ii. hogwarts express

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hogwarts express )

—UH, YA VERÁS que nos la pasaremos genial, Luke. Iremos al lago, iremos a Hogsmeade. ¡Oh, podremos hacer un picnic en el lago! O, mejor, ¡podremos usar escobas y volar sobre el lago mientras comemos comida de Hogwarts! Será el mejor año, lo sé. Dios, estoy tan emocionada —Skye detuvo un momento su vómito verbal y se detuvo para mirar al rubio—. ¿Se nota mucho? 

Luke levantó las cejas y miró los ojos plateados de su prima. Skye había estado pesada, muy pesada. Ella se había levantado casi tres horas antes de la hora pactada y se las había arreglado para despertar a Luke. Él adoraba dormir hasta tarde, era un hecho. El colmo era que Skye también adoraba dormir hasta tarde, pero la emoción de poder ir a Hogwarts la traía mucho más emocionada de lo ninguno de los pudo esperar. 

—No —bufó Luke, el sarcasmo inundando toda su voz. 

Skye resopló y miró mal a Luke. —Oh, gracias por ser tal sutil, Luke —él sonrió con suficiencia, agradeciendo el comentario de Skye—. ¿Pero si vamos a volar comiendo comida? —preguntó con la ilusión asomándose en sus ojos. 

—Los de primer año no pueden llevar escobas —respondió Luke en tono monótono. 

—Ah, sí es cierto —ella recordó por lo bajo. Luego se reacomodó en el asiento del auto de tía Jane y se dedicó a mirar por la ventana, observando las casas, carros y personas, como una mancha de colores borrosos cruzar por su campo de visión—. Nos la arreglaremos para volar y comer, ya verás. 

Luke soltó una risita suave. —Seguro —afirmó, solo para no quitarle la ilusión a Skye. 

Desde que la joven Carstairs había recibido la carta de Hogwarts, había pegado el grito más agudo, largo y sonoro que Luke jamás había escuchado. Skye esperaba ir a Hogwarts, era lo que siempre había querido, mucho más que conseguir muñecas con las que jugar —y eso que Skye adoraba sentarse a jugar con sus muñecas— y había una razón, claro que sí. 

Skye había oído a tía Jane hablar de su madre desde que tenía memoria. Skye nunca conoció a su madre, y el pecho se le calentaba cuando oía a tía Jane hablar de ella. Siempre decía que, si no hubiese estado durante el embarazo de su madre, dudaría de su parentesco, no solo físico, sino, personal. Su madre siempre había sido una persona un tanto fría y sarcástica, Skye era como una bolita de alegría. A ella no le molestaba ni un poco el no parecerse a su madre, pero siempre había anhelado una forma de mantener a su madre cerca y en su pequeña cabeza de niña, yendo a Hogwarts lo haría. 

De su padre no sabía nada, Skye esperaba, en lo más profundo de su ser, que su padre también hubiera asistido a Hogwarts. Ella también quería tenerlo cerca, esperaba que él no hubiera huido lejos de ellas, lo esperaba con todo su ser. 

—¡Muy bien, niños lindos, hemos llegado! —tía Jane aparcó su auto frente a la estación Kings Cross, logrando que Luke frunciera el ceño y Skye ladeara la cabeza. 

—¿Niños lindos

—¿Kings Cross? 

Skye miró a Luke ante la pregunta que el rubio había soltado casi al mismo tiempo que ella. 

—¿Qué? —preguntó él, a la defensiva—. No es normal que nos diga niños lindos —se quejó. 

—Es porque podré deshacerme de ustedes un tiempo —afirmó tía Jane apagando el motor y abriendo la puerta para bajar del auto. Lo rodeó y abrió la puerta para que su hijo y su sobrina salieran del vehículo—. Los quiero muchísimo, niños, pero ya me tienen hasta aquí —y señaló su coronilla, simulando estar harta de tener que cuidarlos. 

—La verdad, podemos ser peores, madre —Luke le dio un empujoncito a Skye para que bajara del auto, con él atrás. 

