2: La terquedad de Meliodas

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Siete de la mañana en esta ciudad donde el frío te puede llegar a helar los huesos. Estaba lista para iniciar este día que de habitual no tendría nada.

Un café nos energenizaba y ahuyentaba del cansancio que teníamos por habernos trasnochado: Meliodas duró hasta tarde repasando varios temas porque la semana entrante tendría dos exámenes importantes de la universidad, estaba muy dedicado a su estudio ya que había comenzado el último semestre de su carrera.

Yo también no tuve tiempo para dormir plácidamente: planeaba mis líneas para hoy, tendría que salir en un programa del canal al que trabajo dando una opinión, ya llevo medio año ahí y con los últimos acontecimientos del país, he estado destacada en redes por mis directos comentarios, que involuntariamente terminaron por afectarme de otras maneras, pero aún así, no me arrepentía de nada.

—Uff, tengo pánico de los modulares de la semana entrante, así sean sólo 2 entre el lunes y miércoles y sin importar que tanto conozca del tema, siempre me da nervios —batía con la cuchara plástica que siempre traía por el cuidado a la pandemia, no usábamos utensilios que nos dieran en cualquier local de comida. El café estaba que hervía.

Me daba mucha culpa de que con esas ojeras de cansancio que tenía debajo de los ojos, quisiera acompañarme a cubrir las protestas de hoy 7 de agosto, ¿por qué era tan terco?, ¿cómo le hacía entender que no tenía que sobre exigirse siempre por mi?, yo estaría bien, no me gustaba verle así de demacrado.

—Te comprendo Mel, ¿pero sabes?, Tu eres muy estudioso y hábil, recuerda todo lo que ya haz pasado hasta llegar a este semestre, dificultades gigantescas, como el consultorio jurídico de veces pasadas, aún me acuerdo cuando me comentabas los nervios que tenías cuando debiste ayudar a la tutela de una señora jsjjsjs. Así que ¡ánimos!, lo puedes hacer, eres muy inteligente Meliodas, lo harás bien. Y si no sale como lo esperabas, no te alteres, todo en esta vida tiene solución, menos la muerte —le dí un corto pero fuerte abrazo, lo tenía sentado a mi lado.

—Nishinishi, gracias —alivianó su pensativa cara y se permitió sonreírme, apesar del tapabocas se notaba—. Eres muy buena alentando a la gente Elizabeth jsjjs. Te debo unos besitos eternos en gratitud —me miró con pillería y entrelazó nuestras manos.

—Es una labor gratuita, pero si me quieres recompensar, no tengo objeción jsjjs.

—Entonces declaro el caso cerrado señorita —hubiéramos continuado así un rato más, pero cuando Meliodas miró en su reloj de mano la hora, nos dimos cuenta del poco tiempo que quedaba para las 9 am, pagamos y  arrancamos de esa cafetería a todo paso.

No estábamos muy lejos de donde tenía que reunirme con Gowther, mi camarógrafo.

Gowther Vásquez Vergel, de 28 años y con buen manejo en su trabajo con la cámara, desde que me uní este año al canal nos asignaron juntos, experto y simpático, aunque a la hora de trabajar era dedicado. Somos un buen equipo como corresponsales del canal 2 (con sede principal en otra ciudad, Cali), en Bogotá, la capital, necesitaban a más personal que cubriera desde otras partes del país, y viéndolo  también como una forma de impulsar el trabajo en los próximos jóvenes graduados en periodismo, empezaron a buscar aspirantes, no dejé perder esa oportunidad y aquí estoy.

Ya divisábamos a Gowther, sentado en una banca del gran parque que era uno de los tantos puntos de concentración en la ciudad, en pocas palabras: era donde la gente empezaría a aglomerarse como punto de partida de marcha, la mayoría de veces en dirección a la plaza Bolívar

—Hey, ¡buenas Gowther!, ¿cómo andas? —enfrente de mi compañero listo y ondeando su pañuelo en el lente de la cámara, mi novio le saludó con confianza; no era la primera vez que de necio Meliodas se venía conmigo para "asegurarse de que yo regresara bien", de sus mismas palabras, sé que en mi posición y mi labor estoy en cierta incertidumbre de lo que me puedan amenazar, pero uno no puede estar viviendo de expectativas y augurios que aún no existen, soy periodista independiente porque estoy dispuesta a sus consecuencias. Aún así, entendía bien a Meliodas.

—Hola Meliodas, ¿otra vez por estos lares?, ¡genial!, eres agradable parcero —chocaron ambos sus puños como saludo, eran algo amigos desde hace unos meses por lo mismo de que mi rubio andara acompañándome—. ¡Hola Eli!, ¿lista para hoy?, la cosa estará algo pesada jsjsjjs.

—Hola Gowther, si, yo creo que hoy tendremos que cubrir por arto terreno, sólo espero que no terminemos como otras veces en medio de enfrentamientos jsjs.

—¡Eh si!, ¿te acuerdas que por allá de un día de abril, casi nos impactan con unas tanquetas de la policía?, si no nos hubiéramos tirado al suelo no sabría que tan fuerte hubiese sido el impacto, uff, que miedo —¡te pasas Gowther!, ¿tenías que me mencionarlo cuando tengo a Meliodas al lado?. Él, tratando de disimular su leve incomodidad a que yo no le hubiese contado nada antes, me miró como quien dice: "¿que tienes que decir al respecto?", con una ceja levemente levantada.

—Eh, eh, si, me acuerdo jejeje, que horror esas cosas, ¿no? —estaba nerviosa y Meliodas lo sabía a leguas, trataba de no mirarle y sólo enfocarme en Gowther y en el micrófono que había sacado para pronto empezar a emitir.

—Si, oye...y hablando de estas cosas locas de nuestro trabajo, ¿te acuerdas de la otra vez que un...—¡oh cielos Gowther, cállate!, me estoy metiendo en serios problemas con Meliodas por no haberle contado varias de esas situaciones de mi trabajo, el tan insistivo que es con mi seguridad por las encrucijadas en que me he metido, y no es que sean pocas en realidad:

—Denuncié en el medio actual en el que trabajo un caso de corrupción perpetrando por la ministra de las Tic, 70.000 millones de pesos desaparecidos que estaban destinados para el internet de los niños en esta pandemia, el contratista se los llevó a un paraíso fiscal prácticamente.  Fuí yo quién hice esa investigación y la publiqué hace un mes, es un escándalo nacional e incluso, es probable que le hagan una moción de censura para su destitución del cargo. He sido amenazada por gente inescrupulosa y realmente me metí en un problema porque esa señora, es una ficha más del clan Char (unos politiqueros que se han mancillado en Barranquilla), el partido cambio radical y Vargas Lleras. Karen Abudinen está hoy mismo en el ojo del huracán.

—Antes de lo anterior mencionado, ya había echo otras cosas ásperas:

Le cante la tabla a varios políticos destacados del país (y no por cosas buenas), les demandé de los hechos que habían cometido, les interrogué su opinión y el resultado fué: una amenaza grave que ameritó una denuncia, que al final, terminó engabetada, o sea, prácticamente ignorada.

Definitivamente, lo que es meterse a denunciar los crímenes de los narcopolíticos es un tema muy serio, especialmente si juzgas a sus más grandes representantes, como yo hice, al expresidente eterno.

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