Capítulo 20

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Capítulo 20



"Ella nunca me vería como quiero que me vea"



No sé cómo había llegado a esto, pero llegué.

Jayden se quedó tenso, mordiéndose el labio y por un momento creí que se iba a lastimar, pero no dije nada porque ni a mí mismo me salían las palabras.

Su rostro estaba pálido, como una hoja de papel excepto por sus mejillas que estaban encendidas en un rosa claro.

—Tiene que haber un mal entendido.

Susurró con la voz quebrada, lo que me obligó a hacer una mueca y entregarle una mirada tranquila para que se dé cuenta que si el de la caja romántica, era él, no iba a asesinarlo.

—Justamente te mostré mi casa a ti y a nadie más.

— ¿A nadie más?

—No.

— Yannick.

— Jayden.

Qué momento tan empalagoso, nunca creería que iba a pasar este tipo de cosas, este era un momento difícil, y me daba pena acusarlo de cosas a mi amigo...

Nunca pensé en dudar de Jayden y mucho menos de una cosa que sea como esta, pero la verdad es que la situación podía ser verdad.

—No, no quiero perder tu amistad.

Negué con la cabeza.

—No vas a hacerlo.

—Yo no fui el que te envió esa extraña carta, es una locura.

Los ojos de Jayden brillaban y podía sentir que se asomaba por todo su cuerpo una vergüenza igual que la mía.

Era la verdad muy extraño estar hablando de cosas de esta forma con alguien que siempre lo viste como un gran amigo.

—Te creo...

Le dije y luego tragué saliva. No creo que vuelva a mandarme un mensaje de texto, o llamarme, o preguntarme algo porque la verdad que creo que con esta pregunta que acababa de hacer terminé arruinando la amistad y encima de todo le terminé de arruinar su día.

—Era solo una sospecha— Dije avergonzando— No debes haberte dado cuenta que recibir una de esas cosas no es de mi agrado y como no conozco a otra persona más que a mi familia y más que a ti, no se me ocurrió pensar otra cosa, fue pura desesperación.

—Lo sé.

Estaba sentado en la cama del apartamento de mi casa, pensando, con el rostro serio, y los ojos brillosos. Me daba lástima haberle dicho esto... Tendría que habérmelo guardado y seguir sospechando hasta que apareciera la persona que lo hizo.

— Yannick, no sé cómo explicarte esto —Tragó saliva y me miró un poco irritado —Pero no fui yo, si quieres puedes explicarme porque piensas justamente ese tipo de cosas conmigo, sé que fui el único que se acercó a hablarte pero no tienes que pensar que soy...

Antes de seguir escuchando ese tipo de cosas, tenía que cortar sus palabras, para que esto no se transforme en un mal entendido y salga perdiendo como siempre yo.

—No, no, solo creí que lo hiciste para hacerme un tipo de broma, porque eso hacen los amigos ¿No? —Pregunté largando una risa— Hacen bromas pesadas, y como yo nunca tuve una, creí que tenía que decírtelo porque no estaba acostumbrado a eso.

Él se quedó mirándome un momento y luego asintió.

—No, ni siquiera esa es mi letra, nunca se me ocurriría hacer este tipo de cosas, siempre tuve novias mujeres... no...

Asentí con tranquilidad.

—Perfecto.

Un alivio se apoderó de mi cuerpo. En las palabras de Jayden cuando me decía "Que no era el" podía sentir que no me estaba mintiendo, que estaba diciendo la verdad y pura sinceridad.

Siempre podía ser capaz de darme cuenta cuando una persona estaba mintiendo, que no le caía bien, que era mala, que llevaba algo dentro que no quería expresarlo con nadie, siempre podía sentir esa fuerza que motivaba a mi mente a casi armar una historia de esa persona. Por lo tanto, cuando Jayden me decía que no había sido el que me había enviado esa carta tétrica podía pensar que estaba diciendo la verdad.

— ¿No estás enojado? — Preguntó con miedo.

—No, claro que no —Dije— El que tendría que estar enojado eres tú, y comprendo si lo estas, porque pensé en que podrías haber sido el que enviara esa carta.

—No, solo te has confundido porque soy la única persona que conociste hace poco...

—Lo siento.

—No pidas disculpas.

Y por primera vez pude ver su rostro más relajado y no como estaba hace unos minutos atrás.

—Eres el único amigo que tengo... —Sentí un nudo en la garganta que podría decir que era la vergüenza que me atoraba en este momento tan ridículo pero a la vez cortante que hacía que mi mente vagara por todo un rio de confusión— ¿Puedes ayudarme a averiguar quién es?

