Capítulo 42

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¡Hola! Aquí V.M. Cameron, ¡por fin de vacaciones! Os hablo desde Málaga, donde estoy descansando unos días <33
Os quiero comentar que, como ya había dicho, esta novela se está haciendo un poco larga, así que he decidido dividirla en parte 1 y parte 2. Seguiré subiéndola aquí mismo en esta misma historia, así que no os preocupéis, no hay ningún cambio. Aquí os dejo el capítulo. <3

Update 2023: (He dejado la nota original que escribí hace años para este capítulo porque me muero de envidia, ¡ojalá estar en Málaga ahora mismo!


Capítulo 42

Nunca antes se había preguntado a qué se dedicaba Bernardo y tan sólo en esos momentos Mel se percató de lo egocéntrico que resultaba el haber dado por sentado que el hombre tan sóoo formaba parte del decorado de ese pueblo, sin una vida y una profesión propia. Por eso se sorprendió al encontrarlo tras la puerta blanca y abierta de su garaje, situado justo al lado de una agradable casita de ladrillos.

Se aproximó con calma hasta allí y sus ojos percibieron la figura de Bernardo agachado ante el flamante coche nuevo que una vez ella había creído suyo. No pudo evitar sonreír al compararlo mentalmente con su pequeño trastito, al que tanto cariño le había tomado. Ambos coches no tenían absolutamente nada en común aparte de poseer cuatro ruedas, pero ese cochazo ya no la impresionó en esos momentos. Ni siquiera era rosa.

Bernardo abrillantaba las llantas con verdadera dedicación, como si estuviera acariciando la superficie del objeto más valioso del mundo, al menos para él. Tal era su distracción que no se percató de la presencia de esa muchacha hasta que no hubieron pasado varios minutos y en cuanto se encontró con la mirada de Melissa se detuvo repentinamente, poniéndose en pie. Mel esbozó una sonrisa cálida.

—Lo cuidas muy bien —comentó a modo de saludo—, está incluso más brillante que el día que lo trajeron.

Bernardo carraspeó con la garganta y miró hacia el coche un tanto avergonzado, como si lo hubieran pillado in fraganti haciendo algo prohibido, aunque tan sólo era mostrar dedicación a su nuevo coche, el cual amaba.

—Merece que lo cuiden —respondió, mirándolo embelesado aún—. Es un automóvil formidable.

Mel se adelantó hasta llegar hasta él para por fin poder llevar a cabo lo que la había llevado hasta allí.

—Bernardo, tengo que disculparme por haber estado tan inaccesible últimamente. Tenía intención de hablar contigo, pero me temo que siempre aparecía algo que me lo impedía... y que yo anteponía con gusto, para ser sincera.

Bernardo la miró con aire bonachón, quitándole importancia a la situación con un movimiento de muñeca.

—Nada que perdonar, niña. Los jóvenes hoy en día tenéis una vida muy ocupada, no importa que viváis en la ciudad o aquí, en el pueblo, nunca encontráis un solo momento para pararos sobre vuestros pies y mirar lo que tenéis alrededor.

Tenía que darle la razón, su vida encajaba bastante en esa descripción, pero debía reconocer que desde su aparición en Medinabella, su consumo de helado de chocolate delante de la televisión se había visto dramáticamente incrementado y eso significaba estar parada un buen rato.

—Quería hablar contigo porque hay algo muy importante que debo decirte, Bernardo. Y esta vez no pienso posponerlo más.

El hombre se adelantó.

—Yo también. Por eso te andaba buscando, Melissa —confesó y con una mirada triste hacia su vehículo, sacó un manojo de llaves de sus gastados pantalones de pana, tendiéndoselas a la joven—. Me sentí muy mal cuando comprendí que tú querías este coche y que todo resultó haber sido un castigo por parte de tu padre. No quise molestarte en ningún momento, yo ni siquiera...

—Lo sé, Bernardo —lo tranquilizó ella—, en ningún momento te he culpado a ti. Siempre supe que mi padre era el causante y ya está olvidado.

