Los Elefantes Se Balanceaban

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David se dirigió a la cocina de la comisaría, con algo de cansancio vertió un poco de agua en un vaso y lo bebió con lentitud, aunque el racismo ameritaba el castigo de ejecución David no tenía ánimos de hacer que mataran a la periodista, hasta cierto punto estaba acostumbrado, nadie decía nada directamente, hacerlo sería pedir ser linchado a gritos, pero las miradas decían más que palabras, durante su primer año en Rilindja David tenía documentos de ayuda gubernamental, aquello no sería un problema si la palabra Gondwana no estuviera en ellos, las miradas lascivas eran suficientes para hacerle saber a David lo que las personas realmente sentía. David reviso su teléfono, notando que Loren no lo había llamado en mucho tiempo, aquello le pareció extraño, llevaba tres días sin ir a su hogar, ¿Acaso Loren no se preocupaba por él? Con algo de fastidio busco el nombre de su novia entre sus contactos y comenzó a llamarla.

Loren contesto en el tercer timbre.

— ¿Estás bien? — pregunto Loren desde el otro lado de la lineá.

"Si, como te preocupas tanto por mí que ni siquiera me has llamado en tres días" pensó David, pero no lo dijo.

— Sí.

— ¿Seguro? Te escuchas fatal.

David soltó una carcajada amarga, antes de recostarse en una pared y dejarse caer al suelo, David se cubrió el rostro, intentando no sollozar, se sentía tan agotado mentalmente, ¿Cómo se suponía que atraparía al Bombardero si parecía estar diez pasos más adelante de él? Y para rematar ahora tenía los prejuicios de los ciudadanos sobre él, los extranjeros siempre creían que los ciudadanos de Gondwana eran todos unos monstruos y abusadores, pero lo cierto es que la mayoría solo eran personas reprimidas por el gobierno, forzadas a bajar la cabeza y obedecer. David se preguntaba qué pensarían las personas cuando se enterarán quienes eran sus padres y su posición política en Gondwana, de seguro lo quemarían en un hoguera. 

— ¿Qué estas haciendo, Loren? — David intento distraerse, no quería pensar, porque si pensaba inevitablemente su mente llegaba a los recuerdos de aquel día, David creía que jamás dejaría de ver los cuerpos de las personas lanzándose del tren, tampoco dejaría de escuchar sus gritos y lamentos.

 — Te estoy engañando con el vecino — respondió Loren.

David ladeo la cabeza y sonrío.

— ¿Así? Usa condón que no quiero un hijo ilegitimo. 

— Descuida, es blanco, es imposible que lo haga pasar por tuyo.

David amaba como Loren le devolvía fácilmente la alegría.

— Espera...¿Tenemos vecinos? Creí que no habían casas casi en 200 metros a la redonda.

David pudo imaginarse a Loren asintiendo, llena de papel de colores y pegamento, preparando los materiales para sus clases.

— Sí, al parecer sí, vive al otro lado del bosque, casi a media hora del lago, ¿Quieres saludarlo? Es muy educado.

David se mordió el labio, conteniendo las ganas de llegar a su hogar lanzando balas al cielo, todo con tal de espantar al hombre que mantenía tan maravillada a su novia.

— No, gracias, confío en ti, solo te recuerdo que la infidelidad sin una causa legítimamente moral tiene quince años de cárcel en este país, tu decides si terminas en la cárcel.  

La risa de Loren hizo a su vez a David reír.

— Quizás me haga amante de un fiscal y me salve o puedo mentir y decir que tu eras abusivo, y me forzabas a estar a tu lado.

David se imagino a Loren sonriendo con astucia.

— Bueno, te recuerdo que hay cámaras de seguridad que están conectadas con mi monitor y las grabaciones se duplican cada día, por ello tengo pruebas más que suficientes para probar mi inocencia.

La risa de Loren aumento.

— ¿Seguro? Quizás yo las haya mandado a desinstalar hace cuatro meses.

David frunció el ceño y se puso de pie, fue directamente a su monitor y busco los videos de las cámaras de seguridad, dándose cuenta, de que efectivamente la ultima grabación era de hace cuatro meses.

— Loren María Desamparada, tienes tres segundos para explicarme porqué mandaste a desinstalar el sistema de seguridad sin decirme.

— ¡Oye! ¡Ese no es mi nombre! — David empezaba a enojarse.

— Loren — hablo David severo.

El suspiro de Loren fue tan audible que David casi sintió el aliento caliente de Loren sobre su mejilla, casi podía oler el dentífrico sabor a fresa que usaba —aunque en realidad, más bien se lo comía— Loren todos los días.

— Bien, lo hice porque necesitamos ahorrar dinero, no voy a quedarme como maestra de prescolar toda la vida, ¿Sabes? Necesito el dinero para poder remodelar el sótano y convertirlo en mi salón de baile, además de pagar mis clases.

— Pero porque no me dijiste.  

— ¡Sí lo hice! ¡Muchas veces! Pero nunca me escuchas, siempre estas en tu trabajo y con lo del Bombardero ya ni vienes a casa.

David se sorprendió, nunca había escuchado a Loren tan enojada en sus dos años de relación.

