ᴄᴜᴀʀᴛᴀ ᴘᴀʀᴛᴇ

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Un eco distante de cascos resonaba entre los árboles, anunciando la llegada de un nuevo grupo. Cabalgando sobre sus elegantes corceles, seis amazonas se abrieron paso entre los árboles. Entre ellas se encontraban los cuatro hermanos, acompañados por dos decididas guardias que los custodiaban y velaban por su seguridad en cada paso del camino. Una de las guardias lideraba el grupo con destreza, mientras la otra protegía la retaguardia, manteniendo una mirada vigilante en todo momento.

Repentinamente, la guardia que encabezaba el grupo con un movimiento hábil detuvo su caballo y levantó la mano en un gesto de alto. Con voz firme, anunció que habían llegado a su destino. Los hermanos Amazonas descendieron de sus corceles con agilidad y la última guardia tomó las sogas, amarrando con destreza los caballos a los árboles cercanos para asegurarse de que no escaparan. Mientras tanto, la primera guardia indicó a las hermanas que la siguieran, adentrándose en el campamento con determinación.

El campamento, situado en lo profundo de un bosque antiguo, se encontraba iluminado por el resplandor suave de la luna. Los árboles altos y frondosos formaban una especie de escudo natural alrededor, ofreciendo una sensación de protección y aislamiento. El aroma dulce y terroso de la vegetación llenaba el aire, mientras que el murmullo suave de un arroyo cercano brindaba una banda sonora tranquila y serena.

El campamento en sí era modesto, compuesto por cuatro carpas colocadas en forma de semicírculo alrededor de una fogata central. A medida que los hermanos se acercaban al campamento, las dos guerreras que las custodiaban se posicionaron en puntos estratégicos. Con miradas de determinación, intercambiaron un breve saludo silencioso y se dispusieron a vigilar el campamento y a sus valientes compañeras.

El ambiente estaba cargado de anticipación y nerviosismo. Los cuatro Amazonas sentían la gravedad de su misión y la responsabilidad que recaía sobre sus hombros. Aprovechando que las guardias tomaban sus posiciones se reunieron alrededor de la fogata central, compartiendo un breve momento de conexión antes de separarse para enfrentar sus propios desafíos. El calor y el resplandor del fuego danzaban en sus rostros, creando un ambiente reconfortante en medio de la incertidumbre.

Sus ojos se encontraron, transmitiendo palabras no dichas pero entendidas entre ellos. En un instante de silencio significativo, los cuatro Amazonas se separaron, caminando hacia sus respectivas carpas. Aunque las distancias entre ellos eran mínimas, parecían ahora un mundo aparte. Sin embargo, cada paso que daban estaba cargado de la fuerza y la determinación que habían compartido en ese breve encuentro.

Con pasos decididos, los Amazonas ingresaron a sus carpas.

[PRIMERA CARPA]

Dentro de la estrecha carpa, un encuentro inesperado tuvo lugar entre un decidido amazona y un misterioso gargario llamado Namjoon. En el instante en que sus miradas se cruzaron, sintieron una conexión instantánea, una atracción que chocaba directamente contra los planes que cada uno había trazado. Aunque se encontraban cautivados por la presencia del otro, sabían que no podían permitirse desviarse de sus propósitos.

La pelea fue breve pero intensa. El amazona, ágil y bien entrenado, luchó con todas sus fuerzas a pesar de estar en desventaja. Sin embargo, su falta de armas lo colocaba en una posición desfavorable frente al gargario, cuya habilidad en combate cuerpo a cuerpo era impresionante.

A pesar de su enérgica resistencia, Jin no pudo superar las habilidades de Namjoon. Con movimientos precisos y rápidos, él lo sometió y lo inmovilizó contra la cama, manteniéndolo bajo su control. Su aliento agitado y el brillo de determinación en los ojos del amazona no pasaron desapercibidos para él.

Mirándolo fijamente, Namjoon sintió un aprecio creciente por la valentía de la amazona. A pesar de la lucha, reconocía su fuerza. En un gesto de clemencia, él habló con voz suave pero firme.

—No quiero matarte. Por favor, solo coopera —dijo Namjoon, dejando entrever una chispa de compasión en sus ojos.

Jin, atrapado pero sin rendirse, sintió una oleada de emociones contradictorias. Aunque su objetivo original permanecía intacto, se encontraba intrigado por la humanidad que percibía en Namjoon.

