Capítulo 26

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Con su molesta alarma haciendo eco en su habitación, Jimin gruñó bajito mientras se removía en la cama, girando hacia el lado contrario y formando una pequeña bola en lo que colocaba una almohada sobre su cabeza.

Siendo ignorado, el sonido pronto dejó de sonar, proporcionándole otros necesarios minutos de sueño al joven omega, pero en seguida, esta volvió a atacar estruendosamente hasta el punto en que Jimin simplemente no lo pudo ignorar.

Gruñendo, quitó la almohada sobre su cabeza y volvió a girar a su otro costado. Abriendo finalmente sus ojos, contempló el infernal aparato sonando en su pequeña mesita de noche al lado de su cama.

Bufando, estiró su brazo y le quitó el cargador a su teléfono para acercarlo y apagar la infernal alarma.

Revisando la hora, encontró que tenía media hora para prepararse, comer algo y llegar a tiempo al club para comenzar otro infernalmente largo turno.

Solo el pensar en que tenía que volver a ese horrible lugar le baja todo el poco animo que no tenía y su lobo aullaba con disgusto, odiando estar rodeado de aromas que no pertenecían a Yoongi y más aún, tener que soportar los manoseos de cada cliente idiota.

Apenas llevaba un poco más de una semana, y al ser sábado simplemente sabía que iba a ser tan terrible como el viernes.

Un estremecimiento recorrió todo su cuerpo al pensar lo lleno que había estado el club la noche anterior, hasta el punto en que no había sido capaz de avanzar sin derramar un poco del contenido de los vasos, teniendo que soportar más toqueteos de lo normal.

No, él definitivamente no quería volver a ese lugar, pero tenía que hacerlo.

Soltando un suspiro triste, el omega se sentó en la cama y estiró su cuerpo, quien le agradeció haber tomado un par de horas para dormir antes de volver a trabajar.

Levantándose, observó su desordenada habitación y juntó la ropa sucia que se había acumulado en el suelo para echarla en el canasto.

Colocándose sus zapatillas, bajó las escaleras llevándose el canasto con él y entró a la casa por la puerta trasera, dirigiéndose directamente al pequeño cuarto para utilizar la lavadora.

Dejando su ropa lavando, se dirigió a la cocina y rápidamente sacó los ingredientes para preparar una rápida pasta con los acompañamientos que habían quedado del día anterior.

—Huele a zorra —anunció Me-in cuando apareció en la cocina.

Apretando sus labios, el menor la ignoró y siguió cocinando.

Arrastrando una silla, su abuela tomó asiento y le observó fijamente.

—Los vecinos ya están comenzando a hablar sobre la hora que llegas a casa, ¿hasta cuándo trabajarás como una puta? —cuestionó—. ¿Tan interesado estás en el dinero que no puedes estar sin él? —se burló.

—Necesito dinero para pagar la matrícula de mi universidad —anunció sin mirarla—. Y solo soy camarero.

—¿Así es como le dicen ahora? —negó con la cabeza—. No sabía que ser camarero significaba usar esos minúsculos pantalones cortos que parecen ropa interior y esa camiseta que apenas te cubre tus pezones. Solo te falta la cola y serás la perfecta zorra —se burló.

—Es el uniforme del trabajo —expresó.

—El de una puta —atacó.

—No lo soy. —dijo con molestia, volteando a observarla—. ¿Pero sabes qué? Piensa lo que quieras, porque yo sé lo que soy o no soy —expresó.

—Dilo si eso te hace sentir mejor —resopló—. Las cuentas del internet y el agua han llegado, tienes que pagarla —anunció.

—No puedo, no tengo el dinero —respondió volviendo a darle la espalda.

—¿Cómo no puedes tener dinero? Trabajas toda la noche como una puta —exclamó.

—No tengo dinero porque alguien lo gastó todo para un estúpido viaje de cinco días con sus amigas —gruñó sin poder contenerse.

—¿Y seguirás llorando por eso? —bufó su abuela—. Deja de ser un bebé y supéralo.

