259. Estaba calentito

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Bruno

Respiro debajo de unas suaves sábanas y mi celular suena, pero no le hago caso, estoy cómodo y calentito aquí debajo. Mantengo mis ojos cerrados cuando siento que el brazo de Tyrone se mueve, noto que se sienta, así que espío mientras me sigo debajo de las mantas.

—¿Copito? —hace una pausa y pregunta a sí mismo —¿Qué hora es? Esta cosa está sonando —se mueve y agarra mi celular —¿Ah? —hace un gesto molesto observando el número —miren, es Cabeza de Antorcha —le corta la llamada.

—¡Hey! —me quejo pero cuando voy a inclinarme mis partes traseras no están en buenas condiciones —mejor vuelvo a dormir —me cubro con las sábanas otra vez.

—¿Estabas fingiendo?

—Calla, que me duele mi colita y ya sabes de quién es la culpa —digo con la cabeza cubierta y sacando mi mano hacia fuera  de esta, señalándolo.

—Sí, lo sé, soy un bruto —se ríe —estaba apurado, perdón —dice en un tono no muy convencido.

Bajo la manta hasta la altura de mi nariz.

—Apurado estabas en el laboratorio de ciencias, lo demás es abuso —lo reprendo.

Bufa.

—¿Ya empiezas con tus sermones? Soy un calentón de primera —me sonríe.

—Haciendo caritas no arreglas tu estupidez, ¿Y dame el celular? —agito la mano.

—No, que aburrido, ¿Para qué hables con Cabeza de Antorcha? Ni hablar, no lo hagas más —se queja demostrando sus altos celos.

—No seas controlador y dámelo.

—¿Qué te dé qué? —se relame los labios.

Me sonrojo.

—No estamos hablando de eso.

—¿No? Yo pensé que sí —apoya el celular en su boca —. Estas cosas tienen vibrador ¿o no?

—¡No te oigo! La, la, la —me cubro los oídos evitando mis fantasías sexuales.

—Copito, pervertidito —canta.

—No, no, no, la, la, la...

—Vale —bufa y me devuelve el celular —pero después no me pidas nada.

—No te hagas el ofendido, que te puedo pinchar también —lo miro mal.

—Pero si yo todavía tengo el tenedor —rueda los ojos.

—Calla, que estoy llamando por teléfono —busco el número de Emma en la agenda digital. Tyrone me abraza por detrás y me sobresalto —¡Estúpido, estoy ocupado!

—Olvídate del teléfono y hagamos cosas sucias —susurra en mi oído y me agarra un escalofrío.

Ya me excite.

—No molestes, ya lo hicimos demasiado, no sólo en el laboratorio, después en los baños, en tu casa y ahora estamos en la vivienda que tienen sin estrenar tus papás —aunque ahora si se uso  —¿no te cansas?

—No —me muerde la oreja —contigo nunca.

—Ay, que me dejes llamar ¡¿Dónde estás tocando?! —me quejo aunque mi cuerpo no piensa lo mismo que mi boca —¿hola? —digo cuando Emma me atiende y Tyrone se aparta enojado.

¡Hey, no te alejes, estaba calentito!

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