III. El mundo de los corazones no tiene corazón.

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 5M se aclaró la garganta autoritariamente.

 26J se puso de pie, abrió el baúl, rebuscó entre los royos de pergamino y los papeles viejos, el sonido de las hojas frotándose acaparó toda la habitación. La niña agarró lo que parecía un mapa, esquivó las velas rojas y aromáticas del suelo hasta la mesa, una pena, si fuera yo las hubiera pisado a todas. Las velas cargaban el aire de una sensación grasosa, me sentía como si hubiera dormido bajo una hamburguesa.

 Recostó los documentos en la base de cuero de la mesa, junto a 5M y desplegó el pergamino. Todos nos acercamos curiosos, incluso Veintiuno. Antes de llegar a la mesa Dante hizo una reverencia respetuosa como agradeciendo por compartir información. Yo continuaba un poco molesto por el chantaje, solo un poco.

 El que había dibujado ese mapa había tenido mucho talento, como si leyera nuestras mentes, 5M habló:

 —El que hizo este mapa fue mi amiga Auromi, una de las fundadoras de la resistencia. Le arrancaron el corazón hace siete años y falleció hace dos. Ojalá su alma se haya vuelto a fusionar.

 Otra vez hablaba de que el alma de ellos estaba fragmentada, gran dato que no quería retener. Además, todos sus aportes eran colosalmente deprimentes, como una enciclopedia de la desgracia.

 Sentí pena por 5M. Ella era la última que quedaba de todos sus amigos, su cultura y familia. Me pregunté cuál sería el último en pie de la unidad ¿Petra por ser la más poderosa? ¿Sobe por ser un superviviente nato? ¿Walton? ¿Cam? ¿Escarlata? Pensar en perder a mis amigos fue terrible, dolió como una bofetada. Cerré los puños y los apoyé sobre la mesa para contenerme y no derribar a Dante con un abrazo.

 No imaginaba lo sola que ella se debería sentir.

 La ciudad era redonda, medía 203 kilómetros cuadrados. Eso era un lugar pequeño para tener a el doble de la población de un país de mi mundo. El mapa estaba repleto de represas que se extendían de norte a sur, incluso por el oeste y este, eran como una plaga, al igual que los Hogares de Comuna y las fábricas.

No había nada más a excepción de un rectángulo enorme que debería de medir más de veinte manzanas. Estaba ubicado en el centro. Era más grande que el instituto del Triángulo. Luego noté otros edificios que destacaban de los demás, uno estaba en el sur y era redondo, pero tenía murallas como si fuera un juego de tirar al blanco; el otro era negro, a diferencia de las fábricas que estaban dibujadas con gris o los hogares comunitarios que eran blancos y estaba ubicado en el norte.

Necesitaba regalarle a 5M o a Auromi una paleta de colores.

Sobre el edificio enorme y rectangular se leía Banco. Alrededor de la ciudad el dibujo estaba tachado con rojo, habían tratado de retratar cada hilo, pero el mapa mostraba que el trabajo estaba inconcluso. No sería fácil adentrarse en ese terreno y dibujarlo, era una tarea que traía muchas bajas porque las sogas eran más mortales que desayunar un burrito picante.

Dante estaba serio, con una mano rodeando su mentón peludo como un pichón recién nacido; los ojos le rebotaban de un rincón a otro, leyendo las imágenes, haciendo cálculos, memorizando la ciudad y trazando rutas de escape, él tenía más experiencia en cartografía, llevaba mucho tiempo entrenándose en el arte de trotar; si había alguien que entendía de mapas era él.

—No entiendo —dijo Dante, alzando la mirada hacia 5M—. ¿Qué son estos garabatos?

—Es un mapa de Nózaroc y las ruinas de alrededor —5M apoyó ambas manos sobre la mesa—. Nos servirá para atacar, pero primero deben saber que noté un error en el sistema de órdenes que instauró Tandra y que Logum, obviamente, no se detuvo a cuestionar.

—Se refiere a las tres órdenes: sean leales, no sientan nada y obedezcan el itinerario de la pantalla —explicó Phil e hizo una pose de victoria muy similar a las que hacía Elvis para bailar.

5M asintió con gestos rígidos como si fuera un militar o tuviera dolor de cuello.

—Sí. Cuando ella aprisionó los corazones, los dejó en el Banco e instauró parlantes que hablen al final de cada día y que les recuerden las ordenes ¿Ustedes saben que no se trata solo de poseer el corazón, hay que hablarle como si hubiera alguien dentro que escuchara? Es porque hay alguien dentro.

—¿Duendes mágicos? —traté.

—No, es el alma de la persona.

—Ah, okey.

Si fueran duendes tendría el mismo sentido para mí.

—El sistema que creo Tandra para esclavizarlos es perfecto, así se evita cualquier tipo de insurrección. Solo que no fue clara a la hora de controlarlos. Me refiero a la tercera orden. Ella les dijo: siempre cumplan las actividades de las pantallas, bajo cualquier costo. Y es por eso que se levantan a la mañana, desayunan, trabajan, regresan y repiten el ciclo sin importar si están enfermos o no. Siempre repiten el itinerario a no ser que haya excepciones y la pantalla les pida que salgan juntos o que tengan hijos —extendió la mano hacia Veintiuno.

Vaya, había formas de ser un nacimiento no planeado y después estaba ese niño. Veintiuno lució la increíble habilidad de achicarse como una hormiga y mirar hacia otro lado.

Phil chasqueó la lengua como si le repugnara la idea, pero también tuviera envidia de que en Nózaroc era muy fácil conseguir una pareja. Dante dijo que era poco ético. Por mi parte reprimí las náuseas.

—Mi idea es tomar el control de las pantallas y escribir ahí una nueva orden, por ejemplo, que ataquen el Banco y luchen para recuperar su corazón sin importar las consecuencias.

A Dante le brillaron los ojos, yo miré el mapa comprendiendo su idea.

—Entonces todos harían caso porque está escrito en la pantalla y ellos obedecen a las pantallas. Se revelarían con sus propias reglas del juego.

—Sí, y como no importan las consecuencias, no importaría que rompieran la primera orden, que es ser leal, porque lo hacen al ejecutar la tercera: obedecer al monitor.

Asentí. Eran como las leyes de la robótica de las películas de ciencia ficción, solo que un poco más complicado y retorcido y sin robótica, además, no eran leyes en sí. Ya qué.

—¿Y cómo tomamos el control de las pantallas? —pregunté—. En el supuesto caso de que nos interese —corregí para fingir que tenía el control de la alianza.

Tendríamos que cumplir sus órdenes para que ella nos dijera la ubicación de la cura.

—Hay tres sistemas de mandos ubicados en extremos opuestos de la ciudad. Para tomar el control de todas las pantallas de los Hogares de la Comuna, hay que apretar simultáneamente tres botones para borrar los datos y volcar nuevos. Pero todo debe funcionar al mismo tiempo. Es decir, debes apretar un botón en cada base al instante que tu compañero lo hace en tora. Los mandos están conectados, es necesaria una sincronía perfecta —explicó—. Aquel mecanismo de defensa fue idea de Logum, una de las muchas cosas que hizo al subir al poder. Supongo que aprendió con El Faro luego de que ustedes le quitaran Dadirucso.

Dante empalideció como si le produjera vértigo pensar en la noche que había roto miles de reglas de sus padres, del Triángulo y del manual del trotador.

—Uno se encuentra en el edificio de la Coalición de Innovación, donde Logum tiene a los reclutas inteligentes de este y otros mundos, creando nuevas armas.

Señaló en el mapa la estructura que se veía como un arco de tiro al blanco, la que tenía murallas. La gente de allí era lista, pero no tanto como esos muros.

—Ese podrá apretarlo mi hermano ya que trabaja allí y está bajo mis órdenes.

Miré de refilón el corazón en su estante. Ella se lo había robado cuando era una niña de trece, desde entonces había convertido a su hermano en una marioneta infiltrada en las filas de Gartet. Dudaba que fuera vacío y torpe como los Salivantes porque así levantaría sospechas. De seguro le había dejado todos sus sentimientos y capacidad de raciocinio intacta, tal vez le prohibió contar que era controlado por su ella.

Probablemente habían fingido su muerte para sepultar las pocas sospechas.

—El segundo se halla en el depósito de los Palillos, donde hay máquinas en almacenamiento y pueden encenderse en cualquier momento —explicó señalando el edificio que se veía como una pelota negra, era el único negro de toda la ciudad—. Ahí irá un grupo de soldados que yo enviaré por mi parte. Y el tercero me costó tiempo encontrarlo. Está fuera de la Ciudad Blanca, en la telaraña de hilos rojos y asesinos, escondido en una casa abandonada. Sabemos que está ahí porque eso nos dijo un soldado de Gartet, sin embargo, es casi imposible llegar, al menos para un humano —miró a Phil.

Entendí su idea, él iría volando.

—Deberemos separarnos cada uno —continuó— y apretar los botones simultáneamente para borrar el itinerario de las pantallas y escribir uno nuevo. Así le ordenaremos a todos los Salivantes que tomen el banco y recuperen su corazón.

