1: Un mensaje.

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Hace dos años atrás.


Daniel Curtis.


Sin mucha frecuencia, en momentos de cansancio que me martiriza la sola idea de vivir, me pregunto una cosa.

¿Que se sentiría ser un gato?

No, lo estoy preguntando en serio.

—Daniel...

Considero que en parte debe ser una mierda por idiotas que los lastiman.

—Dan...

Pero los que son adoptados o deseados, viven la vida siendo amados, apapachados, comiendo, durmiendo...

—¡Daniela Curtis!

Frunzo el ceño abriendo un poco los ojos aunque la luz hace que los vuelva a cerrar. Aun es muy temprano para estar acá en clase pero aquí estoy. Sobreviviendo al sueño.

¿Por qué soy tan puntual?

—Castaña, ¿que te retrasó?

—Mírame.

Levanto la vista para verla y se me baja la presión en cuanto la enfoco bien.

—¿Qué rayos... ?

Su cabello largo, sedoso y castaño ha desaparecido como arte de magia dándome a la vista su rostro ovalado bien cuidado. Solo que sin pelo.

—Mi tía cambió la crema de enjuague por la crema de afeitar —dice seriamente —. Todos los Reyes estamos calvos.

No te rías, no te rías, no te...

—Me lleva la... —empiezo a carcajear y dejo de hacerlo cuando me pellizca un pezón —. ¡Auch, visión!

—¡Ahg!

—Venga, hermana. Te compraré una peluca o me rapo. Igual pronto hará calor.

Con eso ella sonríe y se sienta a mi lado. La hora pasa y la sorpresa de que la profesora no viene no me toma desprevenido. Un chico saca de su mochila un termo con agua y todo el set para servir el mate. Otra chica también saca unas tortillas y empezamos a comer.

Después de varios minutos de charla, empiezo a comentar para toda la clase sobre los siguientes exámenes y los que deben mejorar para que les pueda ayudar. La mayoría sonríe aliviados sabiendo que así va hacer y varios se me acercan para formar grupos de ayuda.

—No sabes cómo nos salvas cada año —comenta un compañero, entendiendo un tema y una chica sentada a su lado asiente.

—Te vamos a extrañar.

Sonrío pero con algo de hipocresía.

No niego que me gusta ayudar y que parte de ellos no me caen tan mal. Pero, de no ser porque creyeron los rumores que dio cierta persona y no se tomaron la libertad de escuchar otra versión, tal vez no los hubiera mirado mal los primeros meses. Y lo curioso es que me eligieron para ser el representante de la clase.

Saliendo del aula con Ximena, un profesor me alcanza para que lleve unos papeles. Indico a la castaña que vaya a comer ya que podría demorar como siempre, a lo cual ella entiende y empiezo a recorrer los pasillos. Al ser horario de para comer no se aprecia los pasillos pero si veo por últimas veces los detalles de las entradas.

A punto de recordar mis primeros años aquí, siento la mirada de un grupo que pasa justo al lado mio. No me contengo cuando una chica me ve como si quisiera arrancarme la cabeza y yo la veo indiferente. Definitivamente no extrañaré este año.

—Curtis.

Y hablando de serpientes...

La ignoro, siguiendo caminando pero logra con una velocidad rara alcanzarme y tomarme el brazo.

—Carol. Perdón no te escuché.

Continuo con mi camino y, cómo puede, me sigue el ritmo. Carol, antena de mala recepción, la chica que por poco arruina por completo la buena reputación de mi amiga. Y por la forma en cómo hirió la confianza de Ximena es algo que ni soñando lo perdonaré.

—Quería avisarte que, como sub-representante, debemos hablar de los preparativos de la ceremonia de graduación.

—Ya lo hablé con la directora y con nuestra preceptora.

—¿Sin mi? —protesta y yo logro evitar de milagro poner una mueca.

—Te envié un correo hace dos semanas. Pero al no recibir respuesta tuve que poner las manos en orden.

—¿Por qué no me hablaste en clase?

—Estaba estudiando y ayudando a los demás con sus tutorías correspondientes. Sólo que tú te hayas ausentado por haber aprobado la mayoría de las asignaturas y me hayas ignorado en el chat, no significa que es mi culpa de que seas irresponsable.

Abre la boca con indignación pero no le doy tiempo a que se componga y me voy de ahí.

Llegando a la sala de profesores toco la puerta y, al recibir la señal de que pueda pasar, ingreso. La mayoría de ellos me prestan atención y sonríen cuando se dan cuenta quien soy.

—¿Cómo está, joven Curtis?

—Buen día. Me encuentro bien. Vengo a dejar esto.

El profesor de química, un tipo con aspecto de ser el típico científico loco y una mirada cansada, sonríe mientras toma las hojas.

—Las últimas notas de conducta del año. Mi razón de vivir.

Cabe recalcar que lo dijo con sarcasmo. Luego entrega cada hoja a cada uno y se detiene cuando ve al profesor de educación física.

—Te envidio algunas veces.

—¿Por ser la única asignatura en donde no se llevan nada?

—¿Podrías irte a la con...?

—Gracias, Daniel, por traerlos —interrumpe la maestra de matemática mirándolos mal a esos profesores.

Asiento hacia ellos y me largo mientras oigo cómo empieza una discusión. Caminando hacia la salida, me doy con una amiga que camina hacia aquí.

—¿Qué tal?

Ella asiente sin ánimos. Christine, amiga de mi amiga, una chica que raramente se parece a mi. Sus ojos grises opacos me ven y hace un pequeño amago de una sonrisa.

—Bien, gracias por preguntar, Dan —dice cansada y sin nada de sarcasmo.

Llama a la puerta y pasa adentro.