Bernardo se acercó a ella para llevar las llaves hasta las manos de Melissa.

—Es todo tuyo, yo no tengo derecho a quedármelo y es un regalo demasiado caro aunque provenga de tu padre, que ya sabe que lo quiero como un hijo y no necesito estas cosas.

Bernardo se preparaba para que esa muchacha agarrara las llaves y saliera de su vista, en el deportivo y dejándolo allí con una mueca resignada entre una nube de polvo. Sabía que Melissa era así, que era una chiquilla egoísta y caprichosa y que probablemente tan sólo lo había estado buscando para exigirle que le devolviera su coche... pero se sorprendió de un modo muy intenso en el momento en el que ella negó con la cabeza enérgicamente y renegó de agarrar las llaves.

—Por supuesto que no, Bernardo —dijo—, este coche es tuyo. No fue sólo un regalo, fue un intercambio, ¿recuerdas? Yo me quedé tu coche también.

—¿Me estás diciendo que prefieres mi viejo coche antes que este? —Bernardo parpadeó, sin poder creerse la situación.

—¡No es tan viejo! —lo defendió Melissa—. Y es duro como una piedra, te lo aseguro.

La sola imagen de cómo quedaría su pequeño coche cuando lo pintara de rosa y comenzara a utilizarlo, ya era suficiente para hacerla suspirar de felicidad incluso siendo consciente de quién había sido la persona responsable de que ella amara tanto ese cochecito.

—¿Y entonces qué es eso qué querías decirme? —preguntó el hombre, aún sin entender—. ¿No se trata de los coches?

—Nada que ver, Bernardo. Quería disculparme por haberte tratado tan mal desde que te conocí... o desde que volví a conocerte, mejor dicho. —Se corrigió al pensar que, aunque ella no lo recordara con claridad, había visto a Bernardo en otras ocasiones de su infancia—. No tenía derecho a actuar como lo hice, ahora lo veo. Me gustaría que supieras que no es nada personal contra ti, desde que mi padre me envió aquí, no he sido realmente correcta con prácticamente nadie, me temo. Estaba resentida con mi padre y me decidí a pagarlo con el resto del mundo.

Bernardo no sabía qué decir, estaba sorprendido, pero por primera vez podía ver en los ojos azules de esa muchacha, la bondad que había visto en Francisco cuando él tenía su edad. Supo que, al igual que él, esa muchacha podría conseguir grandes cosas si se lo proponía.

—No necesitas disculparte, te lo aseguro. Eres una buena chica.

Mel sonrió y por un momento se preguntó si sería muy raro acercarse y abrazar a ese señor. Eliminó el pensamiento de su mente rápidamente; pretendía arreglar sus asuntos con el Karma, pero no de un modo tan radical y acelerado. Era pronto para cambiar tanto.

—Tengo que irme, Bernardo, el trabajo me espera —anunció, alzando su mano para despedirse—. Eres bienvenido para visitarnos en C.O. cada vez que quieras, ya lo sabes.

—Lo tendré en cuenta. Gracias, Mel.

Ella sonrió cuando por fin Bernardo la llamó por ese nombre y se dio la vuelta con rapidez, dirigiéndose hacia el extremo opuesto de Medinabella. Era hora de enfrentarse a Julen Urit y estaba convencida de que eso no sería tan fácil como había sido llegar hasta allí. Pero debía ser fuerte, aunque sólo fuera para demostrarse a sí misma que lo que Julen le había hecho no la tumbaría, sino que, de hecho, una nueva Mel Ortiz acababa de nacer.

Hola, amores :) Muy brevemente paso para deciros que he publicado una novela corta en Amazon. Se llama "Las luces del norte" y es parte de la serie "La isla de Finnèan" que comencé hace unos años. Os dejo el link en los comentarios por si queréis pasar. Podéis comprarla para Kindle y también leerla completamente gratis con Kindle Unlimited ¡Mil besos!


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