Belam Ori

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En el centro de control de la estación Delta 2, se produjo una explosión de júbilo cuando, desde Pollux, les llegó la certificación de que se habían restablecido las comunicaciones. Los componentes de la patrulla, sin embargo, no descuidaban ni un momento la cerrada puerta del recinto, esperando ver aparecer en cualquier momento un tropel de enemigos.

Entretanto, desde Mintaka solicitaban más detalles de la situación. El personal a cargo envió en seguida la información pertinente, agregando que la estación había sido reconquistada en parte por algunos miembros del Tormenta Estelar, después de haber sido anulada por los invasores.

Hubo un periodo no muy largo de calma tensa. Todos sentían como el peligro estaba latiendo y presentían que, a no tardar, los imperiales estarían de nuevo plantándoles batalla.

En efecto, la calma no duró mucho. Travis, mirando por el visor transparente de la sala de control, se apercibió de movimiento en la nave nodriza. De inmediato contactó con Otis a través de su intercomunicador personal.

-¡Atento, Otis! ¡Naves de transporte hacia el acceso central...!

En efecto, lo que parecían dos compactas naves de transporte de tropas, estaban emergiendo de un lateral de la nave nodriza y se dirigían, con toda evidencia hacia la estación.

-¡Atención, chicos! -comunicó Travis-. ¡Se avecina pelea!

No bien hubo acabado el jefe del comando de decir eso cuando la puerta de entrada a la sala de control recibió un seco y potente impacto que la dejó descuadrada. Lo que parecía un cañonazo magnético la había desencajado y medio doblado en dirección al interior, hacia las cajas metálicas que habían apilado contra ella los sitiados.

Aprovechando que por encima de la puerta combada se veía el exterior, Sheila no lo pensó dos veces. Corrió hacia la entrada y de un salto subió en uno de los contenedores apilados. Echó un rápido vistazo por el espacio superior y vio a los triangulares. No eran demasiados, pero el cañón magnético iba a ser disparado de nuevo.

La joven no les dejó hacerlo. Una granada expansiva lanzada hacia el grupo artillero que estaba en medio del pasillo, los aplastó contra las paredes haciendo saltar por los aires el propio cañón y reduciéndolo a una masa de metal retorcido. Cris, entretanto, la había imitado y se dedicaba desde aquella tronera improvisada a freir a los cara triángulo, como había dado en llamarlos. Pronto, el pasillo quedo sembrado de cadáveres.

Afuera, una de las naves de transporte recibía, a medio camino, el misil bariónico que le enviaba Otis desde su caza estacionado en la portilla de atraque oeste. La nave, cargada de alienígenas, recibió el impacto en pleno centro, partiéndose por la mitad. En un pavoroso y abrasador descenso se precipitó sobre la superficie de Arkón.

Sin embargo Otis no se dio un segundo de respiro, pues el segundo transporte ya estaba llegando a la poterna este. Desde su posición el patrullero tenía mal ángulo de tiro, pero aún así no falló. El misil acertó esta vez en la cola de la nave imperial con la suficiente fuerza para destrozarla y desviarla de su trayectoria de aterrizaje en la portilla. La nave se estrelló contra el frontal de la estación desintegrándose en una lluvia de fuego.

-¿Estamos todos bien? -preguntó Travis.

-Enteritos. Los que están mal son los cara triángulo... -bromeó Cris.

Travis esbozó una media sonrisa. Echó una mirada en derredor y soltó un suspiro de alivio. Por ahora habían resuelto el primer embate, pero sabía que era cuestión de tiempo que terminasen por desalojarlos, vivos o muertos.



                                                                            ***



Belam Ori, el Supremo General de la flota imperial contemplaba desde una elevada instalación administrativa de las colonias mineras, los fuegos que comenzaban a cubrir los espacios de la Gran Llanura Arkoniana. Su pequeña boca fruncida delataba una falta absoluta de compasión y en sus ojos, indiferentes al sufrimiento, lo que brillaba eran el desprecio y la impiedad.

Tras Belam Ori, su guardia personal esperaba, formada, junto a la lanzadera espacial que los había traído a la superficie de Arkón. Un superficie castigada ahora implacablemente por las naves de asalto imperiales que estaban reduciendo a cenizas los puestos de mando y control de los yacimientos mineros.

Un oficial hizo descender su caza sobre la explanada y bajando del mismo se acercó a Belam Ori e informó respetuosamente:

-La resistencia ha sido completamente anulada. Solo quedan los civiles en sus campamentos alrededor de las minas. ¿Cuáles son las órdenes?

El general meditó un instante. Sólo un momento fugaz. Después, comunicó con voz gélida:

-Arrasen todo. Y quiero una holograbación del operativo.

El oficial se cuadró ante su superior, un tanto estremecida su piel verde oscura, y dando media vuelta subió a su nave y despegó en dirección a las colonias en llamas. Ya venía raudo otro oficial, desde la lanzadera, con una comunicación reciente para Belam Ori.

-¿Qué sucede? -preguntó este al ver la expresión apurada de su subordinado.

-Hay novedades, general. Una patrulla enemiga ha logrado cruzar nuestras líneas y ha ingresado en la estación. Al parecer se han hecho con el puesto de mando y han restablecido las comunicaciones con la estrella Pollux...

Belam Ori frunció el entrecejo de manera terrible.

-¿Cómo ha sido posible eso? -rugió-. ¿Se ha procedido a eliminarlos?

-Verá...parece que no es tan fácil -balbuceó el oficial-. Deben ser luchadores experimentados porque un intento de retomar la sala de control por nuestra parte ha resultado un fracaso. Además, han previsto la llegada de nuestros refuerzos y dos naves de transporte han sido abatidas por fuego disparado desde la estación. Pero podemos lanzar un asalto en toda regla...

Belam Ori reflexionó unos momentos y después hizo un gesto desaprobando la sugerencia.

-Hum...no, más tarde o más temprano íbamos a restablecer nosotros la comunicación. Seguramente es mejor que ellos mismos transmitan la noticia y el ultimátum, según desea la emperatriz Deirina. Establezca contacto con ese grupo. Propóngales un alto el fuego y el inicio de conversaciones. Quiero que alguien de esa patrulla humana venga aquí y contemple este espectáculo... -terminó extendiendo sus huesudos dedos hacia la destrucción que se apreciaba abajo, en el llano.

El oficial se retiró hacia la lanzadera y tras un rato de espera volvió con las nuevas:

-Han tardado mucho en decidirse...-masculló Belam Ori.

-Disculpe, general, pero parece ser que han tenido una larga discusión sobre quién debería desplazarse hasta el planeta. Por supuesto les hemos dado toda clase de seguridades, aunque lógicamente desconfían...Pero ya viene un miembro de la patrulla en camino.

En efecto, no pasó mucho tiempo antes de que otra nave imperial se posara sobre la alta explanada. Entonces alguien bajó con paso firme por la escalerilla: Sinú ar Teim.



                                                                           ***



El tiempo pasaba de manera exasperantemente lenta para los confinados en la sala de control. Ya hacía un buen rato que Sinú se había marchado después de la fuerte discusión habida para decidir quién de ellos era el que debería entrar en conversaciones con los imperiales. Travis exponía su calidad de responsable de la patrulla, pero los demás argumentaban precisamente eso para que fuera otro: la misión era peligrosa y el comando no podía quedarse sin su jefe. Finalmente, la facilidad idiomática de Sinú ar Teim y el ser originario de Arkón fueron decisivos para que se le asignase la tarea. Además, los imperiales quizá fuesen más respetuosos con los arkonitas, una raza distinta de la que pensaban, con toda seguridad, exigir ciertas concesiones.

Finalmente Sinú volvió sano y salvo e inmediatamente lo asediaron a preguntas. Él los calmó con su sonrisa inversa y comenzó a explicar:

-En principio sus intenciones son evitar una guerra total. No es política de la emperatriz Deirina, que debe ser quien los gobierna, destruir las civilizaciones y culturas que el imperio se va encontrando en su expansión hacia la periferia.

-¿Qué quieren entonces? -se impacientó Travis.

-Ofrecen la ciudadanía imperial a cambio de la sumisión y la integración en el espacio estelar dominado por la emperatriz. La Unión de Sistemas Estelares dejaría de existir como tal...

-¡Perros! -saltó Cris-¿Piensan que vamos a aceptar? ¡Que se vayan por el agujero negro de su trasero!

Sheila lo apoyó con un firme gesto de su barbilla.

-¿Y qué esperan de nosotros? ¿Sabes por qué no han vuelto a atacarnos? -quiso saber Travis.

-El general Belam Ori, me dijo que deseaba ser generoso con nuestro grupo. Nos pide que hagamos de intermediarios para transmitir este ultimátum a nuestras autoridades. Claro que si nos negamos, nos pasará lo que me ha mostrado allí abajo, en Arkón. Lo que traigo en este holograma.

-¿Y qué ha sido eso? -preguntó Travis, alarmado.

-Han arrasado el planeta -aclaró el arkonita con voz lenta y pausada-.Todas las colonias han sido destruidas y no hay ningún superviviente, que sepamos...Es evidente que ese general ha querido dejar claro que no habla en vano.

-¡Malditos! -estalló Sheila, roja de ira-.¡Y a ti parece que te da igual...!

Sinú la miró desde su altura con cierta frialdad.

-Lo siento, pero al fin al cabo nadie de esa gente había nacido en mi planeta. Los únicos arkonitas que quedan son varios ancianos y están en la reserva de Okalám.

Travis lanzó una mirada dura a los dos patrulleros.

-Quedamos en que esa conversación no iba a ser suscitada nunca más -advirtió en tono de reproche-. Bien, ¿algo más?

-Sí -continuó Sinú-, debemos transmitir inmediatamente este ultimátum dejando claras las condiciones. De todas maneras, Belam Ori en persona y su traductor, las explayan en la primera parte de este holograma que quieren que se vea en Terrania. La holograbación también contiene imágenes del despliegue de la flota imperial desde la salida de su agujero de gusano, por cierto, de una tecnología más avanzada que la nuestra. No podemos censurar las imágenes ni ahorrarles a la gente de Terrania la destrucción de las colonias de Arkón.

-Está bien -dijo Travis-. Esto quizá sea lo mejor. No podemos hacer más por ahora, solo nos queda enviar los datos y esperar...

El capitán dio las órdenes oportunas y poco después las terribles imágenes cruzaban el desierto estelar entre Capella y Pollux por el exiguo hilo recompuesto entre las Delta 1 y 2. Travis, casi de manera automática, formuló un último pensamiento en voz alta:

-Ahora todo queda en manos de la Procuradora General...

-

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