—Superarlo no me ayudará a pagar las cuentas —indicó resentido.

—Bueno, entonces ve a vender tu culo y junta el dinero para pagarlo, vence pasado mañana —ordenó siguiéndolo con la mirada.

—No puedo hacerlo —negó cerrando la puerta del refrigerador—. ¿Por qué no utilizas mejor el resto del dinero que me robaste y pagas las cuentas? —expresó—. Y si no dejaste nada, bien podrías también utilizar el dinero de tu pensión —indicó comenzando a servir la mesa.

—¿Por qué debo de utilizar mi dinero para pagar cuentas que son tu responsabilidad? —gruñó con fastidio.

—Porque tú fuiste quien sacó mi dinero en primer lugar —le recordó.

—Deja de sacar en cara eso, mocoso —ordenó sosteniendo su mano con fuerza—. ¿O es que acaso me ves a mí soltándote en la cara todo lo que he hecho por ti? —exclamó.

Y Jimin quiso gritar que "sí" Quería decirle de todas las veces que se lo dijo en su cara y lo utilizó a su favor para lograr hacer todas las cosas que ella quería.

Pero discutir con su abuela no estaba sirviendo para nada más que desperdiciar su tiempo, por lo que solo mordió el interior de su mejilla y se alejó para servirle un plato de comida.

Ignorando sus reclamos por la pobreza de comida que hizo y sus insultos, se alejó para sacar su ropa de la lavadora una vez estuvo lista y la echo dentro de la secadora.

Cuando volvió a la cocina, contempló a su abuela limpiando.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó al verle al lado de la olla de pasta.

—Tu comida sabía a mierda, solo estoy limpiando —anunció sin mirarlo.

Acercándose, los ojos del joven omega se volvieron algo brillosos de pura frustración al ver toda la comida en la basura.

Comida, que ni siquiera había alcanzado a probar.

—Ve a comprar para preparar una comida decente —ordenó volviendo a sentarse en la mesa, observándole.

—No, no lo haré —anunció cansado, ni siquiera tenía la suficiente fuerza para enojarse con ella.

—¿No? —repitió la omega dominante, alzando una ceja.

—No, no tengo tiempo ni dinero —anunció dirigiéndose a la puerta—. Si quieres comer otra cosa, te lo tendrás que preparar tú misma.

Cerrando la puerta sin escuchar las palabras de su abuela, Jimin subió las escaleras a su habitación y llamó a un taxi. Buscando su mochila, sacó la barrita de proteína que le había regalado Jungkook junto a un pequeño paquetito de manzana seca y se lo comió para calmar un poco el hambre.

Visitando rápidamente el baño, se lavó los dientes y arregló un poco su cabello antes de tomar sus cosas y salir de su habitación, asegurándose de echar doblemente llave antes de irse.

—¿A dónde crees que vas? —atacó Me-in abordándolo abajo.

—Al trabajo —respondió pasando por su lado.

—Tienes que prepararme la cena antes de irte —le recordó sosteniendo su brazo, enterrando sus uñas largas en su piel.

—Te la preparé y tú misma la tiraste a la basura, no puedo hacer nada con eso, ya tengo que ir a trabajar —expresó apartando su brazo.

—No sabía que estabas tan desesperado por ir a vender tu culo, eres igual de zorra que tu madre —escupió—. Le dije a tu padre que ella solo le traería mala suerte, pero no me escuchó —chasqueó su lengua.

Tragando el nudo en su garganta, el joven omega la ignoró y cruzó el jardín delantero justo en el momento en el que su taxi se detenía.

Subiéndose rápidamente, le dio la dirección del club y se abrazó a sí mismo tratando que las palabras de la bruja no le afectaran.

Jimin pasó todo el viaje convenciéndose a sí mismo de que estaba bien y dándose ánimos que no sentía para que las duras palabras de su abuela no le llegaran.

Para cuando finalmente llegó al club, estaba un poco mejor, con algo de hambre, pero mucho más tranquilo.

