iii. no more problems

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iii.
no más problemas








—¿Problemas en el paraíso?

Vega negó con la cabeza, divertida. No necesitaba levantar la cabeza para saber quién estaba interrumpiendo su intento de hacer una redacción decente.

—Cállate, Harry.

El chico se sentó junto a Vega, sonriendo levemente. Un par de alumnos de sexto miraron con reprobación aquello, pero no dijeron nada. Después de tres años de visitas casi diarias de Harry a la sala común de Hufflepuff, ya no decían nada, por mucho que les molestara ver a un Gryffindor y una Slytherin, en el caso de Nova, en el sitio supuestamente solo para alumnos de Hufflepuff. Habían aprendido que no valía la pena intentar echarlos porque siempre encontrarían la manera de volver a entrar, y terminaron aceptando su presencia allí, siempre y cuando no llevaran a más alumnos de otras casas.

—¿Ocupada, prima?

—Algo así, sí.

Siguiendo la costumbre que había adquirido años atrás, Vega extendió el brazo hacia Harry y le colocó bien las gafas torcidas. El chico hizo una mueca exagerada, pero no se echó hacia atrás.

—Sigues tratándome como un niño pequeño —protestó, divertido.

—¿Acaso no lo eres? —respondió ella, sin mirarle, pero sonriendo—. Solo eres un mocoso de trece años.

—Cuando tú tenías trece años, actuabas como si fueras ya adulta —recordó Harry.

—Sí, pero luego cumplí catorce y me di cuenta de que solo era una niñata. Así que, sí, sigues siendo un niño pequeño y seguiré tratándote como uno incluso cuando seamos viejos canosos, si no me matas antes de un infarto.

—¿Por qué iba yo a darte un infarto? —dijo él, inocenemente—. Si soy un angelito, solo me faltan las alas.

Vega le dio un codazo.

—¿Quieres algo, Potter, o solo hacerme perder el tiempo?

—¿No puedo solo venir a hacerle una visita a mi querida prima? —preguntó Harry, haciendo un puchero.

—No es algo que tú suelas hacer —replicó ella—. ¿Qué quieres? Decidiré si es más importante que esta aburridísima redacción de Pociones en la que sacaré una D me esfuerce o no.

—¿Estudiaste los boggarts en Defensa Contra las Artes Oscuras? —preguntó Harry.

Vega frunció el ceño, dejó la pluma y levantó la mirada hacia Harry.

—En tercero —asintió, haciendo una mueca al recordar el suyo propio—. No fue agradable. Mucho Voldemort y muchos mortígafos. Quirrell tuvo que suspender la clase a la mitad. ¿Por qué? ¿Remus os ha enseñado uno?

Harry asintió.

—¿Y el tuyo es...? —preguntó ella, suponiendo que eso sería lo que quería contarle.

—No he podido hacerlo —dijo, frunciendo el ceño—. Aunque me hago una idea de qué será.

Vega decidió hacer más preguntas al respecto.

—¿Tú tuviste que enfrentarte a uno? —preguntó Harry, curioso.

—Ajá. —Vega hizo una mueca—. Mala experiencia. ¿Ha pasado algo en tu clase?

Harry se lo pensó durante unos segundos.

—¿Los boggarts representan el miedo literalmente o pueden adoptar formas diferentes para representar uno en concreto? —preguntó, curioso.

—¿Qué quieres decir?

—Si el boggart de alguien fuera su padre, ¿su mayor miedo es su padre o su padre es la forma de representar su mayor miedo?

—Podría ser ambas cosas —dijo Vega, tras pensarlo un momento—. Hay personas que de verdad su mayor miedo es su padre. Ya depende de qué dijo el boggart y la reacción de la persona.

Harry asintió.

—Entiendo.

Vega le dirigió una mirada suspicaz.

—¿Harry?

—¿Sí?

—Ten cuidado si vas a intentar ayudar a esa persona. Los problemas familiares son complicados, ya sabes.

—No me digas —ironizó Harry—. Creo que toda nuestra situación me ha enseñado eso bastante bien.

Vega rodó los ojos.

—Ya sabes a qué me refiero, tonto. Nosotros no hemos tenido problemas en casa de tío Jason...

—¿Olvidando cuando intentamos escapar tres veces la primera semana? —preguntó Harry, divertido.

