Como perder en un sencillo paso.

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Estaba en modo zombi.

Es decir, Zopenco Observando el Mundo que Brutalmente fue Inmolado (ZOMBI). El pensamiento le hubiera hecho gracia a Veintiuno, eso pensé mientras Phil voló sobre las nubes negras hasta que los derrumbes se detuvieron. Cuando aterrizó tuvo que rebuscar en las ruinas de las Ruinas Rojas. Ja. Eso también le hubiera hecho gracia. La cabaña donde estaba el portal ahora era un amasijo de madera en una meseta interminable de basura. Él tenía mucha fuerza y buen olfato así que escavó en concreto, tierra removida que había rodado hasta allí, cables, metal y cosas quemadas.

No sabía en qué criatura había mutado para hacer el trabajo de topo, la verdad ya casi no me importaba.

Yo estaba anonadado, parado en mitad de ese cementerio, observando todo como si fuera un Salivante esperando órdenes. Hace menos de cinco minutos había estado hablando con 1E, Veintiuno y 17N. Ellos tenían que seguir ahí, no podían irse, así como así.

—Tenemos que ir a buscarlos —dije.

Sobe estaba sentado en una viga que sobresalía sobre los restos de una pared. Había tejas y cristales, yo mantenía el equilibrio en una duna de tierra. Él observaba las heridas de Berenice, que se había quitado toda la ropa a excepción de la interior. Estaba llena de moretones y cortaduras, pero la más grave era la de la pierna. Él le corría el pelo de la cara y le preguntaba si tal herida le dolía, si podía venderle el muslo o si había perdido tanta sangre que veía las cosas borrosas, pero su paciente no era ni comunicativo ni colaborativo. Sobe estaba haciendo un monologo más que un diagnóstico médico.

Ella observaba los restos de la ciudad y era inmune a cualquier escozor que le produjera el desinfectante.

—¿Ir por... quién? —Hincó las rodillas, cortó el rollo de vendas con los dientes—. Jonás, le cayeron toneladas de... cosas —omitió la palabra basura— a la ciudad, no queda nadie ahí. Tú lo viste, amigo.

—P-pero...

—No están, Jo, siempre fuiste malo para asimilar la muerte. Lo lamento.

Sobe se puso de pie, descendió la pila de escombros, saltó un hilo rojo que estaba tendido como una línea floja, caminó con su pierna chueca hasta mí, me limpió algo en las mejillas y supe que eran lágrimas.

—Hicimos lo que pudimos y el que niegue que ellos no murieron con valor será el más necio de los necios.

—¿Q-qué? ¡No están muertos!

Le aparté la mano de un manotazo.

—¿Por qué dices que están muertos? Ellos siguen allá. Eithan, digo, Veintiuno...

Señalé el horizonte plano de marañas sin forma. No quedaba nada, pero era a simple vista. Los había dejado en un edificio, así que era probable que siguieran bajo la basura, sí, pero vivos. Tal vez los Hogares de la Comuna resistían una explosión y toneladas de desperdicios. Tal vez...

—¡Basta! —gritó, apretó los labios, molesto—. No están allá.

De repente su voz me incomodó. Me paré con bravura y lo encaré.

—¡Si no quieres ayudarme entonces iré solo! ¡Deja de retenerme, no me necesitas para cruzar el portal! —busqué en mi cinturón el oso de peluche de Eithan, lo arranqué y se lo arrojé al pecho

El animal de felpa rebotó y terminó a nuestros pies.

—¡Ten! ¡Los recuerdos de Dracma! ¡Ve a Japón! ¡Reúne la información de guerra que tanto querías! ¡Llévasela al Triangulo para que la archive! ¡Ese grupo e tontos deja morir a niños porque no tiene las pelotas de salir de su escondite! ¡Lo único que hacen es desconfiar de nosotros y buscar el libro de profecías! ¡Ve allá! ¡Ahora déjame de joder!

Giré y comencé a caminar hacia el interminable horizonte de basura. Nosotros éramos una basura más. Cuando encontrara el suelo mojado sabría que había llegado a la ciudad porque estaba repleta de represas.

—¿A dónde irás? ¡No queda nada allá! —me sujetó de la camisa y me arrastró hasta él.