— ¡Claro, me encantan las investigaciones!

Reí y lo miré con una leve sonrisa para que no esté enojado conmigo y que todo vuelva a ser como antes, porque si no me odiara más a mí mismo.

"Hechas quiero echar a las pocas personas que vienen hacia ti, Yannick", sentí una voz.

—Si hallas algo puedes mandarme un texto.

—Bueno si, me gustan las investigaciones, pero soy medio disperso pero tratare de ayudarte.

Unos minutos después, le recordé que lo sentía mucho, que nunca sospecharía de nada de esas cosas horribles de él. Jayden me dijo que no me haga problema, me dio un golpe en el hombro, y la abuela nos llamó a comer.

Le sirvió a amigo una taza de café con leche y a mí también. Luego puso en un plato de vidrio pintando de azul con una hermosa cabaña, un montón de galletas que había orneado hace poco. Jayden tenía una sonrisa, que a veces a mí me gustaría sacarla pero me veía incapaz de hacerlo, y le dijo a mi abuela "muchas gracias".

Ella se sentó en la mesa con nosotros y nos preguntó cómo nos habíamos conocido.

—En clases de guitarra.

Fue lo que respondí.

Luego Jayden empezó a contar un montón de cosas de él, de su escuela, de la salida que habíamos tenido para ver a nuestro profesor de guitarra con su banda. Mientras yo observaba un pequeño círculo que se formaba en mi taza de café con leche.

Cuando sentí un par de carcajadas de mi abuela y de mi amigo, me sobresalté y traté de concentrarme para sentir la conversación y no quedarme afuera de ella.

Y esa fue... la primera tarde con mi abuela.

Nosotros tres.

Rosa, Yannick, Jayden.

Cuando llegó la tarde/ noche, Jayden me recordó que se tenía que ir a su casa, a hacer unas tareas y yo le dije que vaya tranquilo.

Se despidió de mi abuela que estaba riéndose con un programa de TV y caminamos hacia la puerta.

—Que gran abuela tienes.

—Si.

—Qué lindo apartamento que tiene.

—Si.

El me miró por unos segundos y notó que tenía los ojos pequeños por el cansancio. Pero no lo estaba, porque anoche me había quedado hasta tarde, o porque hoy había hecho muchas cosas, si no estaba cansado de vivir.

Me pegó un empujón amistoso.

— ¡Ánimo!

Asentí rápidamente y abrí los ojos, luego tomé el picaporte de la puerta y sentí que estaba helado. Me dio un escalofrió y abrí la puerta.

El cielo estaba oscureciendo y el clima estaba desciendo más de lo habitual.

— ¿Llevas abrigo? —Pregunté, sintiendo el frio de afuera de la casa.

—Si —Me señaló la campera que llevaba en la mano.

Me abracé a mí mismo y asentí.

—Bueno entonces ya sabes que no soy yo.

—No solo era una duda.

—Una duda compleja.

Me reí y luego pensé que sí. A veces mi mente vagaba y se hacía ideas que no tenían nada que ver con la realidad, y que bueno que no haya sido como lo pensé.

—La verdad que sí.

—Lo bueno es que te diste cuenta para seguir con nuestra amistad...

—Si... eso es un gran paso.

Se acercó y me dio un beso en la mejilla, y sentí en mi cachete sus labios medios secos por el frio, así que me dio un leve escalofrió y me separé enseguida.

—Abrígate.

—Lo haré.

—Nos vemos.

—Sí, nos estamos viendo.

Me sonrió, pegó media vuelta y desapareció entre las calles del barrio tranquilo en donde quedaba el apartamento de mi abuela.

Después de ver una película y comer una rica sopa de verduras con la abuela, me fui a mi cuarto mientras ella ordenaba la cocina.

Recordé nuestra conversación cuando estaba comiendo la sopa:

¿Yannick, que va a pasar con la escuela?

Yo le respondí que no sabía y luego me di cuenta que empezaron a salir lágrimas en los ojos y que no podía comer más.

Mi abuela rosa, se sintió culpable por haberme hecho acordar del tema, así que me dijo que no me haga problema y que lo sentía mucho. Me dio un abrazo y un beso en la mejilla para consolarme.

—Yo voy a solucionar todo para que tengas una linda educación.

No sé si podía pensarlo pero no quería volver a ninguna escuela y mucho menos una nueva porque sabía que me iría mal.

Y menos a la anterior que me traía muchos recuerdos perturbadores, me conozco, no podría ni siquiera quedarme sentando en ese banco cinco horas seguidas como antes lo hacía, con esas personas que se burlaban de mí todo el tiempo.

