Capítulo 13

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—Ewan, la mesa tres por favor... lleva media hora llamándote.

—Sí, si... perdón— agarré la bandeja y corrí atropelladamente hasta la mesa donde me esperaba una estrambótica pareja. Él, un grandulón en camisa, con tatuajes a la vista en ambos brazos y la cabeza rapada. Ella, pequeñita con el pelo lacio y brilloso, en ropa que parecía recién salida de dormir.

—¿Qué les sirvo? —dije sonriendo amablemente. Noly decía que siempre debía de sonreír, me dijo que mi sonrisa era muy bonita así que debía mostrar mis dientes para convencer al cliente. Yo le creí, así que ahora era la mar de simpático.

—Hola, queremos dos batidos de chocolate, una dona y un croissant. —Dijo el hombre acariciando la mano de la tímida chica.

—Enseguida se los traigo— sonreí, me di la vuelta y corrí hasta detrás de la barra donde me esperaba Noly.

—Madre mía— dijo agarrándose la cabeza.

—¿Qué pasa?

—¡Lo que es ese hombre! ¡Esos brazos!

—¿En serio me lo dice, Noly?

—Bueno, ¿qué te voy a decir? De esto no entiendes nada.

—No, que va. Solo fíjese por donde camina y no vaya delante mío.

—¿De qué hablas, muchacho?

—Si, que no quiero tropezarme con sus babas. —Sam, el cocinero se echó una buena risotada al oírme y Noly se puso rojo tomate.

Noly no llegaba a los cincuenta años, aunque a veces parecía de más. Era una mujer grandota que vestía un uniforme negro demasiado apretado. Yo me preguntaba si es que no tenían un talle más o padecía algún tipo de complejo. No tenía hijos ni marido, estaba sola en la vida. Tenía el café y se dedicaba de lleno a ello. Me contó Sam que a veces tenía citas, pero todas acababan mal. No era una mujer sumisa, ella imponía sus normas.

Durante las últimas dos semanas había desarrollado una buena relación con ella, a pesar de que al principio no le había caído nada bien. Mi positividad y energía para hacer cosas, había sido un factor determinante para que ella me viera con buenos ojos. Sin embargo no era lo que más me gustaba, no quería ese empleo, quería el dinero. Por lo que a veces me perdía un poco y ella lo notaba, pero lo hacía de buena manera.

—No te pierdas, holgazán y ponte a trabajar— me decía cuando me sorprendía con el celular. Casi siempre estaba hablando con Loki. El último tiempo habíamos empezado a hablar muchísimo. Nos contábamos todo, o al menos yo así lo hacía. Era mi descarga a tierra y me sentía muy agradecido con la amistad que habíamos formado.

Esa mañana había empezado a sentir algo diferente. Tal vez fuera solo mi imaginación, o no. Pero sentía que la felicidad que me había invadido las últimas semanas, se me escurría por los dedos. No se había ido del todo, aún estaba allí, podía sentirla, pero ya no era lo mismo, se estaba apagando. Era el último adiós y ya no la tendría más conmigo. Me preguntaba ¿qué sería de mi? ¿Qué quedaría después de eso? Luego de que se fuera... Mi único instinto era aferrarme a la sensación, tratar de quedarmela. Costara lo que costara.

—Ey, ¡ey! —me zarandeó Will. Tan ensimismado estaba, que no noté que me estaba hablando. Will o los chicos a veces venían a mi trabajo a ver como andaba. —¡Planeta tierra llamando a Ewan!

—Ya, ya— le palmeé la espalda —¿cómo va?

—Muy bien, ahora que lo preguntas.

—Me alegro, ¿los demás? ¿Qué necesitabas?

—Todos vivos—dice satisfecho— Jaden hace una fiesta, es su cumpleaños, esta noche, en su casa. ¿Te vienes?

—Si, pero— de pronto me invadió la duda, una duda muy tonta que no habría tenido de sentirme seguro conmigo mismo. Maldita sensación que me abandonaba. —¿Tienes algo cool que puedas prestarme? —lo de cool no se iba.

—Si, seguro. Pásate esta tarde por mi casa y vemos que te puedo dar. No creo que necesites mucho para impresionar a Freya, bastante impresionada la tienes ya.

Pues, mucho necesitaré de ahora en más si me siento como me estoy sintiendo hoy.

Me reí por compromiso de su chiste y me palmeó la espalda alegre.

—Te dejo trabajar, te espero luego— se fue del café y me quedé solo. Bueno, no solo. Estaba Noly, la clientela y Poppy sentada en una mesa dibujando, como cada día. Pero me sentía solo.

Al momento de mi descanso salí a fumar, lo necesitaba urgentemente, y en cuanto el humo entró en mis pulmones, me sentí más aliviado.


E:

¿Qué estás haciendo Loki?

Pensé que tal vez no iba a contestarme, que estaría ocupada.

S:

Mirando una peli romántica, ¿tú?

E:

¿Cuál?

S:

El descanso, ¿la viste? Es con Kate Winslet.

E:

No la vi, pero ya sé cuál es. ¿Está buena?

S:

Si pudiera verla, te lo diría.

E:

Vale, te dejo verla.

S:

No, ¡no! No te enojes, le puedo poner pausa. Cuéntame qué te sucede.

E:

¿Cómo sabes que algo me sucede?

S:

No lo sé, me lo pareció por el tono con el que me hablaste.

E:

Te estoy escribiendo.

S:

Ya, ya... se entendió. ¿Tienes algo que contar o no?