—¡Suéltame!

—¡Están muertos, Jonás! Hiciste lo mismo cuando falleció Watt —susurró, miró a Berenice para asegurarse de que ella no había oído—. Agarraste la Esfera de Palabras y corriste al Faro para salvarlo incluso cuando lo viste muerto.

—¡Cierra tu puta boca!

Berenice continuaba con la mirada perdida en el horizonte y con su ropa húmeda enrollada en el suelo. La brisa infectada mecía su cabello de una forma tan triste. Phil escavaba frenético entre los desperdicios, queriendo irse lo más rápido de ese mundo.

—Haces lo mismo con tus her... —Él tragó saliva y el resto de la oración para luego desviar la mirada.

—¿Con mis hermanos? —pregunté serio, completando su línea de pensamiento—. Lo dice eso el imbécil que siempre cambia la muerte del suyo ¿Acaso tu hermano murió aplastado por una tonelada de basura? ¿Eh? ¿Ibas a decirme eso?

Sobe me soltó, apretó le mentón y de continuó mirando un punto a la izquierda.

—No. Fue de otra forma. Pero al menos admito que está muerto.

Apreté los puños. Me picaban los dedos. El dolor de mi piel quemada había pasado a segundo plano por la agonía de mi corazón. Quería arrancármelo, el pecho me quemaba, solía, era una punzada lacerante que me desesperaba. Lo último que quería era tener a Sobe al lado, dándome su lastimoso consuelo.

—Harías lo mismo conmigo ¿No?

Giró rápido la cabeza hacia mí, como si hubiera escuchado un disparo. Sus ojos azul oscuro me observaron empapados de terror.

—No.

—Te da igual que tu hermano esté muerto y que Tony sea un agente de La Sociedad. Solo vives y sabes que otros están muertos. Si yo fuera el que cayó este día también estarías igual ¿O no? Me dejarías enterrado en basura porque así eres, tú dejas y yo soy el cobarde que no puede superar nada.

—¡No! Solo estoy diciendo que no puedes ir por ellos. Tardaríamos días, no, semanas en encontrar sus cuerpos entre toneladas y toneladas de escombros. Ni siquiera los reconoceríamos cuando lleguemos a ellos ¿Es que no te das cuenta de a la tortura que te someterías?

—Por qué no puedo olvidarme de la gente, Sobe —caí de rodillas, quería llorar pero ya ni siquiera podía hacer eso.

—No tienes que olvidarte de ellos ahora —dijo arrodillándose junto a mí y dándome palmaditas en el hombro—. Ni en un buen tiempo tampoco.

—No puedo ganar esta guerra, Sobe —Alcé mi mirada y susurré—. Lo siento. No quiero ser así. Lo siento.

Me disculpé por haberlo tratado de forma tan injusta y cruel, él solo era un buen amigo y sobrellevaba sus propias adversidades a su manera. Pero sobre todo me disculpe porque sentía hirviendo en mi interior el poder de todas las profecías: yo no iba a ganar la guerra y posiblemente mi papel en ese juego de trotamundos no sería otro más que destrucción. Estaba disculpándome porque sentía que posiblemente, no, seguramente, sería una amenaza en el futuro. Una amenazada para todos. Él podía olvidar y yo no. 

Mi mayor error era aferrarme al pasado. Por miedo. Por temor a perder lo que ya había perdido. 

Era fácil para él porque a sus diecisiete años había visto cientos de imperios alzarse y caer, mundos devastados, muertes, había perdido amigos y ganado otros, para Sobe la vida era así de rápida. Él tenía tanta información en la cabeza que lo había despojado de todos sus miedos. Pero yo estaba lleno de temores. Tenía tantos que los sentía rebotar desenfrenados en mi cuerpo, yo me había convertido en una cascara de inseguridades. Algo así como unas macaras que cuando agitas suenan.

Sentía poco a poco a todos esos miedos convirtiéndose en odio. Alguien me estrangulaba en la garganta, dirigí una mano a mi yugular para asegurarme de que seguía protegida. No había dedos sobre mi piel solo calcinante rabia ¿Era posible odiar tanto a un muerto? Si tuviera a 5M en frente la dejaría como picadillo. No.

