x. crashing

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( crashing )

SKYE SENTÍA QUE flotaba. En realidad, ella no estaba muy segura de como definirlo, pero en su cabeza, afirmar que se encontraba flotando en esos instantes, era lo que más sentido tenía. Si lo pensaba bien, resultaba un poco ridículo. ¿Decir que estaba flotando? Luke diría que era estúpido, pero Luke no estaba ahí, así que Skye seguiría pensando que estaba flotando.

Esa mañana, cuando Skye se había despertado, había abierto los ojos y lo había sentido. Era una felicidad tan exuberante que simplemente no podía contener la sensación de flotar.

—Te ves muy feliz —gruñó Susan, mientras trataba de acomodar su cabellera pelirroja—. Es demasiada felicidad para tan temprano en la mañana.

Hannah le lanzó una mirada juzgona a Skye desde su espejo en su pared. Skye hacía lo mismo que rubia; peinar su cabello. Esa mañana había optado por recoger su cabello en dos medias colitas, le había prestado un poco de crema para peinar a Susan y había arreglado su cabello minuciosamente, asegurándose de que estuviese presentable.

—Ya sabes, es una bonita mañana —respondió Skye, encogiéndose de hombros, como restándole importancia.

—La mañana está hecha un asco, literalmente —espetó Hannah, señalando la ventana que tenían en la habitación. La hierba alta cubría un poco de la vista, pero se notaba a leguas que estaba lloviendo a cántaros—. No sabía que disfrutabas de la lluvia.

—No lo hago, la detesto —respondió Skye, dejando su cabello, contenta con el resultado—. A Luke... —Skye hizo una pausa en la que tragó saliva, hablar de Luke le causaba una sensación de pesadez en el pecho que la ponía nerviosa, no le gustaba. Suspiró y continuó con con lo que estaba diciendo—, a él si le gusta la lluvia, bastante a decir verdad.

—¿En serio? —preguntó Hannah, repentinamente enganchada en la conversación. Susan detuvo sus movimientos sobre su melena roja y Skye dejó de pelear con la corbata, pues ambas miraron a Hannah. La rubia sintió sus mejillas pintarse de rojo—. Digo, no me interesa.

Después de haber hecho aquel comentario, Hannah alegó el tener muchísima hambre y se fue prácticamente corriendo de la habitación. Skye negó levemente con la cabeza y acomodó los dos mechones de cabello que caían sobre su frente. De nuevo, se dio una mirada rápida en su espejo y solo pudo sonreír, volviendo a tener esa sensación de flotar esparcida por todo su cuerpo. 

Susan se acercó a la peliplateada, acomodando la corbata de Skye solo un poco y ambas niñas entrelazaron sus brazos con el fin de ir a desayunar al Gran Comedor.  Cruzaron por la sala común, que estaba un poco vacía, a decir verdad. Saludaron a un par de plantas parlanchinas y salieron de la sala común. Caminaron un gran tramo por el castillo hasta poder llegar al Gran Comedor y Skye solo pudo sentir un gran ramalazo de emoción bajar por todo su pecho. 

Debía ser muy honesta, estaba así de feliz porque vería a Harry Potter. Skye no quería admitirlo, pero quizá ella había desarrollado un pequeño punto dulce por el niño de gafas desde que fue a visitarla a la enfermería por segunda vez y le aclaró que sí, que ellos eran amigos. Aparte, Skye también podría otorgarle un poco de su emoción al hecho de que Harry se había llevado en libro de Linajes e Historias de las Grandes Familias del Mundo Mágico y eso solo significaba que ella por fin podría saber algo con respecto a su familia y, tal vez, entender varias cosas. Lo que fuese. La combinación de todas aquellas posibilidades la hacia sentir que levitaba. 

Que flotaba. 

Skye amaba sentirse así, tan liviana, feliz y tranquila. Le regaló una sonrisa amplia a Susan mientras ambas caminaban hacia uno de los espacios vacíos de la mesa de Hufflepuff. Sin siquiera pensarlo, Skye lideró el camino hasta escoger un asiento en el que le permitiese mirar la mesa de Gryffindor. Susan se sentó a su lado y la miró curiosa. 

—¿Buscas a alguien es específico? No lo sé, ¿un mago con gafas redondas y una cicatriz famosa en la frente? 

La ojiplata giró la cabeza hacia su amiga pelirroja. Susan tenía una mirada curiosa grabada en sus ojos, pero sus labios denotaban una sonrisa pícara. Skye sintió sus mejillas pintarse de un rojo intenso y sacudió la cabeza en negación. 

