✧ Capítulo 12 ✧

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«Just come home...». SYML.  Where's My Love.


PANDORA

Hunter parecía estar mucho mejor. Ni siquiera me miró más allá de un segundo, como si hubiera olvidado lo sucedido solo un par de noches atrás. Quizás, de verdad, lo había olvidado. Había estado mal, muy mal, y no había sido capaz de hablar ni de explicarme qué era lo que había sucedido, por más que yo hubiera intentado conseguir entender los balbuceos que salían de entre sus labios.

Había intentado hablar con él el día anterior, pero Hunter no había aparecido por ninguna parte y yo no creía que hubiera asistido a ninguna clase. Pero ahí estaba, de nuevo: tan misterioso y oscuro como siempre, increíblemente atrayente.

Me centré en ignorarlo. Si él pasaba de mí, yo haría lo mismo. Todavía no tenía muy claro si Hunter era de fiar o no. Santos, por el contrario, me daba mucha más confianza. La joven se giró hacia Hunter cuando este entró en la sala.

—Ponte a la cola, cariño —le dijo, frunciendo el ceño. Después se giró de nuevo hacia Marco—. Necesito que me cuentes todo lo que sabes.

—¿Todo lo que sé?

Marco era tímido, pasaba desapercibido como yo. Sabía que era muy inteligente, siempre estaba enfrascado en algún libro, incluso durante las clases, y parecía saber las respuestas a todas las preguntas de los profesores. Él parecía verse envuelto en todo eso por puro accidente.

—Acerca de Emma —aclaró Santos, como si fuera obvio, aunque era obvio—. Cuando la viste por última vez, ¿a dónde se dirigía?

Él se encogió de hombros. Marco era alto y un tanto desgarbado. Su piel era pálida y tenía unos ojos verdes y expresivos que escondía detrás de unas gafas de montura negra. Su cabello era castaño y ondulado, le cubría las orejas. Marco era guapo, no como Hunter, no. Nadie era como Hunter, al menos no nadie que yo hubiera conocido antes en la vida real, pero había algo en Marco que también resultaba misterioso, algo que yo no lograba descifrar.

—No lo sé, Santos. Solo la vi un momento y...

—Pero te dijo algo —interrumpió Hunter, acercándose.

Marco tardó un instante más en contestar.

—No.

Hunter se colocó a solo unos centímetros de mí y yo contuve la respiración. Se acercó tanto a Marco que, durante un momento, resultó intimidador.

—Dime la verdad, Marco. Te dijo algo antes de marcharse.

Esta vez, Marco suspiró. Hunter era bueno leyendo a las personas, estaba claro. También yo creía que Marco no estaba siendo totalmente sincero. Ante la presión, el chico alzó la vista hacia el techo un momento y dejó escapar un largo suspiro.

—Fue una chorrada. Creo que estaba borracha y ya está.

—¿Te parece que las últimas palabras de Emma a alguno de nosotros pueden ser una chorrada? —exigió Santos—. Joder, Marco, suéltalo.

—Estaba borracha, te lo estoy diciendo —dijo él a la defensiva—. No la entendí bien, dijo algo sobre una cama. Dijo que estaba debajo de la cama o algo así.

Yo me quedé congelada. ¿Debajo de la cama de Emma? Se me puso la piel de gallina al recordar la horrible pesadilla que había tenido solo un par de días antes, cuando había creído ver una especie de humo negro flotando por mi habitación. Maldita sea, no iba a volver a dormir en ese cuarto nunca más. Quería marcharme de allí YA.

—¿Debajo de qué cama? —inquirió Santos.

—¿Y yo qué sé? Te lo he dicho, no tengo ni idea de lo que puede significar.

—¿Y quién era la mujer con la que estaba? —pregunté yo, intentando controlar el temblor de mis piernas—. ¿De dónde había salido si no era una alumna?

Marco se sentó sobre su pupitre, negando con la cabeza.

—No lo sé, os juro que no sé nada. Castelli no ha vuelto a hablar conmigo, a lo mejor ha podido ponerse en contacto con los padres de Emma y todo está bien...

Santos negó con la cabeza.