Consciente de que sin sus armas y sin poder hacer ruido, no tenía oportunidad de vencer al gargario, Jin decidió tomar una estrategia arriesgada, fingió rendirse, destensando lentamente su cuerpo para dar la impresión de sumisión. Su principal preocupación en ese momento era evitar que las dos amazonas de guardia descubrieran su enfrentamiento y sus planes ocultos.

Mientras el agarre de Namjoon se aflojaba gradualmente, Jin aprovechó la oportunidad para liberarse, desplegando una destreza y agilidad sorprendentes. Con movimientos rápidos y precisos, se colocó encima de su oponente, sintiendo el control momentáneo de la situación. Sin embargo, su triunfo se vio truncado cuando el gargario, sacó sigilosamente un cuchillo oculto de entre sus pertenencias.

La mirada de Jin se oscureció mientras retrocedía rápidamente para poner distancia entre él y la amenaza del cuchillo afilado. Sin perder un segundo, reaccionó instintivamente. Con un rápido movimiento, se quitó su capa y la arrojó sobre Namjoon, intentando distraerlo y desorientarlo. Pero la respuesta de Namjoon fue aún más veloz. Con un ágil movimiento de brazo, apartó la capa de un empujón, despejando su visión.

En un giro repentino, Namjoon enrolló sus piernas alrededor de la cadera de Jin, aprovechando su cercanía y equilibrio para invertir sus posiciones. En un abrir y cerrar de ojos, Jin se encontró ahora bajo el peso del gargario, su cuerpo aprisionado y su respiración entrecortada. La hoja afilada del cuchillo se acercó peligrosamente a su cuello.

Sin embargo, no lo atacó.

En ese instante, la atracción irresistible hacia Jin se hizo evidente, teniéndolo bajo su cuerpo, un rápido vistazo le permitió apreciar su innegable belleza, pero antes de rendirse a sus deseos, sintió la necesidad de descubrir los secretos que el otro guardaba. Namjoon rompió el silencio y comenzó a hablar con sinceridad.

—Solo quiero escapar de aquí, no deseo hacerte daño —dijo, mientras bajaba lentamente, pero sin bajar la guardia, del cuerpo del amazona. Se apartó de la cama y se posicionó frente a la entrada, sus ojos observando cada movimiento del amazona con cautela.

Jin, con una mezcla de desconfianza y curiosidad alzó lentamente su mirada hacia Namjoon. Sus ojos reflejaban una intensidad indescriptible mientras su mente evaluaba las palabras del gargario. Con voz firme y con una mirada penetrante, preguntó:

—¿Cuál es tu nombre? —sus palabras salieron con una cautela palpable, mostrando la precaución que aún albergaba en su interior.

Namjoon respondió al instante, notando la mirada fija de la amazona.

—Namjoon —dijo, devolviendo la pregunta—. ¿Y el tuyo?

Jin, sin bajar la guardia, se reajustó en la cama, su mirada fija en Namjoon. Sus ojos reflejaban una mezcla de cautela y desconfianza mientras evaluaba al gargario frente a él.

—Adonia —dijo secamente.

Namjoon, sin dejarse intimidar, sonrió suavemente, mostrando por primera vez sus hoyuelos que parecían destellos de ternura en su rostro.

—Bonito nombre —respondió, su voz llena de calidez y genuina apreciación.

La sonrisa de Namjoon provocó una pequeña chispaen Jin. Por un momento, sintió el impulso de corresponderle, pero una pregunta inquietante se apoderó de su mente.

—¿Por qué no me mataste? —inquirió, su voz flotando en el aire, cargada de desconfianza y curiosidad.

Namjoon mantuvo su serenidad, tomando un breve momento para elegir cuidadosamente sus palabras y transmitir confianza a través de su lenguaje corporal y expresión facial. Sabía que la respuesta que diera en ese momento podría determinar el curso de su relación.

—Nunca tuve la intención de hacerte daño —respondió Namjoon con sinceridad, sus ojos buscando los de ella—. Aunque pueda parecer contradictorio, sólo pensamos robarles para poder huir y seguir libres.

—"pensamos" ¿Acaso hay más personas metidas  en esto? — inquirió Jin, frunciendo el ceño. La imagen de sus hermanos se hizo presente en su cabeza,  haciendo que la preocupación se apoderará de él. Hizo un ademán de irse pero fue detenido por el gargario.

—No están en peligro —aseguró Namjoon, captando la preocupación en la mirada de Jin—. Mis hermanos no les harán daño, por favor, escúchame primero.

