Capítulo 38

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Había estado esperando Halloween desde hacía meses, quería salir de fiesta.

Por lo general hacía mis salidas secretas a bares pero tenía que volver rápido porque la policía del crímen, Will y Freya estaban vigilándome.

—Mark, una más— le dije al dueño del bar al que siempre iba. Me alcanzó una cerveza y la tomé despacio, trataba en lo posible de no aparecer borracho en la casa.

Pete se sentó a mi lado y pasó por lo bajó dos bolsitas blancas, las agarré disimuladamente y las metí en mis bolsillos. Le pasé los billetes de la misma manera y se alejó como si no nos conociéramos.

—Si quieres mi humilde opinión —dijo Mark bajito— ya te ves bastante mal así, deja de meterte esa basura.

—Gracias— tomé la botella de una —que suerte que no busco la opinión de nadie —sonreí y me fuí.

Caminé a casa, siempre iba caminando a todos lados. Tal vez debería de comprar un auto. Tenía el de Will, pero de un tiempo a esta parte no quería prestarmelo. No había vuelto a ir a la playa, ¿quién quiere ir a ese horrible lugar? Prefería la ciudad, los bares, la gente.

Por lo general la droga me ayudaba, me perdía, no sabía quién era y entonces lo olvidaba. Era una salida de momentos. También me cambiaba, me alteraba y perdía los estribos. Pero todo era cuestión de resistir, tenía que tratar de controlarlo.

Al llegar a casa, no había nadie así que la probé, solía hacerlo cuando no había nadie. Probé un poco de más tal vez y me sentí un pelín tonto.

Recostado en la cama de Poppy, miré su lámpara colgante y me pareció escucharla. Me enderecé y miré el living, Poppy me miraba, vestida con su traje de Campanita.

—¿Poppy? —me froté los ojos. Ella me saludó con la mano y me dijo que la siguiera. Me puse de pie, con dificultad, y la seguí. Se había sentado en el sofá.

—¿Me lees un libro? —dijo.

—Oh por Dios, estoy muy drogado— me volví a frotar los ojos pero ella no desaparecía.

—¿Me lees el del perrito Loki? —Tragué saliva y busqué el libro en las estanterías, era naranja, lo recordaba. Me senté a su lado. Se veía tan real, tan ella.

Empecé la lectura y ya había hecho un par de páginas cuando la puerta se abrió y entraron los chicos.

—¿Qué haces? —me preguntaron al oírme leer en voz alta. Me puse de pie junto al sofa y señalé a la niña.

—¿Ustedes la ven? Por favor díganme que sí.

—¿A quién?

—A Poppy, está sentada justo aquí— Poppy me miraba y sonreía.

—Ewan, ahí no hay nada.

—Fíjense mejor, ¿no ven el vestido de Campanita?

—Ese vestido está allá —señaló Will y volteé a ver el cuarto. Efectivamente el vestido estaba en la camita.

Me agarré la cabeza fuertemente.

—¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? —susurré.

—Ewan, ¿consumiste algo ¿no?

—¡Eso está bien claro! ¿no? —miré de nuevo a la niña que sonreía —¿por qué no se va?

—¿Hiciste algo diferente? —se acercó Will— ¿tomaste otra cosa?

—No, solo... solo tomé un poco más. Pero fue mínimo.

La niña empezó a cambiar de color.

—No, no, por favor ¡saquenla de aqui!

—Es que no la vemos, Ewan, está en tu mente. —El vestido empezó a mojarse, de la cara de la niña empezó a salir agua, de su nariz, de su boca y la niña cayó resbalosa al suelo.

Me abracé las rodillas en un rincón del suelo, el llanto volvió a salir como si fuera la primera vez y todo volvió a empezar. Will me abrazó, me dijo palabras amables al oído y me calmé un poco. Que buen amigo era él.

Cerré los ojos y no quise volver a abrirlos por al menos una hora. Cuando miré, la niña ya no estaba.

—¿Qué es lo qué viste? —preguntó Freya.

—Nada.

—Está bien.


—Vas a romperla Will— estaba disfrazado de Shrek.

—¿Es un chiste, no?

—Ahora solo tienes que encontrar a tu Fiona— reí. Últimamente me sentía más animado, había aprendido mi lección con las dosis y ya no me pasaba nunca más. Me daba energía y aunque después me ponía como el carajo, la primera parte del tiempo valía el tiempo.

—Yo sería tu Fiona, Will, pero solo tenía este disfraz de Rapunzel. —¿Ese era un pie para decir que estaba saliendo con Will? No la culpaba, no había estado disponible por mucho tiempo y ellos, bueno, habían pasado mucho tiempo solos. Además no quería más de lo mismo, ya no estaba interesado en volver a mentir para tener una relación falsa. Era mucho mejor si ellos estaban juntos, además hacían bonita pareja.

El bar estaba lleno de gente disfrazada, piratas, dráculas y princesas, muchas princesas. ¿No tenían imaginación?

La música estaba super fuerte,me separé por unos minutos de los chicos y me encontré con Pete, estaba vendiendo ahí. Aprovechando el movimiento.

Me dijo que tenía una nueva y la probé ahí mismo, mis ojos se abrieron al instante. Las luces más brillantes, la música más melódica. Todo era espectacular. Bebí varias cervezas y todo se intensificó. La mejor sensación del mundo.

—Creo que ya nos vamos— dijo Will viéndome.

—¿Por qué? —pregunté, si todo estaba yendo de manera perfecta.

—Estás demasiado colocado, se ve a dos cuadras, ven— traté de soltarme y me sujetó del cuello con el brazo.

—¡¿Qué diablos te pasa?! —gritaba mientras me sacaba a la rastra. Fuera me soltó, perdí el equilibrio y me caí en la acera.

—¡Estoy harto, Ewan!

—Yo también— confesé.

—¿Entonces por qué no intentas hacer algo para ponerte mejor? Para que todos estemos bien.

—¿Escuchaste The Black Parade?

—¿Qué? ¿Qué tiene que ver eso?

—¿La escuchaste o no?

—No, ¿qué hay con eso?

—Es una canción, El desfile negro. La canción trata sobre un personaje que se enfrenta a su muerte, mientras que un desfile negro lo lleva a través de un paisaje en el más allá.

—¿Qué quieres decir?

—Intento decir que tengo más miedo a la vida que a la muerte.

—¿Y qué hay de tu tatuaje?

—Mala elección, debería haberme puesto una tortuga o cualquier bobada.

—¿Y qué hay de Loki? —lo miré con cara de ¿es un mal chiste?

—¿Qué hay con ella?

—¿Empeorarás y la dejarás? —Will no parecía estar consciente de que Freya estaba a su lado.

—¿Te recuerdo quién dejó a quién?

—Ella podría volver.

—Ay si, tu nueva amiga te lo dijo. —Me di la vuelta pero Freya me detuvo.

—Ewan, solo queremos lo mejor para tí.

—Nadie sabe qué es lo mejor para mí.

Seguí caminando en zig zag y Will vino por mí, me tomó del brazo y subió al auto. Me quedé dormido, tenía tanto sueño. No recordaba la última vez que había estado tan cansado.


Will se había ido temprano y Freya hacía minutos, no había nadie en casa, aproveché el momento, corrí a la biblioteca y saqué el libro que había cortado dentro para poner mis bolsitas blancas. Las llevé a la cocina y entonces abrió la puerta Freya. ¿En serio? Se acababa de ir.

Me di la vuelta cubriendo todo.

—¿Te olvidaste algo?

—Si— dijo muy ensimismada en lo suyo— el cargador del celular, está que se muere.

—Ah.

—¿Qué hacías ahí?

—Nada —sonreí— estaba por —piensa rápido— hacerme un té.

—Tú nunca tomas té— empezó a acercarse.

—Claro que sí, solo que tú no lo notas. ¡Hay tantas cosas que no notas! —seguía acercándose con cara de desconfiada.

—¿Qué escondes? —me dí la vuelta rápidamente y traté de meter todos los sobrecitos dentro de la manga de mi remera, ella se acercó enseguida y tiró de mi brazo forcejeando—¡basta Ewan! ¡Deja eso!

—¡No! ¡Son míos! —grité y volteé el brazo hacia atrás fuertemente golpeándola en la cara. Ella cayó al suelo y se asustó, yo me asusté. Solo quería alejarla, no pegarle.

—Freya... —dije en un susurro, ella agarró su bolso y huyó de la casa.

Me quedé en silencio, que basura de vida seguía teniendo. Acarreaba los viejos hábitos. Me convertía en quién no quería ser.

Me puse los auriculares y escuché música un rato, no liberó mi mente entonces le subí bien fuerte el volumen hasta que no pudiera escuchar mis propios pensamientos.

Después de mucho meditarlo, decidí que iría a pedir disculpas. Freya había ido a la casa de Sophie. Así que caminé despacio hasta su casa. Eran una especie de departamentos, todos iguales.

Toqué el timbre, atendió Jaden. ¿Por qué Jaden? ¿No se habían separado? Por detrás veía a Sophie.

—¿Qué quieres?

—Quisiera hablar con Freya.

—Ella no está disponible, ahora vete si no quieres problemas.

—Solo quiero pedirle disculpas— me acerqué y él me empujó.

—¡Vete!

—¡Freya! —volví a intentarlo, él otra vez me empujó.

—¿No te cansas de tirar tu mierda a todos los demás? —eso dolió pero volví a arremeter y esta vez no me empujó. Me dió un puñetazo en la cara y pronto sentí el cálido líquido bajando por mi barbilla.

—¡Vete! ¡Pedazo de porquería! —me alejé y recordé esas palabras, no eran la primera vez que me las decían. No, tenía experiencia en ser insultado. Pero por algún motivo ahora dolía más, tal vez ahora creía que era cierto.

Llegué a casa en silencio, Will aún no había regresado. Me sequé la sangre y continué lo que estaba haciendo antes de que Freya interrumpiera y me senté en el sofá. Miré el techo y cerré los ojos, ojalá pudiera dormir para siempre. Ojala... Ojala...

Golpearon a la puerta.

—¡Ewan! ¿Puedes abrir? —gritaba Will desde fuera.

—¡Abre tú!

—¡Por favor! ¡Llevo cosas! —me puse de pie y caminé despacio a la puerta.

—Si tuviste la mano libre para golpear ¿cómo no pudiste abrir tú la... —abrí la puerta.

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