—Si todo estuviera bien, yo lo sabría. Emma me habría llamado o me habría mandado un mensaje... o algo.

Yo participé de nuevo.

—Con lo mal que funciona la línea estos días, quizás no te haya llegado ningún mensaje por eso.

—¿También os está pasando a vosotros? —preguntó Marco—. Mi internet funciona de culo.

—La clase de informática ha sido teórica por completo porque internet no funcionaba —contesté yo.

Santos apretó los labios ante nuestras palabras. Sus ojos oscuros se entornaron, como si estuviera intentando procesar un millón de ideas a la vez.

—¿Y si está todo relacionado? Emma ha desaparecido y no tenemos internet, o al menos funciona fatal. ¿Y si es algo intencional?

—¿Para que no podamos encontrar a Emma? —preguntó Hunter.

—O para entorpecer las comunicaciones, no lo sé. —Santos se llevó el dedo índice a los labios. Tenía las uñas cortas y pintadas de negro, supe de inmediato que se las mordía y eso me hizo estremecerme de incomodidad. Mi madre me habría matado si alguna vez me hubiera mordido las uñas. Contemplarla me provocaba una incomodidad exagerada, solo yo lo entendía.

—¿Qué más te dijo? —pregunté de golpe.

Marco clavó sus ojos verdes en mí y, por un momento, tuve la sensación de que estaba reparando en mí por primera vez, a pesar de saber que no era así. Marco tomó aire. Me arrepentí de haberle hecho esa pregunta, pues Hunter y Santos saltaron como auténticos perros de caza ante su silencio.

—¿Qué más? —insistió Santos—. Cuéntanos exactamente qué pasó.

Solo entonces Marco enterró la cabeza entre sus manos y se quedó en silencio unos segundos. Sentí pena. Marco no quería estar envuelto en eso, simplemente se había encontrado en el momento y el lugar equivocados. Pero lo que él sabía podían ser pistas, pistas para dar con ella.

A esas alturas, y de forma inesperada, también yo quería encontrar a Emma.

—¿Marco? —susurré.

Cuando Marco apartó sus manos de su rostro, sus ojos se habían humedecido. Di un paso hacia delante de forma instintiva y entonces él nos miró a los tres, nos miró con demasiada intensidad.

—No quería decir nada, no quiero hacerlo —murmuró en voz baja, después guardó silencio un segundo más y sus labios se movieron de nuevo—. Emma me dijo que mirara debajo de su cama. Parecía estar contenta, parecía... esperanzada. —Marco cerró los ojos, como si así pudiera revivir ese momento de nuevo—. Sonrió, se acercó a mí y... me susurró al oído que... —Tuvo que tomar aire antes de, por fin, decir las palabras—: que yo la seguiría pronto. Después se marchó con la mujer. Ya está. No volví a verla.

Ese mismo dolor en el pecho que había sentido durante la parálisis del sueño regresó. Mi cuerpo se volvió pesado, como si no pudiera moverme, como si hacerlo me resultara imposible.

El resto reaccionó antes que yo. Hunter se dirigió a la puerta del aula con rapidez, sus pasos resonaron en el profundo silencio de la sala y Santos lo siguió. Marco se puso en pie y los miró, confundido.

—¿A dónde vais?

—A ver qué hay debajo de la cama de Emma —contestó Hunter sin dudarlo.

Yo me estremecí. No quería saberlo.

Sabía que podía tomar mi decisión en ese momento. Podía marcharme de la Academia, intentar llamar a mis padres y desaparecer de allí. No tenía que quedarme en ese lugar, todo eso no tenía nada que ver conmigo y yo aún estaba a tiempo de escapar.

Pero me encontré siguiendo a los tres chicos. Fui la última en salir de la clase y, antes de hacerlo, me giré durante unos segundos y contemplé el aula vacía, con una veintena de pupitres blancos y vacíos. A un instante de salir del aula, me quedé parada un momento y miré al techo. Las luces parpadeaban, una vez más.

⚜︎

¡Hola, reinas!
¡Gracias por pasaros a leerme y a saludarme!

¿Quién es vuestro personaje favorito?

Mil besos

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