Jin frunció el ceño, sin bajar su guardia, pero intrigado por las palabras de Namjoon. Una mezcla de desconfianza y curiosidad se reflejaba en sus ojos mientras sopesaba sus opciones. Finalmente, decidió bajar su postura defensiva y se sentó en la cama, permitiéndole a Namjoon acercarse un poco más.

—La vida como gargario es intolerable —explicó Namjoon, su voz cargada de pesar—. Trabajamos arduamente y se nos arrebata la mitad de lo que producimos. No podemos tener armas, ni más animales que los necesarios para alimentarnos. Nuestra ropa se reduce a un par de mudas.  —Jin lo sabía, pero escucharlo de Namjoon le causó remordimiento y culpa. —Adonia, mis tres hermanos y yo solo anhelamos la libertad. Si aceptan ayudarnos, les recompensaremos de alguna forma.

—¿Qué clase de recompensa pueden ofrecernos unos gargarios? —dijo, dudando de salir beneficiados con esa propuesta de alianza.

—Lo que sea que deseen. —vaciló un momento, pero finalmente se atrevió a preguntar—¿también deseas huir? No creas que no noté que evitabas hacer ruido. Acaso... ¿No quieres que el resto de Amazonas se enteren?— dejó la pregunta en el aire.

—No te quieras pasar de listo. —replicó Jin— No saques conclusiones tan rápidamente, consideraré ayudarte a ti y a tus hermanos, la recompensa que mencionas lo decidiremos luego, ¿te parece?

—¿Qué garantías tengo de que puedo confiar en ti? —cuestionó Namjoon, buscando respuestas claras antes de bajar completamente la guardia.

Jin suspiró, comprendiendo la desconfianza del gargario. Se levantó de la cama y se acercó lentamente a él, sus ojos clavados en los suyos. Con un tono tranquilo y un toque de falsa dulzura, dijo.— No tienes más opciones ¿o sí? Un solo grito mío bastaría para que tú y tus hermanos terminen muertos en menos de 5 minutos.

Namjoon tragó grueso comprendiendo la amenaza del amazona pero no se dejaría intimidar tan fácilmente —De acuerdo, pero necesitamos que nos brinden armas y ma-

Namjoon se vio interrumpido por unos delgados dedos en sus labios.

—Tranquilo, guapo. Haremos las cosas a mi manera, sin errores ni traiciones. Si intentas algo, te aseguro que no saldrás ileso.—declaró Jin, retirando lentamente sus dedos de los labios del contrario.

Namjoon asintió, aceptando el compromiso y respetando la posición del amazona. Sabía que tenía que ganarse su confianza y estaba dispuesto a demostrar su lealtad a través de sus acciones.

[SEGUNDA CARPA]

Hoseok se encontraba impaciente y nervioso, sentado en la cama mientras esperaba la llegada de la amazona. De repente, escuchó cómo unos pasos se acercaban lentamente y una sombra se dibujaba a través de la carpa. Su cuerpo se tensó al instante y su mano se deslizó de forma instintiva sobre el cuchillo que guardaba entre sus ropas.

Sin embargo, en el momento en que Taehyung entró, todos los planes meticulosamente elaborados por Hoseok se desvanecieron de su mente en un instante. Su mirada quedó totalmente cautiva por la presencia del otro, y una oleada de fascinación lo invadió por completo. La imagen de Taehyung frente a él era tan impresionante que Hoseok se vio incapaz de pensar en cualquier otra cosa.

El cabello café de Taehyung estaba recogido en una coleta, con pequeños mechones que caían delicadamente sobre su rostro. Poseía un cuerpo alto y esbelto, unos ojos cafés que reflejaban curiosidad, pestañas largas que enmarcaban su mirada, labios delgados con un suave tono rosado y mejillas levemente sonrojadas. A pesar de llevar un vestido algo suelto y pequeñas piezas de oro que adornaban su cuerpo, Hoseok podía apreciar la gracia y la buena figura que poseía.

Para él, era el ser más hermoso que había visto en su vida.

Incapaz de contenerse, Hoseok le dedicó una sonrisa. Taehyung, sorprendido por la alegría que mostraba el gargario, se quedó estático en la entrada, observando atentamente. Hoseok era apuesto, algo que Taehyung no podía negar.

Aunque sus planes originales implicaban dañarse mutuamente de alguna manera, la presencia del otro hizo que esos planes parecieran menos importantes.

Decidido a romper el silencio, Hoseok se presentó con una sonrisa amable en su rostro.