—No sé de qué me hablas —se apresuró a negar, bajando la vista a su plato y apresurándose para servir en el un huevo frito, tocino y tostadas con mantequilla y mermelada, Skye se aseguró dos veces que no fuese mermelada de moras. 

Cuando se dispuso a comer el primer bocado, las lechuzas entraron en el Gran Comedor, cada vez parecían ser menor la cantidad de lechuzas que llegaban cada mañana para enviar cosas a los estudiantes que se encontraban ahí. Entre las manchas de colores oscuros, Skye pudo notar al búho de tamaño promedio, completamente negro, bajar en picada hacia la mesa de Hufflepuff. 

Galileo dio un vuelta en el aire de espaldas y luego aterrizó frente a Skye, soltó un graznido para llamar la atención de la platinada. 

—Cómo adoras la atención, Galie —Galileo volvió a graznar, sacudiendo sus alas, como pidiéndole a Skye que se apresurase con sus movimientos. Susan soltó una risita ante la situación—. Ya voy, ya voy. 

Skye se apresuró a soltar las cuerdas que ataban una cajita con galletas y una carta. La niña no tuvo que ver dos veces la letras escrita en el sobre para comprender que era una carta escrita por tía Jane y Skye solo pudo suspirar, preguntándose por qué rayos tía Jane le había escrito una carta. La guardó en su túnica y se dispuso a abrir las galletas. 

—Uh, más galletas de Hufflepuff —dijo con emoción. Galileo dio una mínima reverencia y emprendió el vuelo, revoloteando de forma ostentosa por todo el Gran Comedor, antes de salir por donde había entrado—. Mira, Susan, podemos compartir las galletas en el partido de hoy. Puedes coger cuantas quieras. Se supone que tienen rellenos de sabores diferentes. Hay de menta, de fresa, de chocolate, de piña... incluso, creo que hay uno de mandarina, pero Luke... —la chica se detuvo de golpe y bajó la vista a las galletas. 

—¿Estás bien? —preguntó Susan, de repente. 

—Es solo que... ¿por qué no me ha hablado ya? —preguntó la peliplateada, bajando la cabeza levemente y apoyándola en la palma de su mano—. Digo, si yo estuviese en su lugar, ya hubiese hecho hasta lo imposible para comunicarme con él. 

—Skye...

—¿Tan poquito me quiere? —sin poder evitarlo, la niña lanzó una mirada por toda la mesa de Gryffindor. 

No se demoró mucho en encontrar a Luke sentado sobre la mesa. Su cabello no estaba peinado en el copete en el que se encontraba normalmente y tenía unas marcadas ojeras bajo sus orbes azules. Al igual que la mayoría del tiempo, tenía la túnica amarrada y abajo parecía llevar pijamas. Parecía que él también había recibido galletas por parte de su madre, pues Neville frente a él comía una galleta. El rubio leía un libro que estaba apoyado sobre la mesa con el ceño totalmente fruncido, como si le enojase todo lo que estuviese escrito, de alguna forma, el libro se le antojaba familiar y luego, Skye miró a Susan cuando esta habló.

—No, las cosas no son así, Skye. 

—Tu misma lo dijiste —Skye frunció el ceño y señaló a Susan con su dedo índice—. ¿Qué tanto me puede querer si no es capaz de dar el primer paso? 

—Y tu lo defendiste —añadió Susan, copiando la acción de Skye de señalar con un dedo—. Dijiste que Luke tiene un gran ego, si es así, no es fácil para él acercarse a alguien que lo hirió de alguna forma. Además, estoy bastante segura de que te dije que le dieses tiempo. 

—¿Una persona que lo hirió? —la pregunta de Skye salió con tono incrédulo, haciendo que Susan juntase las cejas. 

—Pues, Skye, te alejaste sin darle alguna explicación. Tampoco fuiste capaz de decirle que no te gustaba que controlase tus decisiones o que te hablase de aquella forma. Simplemente acataste la orden y poco a poco dejaste de hablarle. 

Los ojos de la niña se llenaron de lágrimas. ¿Cómo pude ser tan tonta? Susan tenía toda la razón, había sido egoísta al alejarse de Luke sin siquiera explicarle cómo se sentía o en qué estaba pensando. Le costaba respirar y sentía que en cualquier segundo, Skye se rompería a llorar, así que solo pudo ponerse pie y alejarse del Gran Comedor, prácticamente corriendo lejos de ahí. Las lágrimas habían comenzado a caer y ella solo podía seguir corriendo. 

No sabía muy bien a dónde iba, simplemente había salido corriendo de aquel lugar. Corrió un poco más hasta que reconoció un pasillo como los que daban al patio. Tomó ese pasillo y siguió corriendo hasta llegar a la zona de hierbas y árboles. La pequeña se dejó caer en el lugar más apartado y lloró en silencio, ocultando su rostro entre sus manos.

«Tonta, tonta, tonta —pensó Skye, tallando su rostro con desesperación y luego dándose golpecitos en la frente con la palma de su mano cada vez que pensaba la palabra tonta—. ¿Cómo no se me ocurrió? Le hice daño. Le hice daño a Luke. Él no se merece eso, no lo merezco.»

Volvió a darse otro golpe en la frente, antes de llevar las manos entre las hebras de su cabello y tirar de ellas levemente, causando un ligero dolor en su cuero cabelludo, que de la forma más retorcida posible, resultaba reconfortante, así que volvió a tirar de su cabello con demasiada fuerza. Sin poder evitarlo, las diferentes imágenes de Luke a lo largo de las semanas, llegaban a su cabeza.

Ella lo conocía tan bien, que sabía que Luke nunca tenía ojeras, no lloraba y jamás saldría vestido en pijama. Solo significaba que no estaba durmiendo bien, estaba herido y seguían ocultando sus cosas para hacerle sentir mal. Rayos, rayos, rayos. Ella debía estar ahí para él, ella debía haberlo ayudado, reconfortado de alguna forma. Pero no, se había hecho la orgullosa y ahora estaba pagando las consecuencias de sus actos. 

—¿Skye? —la voz de Harry la hizo brincar. 

La ojiplata levantó la vista de golpe, viendo al pelinegro. El viento había revuelto su cabello y sus gafas estaban un poco caídas. Con su dedo medio, Harry las volvió a poner en su lugar. Skye se apresuró a ponerse de pie, limpiando las lágrimas que caían por sus mejillas y sacudiendo su uniforme con las manos. Como pudo, trató de acomodar su cabello y le regaló una de las sonrisas más dulces que tenía. 

Skye se veía completamente destruida, ella lo sabía, pero se las había arreglado para lucir feliz de ver a Harry. Y es que ella se sentía así, Harry era su amigo y aquel que la hacia flotar

—¡Harry! —dijo con emoción. Su voz todavía sonaba pastosa por el llanto—. ¿Qué haces aquí? —preguntó, mientras jugaba con un mechón de cabello. Su sonrisa se agrandó solo un pecho. 

Harry frunció el ceño, mirándola fijamente. De repente, Skye se sintió extraña. No, extraña no, nerviosa. Reconoció esa mirada tan pronto como Harry la puso. Eran aquellos ojos que el pelinegro solía regalarle antes de que hubiese sucedido lo del perro de tres cabezas, esos ojos cargados de emociones negativas que lograban que el azul tan cálido y bonito de los ojos de Harry, se volviese un azul tormentoso y lleno de odio. 

Y Skye se sintió juzgada. Su sonrisa flaqueó y ella juntó las cejas solo un poco, mirándole con algo de extrañeza. 

—Vine a traerte esto —de su túnica, sacó un pedazo de pergamino enrollado y se lo tendió—. Es el resumen del capítulo de Los Carstairs del libro de Linajes e Historias de las Grandes Familias del Mundo Mágico. El libro lo tiene Luke, por si necesitas devolverlo a la biblioteca. Me vio leyendo sobre los Carstairs y él también quiso hacer su propia investigación.

Entonces, la amplia sonrisa de Skye volvió. 

—Muchísimas gracias, Harry, en serio. Eres mi héroe. 

—Uh-hum —murmuró Harry en respuesta, apretando los labios de forma incómoda. 

Antes de que el pelinegro pudiese alejarse de ese lugar, Skye desenvolvió el pergamino y comenzó a leer lo que Harry había escrito a mano en el pergamino. 

Los Carstairs son una familia de magos oscuros que hacen magia negra y rituales que tienen que ver con la muerte. Ganaron su poderío en Gran Bretaña a base de aterrorizar a las familias mágicas. Generalmente aportan miembros hacia La Arcana, o más bien, La Orden Negra. La historia actual va sobre Janette y Juniper Carstairs y como participaron activamente en la Guerra Mágica a favor de Lord Voldemort. Juniper se volvió a mano derecha de Lord Voldemort (asesinó a su madre, Melania) y luego se dedicó a torturar y asesinar (no se sabe con exactitud cuando concibió a su hija o con quién) hasta el final de sus días. Por su parte, Janette desapareció hasta el final de la Guerra. Negó todos sus crímenes, fue exonerada y luego nombrada tutora legal de Luke y Skyler Carstairs. 