Mi abuela estaba afligida por mí, como todos, como Melody y de seguro mi madre. Pero no sabía qué hacer para mejorar... No sabía cómo hacer para ponerle fuerzas a la vida y aceptarla. En una inmensa depresión en la que estaba todo era difícil.

Y eso es lo que a veces las personas no entienden...

"No ponen fuerzas de voluntad para curarse"

"¿Por qué estas depresivo? Eres joven, no tienes enfermedades y nada más que eso, importa en el mundo"

"Es un niño que no tiene que hacer nada, y de qué preocuparse, quiere llamar la atención"

Eran palabras u oraciones que leía en internet, que lo oía decir de mi psicóloga, de Melody a veces cuando espiaba las conversaciones que tenía con "su nueva amiga".

Que feo no es poder entender a las personas con esa enfermedad.

Yo las entiendo y me apeno por ello.

A veces me ponía a navegar con internet, cuando me cansaba de promocionar los videos de mi canal y todo ese asunto, en mi exploración encontraba a adolescentes como yo. Depresivos, enfermos, con... demonios en la cabeza y muchas cosas. Necesitan ayuda y a mí me da ganas de viajar a donde viven para poder hablar con ellos y poder darles apoyo. Decirles que no pienso como las demás personas que no tienen cerebro y que piensas que fingen lo que sienten. Porque esto es real y pienso que ellos no lo hacen para dar lastima o llamar la atención.

¿Para que querrían hacerlo si las personas no te prestan atención en la vida real? Mucho menos lo van a hacer por internet, y eso es lo que nadie entiende.

Cuando leo lo que postean en redes sociales, me siento identificado entonces le doy un me gusta, y sigo con mi camino.

Y unas redes sociales saben más de nosotros que nuestros padres.

Cuando dejé a mi abuela en la cocina, sentí el caldo de la sopa todavía en mi garganta mezclado con un poco de gaseosa.

Una sensación de pesadez en los ojos, lo cual sentía que se me iban a cerrar solos. No era muy tarde, ya tenía sueño, y me preguntaba si esta noche podría dormir, espero no tener pesadillas, con que Jayden nunca más me hablara con lo que acabó de pasar. Espero que no pase, realmente es importante para mí tener un amigo, así que decidí mandarle un texto para comprobar si todo estaba como lo habíamos dejado:

"No hay rencores, ¿Verdad"?

A los minutos obtengo la respuesta.

"Yanni, no los hay, quédate tranquilo"

Suspiré aliviado, pero cuando quise mirar nuevamente el mensaje, vi que la pantalla decía: "Llamando Melody" y estaban el dibujo color verde para contestar y el dibujo color rojo para no contestarle.

Mi intuición me decía que elija el verde... Y así fue.

Su respiración entre cortada estaba en la línea.

— ¿Yannick?

— ¿Pasó algo?

—No.

La tranquilidad me vino encima, porque pensé que estaba mal o que a mamá le había pasado algo y también a Richard aunque nunca se haya importado de mí pero la preocupación estaba.

También tenía miedo que me diga que tenía que volverme o algo por el estilo...aquí estaba bien.

— ¿Qué pasa?

—Quería hablar contigo.

Me senté en la cama.

—Está bien.

— ¿Por qué hiciste esto?

—No lo sé.

—Si lo sabes.

—No te enojes.

Empezaban a venir los nervios de esta conversación, bastante incómoda con mi hermana, y pensé: ¿Por qué no seleccione el botón rojo?

—Estoy enojada y dolida.

—Comprendo.

— ¿Yannick no te importa nada?

—Claro que sí.

—A veces pareciera que no.

—Pienso lo mismo de ti.

Nos quedamos unos segundos largos, vergonzosos, en silencio. Sintiendo el sonido que emitía el teléfono cuando había una comunicación. Siempre dije que los celulares, podrán servir para "twitter", "instagram", "fotos", pero nunca para una llamada que se supone que con ese objetivo habían sido creados.

— ¿Cómo puedes encerrarte por tantos días por una mentira?

—No sabes lo que me dolía saber que Richard no es mi padre.

No respondió por unos segundos, creí que me iba a cortar la llamada...

Melody estaba tan... irritante, que me daba ganas de gritarle ya estaba harto de siempre ser el que se callaba para todo y nunca podía enfrentarse a nada. Era un completo estúpido, siempre.

— ¿Y? ¿Qué quieres Yannick ir a buscar al tipo que te abandonó?

Levanté una ceja y me dolió el pecho sentir lo que decía.

