82. Sigo a mis sentimientos

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Heinz

Zana me presta una tarea que no conseguí terminar para la clase de hoy y le sonrío para luego agradecerle.

Entro al aula y me siento en mi banco. Visualizo a Noah entrar, lo reconozco porque lleva la misma peluca que siempre ha utilizado desde que llegó, es tan natural, pero desde que lo sé, no puedo evitar distinguirlos a ambos.

Dejo de mirarlo cuando se me acerca.

—Eh... Heinz...

—¿Qué haces aquí? —exclamo arisco pero es mi enojo hablando.

—Lía dice que es más seguro así, para que esté lejos de Tyrone... —explica.

—Entiendo... —intento ignorarlo.

—Heinz... Yo... Quería decírtelo pero...

Me levanto abruptamente interrumpiendo su monólogo y salgo rápido del aula para no escucharlo más. Sin embargo, me sigue, insiste. Odio la insistencia, esa es la que usa Bruno para manipularme.

Estoy atrapado en un círculo del que no puedo salir o realmente no sé cómo salir.

No debo dejar que me afecte...

No puedo seguir a mis sentimientos, no puedo hacer lo que me plazca. Soy el títere de Bruno, no tengo la libertad para elegir. Me controla con su amenaza de muerte, y cuando niego cumple con su palabra.

No puedo escapar, no sé cómo hacerlo, el estrés me consume y sin embargo lo oculto muy bien. He llegado a un punto que parece sin retorno y me ahoga, siento que no puedo huir.

Debo alejarme de Noah, no hay opción. Si Bruno se enterara de lo que estuve haciendo a sus espaldas, él sería su blanco. Debo continuar con mi enojo, no puedo ceder a mis deseos.

No le he contado toda la verdad a mi hermano, él no debe saber lo que siento, sería una catástrofe. Necesito que sólo se centré en Tyrone, no puedo dejar que cambie sus objetivos ¿Quién defendería a Noah sino? Yo no puedo... Es como si tuviera las manos atadas y no podría mover ni un solo dedo.

Dejo de caminar cuando visualizo al morocho. Mejor dicho, a Tyrone, Lía y a... Trago saliva al visualizarlo.

Bruno.

Actúo rápido cuando veo que Noah se acerca. Lo agarro del brazo y lo empujo contra la pared del pasillo, para así escondernos. Apoyo mi mano a un costado de su cabeza y espío la situación.

—¿Heinz? —exclama el pequeño rubio confundido.

Bajo la vista a mirarlo y noto el rubor de sus mejillas. Por acto reflejo y sin darme cuenta, me muerdo el labio inferior.

Debes evitarlo, no te atrevas Heinz, no lo hagas...

Siento nuestras respiraciones a tan poca distancia, que no puedo controlarlo. Dejo de escucharme a mi mismo y de un momento a otro, sin pensarlo más, uno sus labios con los míos. Sigo a mis sentimientos, esos que estoy seguro, que me llevaran a la perdición. Voy a pagarla muy caro, lo sé. La sensación es certera, pero ya no importa.

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