Tyrone

Otra vez tengo esta porquería de cubierto en mi mano, me irrita demasiado, nunca debí haberlo ido a buscar. Por si fuera poco, tengo que escuchar que Bruno niega saber dónde está el copito que le regale cuando eramos una pareja.

—¿Dónde está el prendedor? —insisto.

—¡Devuélveme el tenedor! —evita la pregunta y se lo piensa —. Eso rimo ¡Devuélvelo ahora!

Sonrío.

—Responde y lo consideraré.

Le titila el ojo, mirándome con notable enojo.

—En casa —alza su mano —dámelo.

—Cierto, en tu mueble —exclamo recordando cuando fui a su casa borracho. Levanto la vista —Copito, perdóname.

—No —expresa cortante y mueve los dedos en un gesto para insistir sobre el cubierto.

—¿Qué tengo que hacer para que me perdones?

—Olvídame y ya, no voy a perdonarte.

—Cómo si fuera tan fácil —bajo la vista molesto.

—Pues entonces sufre, no es mi problema o mejor aún —sonríe con malicia —sufre el doble de lo que yo, eso será muy satisfactorio para mí, gracias.

Frunzo el ceño.

—Admito mi culpa, no debí dejarte en el momento que más me necesitabas, ni mucho menos haberte dicho tantas palabras hirientes, pero si crees que eres el único que ha sufrido, estás muy equivocado y estás siendo egoísta ¡No tengo toda la culpa! —se sobresalta cuando mi voz aumenta pero se queda tieso al ver mi rostro con angustia —y me duele que pienses así, éramos un equipo, yo lo destruí, pero no tienes derecho a juzgarme, yo también tuve que lidiar con mis padres, es más, continuo aguantando sus ideas retorcidas, así que no me vengas con tu egoísmo. Lo único que quiero es arreglar mi error, por eso te lo repito ¿Qué tengo que hacer para que me perdones?