CAPÍTULO 3

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Las imágenes que se mostraban a través de las pantallas y los monitores eran sumamente aterradoras. Todos extractos en tiempo real del terror y el caos que habían dejado tras de sí los ataques orquestados por el Clan de la Sangre. Lo que en un principio se pensó como un evento aislado, resultó siendo un ataque a gran escala a través de todo el globo, siendo las principales ciudades y capitales de cada país las más afectadas. Naciones enteras envueltas en fuego y caos, pánico reinando en las calles, gente sumida por completo en el temor y la desesperanza al no entender lo que estaba sucediendo y quien lo había provocado.

De pie, con los brazos firmes y cruzados y con la mirada bien puesta en aquellas pantallas, Alex analizaba el pánico y toda la incertidumbre que dominaba en todo el mundo como si se tratase del comienzo del apocalipsis, pronto sintió un nudo en la garganta, aquello era insoportable, lo aterraba y de igual forma alimentaba su ira y esta se diseminaba a través de todo su cuerpo a una velocidad abismal, cual si se tratase de un virus que rápidamente amenazaba con fulminarlo en cualquier instante. Apartó la mirada y centró su atención en aquel siniestro mensaje que aquella enigmática mujer había dejado para todo el mundo. Aquella que se hacía llamar Oshinage.

—Pensé que el Clan había pasado a la historia —dijo en un tono sombrío.

—Yo también lo pensé, Alex —respondió Howard—. Yo eh... sé lo que esto significa para ti, ¿sí? Solo quiero que no te precipites.

—No lo haré. —Zanjó tajante, aunque a ciencia cierta no estaba seguro si le decía la verdad o no, su odio hacia el Clan era indiscutible, y aunque deseaba con toda su alma ir directamente tras ellos y exterminarlos por completo, era imposible, estaban a la deriva, sin un plan o estrategia contra un enemigo que creían conocer y que había tomado la delantera sin que siquiera se percataran—. ¿Alguna novedad?

—Nada, todos dicen lo mismo fue un ataque coordinado en algunas de las principales ciudades del mundo, nadie sabe con exactitud qué lo causó.

—¿Y qué hay de nuestra mujer misteriosa?

—Con ella es aún más complicado —tecleó en su tableta y una de las pantallas más grandes mostró su imagen, y como decenas de programas de escaneo y reconocimiento facial buscaban identificarla—. No hay registros, tampoco hay una señal de origen o algún sitio por el cual podamos empezar a buscar y ella... —negó—... no tengo ni idea de quien se pueda tratar, su rostro no coincide, tampoco su voz, no hay registro de ella en ningún lado, es... como si no existiera.

—Entonces ahora nos enfrentamos a una terrorista fantasma —dijo Zoey apareciéndose en el lugar—. Lo que faltaba.

—¿Cómo está Javi? —preguntó Alex acariciando su brazo.

—Está bien, está con ella. Parece que la está cuidando.

—Se preocupa por ella. Igual que todos.

—Lo sé —llegó con él y le dio un corto abrazo para calmar sus nervios—. Solamente me pregunto qué estuvo haciendo todo este tiempo. ¿segura que nunca te dijo nada? —le preguntó a Roxane, ella se puso de pie y negó.

—Ya sabes cómo es, lidiaba conmigo tan solo lo necesario, a veces ni siquiera sabía dónde estaba, hubo un tiempo en que se desapareció casi un mes entero, no sé en que líos se habrá metido en ese entonces.

—Lo importante es que está aquí y está a salvo, como nosotros —aseguró Howard.

—Sí... —Alex miró a su mamá en un rincón, veía las noticias. Tomó aire y se acercó con ella—. ¿Cómo estás?

—Hola —le dedicó una ligera sonrisa—. Estoy bien, ¿qué tal tú?

—Ya sabes, tratando de asimilarlo. En su rostro se podía ver que estaba severamente afectado por todo. Y que viejas heridas que aun intentaban sanar, amenazaban con abrirse de nuevo.