—Hola, soy Hoseok. Es un placer conocerte —pronunció, deseando establecer un vínculo más amigable y esperando que su gesto fuera bien recibido.

Taehyung, aún dudoso y cauteloso, respondió con cierta reserva.

—Soy Kineta. El placer es mío, supongo —contestó, manteniendo cierta distancia pero mostrando una pequeña apertura a medida que observaba al gargario con detenimiento.

Hoseok, con su corazón latiendo rápidamente en su pecho, extendió la mano en un gesto de saludo amistoso. Taehyung, todavía cauteloso pero intrigado por la presencia del gargario, aceptó el saludo y estrechó la mano del contrario.

—Hola, Kineta. Es un nombre hermoso —dijo Hoseok, tratando de mantener la calma a pesar de la emoción que lo embargaba—. Me alegra conocerte.

Taehyung asintió ligeramente, observando atentamente a Hoseok. Había algo en la forma en que el gargario se presentaba, con una sonrisa amable y una actitud abierta, que le generaba una pequeña chispa de confianza.

Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos por la inesperada llegada de alguien más. Hoseok se puso en alerta al instante, posicionándose frente a Taehyung en un gesto protector.

Era Jin, que entró abruptamente y pasando por encima del gargario, inspeccionó rápidamente el cuerpo de su hermano en busca de señales de daño, y al no encontrar ninguna, comenzó a hablar en voz baja pero firme.

—Tae, no sé cómo vas a tomar esto, pero escúchame atentamente —Taehyung asintió sorprendido, percatándose de que Hoseok fue llevado por el otro gargario a la otra esquina de la carpa—. He decidido formar una alianza con ese gargario.

La mirada de Taehyung se apartó inmediatamente del gargario y se dirigió hacia su hermano, con una expresión de alarma en su rostro.

—¿¡Le contaste!? —preguntó en voz baja, con evidente preocupación.

—Por supuesto que no, ¿acaso crees que soy estúpido? —respondió Jin, también en un susurro—. Y baja la voz, podrían sospechar.

Antes de que pudieran continuar la conversación, los otros hermanos ya estaban mirándolos con cierta inquietud.

Hoseok no pudo evitar preguntar, con un deje de decepción en su voz— ¿Acaso Kineta no está de acuerdo con la alianza?

Kineta le dedicó una pequeña sonrisa y negó con la cabeza, tomando el brazo de su hermano y susurrándole al oído—. Hablemos en casa.

Jin asintió y lanzó una mirada rápida a Namjoon, quien entendió al instante. Se despidió de su hermano y junto a Adonia se retiraron de la carpa, listos para dirigirse a las dos carpas restantes.

[TERCERA CARPA]

Jungkook ingresó a la carpa y sin pronunciar una sola palabra, se abalanzó sobre su adversario, desplegando sus habilidades y destrezas con una intensidad feroz. Yugyeom no tardó en responder pero el amazona se movía con agilidad felina, esquivando los ataques del gargario mientras trataba de encontrar una oportunidad para matarlo.

Cada golpe y cada bloqueo resonaban en el pequeño espacio, pero ambos combatientes evitaban hacer ruido para no alertar a los demás. Era una lucha silenciosa, un ballet mortal ejecutado en la penumbra.

Jungkook, con su destreza y notable entrenamiento, lograba evadir los ataques precisos de Yugyeom, desafiando su fuerza bruta con movimientos ágiles y elegantes. A pesar de su poca experiencia en una pelea cuerpo a cuerpo, su astucia y habilidad marcial eran sus mayores armas.

Con cada movimiento calculado, el amazona cerraba la distancia entre ellos y contraatacaba con precisión. Sus puños y piernas eran ráfagas de energía, buscando debilitar a Yugyeom y abrir una oportunidad para poner fin al combate.

A medida que la lucha se intensificaba, la determinación en los ojos de Jungkook se volvía más evidente.

La habilidad y destreza del amazona finalmente se impusieron. Con un movimiento hábil, derrotó a Yugyeom y lo inmovilizó contra la cama. El gargario luchó por liberarse, pero sus esfuerzos fueron en vano ante la superioridad de su oponente.

Jungkook clavó su mirada en los ojos del gargario, buscando respuestas en su mirada desafiante. La tensión entre ellos era palpable mientras el silencio parecía vibrar con la intensidad del momento.

—Di tus últimas palabras—exigió, su voz apenas un susurro penetrante en el aire cargado.

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Gracias por leer 😺.

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