Capítulo XVIII

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El viernes después de comer no tenemos clase, esta noche hay un partido importante y el entrenador ha pedido horas extras de entrenamiento así que los profesores han cancelado la última hora, nos la han dado de estudio. Aprovechamos y salimos fuera.

Katy me coge del brazo y me lleva a las gradas del campo.

— Alan me ha invitado a ir con él al partido de esta noche, ¿no es emocionante? Vente con nosotros. Podemos llevarte o pedirle a Justin o Derek que te lleven. Lo pasaremos bien.

— No, te lo agradezco, pero no, de verdad. De hecho esta noche voy a irme a mi casa, quiero echar un vistazo y ver que está todo bien.

— Venga vente, por favor.

— Lo siento pero esta vez tu mirada de cachorrillo no va a funcionar.

— Aún te duele lo del último partido, ¿verdad?

— No es por eso pero sí prefiero estar lo más lejos posible de esos dos. Son unos demonios.

— Vale, lo entiendo, pero sólo por esta vez.

Pasamos un rato viendo cómo entrenan, Alan, Derek y Justin juegan muy bien. Luke por el contrario... No lleva bien lo del juego en equipo. Todo el rato quiere lucirse y hacer ver que es el mejor, no sé cómo van a ganar este partido. Me han dicho que el instituto rival ha ganado 3 años seguidos el campeonato. Espero que si pierden, a Derek no se le quiten las ganas de cenar conmigo mañana. ¡La cena!

— Oye Katy, había pensado que como mis hermanos no están, podemos comer en mi casa y arreglarnos por la tarde. Así estamos más tranquilas.

— Me parece un plan perfecto. ¿A qué hora te recojo?

— Te recojo yo a las 10h.

— Genial.

Acto seguido devuelve la vista al campo y mira a Alan. Se la ve enamorada, en parte me da envidia, de momento es reservada en cuanto a lo que hablan y lo que hacen pero seguro que viven una historia de amor muy bonita. De esas que todo el mundo querría vivir, que yo querría vivir.

Estaba tan absorta mirando a Derek entrenar que no me había fijado en que las animadoras están en una esquina bajo las gradas, entrenando también. Recuerdo la conversación telefónica.

— Oye Katy, ¿tú conoces a los padres de Mary?

— Sí, ¿por?

— Curiosidad. Ya sabes que me parece una mala persona y siento curiosidad por ver si sus padres son iguales.

— Pues... Su madre sí. Su madre es la reina de las arpías, siempre bien maquillada, arreglada y escupiendo veneno. Su padre, por el contrario, es un buen hombre. Aguantaba a su mujer por Mary, porque era la niña de sus ojos. Cuando éramos pequeñas e íbamos al colegio ella no era así. Al crecer se convirtió en una copia de su madre, y lo que antes era todo amor hacia su padre, con el tiempo se convirtió en desprecio. Su padre no aguantó más, se divorció y se marchó del pueblo.

— Vaya... Pobre hombre.

Katy no dice nada más y yo suspiro aliviada, no quiero que sepa que estuve espiando a su hermano, sonaría raro.

Me despido de Katy en la entrada de mi casa y cierro con llave al entrar.

La casa está muy solitaria, nunca me ha dado miedo quedarme sola pero después de estar estos días con la Familia Jones, me siento sola.


Por la noche no tengo mucho hambre, así que me hago un sándwich de pavo y queso y me tumbo en el sofá a ver los capítulos repetidos de Mentes Criminales, los he visto muchas veces pero me encanta esta serie.

No sé en qué momento me quedé dormida, pero me despierta un ruido muy fuerte, ha sonado como una bomba.

Me levanto corriendo y enciendo la luz del salón. Todo está en orden, no se oye nada más, salvo la lluvia.

Me asomo a la ventana y está lloviendo mucho, hay relámpagos, rayos y truenos, truenos que suenan muy fuerte.

No me da miedo quedarme sola, pero sí me dan miedo las tormentas cuando estoy sola.

Enciendo todas las luces de la casa, compruebo que la puerta de entrada esté bien cerrada y voy habitación por habitación mirando todas las ventanas. Está todo cerrado y todo en orden.

Apago las luces salvo una lamparita del salón, esa la dejo encendida, me tumbo de nuevo en el sofá y me entierro bajo las mantas. Es una tontería, pero así me siento más protegida.

Un rato después oigo que la tormenta se aleja, los truenos suenan más lejos y me quedo dormida oyendo llover.


A las 10h en punto estoy pitando en la entrada de la casa de Katy. Ella sale resplandeciente y se monta en el coche.