—Oye —se levantó y acarició su cabello con ambas manos—. Sé lo que piensas. Esto no fue tu culpa. Esta tragedia no tuvo nada que ver con ustedes,

—Pero en realidad, sí, mamá. Esos malditos nos atacaron hace casi tres años, casi destruyen la ciudad y ellos... ellos mataron... —su voz se cortó.

—Lo sé —lo tomó de las manos. El suave calor que emanaba de su piel le hizo guardar la calma un poco—. Ya los han enfrentado y derrotado una vez, Alex, pueden hacerlo de nuevo.

—No lo sé, mamá, esta vez es diferente. Ahora ellos tienen más fuerza y nosotros somos menos, no-no sé si podamos con ellos otra vez —su voz temblorosa y sus ojos abrillantados hicieron que ella le diera un fuerte abrazo, él la rodeó con sus brazos y suspiró como un niño pequeño otra vez. Margaret lo apartó un poco y lo peinó mientras le mostraba una sonrisa esperanzadora—. Solo no quiero que nada malo te pase.

—Nada malo me va a pasar, ¿me oíste? Sé que tienes miedo, temes porque ellos puedan hacerle algo a los que te importan, pero eso no va a suceder, ahora necesito que estés más firme que nunca, ¿entendido? Ahora más que nunca la gente va a necesitar a sus Protectores.

Nuevamente compartieron un abrazo. Luego de que su padre muriera, había sido su madre quien había estado con él sin importar nada. Lo había protegido y le había entregado todo su amor incondicional, era gracias a ella que seguía adelante y por lo que aún continuaba peleando, gracias a ella es que Nightcrow aún seguía en pie. Y ahora que las cosas se veían más oscuras que nunca, temía por ella, pues si algo llegaba a sucederle, Alex estaba seguro de que no sería capaz de seguir adelante sin su mamá a su lado.

—¡Chicos! —Javi salió del ala médica, estaba agitado y con los ojos bien abiertos como si hubiese visto un fantasma, y quizás ese era el caso—. Está despertando.

Luego de que Howard lograra detener por completo la hemorragia y estabilizar sus signos vitales, aquella chica acabó completamente inconsciente. Sus heridas habían sido casi letales, de puro milagro había conseguido salvarla, estuvo varias horas en aquella cama hasta que de milagro abrió los ojos y pudo volver al mundo real otra vez.

Una vez que despertó, el grupo se aseguró de que todo estuviese bien, se encargaron de cuidarla y darle cobijo hasta que fue el momento de poder hablar. Primero le contaron sobre el ataque y los perpetradores, y fue entonces que pudieron percatarse que ella ya estaba al tanto de ello.

—Intenté contactarlos, advertirles que algo malo iba a suceder —dijo con voz seca y lastimada, se incorporó con dificultad y tomó aire. Su cara estaba llena de moretones y pequeños cortes—. Fue un milagro el que pudiese llegar aquí, pero ya no tenía fuerzas, para cuando lanzaron el ataque yo ya estaba inconsciente.

—¿Cómo lo sabías? —interrogó Alex con premura.

—Hace un par de días me encontraba en una misión en Corea. Debía interceptar a una científica y deshacerme de su información antes de que ellos la obtuvieran. Antes de que él la obtuviera...

—¿Él? —cuestionó Roxane con cierto temor plasmándose en su mirada. Rei suspiró entrecortadamente y miró a los demás, y por primera vez en mucho tiempo pudieron ver en ella un temor real.

—Está de vuelta, chicos. Raiden, regresó.

La noticia cayó con la potencia de una bomba nuclear, y el estallido trajo consigo una ola de temor y desconcierto como pocas veces habían sentido en sus vidas. Alex se perdió por algunos instantes, volviendo a recordar a aquel despiadado cazador que aquella orden de asesinos había mandado para exterminarlos. Y como había logrado su cometido, al menos parcialmente.

—¿Cómo? —dudó Zoey, con la piel de gallina.

