Lía

Todo acabo, al fin. La policía se llevó a Linzy, tuve que testificar todo lo ocurrido, me avergoncé mucho, pero por suerte ya terminó, no más mansión del terror. Camino de la mano con Gregor mientras nos alejamos de allí.

—Quiero llegar a casa y cambiarme de una vez —bufo.

—Ya no veré los vestidos de la misma manera —opina Noah con cara de desagrado mientras se agarra del brazo de Heinz.

Me río.

—Pero Noah tú no has usado vestido —me lo pienso —o eso creo.

—Solo tu uniforme —exclama tímido.

—Las faldas, las faldas, las faldas —canta Gregor y le pego —. Auch —se ríe —dejen de hablar de ropa, aunque admito que las faldas te quedan muy bien —me guiña el ojo.

—Yo sacaré foto —dice mi hermano y saca su celular.

—Ni te atrevas —amenazo.

Noah se esconde detrás de Heinz.

—¡Salvame!

—Pero si es inofensiva —se ríe el morocho —además ella dijo que nunca te golpearía.

—Que memoria —opino.

—Gracias —sonríe y luego rodea su brazo por el cuello de Noah —pequeño rubio, debemos cambiar el camino.

—¿Eh? ¿Por qué? —dice confundido.

Debo aclarar, que yo tampoco lo entendí del todo.

—Sí, sí, ya vayan —Gregor le hace un gesto a Heinz y yo también me confundo.

¿Se están completando o qué?

—Hey, para allá es mi casa —digo cuando van en esa dirección y Gregor me detiene agarrándome del hombro.

—Dejalos que se vayan —aclara mi novio y lo miro mal.

—¡Me iba a cambiar! —me quejo.

—Ahora te cambiarás, no te preocupes.

—¡¿Qué?! ¡¿En un arbusto?!

Se ríe.

—Nada de eso, ya lo verás.

—No estoy para sorpresas, Gregor —le aclaro cuando me agarra de la cintura.

—Nada de eso, te encantará —me hace caminar.

¿Pero qué le pasa?