101. La chica calesita

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Lía

Miro el papel un segundo, vuelvo a observar la casa. Repito la acción unas siete veces ¡Es incluso más grande que la mansión que tiene Tyrone! Hay gente que le gusta malgastar el dinero.

¿Y cómo entro por aquí?

Busco el portón y al fin encuentro el timbre.

—Lárguese —gritan desde el portero electrónico y visualizo que me están observando por una cámara de seguridad.

¡Que groseros!

¿Será porque llevo puesto el uniforme de Noah? O mejor dicho de la escuela...

"Te recomiendo que entres por detrás, ahí está la habitación de Gregor"

Tendré que hacerle caso al maldito consejo de Dan. En ese momento me pareció un chiste de mal gusto, pero veo que tiene sentido.

Entro por el jardín trasero y doy con lo que parece ser la venta de su cuarto. Hago dos golpecitos en esta y cuando oigo que le quitan los seguros para abrirla, me sobresalto.

—¡Juro solemnemente que no vengo a robar nada! —grito cuando se abre y cubro mi rostro con mis manos.

Escucho su risa.

—¿Viniste robar mi corazón, Romeo?

Me sonrojo y lo miro, levantando los puños.

—¡No digas estupideces y no soy Romeo! —le grito y me quedo tiesa cuando veo su sonrisa.

—Tienes razón, sino yo tendría que ser Julieta y no tengo vestido —sigue bromeando.

—Gregor tú... —exclamo irradiando ira pero me interrumpe, poniéndose serio.

—¿A qué has venido?

—¿Co... ¿Cómo que a qué? —me pongo nerviosa.

—La última vez me has rechazado —hace puchero pensativo y luego vuelve a observarme —¿Cómo conseguiste mi dirección?

—No quieres saberlo... —giro la vista a un costado.

—Vale, no insistiré con eso pero... —repite —¿a qué has venido?

—¿A verte? —exclamo confundida.

—Que linda, te preocupas por mí... —sonríe.

—Un poquito —bajo la vista y hago un gesto con mis dedos por el tamaño de la preocupación.

—Bueno, ya me viste, ya te puedes ir —se dispone a cerrar la ventana.

—¡Espera!

—¿Sí? —ladea la cabeza y se detiene sonriente.

—Yo... Eh... —siento mis mejillas arder y ya me olvide lo que iba a decir.

—¿Quieres entrar?

—¡No entraré a la habitación de un chico! —aumento la voz.

—Romeo no te está saliendo el chiste, además si has entrado a la habitación de Tyrone.

Mi cara se queda como un tomate completamente rojo y me cubro el rostro.

—¡¿Cómo sabes eso?!

—Lo dices como si no fuese mi amigo y él no me contará sus cosas, te dije claramente que nos identificamos. Tú no me escuchas ¿cierto?

Dejo de taparme los ojos y lo observo, está frunciendo el ceño.

—¿Ahora te enojas?

—La chica que me gusta da más vueltas que una calesita ¿cómo no iba a enfadarme? La paciencia tiene un límite ¿sabes?

—Me estás incomodando...

—Yo también estoy muy incómodo ¿Ya puedo cerrar la ventana? No tengo permitido hablar con nadie durante una semana.

—¿Cómo es eso posible? —exclamo desconcertada.

—No lo sé y no te importa —intenta cerrar pero pongo el pie —¿Qué haces?

Entro a su habitación.

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