Lo que más me hacía odiarla era que no podía odiarla; ella había enloquecido.

Y razones para perder la cabeza no le faltaban, había visto a su mundo ser tragado por el fuego, los habían amontonados a todo en una ciudad, había creado una resistencia donde se sentía segura pero su hermano la había traicionado y había quedado ella sola, pasó años viviendo encerrada en un bote, colgando de la basura y viviendo de desperdicios. 

¿Qué diablos iba a hacer en ese barco? ¿Manualidades? ¿Clases de pilates? ¿Funciones de marionetas? Era obvio que perdería la cabeza, enloquecería poco a poco hasta llenarse de odio. Había asesinado a trotadores y a soldados de Gartet, a pesar de ser una niña.

Berenice comenzó a cambiarse, si lamentaba lo sucedido lo escondió en las entrañas de su alma. No recuerdo cuando Phil encontró el portal, todo lo demás fueron imágenes difusas.

De repente estaba abrigándome por el frío viento que soplaba en las islas Malvinas, al sur del planeta. Petra estaba con Dante, esperando en la parte trasera de la minivan, habían realizado las puertas que tenían la cara pintada de Elvis y al lado habían prendido fuego en un tambor de metal como si fueran vagabundos.

Dante se ubicaba cerca de las llamas, rígido como un palo de escoba, con una polera negra y elegante ajustada al cuerpo, pantalones de vestir y zapatos de charol, no sabía en qué momento había empacado eso antes de abandonar su casa, pero él creía que eso era casual e informal.

Petra se encontraba mucho mejor, incluso tenía color en las mejillas, ambos llevaban en la muñeca una etiqueta de hospital, así que supuse que los habían atendido a los dos. Tal vez, después de usar tantas artes extrañas ella, para los ojos de los médicos, se hallaba en las mismas condiciones que una persona que había trabajado por días sin descansar.

Se había atado su cabello caramelo en un moño que el viento había batido, bajo la luz del sol su melena parecía hecha de luz dorada. Debería ser medio día, la claridad de mi mundo me cegó por unos segundos. Había olvidado lo penetrante que puede ser el color de la hierba o lo profundo que es el azul del cielo.

Berenice estaba acaparando toda la atención de Petra por su tajo en el muslo, pero al verme atravesar el portal abrió los ojos como platos y balbuceó:

—Jo, oh, Jo, tu brazo.

Después Sobe dijo algo de la Cura del Tiempo y de que era tarde. Phil se despidió de la minivan y le prometió que regresaría. Teníamos que ir a Japón, pero en barco no llegaríamos a tiempo y tomar aviones era considerado sentencia de muerte porque las terminales estaban repletas de agentes, además, el único que tenía documentos de identidad era Dante; se suponía que yo estaba muerto, nadie sabía el pasado de Sobe, pero de seguro tampoco tenía papeles y Berenice, Phil y Petra ni siquiera eran de ese mundo.

Sobe comenzó a trazar una ruta de portales que podríamos tomar y atravesar con la minivan, se sirvió de un mapa del Triángulo, midió distancias y se puso a hacer cuentas con Dante.

La hierba crecida hasta los talones me daba cosquillas en la piel. Me había petrificado en el lugar que aterricé. Me hubiera gustado ser tan duro como Sobe, pero era débil, pusilánime, como la gente que 5M detestaba. Era lo que ella calificaba como una persona que no merece la pena ser salvada.

Petra quiso ayudarme a vendar el brazo quemado, pero le dije que podía encargarme yo solo. Asintió a intervalos, me acarició la barbilla con aire preocupado y fraternal y fue con presta bondad hacia Berenice. Le ofreció ayuda, pero ella solo aceptó un analgésico y una aspirina. Meneó la cabeza. Berenice se alejó cruzada de brazos, se plantó en mitad del campo y miró el horizonte de espaldas a nosotros, estaba llorando lo supe porque las manos se le clavaban en los codos y apretaba su propio cuerpo como si quisiera aplastarse.