—Y lo harás en la Extirpación de Lealtad —deduje—. ¿Es cuando todos se juntan para ver cómo los niños de trece entregan su corazón?

5M asintió.

—Ahí estará Logum. Es el mejor momento para atacar.

Algo no me cerraba en su plan.

—Pero para eso necesitas solo a Phil y ya lo tenías.

5M curvó ligeramente la comisura de su labio.

—Me alegra que estés atento. Claro que tú no apareces en este plan. No sé si lo notaste, pero hay un factor que falla ¿Sabes cuál?

—Los parlantes —musitó una vocecita tímida.

Veintiuno se puso de puntillas para llegar a la mesa, se aferró de los bordes, manteniendo el equilibrio y señaló el Banco.

—Dijiste que los corazones están en cajas con parlantes. Si logras hacer que los Salivantes obedezcan los mensajes que tú pones en las pantallas y corran juntos al Banco a recuperar sus corazones, Logum puede hablar por los parlantes y susurrarles a todos los corazones que se olviden se la tercera orden y no obedezcan las pantallas. Entonces todos se quedarían quietos, esperando nuevas instrucciones y perderías el control.

5M asintió y ladeó un tanto la cabeza.

—Tienes ingenio niño ¿Has pensado unirte a la resistencia?

Veintiuno se ruborizó y quedó petrificado viéndola, ni siquiera respondió su pregunta, simplemente se tildó como un monitor viejo. Por ser un niño tan charlatán y orgulloso la presencia de 5M lo paralizaba. Puse los ojos en blanco y señalé el edificio rectangular que era el Banco.

—Supongo que debo entrar al Banco y apagar los parlantes antes de que ustedes tomen el control de las pantallas. Solo así me dirás dónde se esconde la Cura del Tiempo.

5M sonrió, pero parecía burlarse de mí.

—Exacto.

—¿Cómo apago los parlantes? Dudo que sea pidiendo por favor o bajando una palanca.

—No sé, pero supongo que no será problema para un grupo de trotadores. Averígüenlo —ordenó con su voz rígida y áspera—. Les daré un momento para que lo piensen. Regresen al anochecer.

—¿O si no? ¿No nos devolverás a Phil?

Phil se cubrió la cara con las manos y se despidió de su padre en silencio. Ella arrugó el labio.

—Pueden llevárselo. Confío en ustedes.

Dante bajó sus labios casi hasta el mentón y la miró con la cabeza ladeada, en un gesto de incredulidad.

—¿Por qué? —cuestioné yo.

Se sentó en la silla, enrolló el mapa, lo dejó cuidadosamente a un costando haciendo tiempo y por fin se dignó a responder:

—Porque sé que regresarás. Liberaste Dadirucso y Babilon sin que te lo pidieran. Yo te lo estoy pidiendo. Libera Nózaroc.

Endurecí la voz y apoyé mis manos sobre la mesa, una en cada extremo, abriéndome como una carpa.

—Perdí a mis hermanos por esos dos mundos.

—Yo también perdí a mi hermano.

—A mis padres y abuelos.

—Yo también.

—¿Ah sí? Pues en Australia creen que estoy muerto.

—A mí también me dieron por muerta ¿Qué tal eso?

Resultaba absurdo competir por quién la pasaba peor, pero ya estábamos compitiendo.

—En mi colegio me hicieron un funeral.

Bufó.

—Qué suertudo, tuviste funeral.

No iba a decirle que mi padre ficticio quemó mi hogar porque a ella también le hicieron lo mismo.

—Me falta barba.

—Yo no tengo bubis.

—Ahora tengo visiones del pasado cuando sueño.

—¿Después me dices cómo haces? Yo hace meses que no duermo.

—En la isla donde vivo creen que soy traidor.

—¿Vives una isla? Uh, como un millonario, qué divertido. 

Apreté los dientes. Phil alzó el dedo índice queriendo dar un aporte.

—A él lo desterraron por...

Antes de que Phil dijera que me desterraron por dar vergüenza (Sobe las pagaría por hacerle creer esa mentira), terminé la competencia de desgracias.

—Lo perdí todo por meterme en guerra con Gartet cuando nadie me lo pidió. Ya no soy el niño que era. Ahora sé cuándo es mi lucha y cuándo no. Lo siento señora de las velas perfumadas, pero está vez paso.

Ella sonrió.

—Entonces, Jonás, los perderás una tercera vez a tus hermanos porque no solo no te diré dónde está la Cura del Tiempo. Si no me ayudas, la destruiré.








¡Gracias a todos por los mensajitos del viernes pasado! ¡Me alegró mucho que les haya gustado el capítulo anterior!

¡Feliz fin de semana! ¡Abrazos!

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