— Menuda tormenta la de anoche — dice mientras se abrocha el cinturón.

— Y que lo digas.

— ¿Te dio miedo?

— No, ¿por qué lo dices?

— Por nada, hay gente a la que le da miedo.

— Bueno sí, un poco sí me dio, pero porque me despertó un trueno y me asusté.

— ¿Por qué no me llamaste? Habría ido a pasar la noche contigo.

— Era ya muy tarde y no iba a hacerte venir con lo que llovía, y tampoco me atrevía yo a coger el coche, es peligroso.

Conducir con lluvia nunca me ha gustado. Mi padre murió así, en un accidente de coche una noche que llovía mucho, apenas se veía y un conductor borracho le sacó de la carretera. Quizá por eso no me gustan las noches de tormenta.

— ¿Llegasteis bien anoche u os pilló la tormenta?

— Llegamos por los pelos, a los 15 minutos de entrar por la puerta empezó a llover, pero la tormenta fue mucho rato después.

— Me alegro.

Minutos después llegamos al centro comercial. A esta hora no hay mucha gente así que encontramos sitio cerca de la puerta.

Katy entra corriendo, le encanta ir de compras. Me dice todas las tiendas a las que quiere ir. En resumen, quiere recorrer todas las tiendas. Yo odio ir de compras, pero bueno, como dicen mis hermanos, una vez al año no hace daño.

Vamos tienda por tienda, con paciencia, pero Katy no encuentra nada que le guste y yo tampoco. La ropa de aquí no es de mi estilo, hasta que entramos en una que es todo de vestidos.

Son muy bonitos, un poco caros, pero muy bonitos. Katy me usa de perchero, empieza a coger vestidos y me los cuelga de los brazos, tiene como siete u ocho y vamos al probador.

Yo la espero fuera. No tarda nada en probarse la ropa y va sacando los que no le gustan para que los coja.

Estoy convencida de que vamos a ir a otra tienda cuando corre la cortina y la veo, está impresionante, lleva un vestido rojo pasión, tiene bastante escote y es corto, demasiado corto para mi gusto pero a ella le queda genial.

— Uauh, estás, impresionante.

— ¿De verdad te gusta?

— ¡Sí! Te queda genial. — Da una vuelta para que pueda mirarla bien. — Definitivamente tienes que llevártelo, te hace un culo de infarto nena.

Se sonroja y se ríe. — A mí también me gusta, ¡pues adjudicado!

Se vuelve a poner su ropa y vamos a la caja a pagar.

Seguimos recorriendo el pasillo cuando me detengo en seco y los veo, unos zapatos negros de tacón con un bolso a juego preciosos. Se lo enseño a Katy y asiente emocionada. Son unos tacones muy altos pero ella los sabe llevar con estilo. Aunque le falta algo. Le pregunto a la dependienta si tienen joyería y me dice que sí. Me lleva a un lado del mostrador y veo un colgante precioso, es una cadena con un corazón de plata, hueco por dentro, le digo que lo quiero, lo pago y lo escondo en mi bolso.

Katy dice que le gustan mucho y se los lleva.

Ahora sólo quedo yo aunque de momento no me gusta nada de lo que he visto.

Es casi la hora de comer y ya me duelen los pies, le pido a Katy que nos vayamos, hemos recorrido casi todo el centro comercial y estoy cansada.

— Ah no, ni hablar, de aquí no nos vamos hasta que encontremos algo para ti.

Resoplo y refunfuño. Estoy a punto de darme por vencida cuando Katy me coge la mano y me lleva corriendo hasta un escaparte donde hay conjuntos de falda y top, vestidos sencillos y zapatos. Lo que veo me gusta, es muy bonito, pero no para mí. Insiste en entrar y accedo.

Estoy dando una vuelta por la tienda y me gusta mucho lo que veo, son conjuntos muy bonitos pero no me veo con ellos puestos.

Voy a decirle a Katy que quiero irme cuando se acerca con una sonrisa.

— Luna, ¿confías en mí?

— Sí, ¿por?

— Vamos al probador.

No me deja contestar, lleva ropa en un brazo pero no me deja mirarla, me mete en el probador, me da la ropa y cierra la cortina.

— Avísame cuando acabes, no te lo quites sin que lo haya visto yo — me advierte.

Cuelgo las pechas y miro el conjunto, es muy bonito, es una falta larga de color azul cielo, lo malo, es que va conjuntado con un top de tirantes, un top muy corto.

— Katy esto no es buena idea.

— Hazme caso, pruébatelo.

