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 —La comida se ve asquerosa ¿Pusiste en tu manual que no las personas muertas no comen? —preguntó Bianca.

Al principio no sabía a qué se refería, pero luego lo recordé ¡Yo estaba escribiendo mentalmente un manual! Con tanto ajetreo lo había olvidado. Me sentí fatal porque no lo había continuado y era un paso importante para la comunidad post-vida, luego me sentí aún peor porque había prometido a muchos vecinos contarles los progresos de mi manual.

Era un fiasco olvidarse de las cosas, más que nada porque a veces sentía que no me conocía. No sabía si antes de morir era tímido, si era buen cantante, si me gustaba bailar o cuáles era mis sueños, desconocía si me gustaba decir groserías, si había tenido mascotas, tías, qué había pensado de ellas, no recordaba si tenía padre o por qué no estaba en mi lista de prioridades, no sabía absolutamente nada.

—No sé —admití obstruyendo los pensamientos negativos para que dejaran de fluir en mi mente—, no creo que sea importante, parece evidente —contesté mordiéndome un dedo con sabor a químicos.

—Cómo me gustaría echarle un bocado a lo que sea de aquí —añadió Bianca con aire soñador mientras seguía con la vista una tarta como un cazador que asecha a su presa a través del visor del rifle.

—Te lo dice alguien que está comiendo eternamente cereal de miel: no es divertido. —dijo Eddie masticando y cubriéndose la boca con su cuchara—, cuidado con lo que deseas.

—Yo deseo oler a frutas —ambicioné.

—¿Y? ¿Le pusiste título? —preguntó Eddie cambiando de tema y viendo como un adolescente morrudo se dirigía a nuestra mesa para ocuparla.

El chico dejó la vendeja, pero de repente parpadeó como si algo le indicara que no podía estar allí, agarró nuevamente sus cosas y se marchó a paso apresurado.

Regla decimosexta: Las personas vivas pueden intuir cuando estamos cerca y nos evitan.

—Estoy entre algunos posibles títulos —admití recordando lo último que había pensado del manual—. El primero —dije enumerando con mis manos— es Manual para alguien muerto.

—No.

—Syntax error.

Muchas cosas que deberías saber si te mueres —propuse.

Ambos negaron con la cabeza.

Manual para morirse del conocimiento —Alcé otro dedo.

—Si sigues diciendo chorradas y levantando dedos el siguiente dedo que se levantará será el mío y el del medio —advirtió Eddie.

El manual de Clay.

—Debes estar bromeando —declaró Bianca muy seria.

Titubeé nervioso.

—Este... eh... Guía para enterrados, alarmados, albinos fantasmales y cualquier vivo interesado.

—Por favor, detente —suplicó Pat que se había unido cuando comencé la lista.

Razones para aceptar con placer una muerte anunciada —concluí encogiéndome de hombros.

Ambos aplaudieron, Eddie fingió hacer una reverencia cortes. Pat se sentó a nuestro lado.

Reí y comencé a contarle de lo que hablábamos cuando la vi.

Mi pulso se hubiera detenido, se me hubiera ido el aire, se me hubiera desvanecido el matiz de la piel. Era Alicia caminando hacia allí

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