—No lo sé —su voz era temblorosa—. Quizás la orden pudo traerlo de regreso o quizás había más como él, no lo sé con certeza. Lo que sí sé es que  se trataba de él, lo podía ver en su forma de pelear, de moverse, lo veía en sus ojos. Ahora ha vuelto más fuerte, así como también el resto del Clan de la Sangre.

—¿Por qué nunca nos contaste esto? —cuestionó Javi, la chica negó.

—No quería involucrarlos en esto, no quería que llevaran mi carga —de pronto se rompió, pequeñas lágrimas brotaron de sus ojos y se mostró como una avecilla herida, cosa que nunca antes había pasado—. Cuando Kai murió, mi misión como protectora falló, por lo que fui excomulgada, debía regresar con el clan y enfrentar un juicio por mis errores, pero... no volví. Me oculté de ellos y me mantuve fuera del mapa, poco después Ultra apareció y las cosas cambiaron, pero aún tengo una deuda que pagar con mi clan.

—¿Una deuda? —volvió a decir el joven Reyes.

—Mi deber era protegerlo, y fracasé, me volví una Ronin. Debía pagar las consecuencias por mis acciones pero me aferré a una oportunidad, quería buscar la redención, quería honrar la memoria de Kai.

—Pero... vencimos a Raiden —habló Zoey con desconcierto.

—No es tan simple. En mi clan no puede haber errores, y si los hay, la deshonra se paga con sangre. Quizás saldaron la deuda con ustedes porque detuvieron a Raiden, pero conmigo no. Y cuando los rumores del resurgimiento del Clan de la Sangre volvieron, yo fui a buscar a esa científica y evitar que se apoderaran de su información.

—Por eso el pendrive. —Aseguró Howard.

—Así es. Pensé que se trataba de algunos remanentes del Clan o algo así, pero resultó que en todo este tiempo que nosotros luchamos contra Ultra, ellos se fortalecieron, se mantuvieron ocultos el tiempo suficiente para salir y atacar con más fuerza que nunca, con un nuevo Raiden, y parece que con una nueva líder también —mordió sus labios y agachó la cabeza—. Intenté mantenerlos lejos de esto, pero de nuevo fallé, capturaron a la científica y ahora ya han comenzado a actuar.

—¿Qué había en ese USB? —cuestionó Zoey. Howard negó y se encogió en hombros.

—La información está encriptada y algo corrompida, tardaré unas horas en poder acceder a ella y ver de qué se trata todo esto.

—El Clan necesitaba la información de esa científica, pero ahora que la tienen a ella, quien sabe que estén tramando —estaba destrozada—. De verdad lo lamento, chicos, no quería que nada de esto sucediera, pensé que podría arreglar esto, pero la verdad es que lo único que hice fue complicarlo más. Jamás quise involucrarlos, pero...

—Oye —Javi la detuvo, sostuvo su mano con firmeza y mantuvo su semblante firme hacia ella y su grupo—. Nada de lo que pasó fue tu culpa. No importa que pase de ahora en adelante, sea lo que sea, lo enfrentaremos y saldremos adelante, juntos.

—Javi tiene razón —habló Zoey con determinación—. A final de cuentas somos un equipo todavía.

—Gracias.

—Por el momento hay que guardar la calma, pensar las cosas y ver qué haremos después. Tenemos que planear esto con mucho cuidado.

El resto de la noche se concentró en recabar toda la información que tenían sobre la nueva crisis que se cernía sobre la tierra. Analizaron con detenimiento los ataques, buscando algún patrón en específico, de igual forma ahondaron en el mensaje que Oshinage había dado, y como en realidad este se trataba más de una advertencia. La primera vez que los habían enfrentado, Kai les había contado que el Clan buscaba la dominación absoluta del mundo, así como otros grupos supremacistas, buscaban controlar y subyugar a la gente a través de la fuerza y el control, alzándose como un poderoso organismo militante que podría deshacerse de ejércitos completos en cuestión de horas, y desestabilizar naciones enteras en tiempo record, el ejército perfecto, y con la ayuda de La Sangre de Dios y la Neblina de Sangre, serían prácticamente imparables.