Cancelando, se bajó del taxi y todo su cuerpo se estremeció al sentir una mirada sobre él, pero por más que buscó mirando a su alrededor, no encontró absolutamente nada más que un auto estacionado en la calle, y eso le aterró.

¿Y si se trataba de Taemin otra vez?

No lo había visto desde aquella vez en la cafetería, pero sus amigos constantemente se habían estado dando una vuelta en su trabajo, lanzando mierda y creando problemas hasta que Jungkook o su jefa los terminaban por echar.

Entrando rápidamente al bar, Jimin se dirigió directamente a los casilleros encontrándose con la alfa.

—Te ves como la mierda —indicó Jessie.

—Me siento de esa forma —respondió sin ánimos.

—Hey, ¿estás bien? —preguntó y colocó una mano sobre su hombro, logrando estremecerlo—. Wow, amigo, calma.

—Lo siento —susurró cerrando sus ojos y pasando sus manos por estos—. Creo que tener dos trabajos finalmente me está golpeando, y dormir poco para despertar escuchando a mi abuela quejarse y tratarme como una puta no está ayudando —se desahogó.

—¿Tu abuela sabe que eres un camarero? —preguntó alzando una ceja.

—Se lo dije —asintió comenzando a cambiarse de ropa—. Pero desde que encontró mi uniforme, observó la hora a la que llego y sintió el aroma de muchos alfas sobre mí, solo asumió que soy una zorra —se encogió de hombros.

—Con el uniforme no puedo hacer nada, pero podría ir a explicarle el resto —expresó.

—No, gracias, de todas formas, ella no te creerá y sinceramente... No creo que te vayas de la casa sin las ganas de querer golpearla —resopló—. Mis amigos se refieren a ella como una bruja, pero yo no lo quise ver hasta que me robo mi dinero por un estúpido viaje con sus amigas —refunfuñó—. Sí, sé que ya debería de haberlo superado, pero solo recordar que estoy trabajado por eso me molesta —suspiró.

—Está bien, es mejor que te desahogues a que te guardes todo —aseguró golpeando su hombro—. Deberías de pensar en mudarte lejos de ella —comentó y ambos se dirigieron al frente.

—Lo he pensado mucho últimamente, pero si utilizo el dinero que estoy juntando para buscar un lugar, no podré pagar mi universidad —explicó—. Y no me siento cómodo invadiendo el lugar de mis amigos sin poder ayudarle en cambio.

—Comprendo, ¿pero no me dijiste que estás pagando por tener una habitación ahí? Debe de ser lo mismo que busques en otro lugar —indicó.

—Pero solo pago por los gastos comunes —explicó comenzando a limpiar—. Es un dinero menos que a mí me sirve.

—Dinero es lo que hace girar a todo el mundo —resopló y ambos guardaron silencio cuando su jefe llegó junto a los otros empleados.

—Jessie, quiero que revises la bodega —ordenó el alfa y luego desapareció en su oficina.

Observando a su amiga desaparecer, Jimin se concentró en limpiar junto a los demás y cuando el club estuvo listo para abrir, lo único que deseaba el omega, era que fueran las cuatro para que pudiera ir a su cama a descansar.

Lamentablemente, las horas a su parecer avanzaron lentamente, la música alta le estaba provocando dolor de cabeza, sus pies palpitaban de tanto caminar, las luces le molestaban y su lobo se encontraba muy cansado e irritado por los molestos clientes insistentes.

Jimin apenas estaba manteniendo su sonrisa en su rostro mientras servía los tragos y los clientes parecían especialmente animados para su gusto, lo que significaba que había más toques de lo normal.

—Cinco cervezas y una botella de ron —ordenó deteniéndose en la barra.

—En camino —anunció Jessie y frunció el ceño mientras lo observaba—. Te ves pálido, ¿estás bien? —preguntó.

Jimin asintió por inercia y luego negó despacio.

—Estoy cansado —respondió acomodando los vasos en su bandeja.

—Toma un descanso después de entregar esto —aconsejó—. Todavía queda una larga noche y no quiero que te desmayes —indicó con firmeza.

Asintiéndole a la alfa sin ninguna fuerza para argumentar estar bien, el pelirosa omega se alejó una vez su pedido estuvo listo y mantuvo la bandeja en alto mientras avanzaba entre los cuerpos, ignorando las manos que le tocaban mientras se empujaba hasta que llegó a la mesa.

—Cinco cervezas y una botella de Ron —anunció observando como la mujer semi desnuda se bajaba del tubo y pronto de la mesa para sentarse sobre el regazo de uno de los hombres.

Observando la mesa desocupada, inmediatamente comenzó a servir.

—Te me haces conocido —comentó uno de los alfas—. ¿Te he visto antes? —preguntó.

—No, no lo creo —respondió automáticamente y tropezó hacia un costado cuando un cuerpo le empujó, cayendo sobre uno de los clientes.

Una ronda de risas surgió rápidamente mientras Jimin se enderezaba ignorando el asco que sintió de sí mismo al sentir manos en sus muslos y trasero.

—Lo siento —murmuró cuando logró levantarse.

—¡Eso es! Eres el omega que acusó a Taemin de violarlo —exclamó uno de sus clientes, logrando que el aire dejara los pulmones del pelirosa.

—¿Es él? —preguntó otro.

—Sí, ¡si lo es! —exclamó y rió junto a sus otros compañeros.

—Pero mira nada más —le observó con lujuria el que le reconoció—. Resultó que Taemin tenía razón al decir que eres una puta. ¿Cuánto cobras por ir al baño?

—No soy una puta —pronunció e intentó alejarse, pero una mano se aferró a su antebrazo y tiraron de su cuerpo con brusquedad, logrando que cayera nuevamente sobre el regazo de uno de ellos.

—Vamos lindura, un pedazo de ese culo me vendría bien —ronroneó toqueteándolo.

—¿O será que nos quieres a los tres al mismo tiempo? —preguntó otro sumando sus manos también, sacando a la mujer que había tenido en su regazo.

—Sería un honor tenernos a los tres —se rió el otro alfa.

—No, no quiero —exclamó logrando levantarse, con su camiseta hecha tirones.

Mirando a Jessie, Jimin se llenó de horror al descubrir que su amiga no podía verlo para nada gracias a la multitud abarrotada en la barra.

—Puedes chapármela aquí entonces —exclamó el que estaba más cerca y el omega no alcanzó a retroceder lo suficientemente rápido antes de que lo volvieran a tirar y muchas manos comenzaron su trabajar tirando de su ropa y tocándolo.

Jimin gritó con desespero, pero nadie pareció escucharlo con la música tan alta y los que le veían, solo se reían y alzaban su pulgar como si estuviera bien.

Llorando de frustración, gritó cuando el botón de su pantalón corto se rompió, recuerdos de Taemin haciendo lo mismo lo invadieron, y en su desesperación, llamó a la única persona que siempre lo salvaba, su lobo aulló por su alfa, por Min Yoongi.

—¡Yoongi! —llamó en un tono desgarrador y lleno de miedo.

Entonces, como si lo estuvieran sacando de la profundidad del mar, una mano apareció tirando de él hacia arriba y lejos de esas asquerosas manos.

Cuando el omega abrió sus ojos, su Hyung estaba frente a él, cubriéndolo con su chaqueta.

—¿Estás bien? —preguntó el alfa, atrapando su rostro lloroso entre sus manos.

El menor abrió la boca, la cerró y otro sollozo se rompió en su garganta mientras lo abrazaba con desesperación.

—Ya estoy aquí, Minnie, todo está bien, mi dulce omega —aseguró, besando su frente antes de rodeándole con sus brazos.

Ah, sí... Definitivamente, había echado de menos ese aroma tormentoso y de pinos.



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Espero que estén teniendo un buen fin de semana mis copitos, se me cuidaan <3

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