capítulo 15

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Flashback

Dicen que los lazos maternales se intensifican en el momento del parto, que el cuerpo de la mujer libera hormonas como la oxitocina, la supuesta hormona del amor. Para Ontari las largas horas de parto fueron las más intensas e infernales. ¿Qué mujer en su sano juicio quiere pasar por todo ese calvario? Prefería sufrir dolor de muelas o infección de boca antes que eso. Toda su vida oyendo a su vecina diciendo que lo más bonito que le había pasado era tener a sus hijos, pero ¿qué bullo era ese?

Exhausta y dolorida, medio desmayada entre tanto personal médico a su alrededor escuchó los fuertes llantos de un bebé. Se imaginó que todas las madres que habían buscado vivir esa experiencia sonreían, llenas de felicidad porque su hijo había nacido sano o al menos vivo. Para Ontari la sensación fue de alivio, porque ya no tendría que cargar con ese peso en su cuerpo, ni exigiría cuidados especiales. Envuelta en una manta, se la pusieron junto al pecho y en vez de sentir un hermoso calor en su pecho que la llenara de amor y felicidad al ver esos pequeños ojos castaños. Sintió mucho pesar y no lloró de alegría como algunos pensarían, lloró porque lo sentía mucho, se sentía culpable por traerla a un mundo donde encontraría sufrimientos, en una familia de la cual querría huir eternamente. James decía que escaparían, quizás en un principio se permitía soñar con algo así, pero la resignación le había vencido, puede que James escapara de esa vida, puede que él si pudiera triunfar y salir de aquel basurero al que debía llamar hogar. En el momento que tuvo a Echo en sus brazos, supo con certeza que no lo iba a conseguir:

— Te acostumbrarás a los fuertes olores de la casa, las paredes están impregnadas por el humo del tabaco, el suelo apesta a cerveza barata y el salón será la zona prohibida donde nunca, nunca deberás entrar— le susurró en una de las ocasiones que se la acercaron para que la diera el pecho— ella— se refirió a Nia claro está— tu madre te cumplirá en su cómplice para robar comida porque tu padre siempre pondrá como prioridad sus cervezas y tendrás que crecer viendo una cosa como el que el enfermo de tu padre declare su enfermizo amor a tu hermana mayor— le agarró de la manita— y cuando seas grande trataré de explicártelo para hacerte ver que eso no es normal.

— No hará falta— dijo James desde la puerta de la habitación, estaba con la ropa del almacén, por mucho que el chico hiciera por trabajar el doble y mantener sus notas, estas comenzaban a verse afectadas por el cansancio, estaba ojeroso y cansado, se acercó y se sentó en la camilla— crecerá con su tío y su...

— Dejemos de soñar James— dijo entregándole a la niña en brazos y colocándose la ropa— no puedes hacerte cargo con una responsabilidad que no es tuya, ni si quiera debería ser mi responsabilidad, esto es culpa de ellos

James comenzó a balancear sonriente a su sobrina, pues a diferencia de Ontari, le parecía demasiado escabroso llamarla hermanita, como si fuera un muñeco de trapo, meneo para un lado meneo para el otro, eso solo demostraba que el chico tampoco estaba preparado para hacerse con una responsabilidad tan grande como para cuidar de una bebé:

— Ontari, no es que tenga suficiente dinero para irnos a Brooklyn, pero si para rentar un piso pequeño durante un mes y...

Tanto meneo a la pequeña solo consiguió que expulsara los gases con algo de leche pringándole todo el pectoral. Al ver la cara de asco casi dando arcadas, Ontari comenzó a reír. James le pasó nuevamente a la niña para limpiarse esa cosa tan apestosa y agria. La morena hizo un mohín, no quería tenerla tanto en brazos:

— Guárdate ese dinero para la universidad, vive tu vida, deja de querer responsabilizarte— se encogió de hombros— Está demasiado obsesionado conmigo como para dejarme marchar, dejaría que se fuera Nia antes, pero a mi...

