Capítulo XV

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Cuando toco el timbre de la casa de Katy, me abre su madre y me recibe con un abrazo. Me dice que me ha echado de menos y que no tengo que preguntar si puedo quedarme, siempre seré bienvenida. Se lo agradezco y paso al salón.

Me dice que quería prepararme la habitación de invitados para que estuviera más cómoda pero Katy insiste en que duerma con ella en su cuarto.

A mí no me importa, adoro pasar tiempo con ella así que subo las escaleras y me instalo en la habitación.

Estoy acabando de sacar mis cosas de la maleta cuando entra Katy corriendo, me abraza y me dice que me ha hecho hueco en los cajones de la cómoda para meter mi ropa. También me da unas cuantas perchas para colgar el resto en su armario.

Les adoro, de verdad, son una buena familia. Son encantadores y aquí me siento como en casa.

Katy dice que se va a dar una ducha y yo bajo al piso inferior.

Entro en la cocina a por agua y allí está Olivia cortando pollo.

— ¿Te ayudo? — Le pregunto.

— Oh no te preocupes cielo, no es necesario.

— No me importa de verdad, así ayudo. Derek no está así que la clase la daremos después de cenar. No quiero estar de brazos cruzados.

— Vale, si insistes, corta el pollo en tiras pequeñas. Vamos a hacer tiras de pollo al horno.

— Suena de maravilla — le digo con una sonrisa.

Acabo de cortar el pollo y meto las tiras en un bol con yogur, como me indica Olivia. Me da una cucharada para que lo pruebe y el yogur está delicioso. Cortamos unas pocas patatas y lo ponemos todo en una bandeja grande y lo metemos al horno.

Estoy recogiendo los platos manchados cuando me mira con una sonrisa.

— ¿Qué? — Le pregunto sonriendo yo también.

— Nada, es sólo que te agradezco lo que estás haciendo por Derek. Desde que has entrado en nuestras vidas le veo diferente, hasta sale menos. No me alegro por ello, entiéndeme, pero las compañías que frecuenta no me agradan.

— ¿Ya no queda tanto con el grupo de fútbol?

— Sí, queda con el grupo de fútbol, pero no con Luke. Estos días han venido a buscarle Alan y Justin.

— Me alegra oír eso, Luke es un poco...

— Gilipollas — dice Olivia riendo.

— Sí, exacto — le digo riendo yo también.

Sé que quiere preguntarme algo más, lo veo en sus ojos, pero ya he tenido suficientes conversaciones profundas por hoy, así que me ofrezco a poner la mesa.

Cojo los vasos y los cubiertos y los pongo en la mesa grande del salón.

Estoy volviendo a la cocina cuando me choco con Derek que acaba de entrar.

— Perdona, no te había visto.

— Tranquilo no pasa nada.

— Siento el retraso, el entrenador está muy pesado y no hemos podido parar ni un minuto. Te lo compensaré lo prometo.

— No te preocupes, la clase podemos darla después de cenar.

— ¿Te quedas a cenar? — Dice con una sonrisa en su preciosa cara.

— Sí, a cenar, a desayunar, comer... Voy a pasar aquí unos días. Mis hermanos se han ido de viaje.

— Me alegra oír eso. Voy a ducharme y enseguida bajo.

Sube corriendo las escaleras y a mí sólo de pensar que va a ducharse me entra un sofoco por el cuerpo...

Minutos después oigo pitar el horno, la cena está lista.

Subo las escaleras para avisarles y encuentro a Derek y Katy cuchicheando en su habitación. Se callan al entrar yo.

— Perdonad la interrupción pero la cena ya está lista.

— ¡Genial! — Dice Katy, me coge del brazo y me lleva escaleras abajo. ¿Qué estaban hablando?

Durante la cena, el tema principal son los deportes y la moda, como la otra vez que cené aquí. Son parecidos a nosotros, no cenan viendo la tv sino que hablan entre ellos, se comunican, deberían hacerlo todas las familias.

Me preguntan qué tal las clases, si me está gustando el pueblo, el instituto y si me estoy adaptando bien. Bueno, no voy a mentirles pero tampoco a decirles la verdad, así que simplemente contesto que todo cambio es duro y lleva su tiempo. Parecen contentos con esa respuesta porque asienten de buen grado.

Estoy acabando de cenar en silencio cuando Ted hace la pregunta que llevo evitando mucho tiempo.

— Oye Luna, ¿y tus padres? — Casi me atraganto con la cena y Olivia le da un codazo. — No me malinterpretes, nos encanta que te quedes con nosotros pero.... — Intenta arreglarlo y no sabe cómo.

— Lo que quiere decir Ted, es que siempre hablas de tus hermanos, no de tus padres. Sólo sentimos curiosidad aunque me estoy arrepintiendo porque al ver tu cara creo que es una historia muy triste. Yo soy una cotilla y Ted un bocazas.

