capítulo 4

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Samantha trabajó en dar con la casa o, mejor dicho, la granja, solo por el nombre que le había dicho, investigó el área y esa zona estaba rodeada de casas y granjas, no las típicas granjas de animales eran casas elegantes y que podrían valer muchísimo, por eso no encontrarían fácil. Llamó a la inmobiliaria que solía encargarse de esa zona, lo que tiene carecer de competencia, solo había dos y si no era una, era otra, teniendo la suerte de que la primera si le dio los nombres de las casas que habían vendido por esa zona. Farm House Dog, resultó ser la única, con la palabra House en el nombre. Tenía que ser esa y tendría que conseguir de cualquier forma una orden de registro, pero no sería fácil, había investigado a los dueños, una familia con dos hijos y él hombre resultó ser un hombre de negocios con varias cadenas de supermercados.

El joven tras rememorar aquella mala experiencia se fue a otro bar donde había quedado con un amigo, al bar "the brothers" estaba tomando una copa el momento en que su amigo se fue a bailar cuando al otro lado de la barra vio a alguien que le hizo helar la sangre, se giró dispuesto a salir y llamar a la detective, pero paró en seco y se armó de valor antes de acercarse al supuesto Marck:

- Hola- dijo con fingida voz seductora mientras se apoyaba en la barra junto a Marck- cuanto tiempo.

Los labios de ese hombre se curvaron y si no fuese porque ya sabía como era y de lo capaz que era de hacer, tendría una sensación de que era un hombre normal:

- Hola, bastante sí.

- ¿te gustaría tomar otra? - preguntó el chico mientras llamaba al camarero- Estoy sediento- el camarero se acercó y el chico se inclinó un poco hacia delante para que el camarero le oyera mejor- dos de lo mismo que esté tomando.

El camarero asintió y se marchó:

- ¿Has venido acompañado?

Preguntó el supuesto Marck:

- Sí- le respondió mientras señalaba a su amigo que en esos momentos estaba mirando a su dirección y lo saludó, como diciendo ahora él también te ha visto- ¿y tú?

Ya sabía la respuesta a esa pregunta:

- Solo, siempre vengo solo.

- Oye, no me has dicho a que te dedicas.

El supuesto Marck iba a responder cuando dos chicos se colocaron al otro lado y la conversación que estaban teniendo atrajo su atención:

- Ya me han dicho que las autoridades están investigando todas las desapariciones.

Dijo el hombre más alto, calvo y de mediana edad, su vestimenta intentaba aparentar un estilo más juvenil:

- Ya iba siendo hora, espero que cojan al hijo de puta que esté haciendo esto.

La expresión del supuesto Marck cambió y no ocultó su disgusto, el hombre afable miró airado al chico que se le había acercado:

- Me tengo que ir.

- Espera...

Intentó detenerlo, pero este solo hizo una breve pausa para despedirse con voz gélida:

- Gracias por la copa, la próxima vez que nos veamos, te prometo que veamos jugaremos más duro.

El chico quedó estupefacto y observó como el supuesto Marck se escabullía entre la gente. En cuanto reaccionó salió del local y llamó primero a la investigadora y después a la detective Clifford, obviamente ambas dijeron que irían enseguida a pesar de que ya eran horas intempestivas. Samantha Clifford apareció con la misma ropa porque aun no se había acostado, sin embargo, Fisher iba con ropa de deporte, ya que antes de dormir prefería correr sus 45 minutos en la cinta de correr, así que efectivamente, tenía pintas de haber estado ejercitándose durante un buen rato y agradecía no tener un sudor fuerte.

El joven las esperó en compañía de Edward, su amigo, después de lo que le dijo el tal Marck, no quiso quedarse solo. Quedaron en un restaurante de comida rápida que abría las 24 horas, vamos, el típico restaurante que se llenaba de borrachos a esas horas. La primera en aparecer fue Clifford, en cuanto vio a los jóvenes sentados en la tercera mesa que estaba en la hilera junto a la pared izquierda, el restaurante apestaba entre comida rápida y al sudor a alcohol de la gente que había ahí, la rubia que era abstemia le resultó desagradable, incluso juraría que uno tenía una mancha de vómito en la camisa, a ese tipo de comportamientos lo llamaba "autosabotearse":

- ¿Cómo estáis chicos?

Dijo Samantha sentándose enfrente de los jóvenes:

- Aun me tiembla la mano.