— No puede retenerte a su lado

— Cuando se trata de proteger a los que quiero, sí...

James se levantó como si hubiera recibido un calambre y tuvo que controlar mucho el sonido de su voz para que no le escuchara en el pasillo o en las habitaciones continuas:

—No puedes prostituirte a cambio de creer que no nos hará nada a ninguno— dijo entre dientes, se le notaba la vena en la frente, se dio unos golpecitos en la sien con dos dedos— ¿no te das cuenta de que te ha comido el tarro como a ella? No voy a irme a la universidad sabiendo que te dejo a ti y a Echo con ese degenerado— le señaló con el dedo índice en señal de advertencia— Escúchame bien Ontari, como le encuentre poniéndote un dedo encima o a Echo, no responderé por mis actos.

Y enfermizamente el enfermo, las primeras semanas colmó de regalos a Ontari y a Echo, la morena no sabía de donde podía sacar el dinero para tanto juguete o si los robaba, daba lo mismo, los tiraba todo en una esquina y en cuanto a la niña, cuando Nia estaba trabajando limpiando casas, se quedaba con ella y la trataba como si fuera su hermana pequeña pesada que le entraba la llantina justo cuando estaba en la mejor parte de los dibujos. La daba de comer, le cambiaba los pañales y se sentaba con ella enfrente del televisor para ver Bugs Bunny, era horrible tener que ponerse faja para que su cuerpo volviera a amoldarse y sus órganos lentamente volver a su lugar, en cuanto le hablaron de la cuarentena vio en ello un alivio, porque serían días en que tenía asegurado que él no se le acercaría y es que otra cosa que no le habían explicado, es que todos los meses que no había tenido la menstruación le pasaría factura. También era consciente de que él tomaría como segunda opción para desquitarse de sus frustraciones con su madre y últimamente, por muy mala persona que le hiciera sentir, ya no sentía tanta pena por ella. Debe ser que la niña prefería dormirse en brazos de Ontari, sobre todo las horas en las que emitían sus dibujos preferidos, pues cuando la morenita reía retumbaba el sonido de su risa en el pecho. En el momento que escuchó las voces de su padre y seguidamente de su madre, aquello no era buena señal. La joven Fisher se levantó con la niña en brazos y apagó la televisión, la arropó con una manta y salió del piso, no para irse lejos, porque no sabía qué hacer con la niña fuera de aquel edificio, nadie se paraba a explicarle, ni le dieron un manual de instrucciones con todos los pasos a seguir. Así que llamó al piso de la vecina Caroline:

— Disculpe— dijo la joven con la niña en brazos— ¿puedo pasar un momento a tu casa con mi hermana? — torció el gesto y miró la puerta que estaba a su espalda— ya están discutiendo otra vez

Caroline sonrió amablemente y le dejó pasar, sus hijos estaban viendo los dibujos y la chica se sentó con ellos. Aunque su vecina nunca dijo nada, tenía esa mirada de "sé que no es solo tu hermana" pero por respeto a Ontari nunca le dijo nada.

Fin del Flashback

Ontari besó a Sam, de una forma pausada tan llena de dulzura y amor, que casi respondió con un Sí solo con ese gesto. Mirando la puesta desde fuera, la playa, el agua de la orilla bañando sus pies, abrazadas y besándose, parecía sacada de una película de Elizabeth Taylor. La morena se separó unos centímetros para mirar a los ojos de Sam, en todo el tiempo que llevaba conociéndola nunca la había visto tan esperanzada:

— Te dije que me salvaras la vida presumida— dijo con un hilo de voz— no que me arrollaras demoledoramente— dio un paso atrás y agarró su mano para besársela— te amo— Sam amplió su preciosa sonrisa— pero voy a responder que... necesito pensarlo

Fue como si le hubieran echado un jarrón de agua fría. Sam apartó su mano y dio otro paso atrás alejándose de Ontari:

— Te lo tienes que pensar

Repitió Clifford, más para convencerse así misma de que esa decisión se encontraba colgando de un hilo y que viniendo de zorra implacable, había muchas posibilidades de que acabara siendo un no:

— Sam— comenzó a decir las razones— mañana voy a internar a mi madre, de la noche a la mañana, mi vida independiente y despreocupada se ha visto truncada, me tengo que hacer cargo de una adolescente rebelde y no sé cómo hacerlo— Sam asentía con la cabeza, a pesar de que se podía ver la decepción en su rostro— y de un momento a otro, después de rehuirme una y otra vez, apareces y me pides que me case contigo diciendo que te puedes morir de un momento a otro, eso no es alentador, no estoy preparada para cargar con tantas cargas emocionales— Sam sonrió con ironía y fue Ontari quien le preguntó ¿qué quería? Eso era lo que implicaba lanzarse a la piscina sin salvavidas— Estoy intentando encajar a Echo en mi vida, no puedo pensar "muy bien, planeemos una boda" necesito— se llevó las manos a la cabeza— necesito tiempo y tampoco puedo negar que te necesito, te necesito Sam— dio dos pasos y aferró de las mejillas— llevo escuchando frases absurdas de "cuando estoy contigo quiero ser mejor" he crecido pensando que era mejor estar sola porque llevo el mal en mi interior, pero cuando estoy contigo, cuando estoy contigo no es que quiera, me siento la mejor persona del mundo, porque nunca he sentido nada tan bonito cuando me rodeas con tus brazos, me besas o me hablas de un montón de hormigón en medio de una rotonda, te quiero.

Sam apretó los labios, pasó la mano detrás de su nuca y la atrajo hasta besar sus labios de una manera más fogosa. No por las palabras tan bonitas y que para nada parecía pegar con la personalidad de Ontari, si no, por la vulnerabilidad que había mostrado al hablar, muy lejos a doña zorra implacable y fría que conoció cierta noche en un bar de Charleston. De cierta forma Sam, también cambiaba mucho cuando estaba con Ontari, era como estar abrazándose mutuamente a sus salvavidas particulares:

— ¿Crees que tu hermana ha llegado a tu casa? Quiero retomar cierta actividad que dejamos en Alemania.

Ontari dibujo una leve sonrisa:

— No quiero más chocolate

— ¿Quién ha hablado de chocolate?

Parece ser que la reincorporación de Ontari a la empresa iba a retrasarse por un día más. Pues sí, fueron a su piso y sí, estaba vacío, eso le preocupó un poco a la morena, miró el reloj y aún faltaba un par de horas para que anocheciera. Pidieron una pizza, ya que las necesidades humanas básicas como era la alimentación, les pudo más que sus ganas de achucharse como dios las trajo al mundo. Sentadas en la isleta de la cocina compartiendo una pizza de masa fina vegetariana y con un par de refrescos. Ontari miró a los ojos de Sam:

— te dije que te contaría todo de mí, te voy advertir que no todo lo que escuches te va a gustar ¿estás segura de querer conocer a la verdadera Ontari?

Llegado el momento, el turno en el que Ontari Fisher acabó accediendo a mostrar lo que ocultaba su máscara. Carolina del sur, donde todo bicho frívolo, parecía ser que no era tan frívolo y como aquel momento en el que Clarke Griffin desveló el verdadero rostro de múltiple, Samantha Clifford, empezaría a descubrir los oscuros secretos de zorra implacable:

— Nací en un hospital de Queens, una de las caras feas de Brooklyn hace treinta y un años...

— Me siento como Christian Slater en Entrevista con el vampiro.

Dijo Sam mordiéndose el labio inferior, Ontari agachó la cabeza y sonrió:

— No soy tan vieja, pero algunos momentos perturbadores y macabros hay— agarró su mano y la beso con dulzura— pero debe tener en cuenta Clifford, que si revela mis oscuros secretos al mundo— se acercó y besó su cuello— le morderé este precioso cuello y me beberé su sangre.

— Guardaré sus pecados bajo secreto de sumario

Ontari sonrió:

— Bien, pues acomódate porque no es una historia corta.

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