—Y se los agradezco —añadió tía Jane—. Skye, ve por un carrito. Luke, ayúdame con los baúles. 

Skye asintió con la cabeza. Giró sobre sus talones y comenzó a caminar, cerca de las puertas de la estación, muchas personas dejaban los carritos que habían estado usando dentro, así que Skye traería dos. Se acercó a los carritos y tomó dos, trató de tirar de ellos hacia atrás, pero solo consiguió que chocaran entre sí. Frunció el ceño, notando que tendría que llevar uno por uno, suspiró y tomó el primero, empujándolo hacia atrás, para alejarlo de los demás. 

—Wow, que cabello tan increíble —la voz de un joven le hizo pegar un brinco en su lugar, casi de inmediato, giró sobre sus talones, encontrándose con dos chicos idénticos, de brillante cabello rojo. 

—G-gracias, supongo —respondió Skye con las mejillas un tanto rojizas. De forma inconsciente, llevo una mano a uno de sus mechones platinados, jugando con el, distraídamente.

—¿Es teñido? —preguntó uno. 

—¿Te dejaron teñirte el cabello? —preguntó el otro. 

—Te ves pequeña como para teñirte el cabello —añadieron los dos al tiempo. 

Skye parpadeó dos veces, frunciendo el ceño y luego sacudió la cabeza, sintiéndose un tanto confundida. 

—Eh, ¿no? Siempre ha sido así —respondió con un ligero nerviosismo—. Tengo once —añadió después. 

—Oh, seguro que va... —comenzó uno. 

—... al primer año —finalizó el otro. 

Skye volvió a parpadear y alzó las cejas, un tanto abrumada. e sorprendía la coordinación que tenían los dos muchachos frente a ella. Luego, hizo click a las palabras de los jóvenes y abrió mucho los ojos. 

—¡Ay, Merlín! —chilló, lo más bajito que pudo—. ¿También van a Hogwarts? ¿Qué tal es? ¿Bonito? ¿En que casa están? 

—Sí, vamos a Hogwarts —respondió el de la derecha. 

—Es como un hogar —dijo el de la izquierda—. Y sí, es bonito —añadió. 

—Vamos a Gryffindor. 

Skye quiso hablar, dispuesta a decir que Gryffindor sonaba como una casa genial, sin embargo, el grito de tía Jane resonó por el lugar. 

—¡Skye, es para hoy, niña! —la platinada asintió con la cabeza, aunque sabía que tía Jane no podía verla. 

Tomó el carrito que estaba jalando y tiró de el para posicionarlo hacia el lugar donde tía Jane y Luke la esperaban. Antes de empujar, se giró hacia los dos muchachos, que habían copiado su acción. 

—Un placer conocerlos, espero verlos en Hogwarts. ¡Tengan lindo día! —sin esperar respuesta, comenzó a empujar con todas sus fuerzas. 

Se demoró alrededor de 7 minutos en ayudar a Luke y a tía Jane a subir las cosas de Luke en el carrito, luego corrió devuelta a los demás y consiguió otro, los gemelos pelirrojos ya no se encontraban ahí. No le tomó mucha importancia y regresó a dónde tía Jane y Luke. Se demoraron otros 7 minutos acomodando las cosas de Skye y luego, a paso medianamente lento, caminaron hacia la estación. 

—¿Habrá un pasadizo secreto? —preguntó Skye. 

—Sí —respondió tía Jane. 

—Oh, por Merlín. ¿Tendrá una contraseña secreta? —preguntó Skye dando un saltito—. ¿Cuál es? —preguntó de nuevo. 

—No creo que tenga contraseña secreta, Skye —dijo Luke, mirando a su prima con una sonrisa divertida. 

Skye juntó las cejas y miró a Luke con confusión, volvió la vista al frente y siguió empujando el carrito que llevaba con cierta fuerza, pues le costaba un poco debido al peso. Luego soltó un fuerte bufido de desagrado. 