Dato extra: Juniper Carstairs traicionó a James y Theressa Potter, entregándolos a Los Mortífagos. 

Skye cerró el pergamino con fuerza y miró a Harry con el ceño extremadamente fruncido. El de gafas hizo una mueca de incomodidad y Skye bufó. 

—Si sabes que todo esto es mentira, ¿cierto? —preguntó Skye, con tono de voz cauteloso—, No niego que los demás Carstairs fueron magos oscuros, pero mi madre y tía Jane no lo fueron. Tía Jane me cuenta historias sobre mi mamá, no era malvada, fue obligada. 

—Pues, eso dice tu tía, el resto del mundo mundo mágico está de acuerdo con el libro. 

—Mi mamá no traicionó a tus padres, Harry —añadió ella.

—¿Y tú como sabes eso? No es como que la hayas conocido para afirmarlo —comenzó a decir Harry un poco enojado. Skye sintió una punzada de dolor en su pecho—. Además, el mundo está mejor así, los magos tenebrosos deben permanecer donde están; muertos. 

Entonces, Skye se quedó perpleja, observando a Harry Potter con los ojos muy pero muy abiertos, con el pecho sacudiéndose con violencia y con sus mejillas pintándose de un rojo extremadamente intenso con cada segundo que pasaba. Harry por su parte, se mantuvo frente a Skyler Carstairs con una extraña sensación en el pecho, mientras apretaba los labios con incomodidad y la miraba fijamente. 

Ninguno de los dos estaba muy seguro de cómo proseguir ahora. Skye quería ponerse a llorar, llorar hasta que ya no tuviera fuerzas para ponerse de pie, llorar hasta quedarse dormida y tal vez no despertar más. Skye había dejado que alguien como Harry Potter la hiciese feliz y se había estrellado con la realidad mucho más pronto de lo que ella hubiese querido: Harry era como el resto, siempre lo fue, solo no tenía «la historia completa.» Harry había creado la apariencia que Skye estaba buscando, alguien diferente que la aceptase, pero había resultado ser tan cual los demás. 

Y es que Harry jamás podría quererla conociendo toda la historia, porque así era el orden correcto del mundo y no importaba qué tanto Skye se esforzase en cambiarlo, simplemente no funcionaba. 

Ella pasó saliva y bajó la cabeza, antes de decir lo que pensaba decir a a continuación. Inhaló aire y se preparó mentalmente para el golpe. 

—Entonces... —sin poder evitarlo, la voz de Skye se quebró un poco—, ¿crees que el mundo está mejor con mi mamá muerta? 

Harry bajó los ojos unos segundos, mirándo sus zapatos, como si estuviese pensando si decir o no decir lo que su mente le estaba dictando. Al final, él decidió hablar. 

—Si tu madre era todo lo que ese libro decía que era, en ese casi, sí, el mundo está mejor con ella muerta. Tu estás mejor con ella muerta. Todos lo están. 

Skye parpadeó dos, tres, cuatro veces, tratando de evitar las lágrimas, pero fue en vano, porque estas caían por sus mejillas sin siquiera intentarlo. Skye miraba a Harry a los ojos y a pesar de sentir su corazón herido, sus ojos brillaban de una forma peculiar, irradiaban un aire frío del cual Harry a penas parecía percatarse. 

Él la miró de nuevo y se preguntó si realmente había hecho lo correcto. De repente, Harry no quería vivir en un mundo en el que Skye lo mirase como si fuese una especie de monstruo. De repente, no quería mirar a la chica peliplateada y recibir una mirada de indiferencia. De repente, Harry ya no estaba seguro de si quería seguir caminando por el camino que él mismo había creado. 

Skye suspiró y después de darle una última mirada fría, limpió sus mejillas y comenzó a caminar lejos de ahí. Golpeó el hombro de Harry con el suyo cuando pasó por su lado y trató de mantener una expresión seria, pero su rostro se fue resquebrajando en una mueca de tristeza pura y Skye sintió que en cualquier segundo, se derrumbaría por completo. 

De repente, Skye ya no flotaba. Skye se había desinflado como un globo y había chocado contra el suelo con tanta fuerza, que se había roto en mil pedacitos. 












si se lo preguntan, si, skye empezaba a desarrollar un crush en harry pero el harras la cagó xd xd siento que vamos por la mitad del primer acto y no ha pasado mucho, pero es que skye no participa demasiado en las aventuras del trio de oro en los primeros años, se nota de forma progresiva. 

pobre skye, tho. dan ganas de meterla en una cajita de cristal la vdd

buee, espero que les haya gustado el capítulo, les quiero un montón

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