Vega enrojeció.

—No sabía si podíamos confiar en ello. ¿Te recuerdo que acababan de decirnos que podíamos hacer magia y que nuestros padres no habían muertos en un accidente de coche?

—Sí, eso fue bastante impactante —admitió Harry.

—Pero no escapamos, ¿no? Eso es lo importante.

—Hubiera sido emocionante conseguirlo. —La voz de Nova los hizo pegar un brinco a ambos. Nova dejó escapar carcajada mientras se quitaba la capa invisible y se la tiraba a Harry—. Tendríais que haberos visto las caras. Por cierto, ¿os habéis perdido el almuerzo?

—Nunca me pierdo el almuerzo, es sagrado —replicó Harry.

—Mierda, yo sí —farfulló Vega—. ¿Cuánto tiempo llevo con esta maldita redacción?

Nova se sentó a su lado, con aspecto complacido.

—Tienes suerte de que yo sea la mejor hermana del mundo y te haya traído comida. —Dejó junto a su pergamino un trozo de empanada de calabaza, otro de empanada de Cornualles y un bollo de Bath—. Fue difícil conseguir más porque estaba cerca de Crabbe y Goyle y ellos zampan sin parar, pero Tori me ayudó.

—¿Tori? —repitió Harry, extrañado.

—Astoria Greengrass —aclaró Nova—. Su hermana está en tu curso, ¿no?

Harry asintió al instante.

—Daphne Greengrass, Slytherin —confirmó.

Vega ya casi había olvidado la obsesión de Harry por aprender los nombres y casas de todos sus compañeros de curso en primero. Decía que, ya que todos conocían su nombre, lo justo era que él conociera los demás. Hubiera estado en desventaja si no.

—¿Jess y Susan siguen en el Gran Comedor? —preguntó Vega.

—Estaban terminando de comer, no tardarán en llegar —comentó Nova—. Eh, Harry, ¿qué miras?

El chico se puso de pie rápidamente, con el ceño fruncido.

—Luego nos vemos —se despidió, echándose la mochila al hombro—. Tengo clase.

—¿Desde cuándo a Harry le preocupa no llegar tarde a clase? —protestó Nova, girándose hacia su hermana.

Vega ocultó una sonrisa.

—Brigid Diggory ha salido antes que él —explicó, antes de dar un bocado a su empanada de calabaza.

En el rostro de Nova apareció una sonrisa traviesa.

—Le molestaré más tarde —decidió—. ¡Sue, te he echado de menos!

Susan y Jessica, que acababan de entrar en la sala común, se sentaron junto a las hermanas Black. Nova le pasó el brazo por encima de los hombros a Susan.

—¿Qué te ha parecido mi broma a Malfoy? —preguntó, sonriendo—. Genial, ¿verdad?

—Bastante, sí —admitió Susan, aunque parecía algo distraída—. McGonagall le ha castigado, lo que la ha hecho aún mejor.

—Genial, premio doble —dijo Nova, orgullosa.

Vega negó con la cabeza, divertida, y decidió regresar a su redacción e ignorar la charla de las dos más jóvenes. Jessica tomó asiento junto a ella y miró con el ceño fruncido las empanadas y el bollo que había sobre la mesa.

—¿Te has saltado la comida? —le preguntó Jessica, en tono de reproche, cruzando los brazos—. Mañana pienso arrastrarte hasta el Gran Comedor.

—Se me pasó la hora —se excusó Vega—. No es del todo culpa mía, es de Snape por mandar este ridículo trabajo. Además, todavía tengo que hacer el de Encantamientos e Historia de la Magia. Todo para el lunes. No llevamos ni una maldita semana de clase y ya intentan matarnos.

—Relájate, chica —aconsejó Jessica, dándole un codazo—. No es para tanto.

Vega entrecerró los ojos.

—Tú no has empezado ninguno, ¿verdad? —acusó.

Nop. Ya habrá tiempo, ¿no? Encantamientos es poco, Pociones lo haré en clase de Historia de la Magia e Historia de la Magia me da igual para ser sanadora, ¿qué más da si suspendo?

—¡Pues que suspendes! —protestó Vega.

—No es un buen argumento —replicó Jessica—. No cuando suspender me da igual, siempre que no sean las cinco asignaturas que necesito.

—No te digo que saques un Extraordinario, pero ¿por qué no un Aceptable?

Jessica se encogió, divertida.

—Porque me da igual. Pero, si te tranquiliza, me pondré ahora con Pociones. Tengo hora libre... —La rubia frunció el ceño al recordar algo—. Aunque creo que tú no. ¿No tenías Runas Antiguas?

—Sí, pero... —Vega miró el reloj y soltó una maldición—. Se ha parado. Por eso no me enteré de la hora del almuerzo. Y, por eso, voy a llegar tarde a clase. ¡Genial! Simplemente, genial.

—No hace falta que grites, Vee —protestó Nova, que se había tumbado en el sofá, al igual que Susan, y tenía los ojos cerrados—. Algunos intentamos dormir.

—Gracias por la comida, Nov —se limitó a decir Vega, antes de salir a toda prisa de la sala común.

Aritmancia. Llegaba tarde a Aritmancia. No solo tarde, sino tardísimo. ¿Por qué siquiera había elegido Aritmancia como optativa? Vega se arrepentía de las decisiones que había tomado en el pasado. Si hubiera elegido Cuidado de Criaturas Mágicas, como Jessica, no tendría que pasar por la vergüenza de llegar tarde en ese momento.

A la profesora Vector le agradaba Vega, pero era bastante exigente en cuanto a puntualidad se tratara. Vega solo esperaba que no le restara puntos tan pronto. El curso acababa de empezar, después de todo.

Tuvo suerte, pues solo tuvo que aguantar una breve regañina antes de que la maestra la mandara a sentarse.

—Siéntate, Black —ordenó la profesora finalmente, para alivio de Vega—. Copia la lista de números que he dado de tu compañero de pupitre.

Vega tomó asiento en el lugar que le habían asignado en la primera clase del curso, junto a Cedric Diggory, con las mejillas levemente sonrojadas por la reprimenda, y se apresuró a sacar su pergamino y pluma y copiar lo que Cedric le pasó. Cómo no, tenía todo copiado y perfectamente limpio.

—Esto es el número del Camino de la Vida, ¿no? —murmuró Vega, señalando una de las palabras.

—Sí, y este, el del Alma —susurró Cedric.

Vega asintió para sí y siguió copiando lo más rápido que era capaz. Una vez terminó, le devolvió el pergamino a Cedric, susurrando un simple gracias. Su mirada fue a parar a los mellizos Carrow, sentados juntos al otro extremo del aula. Callum tenía la misma expresión aburrida de siempre, Linette se mantenía inexpresiva.

La segunda le dirigió una breve mirada, descubriendo que la observaba, y Vega se apresuró a girar la cabeza. Idiota, idiota, idiota. ¿Por qué seguía buscando a esos dos con la mirada? Solo le hacía sentirse peor.

—¿Estás bien? —le susurró Cedric.

Vega notó que había apretado los puños sobre la mesa. Se apresuró a relajar las manos.

—Perfectamente.

Al haberse perdido gran parte de la explicación, Vega se encontró con que no tenía ni idea de qué debía hacer para calcular la lista de números que había copiado de Cedric y, avergonzada, le tuvo que pedir ayuda a su compañero de pupitre cuando la profesora les mandó calcularlos.

Afortunadamente, la maestra les permitía hablar entre ellos para hacer las tareas y ayudarse entre ellos, de modo que no tuvieron que andar entre susurros y vigilando que no los atrapara, como hubiera tenido que hacer en cualquier otra asignatura.

Aún así, a Vega le avergonzaba pedir ayuda e hizo lo posible por terminar cuanto antes con la explicación de Cedric, pero pronto se dio cuenta de que iba a necesitar más de un par de minutos de charla para comprender aquello.

Sí, definitivamente, tendría que haber escogido Cuidado de Criaturas Mágicas cuando le dieron la oportunidad de elegir las optativas en segundo. Jessica se lo había dicho, pero Vega había creído que Aritmancia sería interesante. Aunque no le gustaba admitirlo, era consciente de que se había equivocado. Por suerte, solo tendría que aguantar esa asignatura ese curso. Después de los TIMOs, no pensaba continuar con Aritmancia.