—No puede ser un pasaje secreto sin una contraseña —se quejó la niña de cabellos platinados. Luego volvió la cabeza hacía tía Jane—. Dile tía Jane. 

—Bueno... contraseña como tal no tiene, pero si tiene. 

Ahora fue el turno de Luke para bufar. 

—O tiene o no tiene, ma —se burló el rubio pequeño. 

Tía Jane rodó los ojos y tomó a los dos pequeños, posicionándolos en frente a la pared entre el anden nueve y el diez. 

—Esto va a sonar raro, pero tienen que correr a la pared —anunció tía Jane.

—¡Lo sabía! —exclamó el rubio pequeño—. Te quieres deshacer de nosotros, viste Skye, te lo dije.

—¡Luke! —chilló la mujer rubia. Ella rodó los ojos y acomodó un mechón de su cabello rubio tras la oreja—. No los quiero asesinar, por Merlín, solo corran hacia la pared. Les juro por mi existencia que no se van a morir.

Skye mordió su labio inferior y miró de reojo a su primo. El chico parecía reacio a la idea de correr hacia la pared.

—Está bien —aceptó la peliplateada—. Tía Jane no miente, no mentiría ahora —inhaló con fuerza y apretó las manos en el manubrio del carrito.

«Tu puedes, Skye.» se animó en su cabeza. «Puedes hacerlo, como que te llamas Skyler Halia.»

Volvió a inhalar aire y comenzó a correr. Skye puede destacar dos cosas. La primera: el carrito es muy difícil de controlar cuando vas corriendo hacia una pared y la segunda: tía Jane no mentía. Faltando unos centímetros para colisionar con la pared, Skye realmente pensó que iba a terminar estrellando su rostro contra los ladrillos rojizos de la estación, sin embargo, fue una sensación muy extraña.

Cruzó la pared como quien cruza una puerta. No sintió algo golpeándola, mucho menos algo reteniéndola. Ni sintió nada y eso lo hizo extraño. Claro, Skye cerró los ojos y ahora no dejaba de preguntarse, si los tuviera abiertos, ¿hubiera visto la pared por dentro? Eso sería interesante.

Avanzó sólo unos metros para dejarle espacio a Luke, quién cruzó la pared tan solo unos minutos después que ella. Solo en ese momento, la niña se permitió observar el lugar, solo podría ser definirlo como mágico, realmente mágico.

—¡Por las tangas de Merlín! —chilló la de ojos plateados—. ¡Estamos aquí estamos aquí!

Luke se posicionó a su lado y, con los ojos abiertos del asombro, formó la sonrisa más genuina que ella nunca le había visto. Incluso se le marcó el hoyuelo que tenía en una mejilla.

—Barbas locas, esto es mejor de lo que esperaba —balbuceó Luke.

—¡¿Viste?! ¡Hay un tren gigante! ¡Y búhos! —Skye giró la cabeza hacia su búho blanco y lo miró con emoción—. ¿Oíste, Galie? ¡Harás amigos! ¡Y una novia!

Luke frunció el ceño. —¿Galie?

—Es su apodo, Robert —bufó con cierta vergüenza.

—¿Quién le pone apodo a un búho?

—¿Quién le pone Calígula a un gato?

—Gata —corrigió Luke—. Es hembra y es mí Calígula.

—Merlín, ya quieres a esa gata más que a mí.

—No te digo que no, porque yo no digo mentiras —explicó el rubio con suficiencia.

Skye apretó los labios y frunció el ceño. Se quedó observando el rostro de Luke fijamente mientras su cabeza trataba de analizar lo que su primo le acababa de decir. «No te digo que... espera.»

—¡Hey! —se quejó Skye mientras observaba a Luke alejarse con tía Jane, caminaban hacia la locomotora roja.

Ella suspiró cansada y comenzó a empujar su carrito de nuevo. ¡Recórcholis! Sí que pesaba. Jadeó de cansancio cuando los alcanzó y luego miró a Luke con súplica.

—¿Lo subes por mí? —preguntó la niña.

—Floja.

—Tía Jane, tu bendición me está insultando —acusó Skye.

—Luke no insultes a Skye —dijo tía Jane con tono monótono.

—¡Pero... yo no...!

—Shh —interrumpió la mujer—. Luke, ve subiendo los baúles —terminó ordenando.

—Sí, sí, ve —Skye sonrió con burla mientras miraba al ojiazul con superioridad.

—Mamá —se quejó Luke.

—Skye —dijo tía Jane.

—Perdón.

Luke rodó los ojos con cierto enojo y se apresuró a tomar su baúl y arrastrarlo dentro del tren. Se tomaría su tiempo, aún faltaba para que el tren partiera con destino a Hogwarts. Skye se quedó parada con tía Jane, el ambiente estaba tenso y Skye podíamos decir que su tía tenía algo que decirle, ella la conocía des de que tenía memoria, y ver como jugaba con las puntas de su pelo la delataba completamente.

—Tía Jane —llamó la niña, la mujer rubia le devolvió la mirada—. ¿Quieres decirme algo?

Y ella explotó. —¿Estás segura de que quieres ir a Hogwarts? —dijo, con una mirada de pesar—. Skye, el mundo mágico no es un lugar para niños como ustedes, podría enseñarles lo que sé en casa y será mejor que el estúpido colegio.

—Yo quiero ir, mi mamá...

—June fue a Hogwarts, lo entiendo y entiendo que quieras hacer las mismas cosas que ella, pero yo te puedo contar miles de historias sobre tu mamá —dijo, apresurando las palabras.

—Tía Jane, entiendo que estés preocupada pero no tienes que estarlo. Luke y yo somos fuertes y nos tenemos el uno a al otro, estaremos bien, lo prometo —afirmó la niña, bajando la vista a sus manos—. Además, ir a Hogwarts es una forma de mantener a mi mamá cerca, aprecio todas las historias que me has contado, en serio, pero quiero tener mis propias experiencias y ser tan increíble como lo fue mi mamá —cuando subió los ojos al rostro de tía Jane, pudo ver ligeros destellos en sus ojos azules—. ¿Estás llorando?

—¡No! No, claro que no, mis ojos sudan ante tanta cursilería. Eres muy cursi, niña, ¿lo sabías? Mucho —tía Jane soltó una risita estrangulada y luego abanicó sus ojos con rapidez—. ¿Desde cuándo eres tan madura? No, no, regresa a jugar con el jabón. 

—Aún juego con el jabón, tía Jane —recordó Skye. 

—Con razón no dura ni el mes —tía Jane hizo una mueca desaprobatoria mientras Skye sonreía con vergüenza. 

—Los baúles ya están dentro, ¿terminaron su momento cursi o lo interrumpí? —la aparición de Luke logro que las dos Carstairs rompieran el contacto visual y giraran la cabeza hacia el rubio. 

—Ya terminamos —indicó tía Jane—. Gracias por ayudar con los baúles, Luke —añadió después. Tía Jane inhaló aire y miró a los dos niños que tenía en frente, empezaba a sentirse sensible de dejar ir a los dos rayitos de sol que habían evitado que se volviera loca—. Bien, niños lindos...

—Por favor, mamá, detente con lo de niños lindos, da miedo —interrumpió Luke. 

Tía Jane pasó la lengua por sus dientes frontales y sonrió incómoda. —Bien, niños feos...

—Genial, gracias Roberto, ¡ahora somos feos! —interrumpió Skye ahora, regañando a su primo. 

—Hey, no es mi culpa, es Jane la que nos insulta —se defendió el rubio. 

—¿Jane? —repitió tía Jane, alzando las cejas sorprendida. 

—Con amor, mamá —aclaró Luke. 

Pft, si claro —se quejó tía Jane—. Cómo decía, antes de que me interrumpieran con cosas insignificantes, les quería desear suerte. Espero que tengan un buen año y, por favor, no quiero recibir una carta de Dumbledore diciéndome que se metieron en problemas... al menos, no en el primer mes. 

