Llegamos al cementerio cuando era medio día, pero no sabía de qué día, tal vez habíamos tardado un poco más en llegar del cine. Habíamos vagabundeado por dos soles.
Encontré a mi madre visitando mi tumba. Me senté sobre la lápida que era lo suficientemente gruesa para sostenerme. Ella me había traído margaritas y eran hermosas porque cada flor se veía como nubes blancas custodiando un sol amarrillo, redondo y potente. Nos miramos en silencio como indicaba la tradicional rutina y cuando parecía dispuesta a marcharse dijo algo:
—Feliz cumpleaños, Clay.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro