulo rojo que usa como collar.

"¿Qué será lo que ese canalla quiere de ti?, no sé realmente que es lo que busca" piensa, mientras va retrocediendo en búsqueda de la salida cuando oye una voz suave que lo asusta.

—¿Qué haces aquí? —pregunta Lizari.

Tián guarda silencio, pensando que solo esta alucinando y que se dormirá.

—Tián, ¿qué buscas? —Vuelve a decir la joven cazadora.

—Pues...

—Pues, ¿qué?

—Ten cuidado, inútil. Solo te digo eso.

—Si vienes a hablarme ma...

—Solo te digo eso, me voy fea.

Tián sale, cerrando con un poco de fuerza la puerta de la cabaña, marchándose del lugar.

"No es normal" piensa Lizari, y trata nuevamente de dormir, pensando en lo extraño del comportamiento de Tián.

. . .

Es un nuevo día, Lizari durmió un poco más luego de que Tián irrumpiera en su casa.

"Es un poco extraño, raro y bastante solitario" piensa.

Se arregla y alista para ir al barrio comercial, y comprar algo de comida, aun tenía unos lises de cobre y podía comer algo rico.

—Quiero deditos de queso —susurra, mientras sale de su cabaña.

Al caminar vía el barrio comercial, escucha a la gente murmura sobre lo sucedido ayer en el anuncio, todos consternados, pues jamás imaginaron que el comandante Tirone fuera un traidor de quinta.

—Es increíble —dice un aldeano.

—Tanto que luchó por la paz en la era fatal... —mencionaba otra aldeana.

Lizari no sabe que sucedió en esa era, pero algo tiene seguro y es que vendrán tiempos malos para El Claro Este y más allá de estas hermosas tierras. Algo dentro de sí predice que muchas cosas cambiarán, pero trata de no darle más vueltas a ello y prosigue su camino.

Sale del barrio rural hacia una de las tiendas de comida, donde el olor a masa frita hace que su estómago gruña de tanta hambre.

—Hola pequeña Lizari —dice el vendedor de la tienda.

—Mmm, huele muy bien sr Lui, dame dos tequeños y una infusión de café, por favor.

—En camino, dos tequeños y un café para la niña más hermosa de Claro Este —responde Lui, mientras arroja con cuidado dos tiras de masa que rodean un trozo de queso.

Lizari mientras espera sigue pensando en porque Tián habría entrado a su cabaña, esta tan concentrada que no se da cuenta de que su amiga Jena está en frente.

—Liza... ¡LIZA!

—¿Ah?

—¿Qué tienes? Estabas ida completamente.

—No es nada, Jena. Aun no puedo asimilar lo de ayer. —Refiriéndose también a lo de Tián, pero no se lo contará ya que sabe cómo es Jena.

—Sí, te entiendo. No comprendo cómo una persona que se parecía leal al reino, terminara de esa manera tan vil.

El vendedor coloca los tequeños en un platillo y el café, y lo coloca en el mesón de madera. Lizari toma uno y lo ofrece a Jena, que con gusto acepta y procede a comer.

—Siempre lo vi con malos ojos, había algo en él que jamás me dio confianza —menciona el vendedor Lui, mientras limpia unos platillos en unos tazones de agua espumosa.

Lizari y Jena prestan atención a lo que Lui les comenta.

—¿Conoce usted a Tirone? —pregunta Jena.

—Sí claro. Como todos, pero más a fondo. Es verdad que ayudó en la era fatal, aunado a eso, siempre tenía un aire de superioridad y se creía el rey del Claro Este.

Las chicas se asombran por lo mencionado por Lui.

—Sr Lui, gracias por los deliciosos tequeños, ahora debemos marcharnos.

—Gracias a ti por venir, cuídense.

Sonríe Lizari, despidiéndose con la mano, mientras se encamina junto a Jena hacía el barrio de entrenamiento.

En el trayecto se topan con Tián quien camina al contrario del barrio de entrenamiento.

—Jena, creo que no cerré bien la cabaña —dice Lizari con intención de hacer otra cosa.

—Te acompaño —menciona Jena.

—No, espérame en el campo de cazadores, voy rápido.

—Vale, pero no tardes.

Lizari asiente y procede a regresar, pero con intención de seguir a Tián quien se encamina fuera de la aldea. 

El joven de ojos grises, consiente de que Lizari lo sigue, camina hacia el lado sur del Claro Este, entrando por un sendero entre arboles frondosos de tono verde. 

—Tián... 

—¿Qué quieres?, ¿porqué me sigues, doña inútil?

—No soy ninguna doña.

—¿Admites entonces que eres inútil?

Lizari impacta una flecha en el trayecto, casi dándole al pie del joven cazador. El cual no esperaba tal accion de la joven de ojos verdes.

—¿Porqué estabas en mi cabaña anoche?

—Estas alucinando.

—No Tian, estaba muy consiente de mi.

—Lo dudo.

—Responde Tián.

Tian mientras camina, vira el rostro con un dedo en su boca, pidiendo que hiciera silencio.

—Pe...

—¡Shh!

Lizari obedece, mientras Tian frena un poco y la toma de la muñeca en direccion al bosque.

—¡Ahh, Tián!

—¿Puedes callar por un momento? —replica el cazador.

La joven no comprende porque Tián actúa de esa manera. 

Sigilo neutro —murmura Tián para esconder la vitalidad de Lizari y la suya propia.

—Escucha tarada —dice Tián—. No se que es lo que sucede, pero debes cuidarte.

—¿De que hablas?

—Debo confesarte algo, yo sabía desde antes que Tirone era un traidor de quinta. No se lo que buscan, pero te quieren a ti.

—¿Que? —Lizari toma el péndulo entre una de sus manos.

Tián observa el comportamiento de la joven.

—¿Qué contiene ese cristal?

—No puedo decirlo, a nadie.

—Confía en mí.

—Ni siquiera Jena lo sabe que confío plenamente en ella, menos te lo diré a ti.

Tián suspira con pesadez.

—Bien, volvamos a la aldea. De ahora en adelante, ten cuidado y no andes sola.

Lizari observa detenidamente al chico de cabello negro, pensando que realmente no es malo, solo un poco tosco e intolerante a veces. Salen de los arboles, caminando de regreso hacia la aldea va contemplando los arboles y la suave brisa que revolotea algunas hojas. 

—No digas nada a nadie de esto.

—Bien —responde Lizari, adelantándose a entrar a la aldea con rumbo al campo de entrenamiento—. "Es muy extraño" piensa mientras camina hacia la plaza del barrio de capacitación en donde están sus amigos.

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