Suspiro, sé que no va a quedarme bien.

Me quito mi ropa y cojo la falda, no lleva cremallera ni broche, es elástica y de talle alto, me llega por encima del ombligo, es muy suelta y no me marca nada. Me pongo el top y no es tan corto como yo creía, las prendas no se juntan pero se ve lo justo de piel para que quede bien. Estoy impresionada con el gusto de Katy.

— Oye Katy... Ya he terminado.

— ¿Puedo abrir?

— ...Sí... — Me gusta pero no estoy muy segura, no me siento muy cómoda.

Katy abre la cortina, me mira y vuelve a cerrar. Lo sabía.

— Calzas un 39, ¿verdad?

— Eh... Sí.

— Vale.

Me quedo sin saber qué hacer así que vuelvo a mirarme al espejo, la falda es tan suelta que ni si quiera me marca la ropa interior, es como si no llevase nada.

Poco después Katy abre la cortina y me da una caja de zapatos y un bolso azul claro con detalles en blanco. Es precioso.

Me siento en la banqueta y abro la caja, dentro hay unas sandalias de cuña, van sujetas a los tobillos y llevan una tira blanca decorativa que sube por mitad del pie, son preciosas. Me las pruebo y me quedan genial. Me miro al espejo, doy una vuelta, me miro de un lado, de otro, me pongo el pelo hacia delante, hacia atrás y me gusta mucho lo que veo.

Abro la cortina muy contenta.

— Luna, estás guapísima. Tienes que comprarlo, te hace un cuerpazo.

— ¿Tú crees?

— ¡Por supuesto que sí!

— Vale, pues me lo quedo – río gustosa, al final me voy feliz del centro comercial.

Pago y salimos de la tienda.

— Oye no hemos cogido chaquetas, ¿tienes alguna que ponerte?

— No van a hacer falta, aún hace buen tiempo.

— También es verdad, hoy está haciendo bastante calor. Vamos a casa entonces que ya tengo hambre.

Guardamos las bolsas en el maletero y ponemos rumbo a mi casa.

Cuando llegamos meto la ropa en la lavadora y pongo el programa rápido + secado, así se lava mientras comemos.

Se nos ha hecho un poco tarde así que hemos cogido un pollo asado de camino.

Lo sirvo en los platos y vamos al salón a comer.

Katy está muy nerviosa, se lo noto y tengo que admitir que yo también lo estoy. No es una cita pero me gustaría que lo fuera.

Al recoger los platos subo a mi habitación mientras Katy saca la ropa y la estira, por suerte no se ha arrugado mucho aunque al vestido no le vendría mal plancharlo un poco.

Cojo la plancha y un estuche.

— Deja, ya lo plancho yo. ¿Qué es eso?

Lo abro, es un collar de plata con un infinito hecho de pequeñas piedras de circonita. — Me lo regalaron mis hermanos, ¿crees que me quedará bien con el conjunto?

— Por supuesto que sí, es precioso.

Lo que me recuerda que yo tengo una cosa para Katy.

Voy al salón y saco el estuche de mi bolso.

— Toma, espero que te guste.

— ¿Qué? — Lo abre y me mira atónita. — Pero, Luna, no hacía falta, ¿cuándo...?

— Mientras te probabas los zapatos, lo vi y no pude resistirme. Es mi agradecimiento por todo lo que haces por mí.

— Que tonta, tu amistad es mi mejor regalo. Es precioso, muchísimas gracias.

Me abraza y veo que tiene lágrimas en los ojos, es una buena chica y me alegro de haberle hecho el regalo.

Plancha su vestido y dejamos la ropa colgada en perchas en mi habitación.

No se me ha olvidado, te recojo a las 21h. Tengo muchas ganas de verte.

Le enseño el mensaje a Katy.

— ¡Ves! Te lo dije, es una cita. Tiene ganas de verte.

— Sólo somos amigos, seguro que lo dice por cumplir.

— Contéstale, no vaya a pensar que te has arrepentido.

Genial. Yo también tengo ganas de verte.

Lo envío antes de arrepentirme y Katy aplaude emocionada. Pasados unos minutos no ha contestado y creo que me he pasado diciéndole eso. Está claro que lo dice por educación, no quiero que se piense lo que no es.

Aún quedan unas horas para que pasen a recogernos y ya estamos de los nervios.

Me duelen los pies así que le propongo a Katy tumbarnos en el sofá a ver alguna serie y así duermo un rato, necesito una siesta.

Es un sofá grande y cabemos las dos perfectamente. Enciendo la tv y al poco nos quedamos dormidas las dos.

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