Sin embargo, aquel mensaje había significado una acción distinta, el móvil de esta nueva versión del Clan de la Sangre no parecía influenciarse del todo por el poder, sino por el terror en sus actos, el presentarse ante el mundo entero y lanzar un ataque global habían dejado en claro que sus intenciones eran sembrar terror y así poco a poco ir desestabilizando el orden y la paz, terrorismo puro y sin escrúpulos, pero, ¿cuál era su intención en realidad? ¿Buscaban acaso ser temidos? O quizás, y solo quizás, aquel primer ataque tan solo había sido el primer fragmento de un discurso mucho más amplio.

—Por Dios, miren esto —exclamó Howard mientras tecleaba sin control, todos se acercaron a las pantallas en las cuales proyectó una grabación en tiempo real de la Terminal Grand Central ahí en la ciudad—. Creo que ya sé que causó los estallidos.

En las imágenes se podía ver una marea de personas yendo en diferentes direcciones a través de toda la terminal, nada remotamente sospechoso, hasta que de pronto un estallido sucedió. Pausó el video y con ayuda de unos sofisticados comandos amplió la imagen y mejoró la calidad de esta, mostrando a una figura que de un segundo a otro se había quedado de pie y se había inmolado a sí mismo, causando aquel letal estallido.

—Mierda —emitió Alex con desconcierto—. ¿Llevaba una bomba?

—Tal vez, pero... lo que se percibe en el video no coincide con otros casos de terrorismo —cambio de imagen y pasó uno de la Plaza Roja en Moscú. Situación similar, la gente transitando con normalidad hasta que de repente uno hacia explotar todo—. No estaban usando nada, no traían mochilas, ni tampoco se ve que hicieran uso de algún mecanismo que detonase algún explosivo o algo así.

—Quizás lo llevaban bajo la ropa —propuso Javier.

—Miren eso —ilustró Zoey mirando las imágenes de una grabación mucho más cercana a uno de los estallidos—. Miren sus ojos. —Tan solo en una fracción de segundos la cámara de seguridad pudo detectar como los ojos de uno de los terroristas cambiaban repentinamente a un color rojo intenso.

—No traían bombas —meditó Howard—. Ellos eran las bombas...

—Puta madre —soltó Javier.

—Por eso nadie pudo detectarlos a tiempo, usó personas vivas para llevar a cabo los ataques. Mezclándolos con la gente para pasar desapercibidos, un ataque directo y sin aviso —estaba consternado y aterrado, igual que todos ahí.

—¿Eso significa que hay gente explosiva en estos momentos en las calles? —se apuró a decir Roxane.

—No lo sé, pero este ataque fue un mensaje contundente, no me extrañaría que en próximos días hubiera otro.

—Carajo —exclamó Alex cubriéndose la boca con preocupación—. Necesitamos hacer algo pronto, antes de que otra tragedia así suceda.

—¿Y qué podemos hacer? —irrumpió Roxane con apuro—. Apenas y somos cinco contra un ejército de dementes, somos menos que antes, no tenemos un plan ni tampoco una idea clara de contra quien nos enfrentamos, estamos a la deriva —el ambiente alrededor del grupo se ensombreció.

—Roxy tiene razón —habló Howard rascando su barba—. No quisiera menguar sus esperanzas, pero necesitamos planear muy bien lo que haremos, y justo ahora no tenemos nada.

—Yo tengo un plan —Rei salió de su habitación apoyada del tripié que contenía sus medicamentos y sus sueros, Javi prontamente reaccionó y fue con ella y la sostuvo, pero la chica avanzó a paso débil igual. La repentina intromisión de la guerrera nipona había alterado a todo el equipo, pero se veía en su mirada que estaba decidida a no quedarse en reposo por más tiempo del necesario—. Pero es arriesgado —concluyó agitada y con dificultad.