— No pasa nada, de verdad, en algún momento os lo tenía que contar. No estoy triste, adoro a mis hermanos y soy feliz con ellos. Mi padre nos dejó cuando yo era pequeña, tuvo un accidente de coche, yo tenía 7 años y por eso me han criado mis hermanos. — Dejo algo de tiempo para que digieran la noticia. — De mi madre no sé nada. Según me han contado, nos abandonó al poco de nacer yo.

Olivia sofoca un grito, a Katy se le cae el tenedor de las manos y Derek me mira fijamente. Últimamente hace eso mucho.

— Lo siento muchísimo, de verdad. No sabía... No podía imaginarme una historia así — dice Olivia con lágrimas en los ojos.

— No lo sientas, no al menos por lo de mi madre, yo no lo siento. No puedo echar de menos algo que nunca he tenido.

— ¿Por eso tus hermanos te dan tanta libertad? — Dice Katy en un susurro.

— No es libertad, es confianza. Me han criado para ser responsable e independiente. Confían en mí porque les he dado motivos para ello. Lo han hecho lo mejor que sabían. Eran jóvenes adultos cuando adoptaron el rol de padre y madre.

— Lo han hecho muy bien, eres una gran mujer — Olivia se levanta y me abraza. Como pensé antes, aquí me siento como en casa.

Un rato después, recogemos la mesa. Katy me dice que me espera en su habitación y yo me quedo con Derek en el salón.

— Voy a terminar el trabajo de historia.

— Vale, cualquier cosa me preguntas — Le digo, y repaso el mío. Tenemos de plazo hasta mañana para entregarlo. Habríamos terminado antes pero con todo lo que ha pasado en estos días ha sido complicado.

Estoy pensando en ello cuando Derek me coge la mano.

— Siento mucho lo de tus padres. Nadie se merece una infancia tan cruel.

Estoy sorprendida, veo dolor en sus ojos, dolor por mí. Sólo logro articular un bajito ''gracias''. Sigue mirándome y no me suelta la mano.

— Y siento también lo que ha pasado con Mary.

— No tienes que disculparte no ha sido culpa tuya.

— Lo sé, aún así lo hago, no quiero que te sientas mal — dice, y retira su mano de encima de la mía.

— No entiendo cómo puedes estar con ella.

— ¿Qué?

— Lo que has oído. Me pareces un chico de 10, eres inteligente, guapo, atractivo y muy simpático. Podrías tener a la chica que quieras y en cambio elegiste a la más guarra del instituto. — Muy bien Luna, has escogido palabras muy acertadas. Me muerdo la lengua, no muy fuerte, porque si no me enveneno.

— Yo no la elegí. Surgió un día sin más. Al principio no era así, o yo no la veía así.

— ¿Ahora la ves tal y cómo es?

— Sí.

— ¿Y por qué sigues con ella?

— No es tan sencillo.

— Ya... Nada en esta vida es sencillo. Va a hablar cuando le detengo. — Se está haciendo tarde, vamos a terminar el trabajo.

Asiente y continúa con ello.

Una hora más tarde, donde ha reinado el silencio más absoluto, me dice que ya ha terminado.

Le echo un vistazo, me lo leo entero en 15 minutos, la verdad que está muy bien. Le doy el visto bueno y empiezo a recoger mis cosas.

— Gracias por ayudarme.

— Un placer – le respondo.

Voy camino de las escaleras cuando me coge del brazo y me da la vuelta. Estamos muy cerca el uno del otro.

— Buenas noches Luna.

— Bu... buenas noches, Derek.

Suspira, me suelta y vuelve al salón. Yo voy escaleras arriba y entro en la habitación de Katy.

Está ya metida en la cama viendo la tv.

Le digo que voy un momento al baño, allí me pongo el pijama, me lavo los dientes y vuelvo a la habitación.

— Oye Luna, no quiero que pienses nada raro. Antes sólo estaba echándole la bronca a Derek por permitir que su novia te trate así, no es justo.

— Ya bueno... Antes se ha disculpado por ella, pero no debe hacerlo, no es culpa suya. En todo caso debería disculparse por no defenderme, aunque tampoco tiene por qué hacerlo, no soy nada suyo.

— Debería, eres una gran chica y nadie debe permitir que te traten así. La próxima vez te juro que la atizo.

— Tranquila, guerrera — digo riendo — tú no te metas en líos. Ya la atizo yo, que le tengo muchas ganas.

— Si lo piensas no hace falta darla muy fuerte, con darla un capón ya la dejas como un minion.

Ambas nos reímos. — Eres mala eh — le digo entre lágrimas, no puedo aguantarme la risa.

— Sí, y perversa — contesta llorando de la risa ella también.

Me acuesto y ambas nos quedamos dormidas viendo la tv.

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