Adelaine

León Ruiz se encuentra en la ciudad, pero Linzy ni parece preocupada. Camino en círculos pensando, en la habitación de huéspedes de los Bleiker, mientras ella está recostada mirándome tranquila.

—Deja de preocuparte, relax —ríe —ese poli no hará nada, es obvio que sólo vino a vigilarme —chasquea los dedos —. Sino ya me hubiera llevado al manicomio devuelta, ¡Hace ya rato! —estira los brazos feliz y se acomoda en la almohada.

—Entonces procura no hacer nada estúpido —la reprendo.

—Nada estúpido pasará, aunque sí algo interesante —sonríe ampliamente.

—Eso no me genera confianza —me cruzo de brazos —. Contra la ley no puedo defenderte ¿sabías?

—Addy, estás demasiado distraída, ni siquiera sabes lo que hice este último tiempo —se sienta y me mira con malicia —. Por ahí, no somos tan unidas como creíamos —ladea la cabeza —Bueno, esto pasaba cuando Jonah también estaba, era una distracción molesta.

Frunzo el ceño.

—No nombres a Jonah, él intento ayudarte.

—¡Sí! Por su amor por ti —se pone las manos en los cachetes y luego las baja con cara seria —. Después decidió traicionarnos.

—Jonah no traicionó a nadie, era una buena persona.

Sonríe con malicia.

—Se fue, te abandono, no te incluyó en su viaje y como el idiota que era, se drogo y murió. Fin de la historia, un final feliz.

Camino hasta ella y le pego un cachetazo, la agarro de la ropa, acercándome a su rostro.

—No vuelvas, a hablar así de Jonah ¿entendiste?

—Tuvo lo que se merece, por drogadicto.

Cuando dice eso, la empujo y salgo furiosa del cuarto. Me refriego los ojos, antes de que mis lágrimas se escapen y veo como una empleada se acerca hasta mí.

—Señorita Adelaine, un tal Emmanuel la busca.

La puerta de la habitación se abre abruptamente y Linzy camino a paso rápido a la entrada de la casa.

¡¿Pero qué creé que hace?!