De no ser por la ropa del colegio y su cabello color miel, creo que tendría el potencial de vestirse con ese atuendo de velorio. Pero siempre pienso en ella como una hoja en blanco, lista para que le dicten de cómo será su vida. Casi parecida a mi.

Ximena se hizo su amiga cuando entró a nuestra escuela y la verdad a veces da algo de miedo por los chismes que circulan sobre ella. Pero cuando uno la conoce se da cuenta que no es lo que aparenta. Aunque no voy a negar que su cara de culo no ayuda mucho.

Ya siendo las una, acompaño a la castaña hasta su casa y camino sin ir a la mía. Existe una enorme posibilidad de que tenga cosas que hacer, deberes que cumplir, pero por una hora al menos no quiero pensar en ello. De todas formas, sé que lo cumpliré.

Veo el cielo con las nubes grises y deduzco rápido que hoy no hay noche de galpón.

Suspiro viendo la calle sin mucha gente y no me molesta que me reconozcan. Aquí estoy. Daniel, el que es el ejemplo del respeto para los adultos desde que tiene memoria, el que le debe traer un buen nombre a su familia, camina por la calle quizás haciendo un mandado. Que buen muchacho.

El celular en mi bolsillo interrumpe mi sarcasmo mental y lo tomo. Veo el mensaje y sonrío ante el compromiso que tengo fuera de casa.

***

Tras recibir la aprobación del guardia, ingreso al edificio escalofriante.

Ya empezamos mal.

Al llegar al piso trece, veo el empapelado anticuado de las paredes y camino por el piso sucio. Me sobresalto cuando escucho la música de ópera de golpe y camino más rápido a la puerta que tiene el número trece. Quería llamar pero me doy cuenta que está abierta.

—¿Hola?

¿Cómo se tenía que rezar?

¿Papá cielo que estás en nosotros?

No, no era así. ¡Ahg! ¡Mamá, ¿porque no me enseñaste un rezo para esto?!

Porque ni siquiera es religiosa. ¡Estupido!

Ingresando, pidiendo disculpas, veo la sala de aspecto antiguo con sus sillones y cocina comedor correspondientes. ¿Ubican la típica casa de la anciana que resulta ser el demonio en la película de terror? Pues es más o menos así.

Algo se mueve y me preparó para lo peor cuando una sombra se tambalea y corre rápido en el pasillo. Mi pulso se acelera y voy hacia allí como el valiente que soy encontrándome con la pared que sostiene un espejo de cuerpo completo.

¿Lo ridículo? El miedo irracional que sentía se desvanece dando paso a la tristeza por la falta de reconocimiento de lo que veo. Mi reflejo.

¿Qué carajo se supone que estoy haciendo?

Unas manos frías rodean mi cuello y suelto un grito dando un manotazo a las extremidades. Al reconocer la figura doy un suspiro de alivio y de indignación.

—¡Samara! ¡Deja de hacer eso!

—Nunca.

Con entusiasmo de su parte, empezamos a cargar todas sus cosas empaquetadas en cajas a una camioneta y noto que sus padres, los señores Lin, no se encuentran. Solo espero que no se esté escapando a lo espontáneo.

Llegamos después de veinte minutos del centro a una sección de apartamentos y veo que es de la zona universitaria. Es algo lúgubre por lo gris de las paredes pero curiosamente, dentro de su nuevo hogar, es colorido como una semana en cierta costa de guatemala por los colores vivos, bordados, cristalería y flores perfumadas.

—Por favor, dime que esto no es lo que parece.

Ella frunce el ceño cuando me oye y nota que lo digo por el bóxer que está en el suelo. Uno con la palabra "churro fresco" en el frente.

—Voy a establecer unas reglas claras por aquí.

—¿Te mudarás con alguien?

—Un amigo de un vecino de un primo adoptivo de mi padre terminó sus estudios y me cedió el apartamento junto con otros chicos más.

—¿Los conoces?

—Dos si. Al otro que va a nuestra escuela en la tarde no. Ni sabe quien soy pero me conocerá —dice con una sonrisa malvada asomándose a sus labios pálidos.

Casi tengo lástima por esos chicos. Casi.

Lo bueno de ello es que serán inmunes al miedo.

Con las horas pasando, ponemos sus últimas cajas en su pequeño cuarto y nos sentamos en el merendero agotados.

—Gracias por ser de utilidad —agradece la chica con una sonrisa.

—No hay porque.

En lo que suspiro cuando me recuesto en la mesada y viendo el panorama del lugar, un celular suena haciéndome bufar. Me levanto de mala gana y tomo mi bolso agarrando el aparato. Veo la pantalla y me levanto con dirección hacia la figura que sirve unas papas fritas en un plato.

—No es gracioso.

—¿Qué cosa? —pregunta con ingenuidad.

—Acabas de hacer una referencia de tu película favorita.

—¿Jigsaw?

—No, la otra —respondo levantando el celular a ella.

Se acerca tomándolo y leyendo el contenido.

—Ehh... Dan, yo no envíe eso.

Ante su declaración me pongo tenso. Veo de nuevo el aparato y el mensaje del número desconocido.


Desconocido: Ya sé lo que hiciste.

Para ser el chico perfecto debes de tener tus equivocaciones.

Y al no verlas ya no eres el chico perfecto.

¿Estás listo para enfrentar sus consecuencias?


Y la foto adjunta de algo, que solamente yo y la chica que me mira curiosa sabemos, hace que me enoje.

—Ay, no mames. Eres tú con el tipo que se enfrentaron el otro día.

Hijo de la...


***


Nota: ¡Hola y feliz año nuevo!

Empezamos con un misterio y eso que hay mas por delante.

¿A que se refería Daniel con "noche de galpón"?

Besos.

L. R.

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