●023

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El único hijo de la familia Jeon no conocía el dolor, mucho menos de una pérdida. Jamás había sentido algo tan suyo que al perderle, perdiese también una parte de su alma. Incluso podía pensar que no tenía nada del suficiente valor como para temer perderlo, o al menos no hasta ese día.

ㅡ¿Puedes tratar de tranquilizarte?, por favor.ㅡ suplicó una fatigada voz femenina, quien trataba de consolar el llanto incontenible de un azabache con apenas 12 años de edad.

ㅡU-Usted no entiende.ㅡ hipó Jungkook, secándose las mejillas con su antebrazo pero éstas reaparecían a cada segundo.

Él no había hecho nada malo para merecer tal arrebato de la naturaleza, solamente caminaba junto a su grupo mientras tomaba fotografías a cada árbol que consideraba digno de inmortalizar con la cámara que su madre le había comprado de cumpleaños.

¿Había sido un delito venir de campamento? Jungkook estaba muy emocionado con la idea, hasta que recibió una bofetaba de la realidad en mitad del camino. El usual choque de dos finas trenzas de hilo no golpeaban su muñeca cada que caminaba, tampoco podía sentir el frío contacto del cuarzo que decoraba su puls...

¿Y su pulsera? Fue entonces que perdió la calma.

La ausencia del accesorio le llegó como un pinchazo al corazón, ¿había sido demasiado descuidado? ¿o la madre naturaleza le reprochaba no darle el valor que realmente sentía hacia ella? Era el único recuerdo que tenía de su padre, ahora más que nunca la necesitaba.

Aún lo recuerda, está en su memoria como un fotografía vieja. Estaba cursando el sexto grado cuando su procreador se la obsequió; una pulsera tejida en su color favorito con un pequeño cuarzo rosado al centro.

"Te protegerá de los monstruos bajo tu cama una vez que me vaya, Kookie"

Sin embargo, el azabache siempre la utilizó como amuleto contra los monstruos fuera de casa. Los de la vida real.

ㅡDebemos volver con el grupo, Jeon.ㅡ dijo la profesora, cansada de sus intentos fallidos por consolarle.

Los profesores encargados del grupo estaban demasiado ocupados siguiendo el recorrido lejos del pequeño azabache que lloraba junto a su profesora, que a todos se les pasó por alto que cierto castaño faltaba en la fila. Castaño que sentía en su pecho el mismo dolor que el menor de su clase, pero sin saber exactamente qué hacer para eliminar el sufrimiento ajeno.

ㅡNo, debo regresar a buscarla.ㅡ la decisión fue palpable en su voz, así como sus movimientos que indicaban lo dispuesto que estaba a abrirse paso dentro del bosque. Evidentemente su mayor no lo dejó siquiera avanzar dos paso.

ㅡJungkook, está perdida. El bosque es enorme, es imposible...ㅡ cierta pena invadía sus palabras, pero sobre los oídos del azabache sólo escuchaba a su madre diciéndole que absolutamente nada era imposible, ¿acaso le había mentido? ¿a quién se suponía que debería creerle? ㅡAhora vamos.ㅡ tampoco le dió tiempo a armar su propio juicio, pues sujetó su muñeca y lo obligó a seguir al resto.

El azabache desapareció entre los árboles junto aquella mujer, que ahora fácilmente odiaba cierto castaño oculto entre los arbustos. Jimin miró hacia donde estaba su grupo y luego hacia el espeso bosque de árboles frondosos.

Mordisqueó su labio.

ㅡRayos, como te odio Jeon Jungkook.ㅡ maldijo, antes de encaminarse hacia el bosque y el apenas audible cantar de las aves.

Debía darse prisa, estaba atardeciendo.

Las huellas de los alumnos que habían pasado por ahí hace minutos aún estaban frescas, por lo tanto Jimin se sintió seguro de seguir sus pasos. Su mirada estaba pegada al suelo; analizando detalladamente cada centímetro de tierra, hojas, raíces y árboles. Fue cuando dejó de seguir huellas el momento donde se alarmó.

¿En donde se había metido? Estaba perdido entre enormes árboles que apenas y le permitían ver el vasto cielo azul.

ㅡMaldición.ㅡ musitó, rendido.

Su misión de ser un héroe pasó a segundo plano, pues su prioridad fue encontrar el camino de pisadas que lo llevarían de vuelta. Si en el trayecto encontraba la pulsera, sería premio doble.

El crepúsculo había terminado hace unos minutos, lo único que escuchaba eran las hojas quebrarse bajo sus pies y el graznido de los búhos. No se consideraba alguien miedoso, pero justo ahora todas las leyendas urbanas a las que se mostraba apático, parecían reales. Jimin temía que Jack 'El destripador' saliera de entre las sombras y lo cortara por la mitad.

ㅡBien, respira.ㅡ se calmó así mismo. ㅡSólo debes encontrar el camino, fácil.ㅡ intentaba darse ánimos, fallando en el proceso al notar que su cuerpo temblaba ante el más mínimo sonido.

En algún punto de su odisea, una rama rozando contra su espalda le hizo estremecer, soltando así un grito aterrado de socorro que terminó con un castaño impactando contra el suelo en su trabajo por huir del asesino, sintió su rodilla quemar. Se había herido.

Resignado a naufragar hasta su muerte, se incorporó del golpe para poder revisar su herida. Grande fue su sorpresa al encontrar una piedra que brillaba entra la tierra húmeda bajo sus palmas, guiado por la curiosidad, la tomó entre sus manos.

¿Las piedras brillaban? No.

El pequeño cuarzo rodado centelleaba gracias al resplandor de la luna sobre ellos, Jimin casi sintió su alma volver al cuerpo.

¡Eureka!

No, no podía morir. Debía entregar la pulsera y ser un héroe.

Sin importarle su ropa desaliñada, la hemorragia sobre su rodilla y notablemente empapado en lodo, emprendió camino a luchar por su sobrevivencia. Apenas pudo ver luz calorífica, chilló de felicidad y la siguió como si se tratase de su salvación.

¡Sí! Eso era una fogata, la fogata de su grupo. Jamás estuvo tan contento de verles nuevamente.

Los alumnos gritaron horrorizados al ver su estado, mientras los profesores corrieron a él apenas supieron de quien se trataba. Habían enviado a un par de encargados para buscarlo hace apenas unas horas.

Lo siguiente fueron regaños y amenazas de expulsión, él solamente creía que si hubieran hecho su trabajo eso no habría pasado. Finalmente lo enviaron a dormir en su cabaña, sin oportunidad de disfrutar la fogata.

Maldecía al sistema educativo, cuando sentado frente a una de las cabañas vió al azabache llorando. Su corazón se oprimió por segunda vez, consolándose así mismo por saber que esta vez tenía el poder para calmarlo.

ㅡ¿Sabes? Es tenebroso que llores a mitad de la oscuridad en el bosque.ㅡ se burló el castaño, viéndolo limpiar sus mejillas avergonzado.

ㅡEres un idiota. Al fin tu aspecto luce tan mal como tu cerebro.ㅡ gruñó, tratando de controlar los espasmos por el reciente llanto. ㅡ¿Acaso te bañaste en lodo, cerdo?ㅡ cuestionó de forma tajante. Precisamente hoy no tenía el ánimo para tratar con las burlas usuales de Park Jimin. Suficiente tenía con lidiarlas a diario.

ㅡEn realidad salí a dar un paseo en el bosque y...

ㅡNo me importa, adiós. No tengo ánimo de escuchar tu estúpida historia.ㅡ lo interrumpió, para terminar yéndose a su cabaña. No estaba de humor, y ese chico sólo sabía exasperarle.

ㅡ...encontré tu pulsera.ㅡ murmuró contra la ausencia del menor, suspiró rendido.

Bien, quizás no era el momento.

Después de eso, Jimin olvidó que la llevaba dentro de su mochila. Esperando el momento para hacerle frente, y poder dársela como era debido.

Al fin actualizo por aquí 😫🤍

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