—Justo ahora son tiempos desesperados, si queremos detener al Clan, entonces no tenemos demasiadas opciones —zanjó Alex con decisión.

—¿De qué se trata? —habló Zoey.

—Justo ahora estamos en completa desventaja, el Clan es más fuerte que nunca, así que si queremos detenerlos vamos a necesitar algo de ayuda.

—No creo que nuestros amigos de la gran D estén disponibles justo ahora —mencionó Howard Reed con cierto desconcierto.

—No hablo de Los Defensores. Sino de mi clan —aquellas palabras causaron una gran conmoción en todos—. Sé cómo suena, luego de todo lo que les dije con respecto a ellos, es prácticamente una locura el solicitar su ayuda, pero el Clan del Dragón y el Clan de la Sangre han estado en guerra durante generaciones, si queremos detenerlos de una vez por todas, vamos a necesitar de ellos, y ellos de nosotros.

—¿Crees que puedan sernos de ayuda? —cuestionó

—Tienen los recursos y la fuerza necesaria para hacerle frente a un enemigo tan poderoso como lo es este, solo ellos podrán terminar lo que se empezó hace ya mucho tiempo atrás, está ya no es una lucha, esto es una guerra, y si lo que queremos es ganar, entonces vamos a necesitar de ellos para ganarla. —Nuevamente el silencio se apoderó del salón. Alex suspiró con pesadez y se plantó firme.

—Si de verdad crees que nos ayudarán a detener esto, entonces tenemos que encontrarlos. Estoy contigo, Rei —dejó su mano sobre su hombro y ella asintió conmovida.

—Gracias.

—¿En dónde se encuentran? —dudó Howard—. No me lo tomes a mal, Rei, pero si hablamos de un clan ancestral de guerreros ninja yo imaginaría que se ocultan en algún túnel bajo la tierra o una ciudad sumergida en el océano o algo similar.

—El Clan del Dragón ha operado desde las sombras desde siempre, pero su ubicación no es ningún misterio, tan solo una fachada —avanzó hasta una de las computadoras e hizo que se mostrara una ubicación, una hermosa montaña nevada que todos podían reconocer al instante—. Justo entre las laderas del Fuji, donde el bosque domina todo a su alrededor y donde la intromisión del hombre es algo imposible, se encuentra un antiguo recinto perteneciente a la familia Hashimoto, los fundadores del Clan del Dragón. Se trata de un monasterio milenario que ahora funciona como la base de operaciones del clan, es ahí donde crecí junto con Kai y juntos nos convertimos en guerreros del clan.

—¿Entonces es algo así como una base secreta? —dudó Javier con bastante emoción. Rei asintió.

—Así es, si queremos encontrarlos, entonces debemos ir a Japón lo más pronto posible.

—Entonces tenemos problemas otra vez —habló Zoey—. Los aeropuertos ahora están cerrados ante la amenaza de Oshinage, y posiblemente también los puertos, y aun si lográramos tomar un barco o algo así, tardaríamos semanas en llegar allá. Para ese entonces quizás ya hayan atacado de nuevo, tenemos que buscar una alternativa.

—Bueno, muchachos, creo que entonces es un muy buen momento para revelarles que en todo este tiempo que todos estuvieron de vacaciones, yo me mantuve bastante ocupado en otras cosas. —Mencionó el Ingeniero mientras alzaba una sonrisa sobre su rostro, les indicó seguirlos hasta una gran puerta sellada que hasta ese entonces no se habían molestado en inspeccionar en lo que había detrás. Howard dejó su mano sobre un panel biométrico y tras escanearlo: la gran compuerta se abrió con un colosal estruendo chirriante, revelando una sala adjunta que de poco a poco se fue iluminando, mostrando su interior y todo lo que contenía—. Hice algunos amigos por ahí y también me hice de varios contactos importantes y al final pude hacerme con un nuevo juguetito.