E:

Si, no me siento muy bien.

S:

¿Comiste algo que te cayó mal?

E:

No, idiota. Me refiero a que algo no anda bien.

S:

Explicate.

E:

Hasta ayer mi mundo era espectacular, nunca me había sentido tan bien y hoy, siento como todo eso se aleja y no sé cómo alcanzarlo.

S:

¿Tienes miedo de volver a ser como antes?

E:

¿Y si todo fue solo una ilusión?

S:

No te sigo.

E:

Descuida, ni yo sé lo que digo.

S:

Sabes que puedes confiar en mi.

E:

Lo sé, pero nada en mi mente ahora tiene mucho sentido.

S:

Tal vez podrías intentar con un psicólogo, después de todo lo que te pasó, no lo veo como mala idea.

E:

¿Estás loca? No, gracias.

S:

¿Por qué?

E:

Porque no y ya.

S:

Okay, como digas.

E:

Tengo que regresar al trabajo, nos hablamos luego. Cuidate.

S:

¡Tú también! ¡Besos!


La señora Arrington le sirvió un vaso de chocolatada a Poppy, que esta se bebió enseguida.

—¿Es lindo tener una hermanita? —me sorprendió la pregunta de Will.

—Si— dije sin casi tiempo a pensarlo— al principio no me gustó, pero nosotros tenemos una relación muy estrecha. Acabas tomándole el gusto.

—Yo quería un hermano, pero mis padres son pro del hijo único. Así que aquí me tienes— sonrió y pensé que un hermano le habría venido bien para bajarle un poco los humos.

—Ya, ya, vanidoso— soltó una risotada— muéstrame qué tienes.

Will abrió su armario, que por cierto era enorme. Y desplegó un montón de camisas y camperas.

—Yo iría con esta— dijo segurísimo apoyando una campera de cuero sobre la cama—además, no la he usado aún, Freya no sabe que es mía.

Bueno, punto a favor.

—¿Qué tal esta camisa? —se dió vuelta y empezó a desfilar a modo sexy, me tapé la boca ahogando una risa. La camisa era blanca con pintitas rosas.

—Está bien ¿tú crees que está bien? —él la miró y negó con la cabeza. La tiró dentro del placard.

—¿Y esta? —era una camisa azul marino con anclas blancas —muy a la moda y típico de la zona— me hizo ojitos. —¿Tienes algún pantalón a juego?

Me quedé pensando y sí, tenía uno negro, tenía que conbinar.

—Si, gracias Will.

—De nada Ew, ahora dime ¿qué te anda pasando?

¿Tan notorio era?

—Nada, ¿por qué lo preguntas?

—Porque tú eres una polvorita y ahora andas por ahí con la cabeza por el piso.

—Ah no, solo estoy cansado— mentí.

—¿Seguro? Mira que soy tu amigo, de verdad que nos podemos tener confianza.

—Lo sé, pero de verdad que solo es cansancio. No dormí bien anoche. —Tú sigue mintiendo que así te va a ir.

—Vale, pero si te llega a pasar algo me lo cuentas, yo soy muy bueno escuchando— y me dió un puñetazo en el hombro, tal vez un poco más fuerte de lo que debía. Will era un buen chico, un poquito alocado a veces pero eso era parte de su encanto.

Esa noche pasó a recogerme y me llevó a la fiesta, comenzaba a sentirme cada vez peor. Y no solo no lograba contener la sensación que se iba, sino que me quedaba en un blanco vacío. La gente me hablaba y yo no sabía qué decir, era un lienzo por pintar. Me topé con Jaden y le prometí el regalo en cuanto cobrara algo en el trabajo, hasta entonces no tenía dinero. Ni siquiera le importó, yo me sentía fatal por ello.

Había mucho para beber, tomé una Reb Bull, recordé que eso había tomado la noche que comenzó todo. Quería abrazarme a la esperanza, no quería, no quería que se fuera y quedarme solo. Bebí otra y otra.

Freya apareció y me ofreció una cerveza, la acepté y la bebí también. Al borde del abismo, bebí otra cerveza pero nada sucedió.

Hay luces, música fuerte, gente bailando desenfrenada y en medio de todo eso, estaba yo. Quieto sin moverme, en silencio. Mis movimientos eran lentos, detenido en el tiempo. No podía pensar o tal vez eso era lo único que hacía. La sensación agradable se fué de mi, no sé porqué vino y no sé por qué se fue. Traté de imitarla pero solo queda este horrible vacío interno. Me alejé, golpeando cuerpos, hasta la terraza donde había poquísima gente. Freya vino tras de mí, no la había visto. Me senté en el borde y miré a la oscuridad que era el océano.

—¿Qué pasa? —me preguntó sentándose a mi lado y tengo miedo de contestar. Respiré hondo e intento calmarme pero una lágrima escapó de mis ojos, y ella lo notó. ¿Estoy llorando?

—Nada—contesté y se me entrecortó la voz mientras me quebraba —¡ni siquiera sé por qué estoy llorando! —ella me atrajo para sí y acarició mi cabello con ternura.

—Tranquilo, está todo bien. Ya verás que mañana va a ser mejor.

—No lo sé— dije en medio de un llanto incontrolable, y me doy vergüenza a mí mismo.

Permanecimos así mucho rato, hasta que las lágrimas se me secaron y pude respirar con normalidad. Luego no sé cómo, me quedé dormido, mirando las estrellas y hablando con ella. Ya no recordaba cuánto hacía que no tenía tanto sueño.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro