Bruno

No puedo aguantar más y el aire se escapa por mi boca. Veo los globitos mientras mi cuerpo sigue sumergiendose. La agonía de no poder respirar es horrible, mi vista está borrosa y agito mis brazos sin posibilidad de subir, me es imposible.

Parece que el destino me ha hecho el favor de lo que nunca he logrado por más que lo intente muchas veces.

Suicidarme.

Oigo el sonido de un chapuzón y no reacciono de todas formas. Alguien nada hacia mí.

¿Quién es?

La persona se acerca y agarra mi mano, me hace subir hasta la superficie. Apenas mi cabeza sale del agua, hago el sonido de volver a respirar, mis pulmones se llenan de aire al instante y me agarro fuerte de esa persona porque me estoy cayendo nuevamente.

—¡Me ahogo, me ahogo! —grito repetidas veces asustado y pataleo sin ponerme sostener.

—¡Maldita seas, deja de moverte, Copito! —oigo la voz de Tyrone y me quedo quieto.

Lo miro a sus ojos grises y grito.

—¡Ah! —me suelto y mi cuerpo se sumerge otra vez.

Vuelve a agarrar mi mano, volviendo a sacar mi cabe fuera del agua y se queja de nuevo.

—¡¿Quieres matarte acaso?! ¡¡No hagas eso!!

—Prefiero morir antes de ser salvado por ti —me suelto ahora con mucha intensión —¡Moriré, déjame! —grito cuando me saca otra vez del agua.

—No te atrevas —nada hasta el borde de la pileta con dificultad para mantenernos a ambos flotando y consigue su cometido cuando me empuja contra este, agarrándose del mismo —¡Uf! Eso estuvo cerca.

Intento empujarlo.

—¡Apartar o mi venganza contra ti será peor! —amenazo irritado y forcejeo.

—¿Qué? ¿Me atacarás con tu tenedor? —se burla mientras se acerca a mi rostro.

Sonrío.

—Es el de Emma —frunce el ceño cuando le digo eso.

—¡¿Qué mierda con ese tipo?! —golpea el borde de la pileta furioso y me sobresalto.

—¡Eso no te incumbe! —No me acobardo y le respondo incluso aunque no tengo con qué defenderme. Sus dientes se presionan, entonces lo provoco —¿Qué esperás? ¡Descarga tú ira, golpeame! —le grito.

Toma mucho aire y lo mantiene, aguantando su furia hasta que bufa.

—No digas estupideces Copito, nunca te he golpeado.

—Al menos lo tenía que intentar, moría noqueado y tú te llevabas la culpa e ibas derechito a la cárcel —lo digo en serio pero él se ríe —que irritante —me quejo.

Se acerca a mi rostro, arrimándose más a mi cuerpo.

—Y tú eres muy tierno —me agarra la cara y me besa.

Le pongo la mano en su cara y sigo forcejeando.

—¡Que tierno ni que nada! —consigo apartarme un poco, me giro para escalar el borde e intentar salirme de la pileta —¡Ay! —grito y presiono mis dientes cuando me detiene.

—Copito, ¿Qué poses es esa? —susurra en mi oído, me sonrojo y se ríe.

—¡Imbécil! —le grito.

—De esta forma, sólo me da ganas de derretir un copito —tira de mi remera y besa mi hombro, pero yo aprovecho  pegándole un codazo, así por fin salir de la pileta, empezando a correr —¡Copito, espera! —me caigo —¿Estás bien? ¿Te lastimaste? —sale del agua acercándose hasta mí.

Malditos charcos...

—¡No te me acerques! ¿Qué haces aquí? —me levanto del suelo y se queda quieto —¿Qué? —digo al ver que está serio.

—Copito...

Maldito apodo.

—¿Qué?

—Yo... —baja la vista triste —lo siento...

—Tus disculpas no me afectan —levanto una ceja cuando veo que se quita la remera que está empapada por el agua, así que me sonrojo —¿Qué haces?

—Quiero mostrarte mi vergüenza...

Se acerca, entonces me sobresalto, retrocedo hacia atrás pero agarra mi mano, la tironea hacia él y me hace tocar tu espalda.

—Esta es mi cobardía —aclara mientras siento su piel áspera, con lo que de repente se da vuelta y me muestra cicatrices que tiene en su espalda, así que suelto mi mano quedándome quieto —esta es mi culpa.