—Prometemos que no recibirás nada —dijo Luke, sonriendo—. Ten un buen tiempo lejos de nosotros, mamá. 

—Iré entrando —habló Skye, girando sobre sus talones, apretando la jaula de su búho contra su pecho. 

Avanzó por el pasillo, echando ojeadas a los compartimientos para encontrar la jaula de Calígula, a Skye le sorprendía el hecho de que Luke la hubiese dejado sola, cuando antes ni quería separarse de ella. Río entre dientes al recordar la imagen de Luke sentado en la mesa del comedor, con los ojos clavados sobre la gata durmiente pues ¿y si se muere?

Caminó unos cuantos metros, antes de encontrar el compartimiento, se sentó en uno de los sillones y se permitió observar el interior. Los sillones eran azules con cuadros negros, habían fotos mágicas de paisajes dónde solo se movían algunos pajarillos o las hojas de los árboles por el viento. Habían algunos bobillos, pero en ese momento se encontraban apagados, debido a que la luz entraba por la ventana que estaba en un costado. 

A Skye le gustaba, le gustaba muchísimo. Era un lugar acogedor, suponía que cuando Luke llegara, ella se echaría sobre uno de los asientos y se dormiría, porque se sentía medianamente cansada, le ardían los ojos. Mientras Luke apoyaría a Calígula en su regazo y se pondría a a releer alguno de los libros que habían comprado en el callejón Diagon. Ella secretamente rogaba que no tuviera que ir con conocimientos previos. 

Justo como esperaba, Luke entró y sin decir otra palabra sacó un libro de su mochila. Skye lo tomó como una señal para acostarse y dormir. No recordaba bien con qué había soñado. Los sueños de Skye eran bastante confusos. A veces, parecían una telenovela llena de drama, de esas que, a pesar de ser sobre actuadas, eran tan atrapantes que no podías dejar de ver. Pero, también, Skye soñaba con un fuego abrasador. Soñaba que el fuego arrasaba con todo, quedaban cuerpos chamuscados, cenizas por todos lados y ella, parada en la mitad del campo gris.

No recordaba más que ráfagas de fuego aquí y allá. Y gritos, muchos gritos. Se podía ver a sí mismo parada, como ida, como una carcasa sin alma. Era espeluznante. Quizá por esa razón se levantó de forma abrupta cuando la puerta del compartimiento se abrió de golpe. Se enredó con sus propias piernas y terminó tendida en el piso.

Hubo un ligero silencio en el que Skye quiso esconderse bajo una piedra. Suspiró y levantó la cabeza para observar a dos niñas de su edad. Una llevaba un largo vestido, que le quedaba volando, sus rizos oscuros caían un poco arriba de sus hombros y llevaba unas gafas cuadradas en el puente de la nariz. A su lado, otra chica castaña se encontraba inspeccionando el compartimiento, esta llevaba el uniforme y su túnica puesta, su cabello castaño caía alborotado en ambos lados de su cara.

Skye se apresuró a sentarse como flor de loto sobre el suelo y dirigió sus ojos a Luke. El rubio mantenía una mano sobre su boca, ocultando la clara carcajada que quería soltar.

—Estoy bien —balbuceó Skye, sintiendo sus mejillas rojas.

—Creo que te partiste como tres dientes —se burló el rubio, ahogando la risa. Inhaló, intentando calmarse y giró la cabeza a las dos niñas—. ¿Se les ofrece algo, señoritas?

Ante la voz de Luke, la pelinegra llevó sus ojos avellana hacia los del rubio y alzó sus cejas negras, mientras se cruzaba de brazos.

—"Señoritas", ¿huh? ¿De dónde eres? ¿Del siglo pasado? —preguntó la chica, con cierto asombro.

—Bueno, yo... —Luke cerró la boca un minuto y luego miró a Skye en busca de ayuda.

—¿Han visto a un sapo? Un chico llamado Neville lo perdió.

—¡Oh, por las santísimas tangas del mago Merlín! —Skye pegó un salto, tan rápido como pudo se subió al asiento en el que había estado acostada—. ¡Dime que no entro aquí! —bramó hacia su primo.

Luke bufó. —Calígula lo hubiera matado —aclaró Luke.

—¿Eso qué quiere decir? ¿Entró o no? —volvió a preguntar Skye.

—No, no entró. Calígula lo hubiera matado —afirmó.

—¿Calígula? —preguntó la castaña—. ¿Cómo el emperador romano? —añadió después.

Los ojos de Luke volaron hacia la castaña y la miró de forma fija, muy fija. Luego, chasqueó la lengua.

—Sí, también —afirmó—. Pero, ahora mismo, hablo de mi gata, Calígula.

—Ya veo —la castaña hizo una mueca—. Yo también quiero un gato, pero no de cualquier raza, quiero un Kneazle, son más inteligentes que los gatos corrientes —terminó por añadir con tono sabiondo.

Skye hizo una mueca al ver el ceño fruncido de Luke. El rubio estaba ofendido por la forma a la que se había referido a su gata, prácticamente le dijo que era del común. Oh, Merlín. Skye pasó saliva y se sentó de forma correcta en el asiento, esperando el comentario de Luke.

—Primero: los Kneazle no son una raza de gatos, son bestias del mundo mágico relacionados con los gatos —explicó Luke con superioridad—. Segundo: ¿quién te preguntó?

La castaña abrió la boca para responder, pero Luke alzó las cejas casi de inmediato. La chica cerró la boca, boqueó como un pez unos segundos más y por último, se quedó callada.

—Exacto —dijo—. Nadie —terminó añadiendo.

—Oh, bueno, que divertido, insultar a chicas. ¡Típico de un hombre! —habló la pelinegra, cruzándose de brazos. Luego giró la cabeza hacia Skye y la miró con fijamente, clavándole los ojos—. Deberías sentirte orgullosa de tenerlo como amigo —añadió con sarcasmo.

Luke rodó los ojos con hastío.

—La verdad —inició Skye—. Luke es un muy buen amigo —se encogió de hombros.

—Oh, vaya. Una mujer dejándose controlar por un hombre —añadió con fingida sorpresa—. ¿Quién te lo enseñó? ¿Mami? —volvió a añadir.

Skye apretó los labios y miró sus pies. Un ligero ardor creció en su pecho y pasó saliva.

—Su mamá no le ha dicho nada —saltó Luke casi de inmediato. Se puso de pie y caminó hasta la puerta del compartimiento.

—¿Le vas a pegar a dos chicas? —soltó la pelinegra con cierto enojo contenido.

—No, yo no hago eso —afirmó Luke—. Ya preguntaron por el bendito sapo, ya saben que no está aquí —giró los ojos y miró a la castaña—, ya hablaron de cosas que a nadie le interesa —luego los volvió a la pelinegra—, ya hiciste el ridículo. Bien, pueden largarse.

La castaña le devolvió la mirada a Luke, antes de tomar a la niña pelinegra del brazo y tirar de ella fuera del compartimiento. Luke cerró la puerta corrediza y suspiró. Giró sobres sus talones y miró a la chica de cabellos plateados. Skye levantó la cabeza de sus pies casi de inmediato y formó una sonrisa de oreja a oreja, tanto ella, como Luke notaron la falsedad de dicha sonrisa. 

—¿Crees que me pasé? —cuestionó el rubio con una mueca incómoda en el rostro. 

—No... lo sé, Luke —respondió Skye, con la vista medio perdida. Ella inhaló y luego sacudió su cabeza—. Oh, bueno, ya pasó. Iré a cambiarme la ropa y a ponerme la túnica. ¿Puedes creerlo? ¡Llevamos túnicas de Hogwarts! 

El rubio rió y tomó la mochila blanca que Skye tenía con su túnica de Hogwarts y se la tendió. Skye murmuró un suave gracias, Robert, antes de colgarse la mochila en el hombro y se apresuró a salir del compartimiento. Skye no le gustaba estar sola, pero a veces era lo que necesitaba. Quería ir a cambiarse para estar sola, o algo por el estilo. Hizo una mueca mientras caminaba y se apresuró a caminar más rápido, ¿a dónde debía ir? Rayos. Se detuvo en su lugar y miró a un lado y luego al otro, quería encontrar a alguien que le llevase al baño. 

Al no encontrar nada, siguió caminando. Pensó que quizá dar vueltas por ahí hasta encontrar el baño, la ayudaría un poco. No se demoró en encontrar el baño, al entrar se apuro a ponerse las túnicas de color negro, liso. Skye estaba emocionada por ver como quedaría su túnica con los colores de su casa. Terminó de vestirse y acomodó su cabello como pudo.

Salió del baño con su mochila en el hombro, cuando pasó por un compartimiento, se detuvo y frunció el ceño.

—Ahora entiendo por qué Luke no compró nada cuando pasó el carrito de dulces —balbuceó para ella misma—. ¡Es que no había nada!

De repente, la mirada del pelinegro se giró hacia ella. Lo reconoció, claro que lo hizo y ella estaba segura de que él también la reconoció.

—Eres la niña de las túnicas —señaló el pelinegro.

—Y tú eres Harry Potter —señaló Skye, sus ojos plateados viajaron por todo el compartimiento—. Y vaya que lo eres —de repente, Skye sintió la mirada del acompañante de Harry. Llevó la vista ahí y se encontró con un niño pelirrojo, lo que la extrañó fue la mirada nerviosa—. ¿Y tú eres? —le preguntó con cierta amabilidad y una sonrisa dulce.

—R-Ron Weasley —tartamudeó al responderle.

—Oh, claro. Tía Jane habla de ustedes casa tanto —mencionó Skye.

—Jane C-Carstairs —la niña notó como tembló a la hora de pronunciar el apellido.

—¿Quién más? —habló Skye con tono obvio—. Ya, nos vemos luego, debo ir con Luke —informó antes de alejarse.

Skye no había avanzado mucho, cuando escuchó las voces de los dos chicos.

—¿Por qué actuaste así? —preguntó Harry, por su tono de voz, sonaba genuinamente confundido—. Parecía que le tenías miedo.

—¡Es que es Skyler Carstairs! —chilló—. La reconocí al instante. Cabello y ojos plateados, tal cual la describieron mis padres. Tiene los ojos de su madre, June Carstairs —lo oyó pausar. Skye frunció el ceño. «Que no diga lo que creo que va a decir, por favor»—. Y su madre, ella era una traidora. June Carstairs fue una de las brujas más poderosas y peligrosas del mundo mágico, acabó con cientos y torturó a miles. Decían que era muy amistosa y divertida cuando inició en Hogwarts, pero que a medida que fue creciendo se pudrió por dentro, se volvió loca —otra pausa. Skye parpadeó varias veces, sabía lo que seguía, no quería oírlo, pero también quería terminar de oír—. No me sorprende que su hija siga su camino, no te fíes de Skyler Carstairs.

Bien, eso era todo. Parpadeó varias veces, evitando que su mirada se pusiera borrosa y se apresuró a seguir su camino hacia Luke.

Las cosas que decían de su madre no eran ni ciertas ni falsas. Su madre no fue perfecta, pero sabe que no fue una asesina, eso era mentira ¿cierto? Tenía que ser mentira.

Su madre fue una buena y ella quería ser como su madre. Porque su madre era una buena mujer...

¿Cierto?


























aaaa genteee terminé el capítulo después de 84 años ksjdks espero que sea lo suficientemente decente y que haya válido la espera

bue, que decir, aquí se ve un poco más de la dinámica entre jane, luke y skye, son re cheveres, vieron?

apareció hermione y si esperaron que se llevara bien con skye y luke ps que pena que no skxndn en todas las historias se llevan con hermione así que en esta no

en fin, les quiero un montón y gracias por leer, besitosss

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