Capítulo 20

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

✵ꕥ Cassandra Mueller –

Un maldito idiota.

"¿O esta la bartender demasiado ocupada para atender a los clientes?" ¿Pero quien se creía ese idiota que era?

Su forma de mirarme, como si fuera sorprendente que supiera hacer algo como trabajar, su forma de hablarme, tan desafiante y altiva. Sin mencionar como miró a Owen y a Michael.

No lo soportaba.

De hecho, lo odiaba. Lo quería lo más lejos posible de mí.

¿Por qué, de todos los bares en Bristol, tenía que justo venir a este?

La idea de tirarle la bebida encima era tentadora, pero me gustaba mi trabajo, y no quería que me despidieran.

Ver a los chicos, por otro lado, fue genial. Mi sorpresa había sido buena, luego de pensar que no los volvería a ver, la coincidencia me alegró la noche.

Y cierto neerlándes de ojos azules, también ayudó con lo de mejorar mis ánimos.

Luego de servirles las bebidas a todos, me volví a la barra, donde atendí a mis nuevos amigos. Me ponía algo triste saber que en nada ya se volvían a Oxford, pero al menos sabía que los vería pronto, aparte saber que tendría amigos cuando llegara, me tranquilizaba un poco.

La noche fue atareada, cada cliente que entraba se dirigía a la barra, o pedía algo de beber. Estaba cansada cuándo mi reloj marcó la media noche. Me quedaban dos horas más.

Deseaba irme y dormir hasta el día siguiente, pero luego recordé algo. Me despedí de Owen y Michael, que se iban hoy un poco más temprano, y me apresuré a servirle a un chico que estaba con sus amigos. Luego, dejando de lado lo mucho que odiaba hacer de camarera, rodeé la barra para ir yo misma hasta la mesa de los pilotos.

Tenía curiosidad, habían repetido bebidas ya varias veces, así que algunos debían estar realmente contentos para entonces. Cuando estuve cerca, escuché sus risas y conversación, me aproximé con una sonrisa y una mano en mi cadera.

— ¿Cómo va todo por aquí?

Me sonrieron, al menos la mayoría de ellos, Pierre parecía ser uno de los que aún seguían conscientes.

— Todo bien, aunque extrañábamos a nuestra linda bartender. — Me guiñó el ojo causando que me riera.

— Ya, bueno. Avísenme si quieren algo más.

— Yo quiero que vayas a la siguiente carrera con nosotros. — Respondió Oscar, causando que lo mirara sorprendida.

Me reí, nerviosa. Estaba ebrio, y diciendo cosas sin sentido. — Ya lo veremos, cuando ganes puedes pedírmelo de nuevo... — Miré la hora en el reloj, y aún faltaba una hora para que cerráramos. — Cerramos en una hora, por cierto.

— Nos iremos antes, como verás, algunos están más contentos de lo esperado, y mañana será un infierno. — Se burló Pierre.

— Iremos a la playa, deberías venir, está a como una hora, podríamos recogerte. — Me dijo Charles, y varios asintieron con la cabeza. La idea de un día en la playa sonaba encantadora, pero mañana trabajaba... aunque era domingo y no solía haber mucha gente en mi horario.

— Quizás. No les prometo nada, tendría que hablar con mi jefe.

El gruñido de otra persona me hizo desviar la mirada, Lando me miraba molesto, y aunque parecía algo desorientado, era obvio que no estaba ebrio, al menos no aún.

— ¿Algún problema con que vaya?

Me sonrió con sarcasmo. — Mi hermana irá, ¿No te molestará compartir espacio con ella verdad? — Se levantó mientras se acercaba a mí. — Digo, si te cansaste de ella pero no de los pilotos famosos y adinerados... Por algo será.

Me harté. Podía hacer y decir muchas cosas, pero llamarme una interesada no era una de las cosas que aceptaría.

Y estaba cansada, había sido una noche larga y unos días de mierda, así que quizás fueron todas esas cosas juntas las que causaron mi reacción.

Lo abofetee.

Quizás con un poquito más de fuerza de la necesaria.

Todos nos miraron sorprendidos, y yo me negué a encogerme luego de lo que había hecho.

— Insúltame con lo que quieras Norris, juzga mi forma de pensar, o de comportarme. Pero jamás, te atrevas si quiera a poner en duda mi lealtad con mis amigos.

Se rió mientras pasaba su mano por su mejilla, y apretaba la mandíbula. — Tan leal, que la dejaste de lado, y la tiraste como si no valiera nada.

— No. La dejé de lado, y desaparecí para que siguiera valiendo algo, ¿No es exactamente lo que me pediste que hiciera? ¿Qué desapareciera de su vida para que no terminara siendo una basura como yo? — Desvié mi mirada en cuanto vi como la suya se suavizaba. — Pues lo hice, dejé a tu hermana en paz, porque tienes razón. Se merece algo mejor.

Sin esperar su respuesta, y dejando a Pierre con la palabra en la boca, me giré para volver a la barra, pero el francés me siguió.

Se acercó a paso rápido y me abrazó. — Eres de las mejores personas que he conocido, y siento como si te conoceira de años, te quiero en mi vida, todos lo hacemos, incluso con todos los defectos rubia. Cisca los conoce mejor que nosotros, y aún así ella quiere ser tu amiga.

Suspiré ante sus palabras, ¿Por qué las palabras tan lindas se sentían tan mal en este momento? — Podrá quererme como amiga, pero se merece algo mejor, en eso el idiota tiene razón.

El francés solo acarició mi espalda. — No lo creo, y espero que te des cuenta de que eres y vales mucho más de lo que piensas.

Me reí, con sarcasmo y tristeza. — No me conoces Pierre, no sabes lo que he hecho, no sabes quien soy.

— Pero me gustaría hacerlo.

Me separé de él, por mucho que quisiera quedarme entre sus brazos, y seguir sintiéndome protegida, sabía que alguien como él, tampoco merecía tener a alguien como yo en su vida.

— Vuelve con tus amigos Pierre.

— Tu eres amiga.

— No, no lo soy. No somos amigos. Vete, tengo que trabajar.

Me miró, tratando de decir algo que me hiciera cambiar de opinión, y con solo mirarlo sentía ganas de tenerlo cerca, así que me giré lo más rápido que pude, necesitaba la distancia.

Una respiración, dos, tres.

Inhala.

Exhala.

Pon tu mente en orden. Junta las piezas.

Indiferente.

Cuando lo volví a mirar, fría y sin duda en mi mirada, su sorpresa fue evidente, su dolor también, pero me negué a reaccionar. Se alejó luego de algunos segundos.

Se fueron minutos después.

Cuando cerré, me apresuré a salir y encender mi motocicleta, al llegar a mi piso entré, sin encender las luces, desesperada por acostarme y dormir.

Pero los toques en la puerta me alejaron de mi tarea.

En cuanto abrí la puerta, los ojos azules que habían estado en mi mente más temprano me devolvieron la mirada.

— Vete Max.

Se rió y negó con la cabeza. — Estás jodida, y la verdad no quiero que me digas porque, no me meteré en tu mierda. Yo también tengo la mía. — Se encogió de hombros. — No estoy aquí para ser tu psicólogo, ni quiero que tu seas la mía. Ni si quiera tenemos que ser amigos...

La perspectiva de pasar la noche sola se sentía... fría. La compañía, sin ninguna atadura por otro lado, sonaba mucho mejor.

Así que lo tomé por la camisa, ayudándolo a entrar y lo besé.

Quizás estaba rota.

Quizás el también lo estaba.

A ninguno de los dos podía importarnos menos.

Esa noche me sentí acompañada, de una manera carnal y sin compromisos; sentí el calor de otro cuerpo junto al mío, ambos buscando desesperadamente huir de nuestra soledad.

Y funcionó, porque me divertí, me liberé por un par de horas, y me quedé dormida de forma tranquila.

Y a la mañana siguiente, desperté sola.

─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ───

✵༄ Lando Norris –

Enojo.

Furia.

Frío.

En el momento en el que su mano impactó en mi mejilla, sentí enojo, me sentía furioso, pero la descarga eléctrica que me recorrió, por un microsegundo, se sintió en todo mi cuerpo. Y el frío que dejó la ausencia de su tacto me desconcertó.

Sus palabras fueron venenosas. Las mías quizás lo fueron más.

La idea de que la tristeza de mi hermana estas últimas semanas, pudiera ser mi culpa, me quemó por dentro.

Era cierto, no la había querido cerca, había querido que desapareciera de nuestras vidas, que se fuera y no volviera más. Que quedara como un simple mal recuerdo, del que algún día nos reiríamos.

Entonces, ¿Por qué su ausencia dolía tanto?

¿Por qué se sentía incorrecto no tenerla alrededor?

Cuando Pierre volvió a la mesa, su expresión era cerrada, y dolida. Todos estaban menos ebrios que hace un par de minutos, todos me miraban. Y sus expresiones solo decían una cosa.

Era mi culpa.

Suspiré y me pasé la mano por el pelo, pero antes de que pudiera si quiera buscar una excusa, Carlos me miró seriamente.