Sobe dijo que podíamos llegar justo a tiempo. Deberíamos saltar por dos portales y hacer seis horas en carreteras de Japón. Todos nos montamos a la minivan. Dante se movía lento porque estaba vendado y los doctores le habían dado puntadas, pero aun así estaba lleno de energía.

Petra y Dante habían robado mantas en el hospital y las habían amontonado en la parte trasera del auto, supuse que habían pasado la noche allí. Me acosté en el montón de trapos y miré por la ventanilla el pasaje rupestre. No había pingüinos.

Phil encendió el motor, escuchó el ronroneó del auto, recostó su cabeza en el volante y murmuró.

—Te extrañé, precioso.

—Yo también, bebé —intentó Sobe.

Berenice y Dante usaron las sillas platicas de jardín que estaban amarradas al suelo. Petra se acurrucó a mi lado, me observó con esos ojos policromos, motas de verde, azul, amarillo, marrón y morado brillaron de emoción.

—¿Y bien? ¿Van a soltar lo que pasó? ¿Cómo fue?

Petra no sabía toda la verdad, ni siquiera sabía que ese mundo estaba controlado por Logum. Su estadía en Nózaroc se había limitado a ocultar el cuerpo de un trotador aficionado a cortarse el cuello frente a desconocidos, visitar el barco en el basurero, luego el Banco y huir al mundo humano para curar una herida.

«Jonás, por favor, vuelve a encontrarme ¿Sí?»

Habían sido sus palabras al despedirse de mí. Tal vez ella ya me había visto un poco perdido, pero me temía que jamás volvería a encontrarla, me había quedado para siempre atrapado en Nózaroc. Era su último prisionero.

—Jo... ¿Jonás?

Giré los ojos hacia ella.

—Perfecto —contesté con la voz ronca—. Encontramos la tercera base, todos recuperaron su mente y su voluntad. Con la ayuda de los adultos fue fácil entrar al Banco y apoderarse de todos los corazones.

—¿Y Uno de Enero? —preguntó Petra—. ¿Está bien? Porque se veía muy triste la última vez que lo vi, luego de huir del Banco.

Phil continuaba acariciando el volante, el auto estaba prendido, pero no lo había puesto en marcha. Berenice se tocaba distraídamente una herida del brazo, sin desmentir mis palabras, porque en el fondo ella también quería creerlas. Sobe meneó con la cabeza, tenía los ojos resplandecientes como vidrios con vapor. Dante se estaba mordiendo las cutículas, sonrió cuando escuchó lo que dije.

—5M me daba mala espina, parecía loca de remate, pero tenía un buen plan. Quería salvarlos a todos, fue muy valiente, espero que en su mundo se lo reconozcan y sea condecorada o algo así...

Phil no pudo evitarlo y se echó a llorar, tal vez ahora estaba más vulnerable porque se sentía seguro en el interior de su camioneta. Dante y Petra fruncieron el ceño, sin comprender y comenzaron a preguntar qué había pasado. Me acurruqué en la parte trasera y cerré los ojos. Mis amigos comenzaron a hablar agitadamente, Petra abrió la puerta de la minivan y trató de bajar diciendo que era imposible que no quedara nadie.

Todo era un mar de lágrimas. Me cubrí los oídos y continué con los ojos cerrados.

Lo superaremos, pensé, porque en las guerras hay perdidas y cada vida es una guerra. Viviríamos con esa partecita menos y ya está. No seríamos como 5M. Yo no podía ser como 5M. Ella había dicho que estaba cansada, cansada de ser la última y recordarlos a todos.

Rapidamente me dejé llevar por la tierra de los sueños. Gartet me había quitado la capacidad de tener sueños como la gente normal, hace más de dos años que tenía solo visiones, pero ese día no fue así. Tal vez ni siquiera estaba dormido, tal vez le había dado rienda suelta a la imaginación.

Estaba 26J.

Veintiséis de Julio se hallaba cruzada de brazos en la camioneta, me miraba con esa expresión arisca que tenía en el rostro, como si yo fuera un costal de estiércol o un cinturón porta herramientas pequeño, su cabello lo tenía recogido y sus orejas de satélite resaltaban lejos de su cráneo.

—¿Y ahora qué, Jonás?