Cuando las lámparas en el techo se encendieron por completo, todo el equipo se maravilló, pues estaban en lo que parecía era un enorme hangar repleto de vehículos. Había un par de prototipos de vehículos terrestres similares a la Bestia que usaba Rob, algunas motocicletas modificadas y equipadas para funcionar como un instrumento para la batalla, múltiples diseños de trajes, armas y demás artefactos sumamente complejos y extravagantes que acapararon toda su atención. Pero lo que más resaltaba en aquel hangar era una enorme silueta cubierta con una gran manta que lo ocultaba. Howard Reed avanzó hasta esta y apartó la manta con un comando que la hizo elevarse y mostrar finalmente aquel misterioso vehículo. El cual resultó siendo una imponente aeronave de color negro que resaltaba a contra luz con una ligera tonalidad azul, su estilizado diseño recordaba a la silueta de un ave, con una punta afilada y un par de alerones que le daban una gran envergadura y majestuosidad, gozaba también de un juego de alerones de gran calibre y un casco exterior que se veía sumamente resistente y a la vez bastante aerodinámico.

—A esta belleza la bauticé como la Banshee —orgulloso se paseó por la sala y con su palma recorrió el casco de aquella nave—. Un vehículo aéreo capaz de superar la barrera del sonido, tiene un camuflaje defensivo y regulación térmica para pasar inadvertido en los radares enemigos, también tiene turbinas con amortiguadores sonoros por lo que esta hermosura es ideal para misiones de sigilo. A resumidas cuentas, están frente a mi mejor trabajo hasta ahora —dejó las manos sobre su cintura y admiró a aquel vehículo como si fuese una obra de arte.

—Está bien chingona —reaccionó Javier lanzando un silbido de asombro.

—Lo sé —reconoció el Ingeniero con altivez.

—Bien, entonces no hay tiempo que perder, hay que prepararnos, llevemos todo lo que podamos y partamos lo antes posible rumbo a Japón —demandó Alex lanzando unas palmadas—. ¡A moverse, equipo!

El resto de la noche el grupo se movilizó por lo largo y ancho de todo el cuartel, montando todo lo necesario para su viaje en aquella imponente aeronave. Cargaron todo lo necesario, desde armamento, equipo de combate, municiones y todo tipo de artefactos que pudiesen ayudarlos a ganar la batalla que se estaba gestando. Mientras empacaban todo el equipo, Alex no pudo dejar de pensar en todo lo que habían vivido, desde su primer momento como un torpe y poco experimentado compañero de un vigilante enmascarado hasta convertirse en un héroe de renombre que ayudó a salvar al mundo de una catástrofe mundial. La responsabilidad regresaba, aquel abominable peso volvía a sentirse sobre sus hombros, aquella responsabilidad que aceptó cargar desde que era un simple joven y que hasta aquel día no parecía querer dejarlo solo.

—¿Estás bien? —la tersa voz de Zoey lo trajo de regreso al mundo y le hizo reaccionar. Giró un poco la cabeza y se encontró con sus bellos ojos avellana, y sintió aquel magnetismo que había experimentado la primera vez que su corazón se aferró de ella. Hizo un ademan de indiferencia y estiró su mano para sostener la suya.

—¿Puedes prometerme algo?

—Lo que sea —recalcó ella sin dilaciones. Alex se notaba tenso y muy conmovido.

—Prométeme que no importa lo que pase de ahora en adelante, no trates de arriesgar tu vida por mí.

—¿De qué estás hablando?

—Solo promételo.

—Me asustas, Alex.

—Solo... —guardó silencio unos segundos—... tengo miedo. Desde que nos convertimos en héroes fue para tratar de salvar a todo el que lo necesitara, pero han pasado los años, nos hemos enfrentado a muchos enemigos y hemos perdido gente, amigos y familia —apretó su mano con firmeza y temor—. Ya perdí a mi padre, ya perdí a mi mentor, y también a mi hermano... no... no quiero perderte a ti también.