— Es una gran persona, no veía a Cisca tan feliz en una carerra desde tu primer año en la Fórmula 1. — Negó con su cabeza. — No importa que hizo, no importa cómo o con quien, importa que hacía a tu hermana sonreír, nos hacía a todos sonreír, incluso al idiota de Max. — El mencionado lo miró y sonrió, todos lo hicieron. — Importa que gracias a ella Oscar se sintió más cómodo de lo que había estado desde el primer día... Y, te gusté o no, importa que incluso a ti, te hizo sonreír, o rabiar, da igual. Nos hizo sentir vivos a todos.

Las palabras de Carlos calaron en mí, más hondo de lo que me gustaría aceptar. Suspiré, frustrado, porque me estaba siendo muy difícil decidir que era lo correcto justo ahora.

— Podemos salir de aquí, ¿Porfavor? — Pierre nos miraba suplicante, y yo asentí con la cabeza, no había nada que quisiera más ahora mismo, que alejarme de este lugar, y de todos los presentes.

— Vamos.

Todos se levantaron en silencio, ya habíamos pagado antes de que Cassandra se acercara, así que pudimos irnos sin problemas, los chicos se fueron caminando hasta su hotel, ya que quedaba cerca, mientras que yo me subí a mi auto, para volver a casa de mis padres.

Dudaba que fuera capaz de dormir demasiado esta noche. 

─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ───

A la mañana siguiente los mensajes de los chicos reventaban mi teléfono, todos parecían estar listo para ir a la playa, y a mi no me apetecía ni un poco. Pero sabía que Cisca lo necesitaba. Aún no le había mencionado nada sobre los suceso de la noche anterior, no decidía si era una buena idea contárselo. En parte, le ayudaría saber que su amiga estaba bien. Pero entonces tendría que decirle como discutímos, y que si se alejó de ella, quizás yo tenía algo de culpa.

Tampoco sabía como me sentía respecto a eso. ¿Me arrepentía? ¿Me alegraba? Era tranquilizante saber que mi hermana no tendría dicha compañía, pero cada vez que pensaba en eso, trataba de encontrarle lo "malo" o "incorrecto" a la compañía de la rubia, y me costaba horrores.

Es como si la chica irresponsable y liberal que encontré en esa fiesta hace semanas, se hubiera desvanecido. Quizás, solo quizás, después de todo, no era tan mala.

— Lan, ya vámonos, que Pierre me escribió para decirme que ya salieron. — La voz de Cisca me sacó de mis pensamientos, me levanté de mi cama y tomé la mochila con ropa que llevaría para el día.

En el auto, Cisca puso música y canto, se le veía feliz. Pero había una parte de ella, que seguía triste y preocupada, afligida. Y no podía seguir viéndola así cuando sabía que, en parte, era mi culpa.

— Vi a Cassandra ayer.

Silencio. No hubo gritos, no hubo enojo, solo silencio. Ni si quiera me miró por los primeros minutos.

— ¿Y ella esta bien?

Tragué saliva, porque su voz sonaba débil, porque sonaba insegura. — Si ella... ella esta trabjando, con lo chicos la-

— No quiero saberlo. Solo necesitaba saber si está bien... Si lo esta, entonces no hay nada más que hablar. — Se encogió de hombros. — Ella tomó su decisión.

Hubiera sido tan fácil dejarlo así, dejar a la rubia como la mala del cuento, seguir adelante y fingir que ese capítulo de nuestras vidas no había existido. Pasar página.

Pero yo no sabía como hacer eso.

— Dijo que se alejó de ti por lo que yo le dije. — Entonces si me miró, y se veía herida, pero por primera vez, el dolor en sus ojos, iba dirigido a mí. — No le dije nada cuando volvimos, estaba hablando de lo que le dije cuando recién la conocí, el día que la lleve al internado, dijo que lo pensó y recién ahora decidió que debía alejarse. Juro que no fue mi intención Cis, lo siento.

Mi hermana asintió, lentamente, sin decir nada más.

No la presioné, pero deseé que dijera algo, que me gritara, que se enojara conmigo. Su silencio era peor que cualquier cosa que pudiera decirme.

Media hora después llegamos a la playa, los autos en los que vinieron el resto de los pilotos se encontraban aparcados. Bajamos en silencio y me quedé atrás, sacando las cosas del maletero mientras mi hermana caminaba hacia ellos.

Todos le sonrieron, aunque muy pocas sonrisas se veían genuinas.

Pierre y Oscar se veían igual de tristes que mi hermana.

¿En que momento Cassandra había calado tan hondo en todos nosotros?

✯· ✧· ✧· ✧· ✯ 

La verdad, no pensaba subir capítulo hoy, pero les había prometido uno diario, así que aquí está.

Espero que les guste, gracias por leer! <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro