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Ya había pasado un año desde que fue su boda y Jimin agradece que Yoongi nunca lo tocará o algo parecido, comían juntos y parecían una pareja feliz ante los ojos de algunas personas, pero la verdad era que no todo era color de rosas. Jimin ignoraba la mayor parte del tiempo al pálido, el cual trataba de ser comprensible con su esposo, pero le dolía saber que el menor lo despreciaba, cómo todas las mañanas ambos desayunaban en silencio.

—Volveremos en unos meses a Corea. —hablo y Jimin lo vio. —tengo unos negocios ahí y creo que sería bueno para los dos volver.

—Claro. —asintió. —Londres es aburrido y no es como me lo imaginé.

—Te gustará la casa que tengo por el norte que te encantará. —lo vio. —tiene precioso jardín.

—¿Viviremos en el norte? —le pregunto.

—Sí. —lo tomo de la mano. —tengo una casa ahí. —lo vio. —¿No te gusta la idea?

Jimin se levantó y por primera vez le dio un beso en la mejilla al pálido, el cual obligó a Jimin a sentarse en sus piernas. El menor solo lo miraba sin decir nada, estaba emocionada porque en el norte estaba Taehyung y lo podía volver a ver para irse juntos.

—Me encanta la idea. —lo vio a los ojos.

—Jimin sé que estás por cumplir los 17 y me gustaría que pasáramos la noche juntos. —le acarició las mejillas. —no me refiero a lo marital, porque sé que aún no estás, me refiero a que tú y yo ya comencemos a dormir como esposos.

—No me siento cómodo. —se levantó. —si me disculpa iré a leer.

—Claro cariño. —le sonrió.

Jimin hizo una corta reverencia y salió corriendo a su pequeña oficina donde componía poesía o tocaba el piano, Yoongi se levantó y se fue para su estudio dónde se quedó pensando un momento, todo su esfuerzo por ser un buen esposo no daba resultado. Y tal como lo prometió, ambos habían vuelto a Corea, Jimin estaba emocionado por volver a encontrarse con Taehyung y por fin ser libre, al llegar a la casa, Jimin la observó toda y no dijo nada.

—Ya mandé a pedir que preparen una habitación para ti. —lo tomo de la mano. —¿Quieres ir a dar un paseo a caballo? —le pregunto.

—Nunca he montado, mi Lord. —hablo Jimin.

—En ese caso te ayudaré. —le sonrió.

Jimin asintió si aprendía a montar a caballo se le haría más fácil poder huir, al llegar a los establos vieron a una pareja besándose que al ver a la pareja de hombres se alejaron y Jimin pudo sentir su corazón romperse en pedazos.

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