Dijo Thomas, el joven que sobrevivió, solo que en vez de a Voldemort sobrevivió a otro ser despiadado, mostró su mano y su pulso temblaba:

- Esperemos a Fisher y nos cuentas lo que ha pasado.

Ontari tardó casi quince minutos, era la que más rasgos de cansancio mostraba y es que como anterior se había mencionado, ella era investigadora y daba mucha importancia dormir mínimo seis horas, ya estaba siendo demasiado tarde:

- Perdonad el retraso.

Se disculpó la morena mientras se sentaba al lado de Clifford:

- Cuéntanos no que pasó.

Instó la rubia:

- Me volví a cruzar con el supuesto Marck- Clifford ya sabía el verdadero nombre y obviamente no se lo iba a decir a Thomas, él era un testigo, no debía implicarlo más de la cuenta en la investigación, sobre todo que no se viera influenciado los días que tuviese que declarar si es que el caso llegase a juicio- hablé con él, intenté averiguar más cosas de él, pero debió escuchar algo que no le gustó...

- ¿algo que dijiste?

Preguntó Fisher:

- No, algo que escuchó de otra conversación, no lo llegué a escuchar bien, pero sea lo que sea lo cabreó e hizo que se marchase deprisa.

Ontari y Samantha intercambiaron miradas y fue como si se leyeran el pensamiento:

- ¿Habrá descubierto que estamos tras él?

Preguntó la morena:

- Sí es así, puede que cese su actividad delictiva.

Comentó Samantha:

- Gracias por avisar- le dijo de manera considerada la morena a Thomas- ¿necesitas algo? ¿podemos ayudarte de alguna forma?

- No, yo solo quería decíroslo, solo espero que sea lo que sea que le haya espantado que perdure y no vuelva a secuestrar a ninguno más, aunque eso os complique el trabajo.

La rubia sonrió:

- Lo entendemos, tampoco queremos que salga nadie más herido ¿le acompañas a casa?

Preguntó al amigo de éste a lo que respondió asintiendo con la cabeza. Tras una breve conversación con los chicos se despidieron y ambas permanecieron por un rato más en aquel lugar, ya ni modo, se pidieron un café y estuvieron divagando sobre lo que habían descubierto y lo que podría ocurrir a partir de ahora si el sospechoso había descubierto que iban detrás de su pista:

- Puedo intentar conseguir la orden de resgistro, pero ya sabes- dijo Clifford- soy detective Cerda Clifford, no lo voy a tener fácil y más si mi testigo es homosexual.

- Lo conseguiremos- animó Fisher- no seré policía, pero hasta el momento nadie se me ha escapado y este puerco no será el primero. 

Samantha se inclinó un poco para hablar más bajo y gesticuló con la mano dando unos golpecitos en la mesa con el dedo índice:

- creo que se llama William Henderson, la única casa con un nombre similar al que dijo Thomas es Farm House Dog.

- Joder, anda que podían ponerle otro nombre a la granja, aunque sí llega a ser el asesino un puto perro es.

Clifford torció el gesto:

- no insultes a los pobres perritos.

- no me gustan les tengo alergia.

La dijo con voz seriedad:

- Entraste en mi lista negra, escucha esto del tal Henderson ese son especulaciones, solo se me ocurre vigilarlo y si en todo el tiempo que tenemos- se señaló los ojos- la mirada en su nuca y no desaparece ningún otro chico es que es nuestro hombre.

- ¿Pretender que vayamos ahora a vigilar su casa?

Preguntó con ironía la morena:

- No, yo quiero ir a casa a dormir- se acercó a Ontari y movió las aletas de la nariz- e intuyo que tu querrás ducharte y quitarte el olorcito a hembra sudada.

- En ocasiones puedes llegar a ser algo irritante ¿te lo han dicho?

Clifford le guiñó el ojo y dibujó una sonrisa pícara:

- por algo me llaman cerda.

- Anda vamos, vine en taxi y no tengo dinero para otro, acércame a casa.

Casi fue una orden más que una petición, si Samantha tenía confianza para hacer ciertas bromas, Ontari también podía tener y aprovecharse de esa confianza. En el fondo y aunque ambas no lo habían dicho ni dado importancia es que conectaban a la perfección. Samantha no se levantó y se mantuvo sería:

- No quiero.

Ontari dibujó una sonrisa irónica y la enseñó el dedo corazón. Samantha carcajeó y se puso de pie:

- vamos, aparqué en el aparcamiento que está al final de la calle.

Ambas caminaron calle a bajo en silencio en un principio. Hasta que el cartel luminoso de un pequeño local atrajo la atención de la rubia y detuvo a la morena mientras mantenía su mirada fija en la mano luminosa de color rosa con un ojo en la palma de color azul y el nombre "Pitonisa Lolis" parpadeando Fisher al percatarse de la cara pícara que está poniendo la rubia supo enseguida lo que pretendía:

- Oh, no, no creo en esas mierdas.

- Yo tampoco- se sinceró la rubia- pero será divertido, venga- hizo el amago de ir hacia la tienda, pero paró a la espera de que la morena se moviese- vamos, imagina que dice algo del caso.

Ontari dejó escapar un suspiro y se dio por vencida:

- lo que hará es leernos las caras y dirá cosas genéricas y esperará que le busquemos el sentido.

- Joder, debes de ser el alma de la fiesta.

Ontari curvó la comisura de los labios y dijo:

- Ya lo eres tú por mi.

Ambas entraron en aquel pequeño local, Fisher supuso que estaba abierta a esas horas porque habría que estar borracho para entrar ahí y ser el autor de esta novela negra también lo digo. Nada más entrar estaba el recibidor y detrás había una puerta con una cortina de lentejuelas, una escena llenas de clichés, una mujer de mediana edad con turbante y vestido de seda dorado salió a recibirlas:

- Os estaba esperando.

Dijo con voz suave. Ontari miró a su espalda, como si ese recibimiento no fuese con ella:

- Pues a buena has ido a esperar.

- venid, pasad y os leo las cartas.

La mujer entró a la otra pequeña habitación y Clifford miró a Ontari, sonreía casi con excitación, obviamente tampoco creía en esas cosas, pero le parecía divertido:

- Vamos.

- trata de no reaccionar, no se lo pongas tan fácil- le dijo la morena- pon tu cara de poker.

- sí, sí.

La rubia entró en la pequeña habitación seguida de la morena. La decoración, muy esotérico todo. La mesa redonda al centro con la típica bola de cristal, velas, figuras con formas cadavericas, manteles de terciopelo rojos y dorados, como se mencionó anteriormente, todo muy cliché, la Pitonisa Lolis ya estaba sentada y había colocado la baraja de cartas bocabajo:

- ¿quién quiere partir la baraja primero?

Clifford se sentó primero y fue la primera en lanzarse, después de todo estaban ahí por ella:

- ¿solo tengo que partir la baraja primero?

- antes de hacerlo tienes que formular una pregunta mentalmente.

La rubia asintió y cerró los ojos para hacer una pregunta, estaba segura de que le empezaría hablar de lo típico "conocerás a alguien" "hay alguien especial" bla bla bla, hubo una vez que una mujer le "leyó" la mano y le habló de una historia de amor con un hombre e hijos, algo que es imposible, ella es lesbiana. Tras partir la baraja pitonisa Lolis empezó a levantar las cartas:

- Veo un hombre- la rubia sonrió, porque obviamente pensaba que le diría que es su amor bla, bla, bla- está atado- la mujer cerró los ojos y fuese lo que estuviera viendo, no era de su agrado- no, es un chico joven, tiene miedo y...- La mujer se acercó la mano al cuello- no puede respirar, algo le obstruye el cuello- abrió los ojos y espantada recogió las cartas- no sé que respuestas quieres, solo puedo decirte que sea quien sea no regrese a ese lugar- miró a Ontari- si quieres que te lea las cartas tendrás que volver otro día.

Dijo con cierto nerviosismo:

- Has visto su placa ¿verdad?

Preguntó incrédula la morena:

- puedes creer o no, solo puedo advertiros que estáis buscando al verdadero mal.

- claro que no te creo.

Clifford se levantó y sacó unos billetes, se los dejó encima de la mesa y sacó a Fisher casi a empujones:

- ¿qué te pasa con los adivinos?

Preguntó la rubia ya en la calle:

- que son unos parlanchines que se aprovechan de la desesperación de la gente.

- A mi no me lo a parecido.

- A ti- dijo Fisher cruzándose de brazos- vamos, quiero ir a casa, estoy cansada.

Clifford hizo un gesto con la cabeza y retomó el camino:

- vamos gruñona.

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