—No lo harás —llegó con él y enternecida loa abrazó y le entregó un beso cargado de devoción—. Quiero que me mires —alzó su cara, sus ojos resplandecían—. Nada me va a suceder, ¿sí? A nadie más, no lo vamos a permitir. Esta lucha empezó tiempo atrás, y ahora es nuestra oportunidad para terminarla, y saldar cuentas de una vez por todas.

—Sí...

—Oye, te amo.

—Y yo a ti —sonrió ligeramente y se acercó para darle un beso.

Desde la distancia, Rei miraba a aquellos dos, cierta nostalgia llegó a ella y la hizo sentir algo dentro del pecho, trató de distraerse guardando algunas armas en una caja, después buscó levantarla, pero aún estaba débil, por lo que casi se le cayeron, de no ser porque Javi apareció y la sostuvo a tiempo.

—Ya lo tengo.

—Gracias.

—Deberías estar descansando.

—Descansaré cuando mi corazón se detenga, y no antes.

—Eso es lo que me temo —dejó su mano sobre su hombro y la detuvo—. ¿Crees que tu gente nos ayudará?

—Tal vez, eso espero —asintió un par de veces—. Y ellos ya no son mi gente, al menos ya no más.

—Debes dejar de castigarte por lo que pasó.

—Era mi deber, mi único deber, y fallé. Debí ser yo quien muriera, no Kai.

—No pude conocer a ese tal Kai, pero si de verdad te importaba, y a él le importabas tú, entonces no creo que le hubiera gustado saber que te estás castigando de esa manera.

—No lo entiendes. Era mi único propósito, y no lo cumplí, soy una deshonra —su voz se quebraba a cada segundo—. Lo único que me queda es guiarlos hacia ellos y que les ayuden a terminar con todo esto.

—¿A qué te refieres con que "les" ayuden? ¿Te irás o algo así?

—Soy una Ronin, un paria en mi clan, en cuanto ponga un pie allá, ellos...

—Por Dios, crees que van a matarte —concluyó aterrado, su compañera asintió con pesadumbre.

—He estado huyendo de mi destino hace mucho tiempo, tengo una deuda de sangre que pagar, así son las cosas.

—No pueden hacerlo.

—No hay otra opción.

—No vamos a permitírselos, yo no voy a permitirlo.

—No puedes contra ellos, Javi.

—Eso no me importa, así tenga que enfrentarme a una legión de ninjas yo solo, lo haré. Pero no permitiré que te hagan daño —Rei pareció conmoverse. Tomó su mano, pero no dijo nada. Y Javi se temió lo peor.

—¡Muy bien gente, todo listo! —anunció el Ingeniero—. ¡Es momento de partir!

—Ya oíste —habló Rei soltándose—. Es hora.

—Oye —la detuvo una última vez—. No importa lo que pase, estaré contigo, siempre.

La guerrera asintió. Avanzó un poco y se situó junto con su equipo, todos miraban el Banshee. En cuanto pusieran un pie dentro de aquella aeronave, daría inicio lo que seguramente sería la batalla más dura que habrían de enfrentar en sus vidas. Fue entonces que uno a uno se metieron dentro de la nave y se alistaron para el viaje.

—Muy bien, gente, abróchense los cinturones y prepárense, será un viaje largo —Howard Reed alistó todo desde la cabina de mando y empezó a teclear unos comandos que abrieron una apertura en el techo del cuartel, permitiéndoles salir de regreso al exterior. La nave se elevó varios metros y por unos instantes miraron la ciudad en caos en medio de un amanecer rojizo que parecía presagiar aún más sangre en el futuro. Cada uno de los que estaban adentro miró la ciudad, pues quizás aquella sería la última vez que podrían verla—. Bien, siguiente destino, aquí vamos.

Movió una palanca suavemente y los alerones de la nave se elevaron, las turbinas ampliaron su periferia y empezaron a soltar un potente resplandor azulado. Alcanzaron el cielo y vieron los edificios desde abajo y entonces, pisó el acelerador y la aeronave salió de la ciudad con destino a Tokio.

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