— ¡No!

— ¿Entonces?

—Eso no justifica su mentira.

—Sí, mamá no quería decirte porque conoce que eres un complejo.

—Sí, sí, sí. Defendiendo a una persona que ni siquiera se importa de ti.

—Es nuestra madre.

— ¿y?

—Siempre diciendo las cosas negativas, aburres, con tu mente siniestra y melancólica, ya deja de jugar con esto.

¿Jugar? ¿En que estaba pensando mi hermana antes de realizar la llamada?

—No sé a qué te refieres con lo del juego.

—No es lindo jugar con eso, hay personas que lo padecen.

—Estás loca.

—No tú lo estas.

Melody creía que todo esto era un hermoso juego... Un lindo juego de adolescente estúpido sin saber qué hacer, que odiaba a su familia y se quería ir. Patético. Una bronca subió por mi pecho. Había agotado con la poca paciencia que me quedaba.

—Yo no estoy jugando con nadie.

—Sí, eres como esas y esos adolescentes de internet que están todo el día vía redes sociales publicando cosas desagradables solamente para dar lástima, porque si de verdad tuvieras los problemas no lo publicarías.

—No entiendes.

Me dolía el pecho, sus palabras me estaban lastimando.

—Una persona que está enferma no usa una red social para descargarse.

No reconocía a mi hermana.

No reconocía a Melody.

Quería llorar, pero no lo haría ahí en línea para que ella oiga mi llanto y piense que estoy fingiendo también.

—Si lo hace, ¿Qué sabes tú de cada persona? —Levanté la voz porque ya me había hecho enojar demasiado —Cada uno es diferente, tú no lo harías, pero otra persona sí, no juzgues porque a ti te parece patético porque creo que a otras personas no les parecen patético...

—Ahora viene esa payasada.

—Vete a la mierda.

Y corté.

Tiré el celular a la cama, cerré la puerta para que mi abuela no me oiga enfurecido. Me tiré a la cama y comencé a abollar las mantas de la cama, para no romper las cosas de alrededor que no eran mías. No correspondía que lo haga, no quería dañar el apartamento de mi abuela, no quería dañar a Rosa. Si me agarraba un ataque de esos, pensaría que estaba loco y no quería que la única persona que me quedaba desconfié de mí. Así que tendría que descargar toda mi ira en la nada, solo guardármela...

Pero antes de olvidarme de todo este asunto tenía que aclarar algo con mis propias hipótesis: Melody está realmente loca.

Estaba por irme a dormir, ya lo sentía.

Pero algo realmente me detuvo...

Sentí que alguien estaba mirando la ventana de la habitación, en mi reflejo podía ver todo, incluso a veces unas siluetas blancas o negras que de seguro las imaginaba. Incluso creí que esto lo estaba imaginando.

Me sobresalté y vi una sombra.

Un rostro familiar se apoderó de mí y mi corazón dio un vuelco tan fuerte que casi me dejo sin respirar.

Sus labios pintados de rojo, se formaron una curva para realizar una leve sonrisa y sus ojos grises brillaron.

¿Jazmín?

¿Cómo estaba aquí?

Golpeó cuidadosamente el vidrio y me saludó con la mano. No sabía si echarme a correr, si sacar un palo, o si hacerle un "Fuck You" y decirle que se vaya. Pero como no era capaz de hacer ninguna de esas cosas, me quedé sentando, tenso, mirando su bonito rostro en mi ventana. Llevaba en sus ojos maquillaje, al igual que en sus labios.

Su pelo rojo, caía por sus hombros y eso la hacía estar más hermosa de lo habitual. Sus mejillas blancas estaban coloradas y tenía un abrigo marrón claro, con capucha de peluche.

No sé porque pero dentro de lo más profundo de mi ser, deseaba que ella aparezca en algún lado donde este, pero mi otro lado decía que era malo ver a una persona que me hizo daño cerca de mí.

¿Qué quería?

Golpeó nuevamente el vidrio para que esta vez respondiera a su llamado.

Tragué saliva, y fui hacia la ventana.

¿Me pregunto si ella sería la persona que me enviara esas notas? No, la verdad que ya mis pensamientos estaban yéndose hacia otro lado.

Abrí la ventana donde se encontraba ella, y una ráfaga de viento entro en contacto con la piel de mi rostro.

— ¿Jazmín?

—Hola Yannick.

Cuando pronunció mi nombre se me hizo un nudo en el estómago difícil de sacarlo.

— ¿Qué haces aquí?

Pregunté desesperado, porque eso era lo principal que quería saber porque ella, estaba aquí. Dios mío, no podía creerlo.

Por un momento cuando me sacaron de la escuela creí que esas personas iban a desaparecer de mi vida, pero ya veo que no, que era imposible que eso sucediera, ellos no me dejarían en paz.

Jazmín mostraba su pequeña nariz colorada, lo cual parecía que ya llevaba un buen rato afuera y que no tenía nada de frio, su cuerpo ya estaba acostumbrado.

—Bueno, vengo a visitarte.

— ¿Qué?

Me daban ganas de llorar cuando sentí que pronuncio que quería visitarme. Mucha bronca estaba presente en mi cuerpo, sentía que ella me estaba haciendo una broma de mal gusto o que en realidad estaba dormido y esto era una pesadilla o un sueño. Pero parecía real.

—Visitarte, Yannick.

—Pero...

Me interrumpió.

—He estado muy arrepentida de lo último que te paso.

Mi mente se encontró con esa imagen que no quería que apareciera más, ella en medio de todos esos "lindos compañeros", riéndose, cuando me estaban golpeando en los pasillos de la escuela.

Negué con la cabeza.

—Vete.

—No, espera.

La miré con bronca. Siempre me gustó... Pero siempre supe que era una persona cruel, que no era para mí, porque ella era fría rodeada de esos amigos que fueron tan crueles conmigo, y que de seguro ellos crearon a unos de mis demonios que tengo en mi cabeza.

— ¿Qué quieres? —Pregunte fríamente —Además... —Tragué saliva — ¿Cómo sabes que estaba en el apartamento de mi abuela?

Otra vez, se me vino el pensamiento de que ella podía ser la que me dejó la carta y ahora me estaba espiando.

Se ha vuelto loca, entonces.

Ella quiso hablar pero la interrumpí.

— ¿Tú eres la que me dejó la carta en la ventana de mi habitación de mi casa?

Pregunté sin pensar de lo que podría estar diciendo.

Jazmín hizo una mueca.

— ¿Qué? —Preguntó confundida —No, no.

Una desilusión paso por mi mente cuando supe que ella no era la que me estaba enviando las cartas si no que era otra persona que no sabía.

Además en que pensaba que Jazmín nunca se fijaría en mí por más que fuera uno de mis sueños, más grandes.

Por más que la deseara con toda mi vida.

Desde pequeño siempre la veía en los recreos jugar con sus amigas, y sentía que mi corazón latía raramente y que mi estómago estaba lleno de mariposas.

Me imaginaba arrancado una flor de un árbol y entregándosela a ella, y que me miraría con una de esas sonrisas verdaderas y me daba un abrazo para agradecerme.

A medida que fuimos creciendo me di cuenta que esa niña no era perfecta como creía que era cuando la miraba en los recreos a los nueve años de edad.

—Tu mama —Me interrumpió de todos esos pensamientos— Me dijo que estabas aquí y me dio la dirección para que venga a visitarte.

— ¿Has ido a mi casa? —Pregunté confundido.

—Exacto, pero ella me dijo que estabas pasando unas semanas con tu abuela.

— ¿Por qué te dio la dirección a ti?

—Le dije que éramos amigos.

Negué con la cabeza, sentí un enorme nudo en la garganta, luego largué una carcajada y pensé que eso nunca pasaría.

—Que gran mentira.

—Oh Yannick —Me miró con sus hermosos ojos grises —Deja esos rencores, y déjame pasar un rato al cuarto para poder hablar contigo.

¿Esos rencores?

Para ella era muy fácil decirlo, porque no estaba en mi lugar, porque no sabía cuánto dolor tenia de todos esos momentos malos que me habían hecho pasar en esa escuela y que transformaron a la escuela como mi gran tortura, en lugar de pensar que solo era un edificio para que jóvenes aprendan conocimientos para su nuevo futuro.

—No es tan fácil.

—Solo quiero hablar ¿sí?

No confiaba en ella y Jazmín lo sabía.

—Vamos, por favor.

Me lo pidió de una manera tan inocente, tan distinta y con ese tono de voz que nunca en su vida iba a creer que me hablaría de esa manera.

—Está bien —Dije.

Ella con una sonrisa entró al cuarto y ahí empezaron a llegar unos nervios incontrolables. Estar en el mismo cuarto con la chica que te gusta, es algo difícil.

Vi mi reflejo en el espejo y noté que mis mejillas estaban encendidas y de un color rosado que no me gustaban para nada.

Jazmín estaba mirándome con una sonrisa linda pero a la vez perversa.

Entonces pensé, que ella nunca me vería como yo quiero que me vea. 

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