David y Loren se conocieron en uno de los muelles con barcos humanitarios que transportaban a inmigrantes de Gondwana que intentaban escapar a través del mar, los barcos humanitarios buscaban a las personas y los llevaban a tierra libre sanos, y salvos. David, al igual que muchos otros pagó cantidades exorbitantes de dinero por ir en una de las balsas que lo sacarían del país, fue en uno de los barcos humanitarios que vio a Loren, en una esquina del barco, abrazándose asi misma, temblando, Loren estaba tan fría que varias personas del barco humanitario se dieron cuenta de que moriría por hipotermia. La situación migratoria había hecho a muchas persona insensibilizarse, mirar a otro lado ante el sufrimiento ajeno. Eso mismo había pasado en el barco humanitario, en vez de darle una manta a Loren para poderse calentar, las personas la dejaron en un rincón del barco temblando, con la ropa mojada y los labios blancos, fue David quien hipnotizado por esos ojos verde aguamarina se acerco a ella y la abrazó hasta que llegaron a tierra firme.

Los doctores voluntarios en los muelles le dijeron a David que si él no le hubiera brindado calor a Loren ella habría muerto de hipotermia.

Le salvaste la vida, niño.

Dijo uno de los doctores cubriendo con mantas a Loren, tratando de estabilizar su temperatura.

Desde ese día David nunca dejó sola a Loren, se tuvieron que separar por un par de meses, pero luego ella cayó del cielo, literalmente y le dió a David la estabilidad que necesitaba, la amaba profundamente y le gustaba a alguien con quien poder hablar, tener a alguien que entendiera la razón desesperada por la cual huyó de su país. A diferencia de David, Loren iba a escapar con su familia, pero ellos terminaron ahogándose en el mar, producto de que la balsa se volcará, solo Loren sobrevivió porque el barco humanitario la encontró en el interior de la balsa, casi medio muerta.

David sintió el malestar estomacal de regreso, ¿Enserio había descuidado tanto a Loren? Ahora que lo pensaba no la había visto bailar en varias semanas.

— Loren, yo... 

— Esta bien, lo entiendo, necesitas poner Al Bombardero bajo las rejas o nos ejecutarán por "complicidad", ya que todos creen que por ser de Gondwana vamos a querer violar niños y comer gente, sobrevivir y evitar más muertes es importante, eso es más importante.

— Loren, no, tu eres lo más importante, solo que...

— Lo sé, lo sé, muchas personas han muerto — Loren suspiro, David casi podía imaginar la decepción en el rostro de Loren, ¿Cómo pudo descuidarla tanto? A penas llevaba un año de servicio y ya se había vuelto un adicto al trabajo, ¿Cómo sería cuando estuvieran casados? ¿Cuándo tuvieran hijos? David empezó a sentirse de manera muy miserable —. Necesito irme, tengo que ensayar una coreografía para la clase, vamos a bailar Los Peces En El río, ¡Yei!  — aquello era sarcasmo, la voz de Loren era fría y aburrida —. Además pronto obtendré mi diploma del curso online de arquitectura, ¡Soy toda una caja de sorpresas!

David quiso decir algo más, pero Loren corto la llamada.

Aunque eso fue bueno, no podía dejar de pensar en El Bombardero, algo en él le resultaba... encantador. El hecho de que no matará a inocentes era sumamente gratificante, todos sabían las aberraciones que hacían en Un Mundo Libre y si ellos tenían algo que ver en todos esos crímenes con mucho gusto David dejaría que El Bombardero los purgue.

— Nadylan — Suárez le dió unos golpecitos en la cabeza —. Concéntrate en el trabajo.

— Sí señor.

— Dejá de coquetear, por el amor a...— Suárez se calló cuando su teléfono empezó a sonar — ¿Sí? ¿Dígame? Vale, vale, vale, sí, lo hago.

— ¿Quién es? — David comenzaba a ponerse nervioso, le aterraba la idea de que fuera un nuevo ataque terrorista.

— Nada, Ramírez me pidió que le consiguiera un vídeo del atentado en la plaza, al parecer tiene algunos contactos que podrán ayudarlo a saber quién es El Bombardero con el vídeo. Inteligencia artificial o algo — Suárez guardo su teléfono —. Nos vemos, niño.

David espero a que Suárez se fuera e iniciando sesión en una cuenta diferente rápidamente borró el vídeo, no sabía que motivos tenía El Bombardero, pero si estaba en contra de Un Mundo Libre David lo apoyaba.

En ese momento el sonido de las bocinas hizo a David cubrirse los oídos asustado.

Un pitido hizo que todos en la comisaría cayeran al suelo cubriéndose los oídos. El pitido era tana agudo que los oídos de varios policías empezaron a sangrar. De repente todo quedó en silencio...y luego una explosión de estática hizo a David gritar, el sonido era tan alto que David no podía ni pensar con claridad, solo apretaba sus manos en sus oídos, casi clavando sus dedos en los tímpanos, el sonido era estremecedor, era como si alguien estuviera arrastrando cuchillas de metal sobre alguna hojalata oxidada, de repente se escucharon algunas voces distorsionadas. 
David levanto la cabeza y vio a Tabares correr por el pasillo hasta la fuente del sonido, el cual supuso David que era la emisora de la comisaría, Ramírez también corría detrás de Tabares, el atlético cuerpo de Ramírez esquivaba tanto a personas en el suelo como a sillas y material de oficina, Suarez también intentaba correr en aquella dirección, pero el cuerpo del viejo hombre era más lento. Como pudo David se puso de pie y corrió en esa dirección, encontró a Ramírez dándole patadas a la puerta de la emisora, intentando derribarla, pero en ese momento un segundo pitido hizo a los tres caer al suelo retorciéndose. 

Y tan repentinamente como llegó el sonido desapareció, Tabares, Ramírez y David permanecieron en el suelo aturdidos, no sabían que acababa de pasar, pero cuando estaban recuperando los sentidos una explosión provoco que David se desmayará de la impresión. 

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