Para cuando la clase terminó, Vega seguía sin saber calcular la mitad de los números de la lista. Fantástico. Otra aburrida tarea más que añadir a su lista de cosas que hacer aquel fin de semana. Quinto no iba a ser fácil, eso estaba claro.

Por si fuera poco, al salir de la clase encontró tirado en el suelo un cartel de Se busca con la foto de su padre en él. Apretó los labios y siguió adelante, como si no hubiera pasado nada, aunque estaba claro que ella, al igual que el resto de sus compañeros, lo había visto.

—Sabes que podrías castigarlos, ¿no? —La voz de Cedric Diggory a su lado le asustó. El chico le miraba atentamente, como si le preocupara alguna mala reacción suya—. Eres prefecta. Y lo que están haciendo es molestar a un alumno, en este caso a ti, además de a tu hermana, así que...

—¿Crees en serio que al que ha dejado eso ahí le preocupa un castigo? —preguntó Vega, en tono resignado—. Todo lo que quieren es molestar. No es solo uno, son varios, y si digo o hago algo, solo seguirán molestando más y más.

—Si no dices nada tampoco significa que vayan a parar —replicó Cedric, en voz baja.

Vega se encogió de hombros.

—Prefiero ignorarlo y que siga así a decir algo y aumente —murmuró—. Este tema acabará cuando la fuga deje de ser noticia. Hasta entonces, solo me queda esperar.

Si Cedric no estaba de acuerdo, no dijo nada. Ambos caminaron uno junto a otro, en silencio. Vega redujo el paso al ver no demasiado lejos a los mellizos Carrow.

—¿Has entendido lo de Aritmancia? —terminó preguntando Cedric, atreviéndose a romper el silencio.

Vega hizo una mueca, sintiéndose tentada a mentir, pero sabía que eso solo la perjudicaría a ella. Jessica no podía ayudarla con Aritmancia, tampoco los gemelos ni Lee, y necesitaba entender aquello para poder hacer la tarea y, además, aprobar el TIMO. Negó lentamente con la cabeza.

—La verdad es que no —admitió, avergonzada—. ¿Tomaste apuntes de la explicación? Puedo copiarlos luego y devolvértelos antes de la cena, soy rápida escribiendo.

—Los tengo que tener en la mochila, espera.

Vega esperó pacientemente a que Cedric sacara un trozo de pergamino lleno de notas sobre la explicación del día y se lo tendiera. Vega lo guardó en su propia mochila, con cuidado de no arrugarlo.

—Gracias, de verdad —dijo, tranquilizándose un poco. Con los apuntes, sería mucho más sencillo hacer la tarea. Tal vez, no haría falta quedarse hasta la madrugada—. Si alguna vez necesitas ayuda con algo...

—No te preocupes, no ha sido nada —respondió él, sonriendo—. ¿Qué tal llevas la redacción de Pociones?

La expresión de Vega debió de ser respuesta suficiente, ya que Cedric se echó a reír.

—¿Tan mal?

—No es que esté tan mal, es que tiene que estar perfecta para que, con suerte, apruebe. Y no está perfecta.

—¿Cómo estás tan segura de ello?

—Porque sé que Snape me detesta —explicó Vega, encogiéndose de hombros—. Y me suspenderá siempre que pueda. Ni siquiera sé por qué me esfuerzo tanto. ¡Ni siquiera soy tan mala en Pociones! Pero es imposible hacerlo lo suficientemente bien para él. —Se detuvo al darse cuenta de que, tal vez, empezaba a sonar como una quejica—. Pero así son las cosas —concluyó, encogiéndose de hombros—. ¿Qué se le va a hacer? Lo bueno es que habrá examinadores en los TIMOs, no serán los profesores. Aún tengo oportunidades de aprobar.

—Eres buena en Pociones, mientras no te pongas nerviosa —comentó Cedric—. Lo he notado, siempre que fallas es porque Snape está cerca. En el TIMO él no estará ahí. Lo harás bien.

—Eso espero —masculló Vega—. Necesito Pociones para la carrera que quiero.

—¿Cuál es, si se puede preguntar? —dijo él, sonriendo levemente.

Vega agachó la cabeza, algo tímida.

—Te vas a reír.

—No creo —respondió Cedric, casi ofendido.

Uhmm. —Vega dudó, pero tampoco tenía nada que perder—. Me gustaría ser auror. De niña, decía que quería ser policía, así que cuando encontré el equivalente mágico, creí que estaría bien. —Se encogió de hombros—. Tampoco es que me llame ninguna otra profesión. Mi tío me enseñó el Ministerio y su departamento y no es algo que me llame. No sería capaz de ser sanadora, las criaturas no son mi pasión... Fui descartando y me encontré con eso. Además, mi prima me enseñó la oficina de aurores y es bastante genial.

Sonrió tímidamente al ver la expresión sorprendida de Cedric.

—Sé que no es algo que me vaya mucho, pero me gusta.

—Puedo verte como la auror Black —dijo finalmente.

Vega se echó a reír.

—No suena mal, ¿verdad? —preguntó.

—Suena bastante bien —admitió Cedric.

—¿Y tú qué piensas hacer cuando te gradúes? ¿Tienes algo en mente?

Cedric se encogió de hombros.

—La verdad es que no. Mi padre quiere que trabaje en el Ministerio, pero creo que sea lo mío.

—Hay muchos trabajos fuera del Ministerio —comentó Vega—. Puedes hacer todo tipo de trabajos, no tienen por qué ser de oficina. ¿No te gustaría entrar en algún equipo de quidditch?

—Me gusta el quidditch, pero no creo ser lo bastante bueno para ser jugador profesional —rio Cedric—. ¿Quién sabe? Puede que lo mío sí sean las oficinas. Aún tengo tiempo de descubrirlo.

—Tendremos charlas de orientación con Sprout —recordó Vega—. Mi tío nos habló a Jessica y a mí de eso. Puede que te ayuden. Y, como has dicho, aún tienes tiempo de descubrirlo.

Cedric asintió, sonriendo. El silencio llegó tras aquello. Vega se quedó pensando en algo más que decir, sin tener idea de cómo continuar la conversación. No le agradaba la idea de ir caminando en silencio hasta la sala común.

Pero no se atrevió a preguntar nada más y terminaron por llegar a su destino sin haber intercambiado palabra más. Vega le dirigió una sonrisa de disculpa a Cedric.

—Gracias por los apuntes, de nuevo —terminó diciendo—. Te los devolveré esta noche.

—Sin prisa —la tranquilizó él—. Nos vemos, Vega.

—Hasta luego, Cedric.

Vega casi corrió hasta Jessica cuando entró en la sala común, mientras Cedric iba con un par de miembros del equipo de quidditch. La rubia la miró, extrañada.

—¿Pasa algo?

—Alguien dejó un maldito cartel de Se busca para que yo lo encontrara —respondió Vega, dejándose caer en el sofá junto a Jessica.

Ésta frunció el ceño.

—Me están poniendo muy difícil lo de no intervenir, ¿sabes? Te juro que una cosa más y les diré a Fred y George que hagan algo.

—No pierdas el tiempo, no creo que paren —dijo Vega, arrepintiéndose de haber hablado—. Tampoco me importa. El propio periódico me recuerda lo mismo a diario y no por ello vamos a incendiar las oficinas de El Profeta, ¿no?

—No me tientes —bromeó Jessica.

Vega rio.

—No te preocupes, Jess, estaré bien.

—No puedes simplemente ignorar todo —protestó su amiga.

—Mira cómo lo hago —replicó Vega, sacándole la lengua—. Tengo que copiar esto rápido para poder devolverle los apuntes a Cedric, no me distraigas.

—¿Tú pidiendo apuntes? —se sorprendió Jessica—. ¿Y a Diggory?

Vega se encogió de hombros.

—Eso me pasa por llegar tarde. Tendré que llevar el reloj a arreglar cuando vayamos a Hogsmeade. Y Cedric es agradable. La guardia del otro día no fue tan mal, aunque hubo bastantes silencios incómodos.

—Todo es cosa de conocerse —respondió Jessica, en tono burlón que dejaba claro que insinuaba algo más.

Vega bufó.

—Ya te dije en verano que no pienso tener más parejas. Esas cosas siempre acaban mal. Ya tengo bastante con lo de mi padre, no quiero más problemas.

Y, sin decir más, comenzó a copiar del pergamino que Cedric le había prestado.

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