—Javier está triste —observó la hermana del medio del que ni siquiera sabía su nombre, estaba viendo el teléfono móvil que le había robado al trotador y reproducía música.

—Es Juan —la corrigió la niña rubia de doce años que quería encontrar el puerto—. ¿Verdad?

—¡Es Jonás Brown, mi amigo, al que yo descubrí! —se regodeó Veintiuno—. Verán, nadie notó que él venía de otro mundo excepto yo. Nos hicimos amigos desde el primer día.

1E sonrió apenado.

—Creo que debe ir a buscar a sus hermanos. Es lo que siempre quiso —dijo con timidez—. Cuando los encuentres me traes folletos de búsqueda ¿Sí?

—Dale tiempo —se quejó 17N poniendo los ojos en blanco y tomando un sorbo de su cantimplora—. Está pensando.

—¿Qué no ves? —cuestionó 3F, la Salivante con los ojos de venado. 

Ya no puedo, quise decir. Creo que no podré encontrarlos. Ellos se ocultaron de mí o alguien los asesinó, sea como sea, no puedo resolver el acertijo por más vueltas que le dé. Había dedicado los últimos años de mi vida a ellos, quería cumplir mi promesa y regresar; pero Nózaroc me había mostrado que los mundos pueden quedar acabados de un segundo a otro. Los mundos y las vidas ¿Yo era capaz de destruir todo con tal de encontrar a mi familia? ¿Cuándo iba a detenerme? ¿Cuándo iba a olvidarlos? Por qué no podía seguir adelante como había hecho Sobe.

—Déjenlo dormir, críos insoportables —aportó 26J fulminándolos con la mirada y colgando sus pulgares de su cinturón de herramientas—. Se lo merece, nos ha liberado a todos ¿O no, Jonás?

Meneé con la cabeza. 3F se acostó a mi lado, me observó con sus ojos verdes y una lágrima se escurrió de su mejilla. Tal como yo había hecho cuando ella murió. Ahora los papeles se habían invertido.

—Recupera tu vida —me recomendó acariciándome la mejilla—. Sal de la oscuridad. 

Caí profundamente dormido.

















¡Doble actualización por ser el cumple de Wilmar: WilmarRodriguez01

Fue el 1 de diciembre, pero no quería regalar esto el día de tu cumpleaños, me daba vergüenza jajajaj porque siento que son capítulos muy... feos.

Bueno... no mentí cuando dije que probablemente odien el final del libro tres.

Aunque todavía no terminó, le quedan unas treinta páginas :v

Como mencioné antes me encantan los datos ñoños y cada nombre de los niños de Nozaroc son fechas de revoluciones o guerras.

Ya que los últimos meses hubieran muchos cumpleaños les paso sabiduría noña)?? jajjajaja

Acá van:

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6 de marzo (6M): Independencia de Ganha, África.

1 de enero (1E) : independencia de Haití .

26 de julio (26J) : Revolución cubana.

17 de noviembre (17N) : Revolución del terciopelo Praga.

5 de mayo (5M): Primer día que México se enfrento, se dice que es el inicio la revolución (o sea este día da comienzo a muchas batallas sangrientas, por eso le puse esa fecha a ella en especial)

7 de septiembre (7S): Revolución chilena.

3 de febrero (3F): Batalla de caseros.

Veinte de noviembre(20N): Revolución mexicana de niños, en 1910 (México tuvo muchas, que sad)

Seis de agosto (6A):  La colonia de Jamaica obtuvo su independencia del Reino Unido el 6 de agosto de 1962.

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¡Y eso es todo amigos! ¡Espero no haberme equivocado en las fechas! Y que al menos disfruten un poquito la lectura.

Sé que lo digo mucho y no quiero parecer pesada pero gracias por comentar siempre este libro y leerlo y votar. Estoy infinitamente agradecida. Significa mucho para mí y como mencioné, planeo continuar la saga hasta su final y contar qué pasó con los hermanos de Jonás. Esta semana edité ese libro (el de Narel), lo voy a publicar pausadamente (para no soltar spoiler) a fin de año. En Twitter ya pueden ver la portada, si les da curiosidad.

¡Feliz sábado y buen fin de semana a todos! ¡Abrazote!

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